«Café por las mañanas».
En la primera mañana de invierno, la gente hacía fila para poder disfrutar de los expresos de aquella nueva cafetería, ubicada en la avenida María Torres.
Frente a ella, un señor mayor llegaba a tomar asiento en una de las bancas que se encontraba en el parque, ya denotaba cierto cansancio por la edad, sin embargo, proyectaba una personalidad jovial. Al mirar su reloj comprendió que había llegado unos minutos antes de la hora acordada, por lo que decidió contemplar a su alrededor.
Por un lado, miraba como la cafetería empezaba a vaciarse, pues sus clientes se marchaban a continuar con sus actividades cotidianas; cada vez que abrían la puerta se percibía aquel aroma exquisito a café, en el momento de olerlo, podías sentir el sabor recorriendo tu cuerpo, lo que provocaba que en más de una ocasión tomarás más de una taza de café.
Y por el otro, los niños empezaban a llenar el parque con risas y diversión, lo cual lo llenó de alegría, trayéndole recuerdos de cuando tenía la misma edad, donde disfrutaba pasar tiempo con sus amigos y jugar hasta caer la noche. Él sabía muy bien que su niñez no pudo ser mejor, fue en ese instante que una dulce voz lo hizo volver de sus recuerdos.
Al levantar la vista, observó aquella mirada tierna, de ojos color azul celeste, cuyo rostro a pesar de la edad, mantenía aquella sonrisa encantadora, de labios color rosa, nariz respingada, que por el frío empezaba a ponerse roja; de cabello largo color castaño y ondulado. Y para a completar su belleza, un vestido azul cielo del cual un abrigo le daba calor para no resentir aquella estación del año.
Al verse los dos, sonrieron y se saludaron con un abrazo y un pequeño beso en los labios; era momento de cruzar la calle y probar aquel café del que todos hablaban, para así festejar su aniversario número 72.
—Joss Herrera.
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