Parte I: La cantina.
Estoy en el rincón de una cantina,
escuchando las notas de un triste violín,
mi mente necesita olvidar a Carolina,
desnuda en la alcoba de ese viejo ruin.
Este es el lugar donde paso el rato,
derrocho mi dinero y ahogo mi pena,
hermosa mujer que amé, mi bella sirena,
me dejó, por ser un simple chivato.
Al entrar te da la bienvenida,
con un refrán que no se me olvida:
“Como dijo el mosquito a la rana,
más vale morir en el vino, que vivir en el agua”.
Penas ahogo, en esta pocilga insalubre,
una mísera cantina de barrio,
desdeño de ricos, amor de pobres,
que solo tenemos un salario.
Soy cliente asiduo, de este lugar,
como la palma, plantado estaré,
llorando y emborrachándome sin parar,
escribiéndole la carta, que no le enviaré.
Esta noche me parece infinita,
Como la lluvia al mar, siento caer lágrimas,
estoy cansado y mi pecho grita,
me doy cuenta, mi carta requiere paraguas.
Parte II. Los “compas”.
Una mano pide terca otra botella,
busca consolar mi triste corazón,
la cabeza dice — que te la pague ella,
fue muy puerca su traición.
En el suelo, de reojo improviso,
un alacrán cobrizo sin suerte,
aún no sabe que su muerte,
lo persigue como idiota,
quiere estamparlo en el piso,
alguien grita — ¡písale fuerte con la bota!
Aquí todos me conocen,
mira, está mi compa el “negro”,
liado de una pata,
el desgraciado de su suegro,
lo envió a luchar, al frente en la fragata.
Toca un viejo veliz con fervor,
hoy con dolor pide sustento,
el que hace las veces de tambor,
le acompaña a llevar a su casa, el alimento.
Aquí somos hombres de “fineza”,
hasta el tipo del cantarito,
¡Mierda! una araña se ha colado,
muerta esta, en el fondo de mi tarrito
— ¡Juan, mi hermano, amigo soldado!
dispárame otra cerveza.
El compa “el apache” se burla de mí,
Dice jocoso — pero que valía de pájaro,
Si tú eres más joven, más brioso,
Ahora quien te dará amparo,
en las noches que necesites gustoso,
tus lindas manos para un rapidín.
Me la cobro y algo embarro en su camisa,
— Dijo el sartén al cazo: ¡apártate gorrinazo
que me tiznas!
Al final cada cabeza es un mundo,
Lo que diga la gente no me interesa,
— “compa” páguele al músico Raymundo,
Que venga y nos cante, en la sobremesa.
¡Aunque mal paguen ellas!
inspírate en Vicente y toca el bandolón.
Que las traiciones de mujeres bellas,
desgarran siempre, cualquier corazón.
Parte III. La traición.
¡Bendita suerte mía! la muerte ha llegado,
me ve desde la puerta, apunta sus jaras al corazón,
me levanto, no tengo miedo. ¡Total! Llego mi llamado,
escucho — Te espero desgraciado, en los pinos del panteón
sonríe, se divierte sincera, ¡vieja astuta! Me siento ya calavera.
¿Te vas? ¿me perdonas? ¡chuta! Dijo — ¡sufre hasta primavera!
Mi dama me abandonó,
no aguantó a un pobre borracho,
se fue con ese catrín,
Me cambio por un maduro mostacho.
Sé que lleva por nombre Luis,
lo dijo una noche, dormilona,
su bandera es de otro país,
De la Garza su apellido.
Y ahora una gran corona,
es la que hace juego con su vestido.
Le reclamé, antes de irse a Castañedas,
— El vato, del año de la pera ha de ser,
te vendo, dile entonces que me pase unas monedas,
al final el matusaleno se queda, con una arpía de mujer.
Parte IV. Sufro, me emborracho y me entretengo.
Como dice Gloria;
Me siento como un árbol sin manzanas,
un arpa sin cuerdas,
una iglesia sin campanas,
una maceta sin rosas,
un nopal sin tunas,
¡Un miserable diablo cualquiera!
Pero qué más da, busco el consuelo en refranes:
— que, para consolar, son muy buenos charlatanes:
“Sandía y melón, qué buenos para el calor”
¿Por qué es tan cruel el amor?
“Quien corteja a una casada, la vida lleva prestada”,
“El que a otro quiere engañar, el engaño en él se puede tornar”
“A la buena y sin engaño, para mi quiero el provecho y para ti el daño”.
— ¡Que rayos!, otra vez mi botella está terminada.
Desesperado esputo un salivajo,
— ¡Maldito gallo, canta! haz que salga el sol,
que la luna y las estrellas se vayan mucho al carajo.
— Cantinero, traiga llena la jarra de alcohol.
Hoy el mundo dice que soy un venado,
que no fui lo sobradamente valiente,
que el camarón que le di, no le fue suficiente.
Pero recuerden, cualquiera puede tentarles la suerte,
y terminar como yo, en esta cantina, emborrachado.
Parte V. La venganza.
¿Quién es la de la puerta? ¿Acaso es Teresa?
— ¡Su reputación! Sí, lo sé, pero a mí me vale gorro,
de momento lo que digan, no me interesa.
— ¿Por qué he de hacerles caso?
La música se escucha fuerte, deja me aviento un palomazo,
A lo mejor la conquisto, si ella se apiada y me regala el cotorro.
Ha llegado el mariachi, se escucha fuerte mi canción,
Este dolor se aleja, creo que estoy curado,
“Mentir y comer pescado requieren mucha atención”.
¡Al final Carolina pendeja! una lección me has dejado,
¡Qué veo! se me está insinuando Teresa,
luce torneadas piernas, sentadita en la escalera,
hermoso su trabajo, el más antiguo de la tierra,
se me ofrece, haciéndome señas, la muy gamberra,
pa’ luego es tarde digo — la oportunidad del desquite me interesa.
Sus hermosos ojos negros, indican la puerta atrás del barril,
algo se enciende, me sube la calentura, parezco candil,
hermosa mujer, me enseñas todita la ruta,
¡Al diablo Carolina!, digo, ¡Buenas, con la chalupa!
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