Inocente sabiduría

Inocente sabiduría

Germayed

18/09/2021

  •     He reído como tonto. Las conductas de los hombres dan rienda suelta a mis burlas. Alcohólicos, chismosas e intoxicados. Ven ellos cosa seria sus dimes y decires. A mí la verdad me causa la más irónica y absurda gracia. Les insto a repetir aquello que les enoja con la intención de reírme a carcajadas. Carcajadas no mal intencionadas, pero sí mal intencionado mi verbigracia hacia lo que a ellos le es asunto de vida o muerte. ¿Por qué será que esas conductas causan gracia en mí
  •      Algunos dicen que los humanos ríen por absurdeces. Lo absurdo risa causa y la risa prueba da de que la existencia en sí absurda es. Es tan perfecta que no tiene sentido. Ciclos van y vienen. Al final, volvemos al mismo lugar. ¿Será que el inconsciente sabe de ese absurdo y con burla hacia lo perfecto desencadena en nosotros risa por la inocencia de otros? Estoy seguro, nos reímos de la inocencia, nos reímos de un cálculo perfecto en mente de un amigo que al saltar pierde equilibrio y rebota como pelota de playa. A carcajadas nos ufanamos del que cuenta no se da y tropieza. Reímos de las sutiles palabras de un niño expresando sus primera vocales y gestos graciosos. Todos ellos, no saben; son sobrios.  
  •      Las risas más acaloradas provienen de las pasiones de los sobrios y las verdades de los ebrios ¡Inocencia! Estamos tan entregados a la razón que la inocencia causa en nosotros sublimes emociones y felices después de unas buenas carcajadas. Preguntarnos pues, Si es sublime la inocencia ¿será [la inocencia] lo perfecto buscado por distintos credos y religiones? La inocencia prescinde de color, se expresa sin máscaras, la mentira le es ajena. No sabe quién es. Es perfecta; sin atributos ni extensiones, se parece al vacío y no al mundo de las formas. Las formas aparentan más y celosas son de mostrar su esencia. La inocencia es la esencia de las formas y de las cosas. Durante milenios, los sabios buscando la verdad por recónditos lugares encontraron sus huellas en el fenómeno en sí. Sin voluntad ni intención la verdad no tiene nada que decir, es ente, es inocente; como inocente es el llanto del borracho, la sonrisa de un bebé o las habladurías de la anciana del frente. Cada uno inocente a su modo. Si han de buscar la inocencia, oigan al ebrio, escuchen el transito del viento de entre los pinos, deléitense esculcando en lo bello y hasta fijando atención en la estrechés mundana de las que vigilan cuadras. 
  •       No sólo lo sublime es inocente, lo malo lo es también. El punto de partida hacia lo sublime inicia sin previo conocimiento de lo justo e injusto; por instinto actúa. Dominio de sí carece. Es inocente. Experiencia falta le hace. La razón no ha madurado. No sabe. Lo instintivo es inocente, como inocente es la mirada del Guepardo al sofocar la gacela. Hay hombres con miradas inocentes. Lo instintivo les domina y la razón les conmina. Debería pues, el clérigo buscar la inocencia del mal y dar fe de sus razones suficientes antes de invitar a sus séquitos en seguir ejemplos de inocentes superiores, que eones atrás fueron inocentes como el guepardo, la gacela. 
  •       Sí cuenta nos damos, la sabiduría del borracho solapa el falso testimonio de aquellos que obligan a los demás a buscar la perfección en un mundo ajeno a ella; Sin filtro, el borracho drena sus emociones reprimidas; el clérigo amenaza con infiernos a todo aquél que preparado no esté para retornar a lo sublime. Si preparados no están, ¡déjenlos en libertad!, su propia consciencia les guiará en el camino. Tal vez la misma inocencia del creyente le incita a buscar refugios en lo externo, en imaginarios dioses. No les culpo,   poco racionales, emocionales e ingenuos son.   
  •       La humanidad es tan racional que aparenta una inocencia de hule, despejar pues ese hule y la inocencia saldrá del alma a borbotones. El humano aún no se ha encontrado a sí mismo; está en camino, en futuro lejano volverá a la sublime inocencia; por lo que la inocencia perdida encontrará y al vacío retornará. Me garantiza la verdad el borracho de la esquina, quien a cuatro soplos ventila lo que realmente en su ser habita. ¡Creo en el borracho!. Me dice la verdad, su verdad. Y esa verdad, tan inocente es, que causa gracia y carcajadas vienen. El sentido lógico del sin sentido es lo absurdo y lo absurdo es gracioso. Riámonos de nosotros mismos, pues a ratos inocentes somos. No nos preocupemos, el fin último de nuestra existencia es regresar al eterno vacío que detrás de las cosas está. Ese es el trágico y hermoso destino del alma.

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