LOS CIERRES QUE TIENE LA VIDA.
Es doloroso el cierre de capítulos en la vida cuando estos significan un pedazo de existencia, un segmento significativo en la vida, en el cual se transitó, bien o mal pero tenía su peso específico y un arraigo que producía (y produce) ensoñación, desencanto y remembranzas, todas amalgamadas, homogéneas, mezcladas; que constituyen un todo con esas almas amadas, que serán parte de uno hasta la muerte y talvez más allá, si allá hay otra vida.
Este es un escrito “en honor de” esos grandes momentos y más allá de rendirle culto a esas vivencias y a los personajes que las vivieron y las vivimos, es para dejar constancia que esos pasajes realmente construyeron mi vida, son indisolubles, son inolvidables y aunque muchos de los participantes parece que ya no están con nosotros, caramba si están y vivirán por siempre en nuestro corazón. Aquellos que si están aquí, quiero decirles antes que sea muy tarde que nunca tendré forma de agradecer su interacción conmigo, algunas veces desacertada pero confieso, la mayoría de las veces correcta. De mi parte, y va corriendo encima, la mezcla de mis acciones, mis reacciones, las horribles decisiones que tomé y sé que generaron pesares, las indiscreciones, las traiciones y toda la suerte variada de la vorágine que yo acumule en la carretera.
Todo ese intercambio de aciertos y desaciertos es la esencia del ser humano, es el yo y no como centro sino como caballito de carrusel, parte de un todo. El concepto aparentemente filosófico golpea con contundencia a la hora de conciliar el sueño, se vuelve real, sólido como el basalto y crea imágenes que bailan ante la media conciencia, preámbulo onírico que se escapa y te desvela, cuantas veces pasaré el día rehuyendo a mi conciencia y en las noches caer indefectiblemente en ese estrado, ante jueces implacables que te señalan, no lo sé. Pero si percibo que hay un saldo positivo en todo esto, tal y como lo dije al principio “las almas amadas” no podrán renunciar, no podrán salirse del papel que jugaron, ni siquiera del papel que jugaran hasta yo deje de existir; mis hijos pueden juzgarme, pueden rechazar mis acciones, pueden repudiarme; pero jamás podrán salirse de mi amor, igual destino les espera a mis hermanas, a mis sobrinos y a todos los seres queridos que fui depositando en mi cuenta espiritual. Y si piensan que es una amenaza, si es; los amare por siempre.
Domingo 5 de Septiembre de 2021.
Pablo Villalobos
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