Las máscaras del engaño
dominan el mundo con sus mentiras,
mientras los fuertes se inclinan
para cuidar al rebaño.
Cuantas palabras incongruentes
han de expresar los maleantes,
quienes caminan errantes,
con sus mentes putrefactas,
sin notar que quien no este en falta,
llegará más pronto a la salida.
Sin sentimientos genuinos,
oscurecen sus caminos,
forjando lazos de vidrio
que se rompen al instante,
pues es tan ciego el errante
que no puede ver su dominio.
El olor del más cobarde,
hace notar su falso alarde,
mientras los fuertes amables,
solo se enfocan en guiarles
hacía el mejor de los destinos.
La más sincera de las almas,
siempre pierde ante el ruin hermano,
pues es más valioso el farsante
que el más valiente ser humano.
Aquellos que anhelan el poder,
solo se preocupan por si mismos,
sin importarles los abismos
que los demás enfrentan,
siendo marionetas emplean
el más profano cinismo.
La empatía del más fuerte
siempre trabaja silente,
pues ellos son bien consientes
de su honorable valía,
ya que tal vez algún día,
sea moneda corriente.
Que ignorante el ser humano
que ha corrompido su vida,
porque desconoce que anida
un monstruo de gran tamaño,
que aumentará su caída
hundiéndolo en cuestión de años.
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