Escribo porque hablar ya no puedo, me ahogan las gotas del manantial que hace fluir las palabras, porque la fuente de las palabras está entre mis papilas, porque la pruebo y degusto una vez más. Porque en un beso se agotan los riachuelos, porque en un beso se agota el respirar.
Se agita como el agua nuestra respiración, se calma el corazón al tener tu pecho en el mío, tener tu centro en el mío, tener lo tuyo conmigo, se agita lo que no puede escribirse, se agita lo que no se puede expresar.
Y si tan tersa como en el retrato que usted mismo amado mío, coloca en la vista de la servidora que como ciega entrando en desesperación desgasta sus manos para buscar lo que tanto anhela, que desea cada día abrir sus ojos para admirar la belleza de la que tanto se habla. Retratas así mi desesperación y al mismo tiempo mi tranquilidad, asoma poco a poco un dulce color, una nueva tonalidad en color, una nueva sensación que no creí volver a sentir. Y si tan tersa como retratas es tu piel, quisiera siempre tenerla, no siempre en mis manos, no siempre en mi boca, si no en la mirada que fijo cuando me dices que soy yo quien te importa.
Escribo porque dibujar no he podido, mi lápiz parece quebrarse entre mis dedos, el grafito se torna polvo, la hoja se vuelve ceniza, parece que regresa a la raíz de su árbol, me huyen como siempre, como pájaro, despavoridos. Escribo porque dibujar no se me ha dado, no ha descendido como nube celestial un don inagotable, si no que como gusano que devora con prisa la hoja, así me consume la ansiedad por esperar tu respuesta, que nervios, que miedo, que emoción.
Y si tan hermosos son tus ojos en fotografía, no puedo esperar verlos con los míos propios, pretendo descubrir a la luz natural de los cielos, ese color café, si ese color se encontrase en la taza que jamás he tocado, haría de ella mi dosis diaria. El café negro que me entristece, sería cada día mi deleite si en las gotas adheridas de tu piel, me dejases ver las estrellas que tienes en el rostro, ese semblante que cada vez me hace pensar que la fe puede engrandecerse el doble, porque crece como enredadera entre el corazón que late en mi pecho, que se desprende con facilidad con la toma de una fuerte mano, pero un corazón que sube y baja como aire volátil, quiero ver ese café en la bebida que a ti te gusta, en la bebida que yo no consumo… Y si tan hermosos son tus ojos en fotografía, podría verlos siempre al despertar, al tomar café… claro.
¿Qué es la extroversión? Quisiera saber que significa cada letra que lo compone, que te compone a ti. Dices que lo eres, que lo tienes, dime lentamente qué significa. Porque accidentalmente he perdido todo diccionario en la biblioteca de mi cuarto, el techo se ha abierto y cada hoja ha volado, necesito escuchar de tu boca lo que quieras decirme. Porque accidentalmente todo acceso a las palabras de la vida se han esfumado de mi mente, no entiendo ni comprendo nada, y como eres tú quien se ofrece a explicarlo, acércate un poco a mis oídos sordos para que me expliques, dime entonces, ¿Qué quieres que yo oiga de ti? ¿Quieres decirme algo?.
Tantas tonalidades en las plumas de las aves que sobre mí tiritan por el frío del desierto, colores azules, colores como el reflejo del universo sobre el mar, el espacio se refleja entre el despejado paisaje de tu alma, se desprende como pétalos de margaritas en el aire, porque la brisa alcanza a rosar las pequeñas orillas de tu ser, color como azul me parecen tus acciones.
¿Qué tanto te importo? ¿Qué tanto me importas? Me da miedo querer… te diría el porqué, pero cada vez que mis labios intentan demudarlo, solo sollozan palabras que revolotean entre los huecos de la historia, comienzo a quererte lento, lentamente como la semilla que cae en tierra fértil, tierra fértil que no sabía estaba ya preparada, estaba ya guardada para alguien como tú, ojalá tuviese a alguien como tú en mi vida. No he cosechado nada, no he quitado nada, ni el viento ni el fuego han de llegar a estos campos, porque lentamente comienzo a quererte, y se abrirá dentro de los tiempos, un pequeño brote entre la sequía del campo, campo que solo esperaba. Me da miedo querer…te diría el porqué, pero comienzo a temblar, comienzo como niño recién nacido a llorar, abrázame una vez y me quedaré contigo, aunque me dé miedo.
Que tengas veinte, o veinticuatro flores en el jardín de tu corazón no me interesa, por lo pronto quedo clavada en la estrella de tu cuello, del tallo que sostiene al color de tus ojos, al color que cautiva mis mañanas, como el café que nunca he tomado, como el café que nunca he mirado retratarse… hasta hoy.
Y tus destellos, cambio cualquier color por el azul de tu alma y el café de tu mirada, el destello debajo de tu ojo izquierdo, se alinea como Osa Mayor con la pequeña franja de tu nariz, nariz que quisiese tocar con la mía… en una poesía al menos.
-Kristel.
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