México precolombino

México precolombino

Marcelo Castelli

20/08/2021

México precolombino

Hacia el siglo VI después de Cristo, los Mayas ya estaban consolidados como una nación dominante en Centro América, incluido el actual territorio de México. Les siguieron los Olmecas, luego los Zapotecas, más tarde los Toltecas, y finalmente desde el año 1325 se adueñaron de la región los Aztecas, que estaban en pleno apogeo a la llegada de Cortés en 1519.

Una muralla de montañas rodea al Valle de México, a 2500 metros de altura y con 5 grandes lagos, los nativos llamaban a estas tierras: Anahuac (cerca del agua). En este lugar se formaría una de las más grandes y evolucionadas civilizaciones de América; los Aztecas.

En el siglo VII llegaron del norte los Toltecas al Anahuac, raza industriosa, emprendedora e inteligente. Dominaban la construcción, la agricultura y el labrado de metales. Inventaron el sistema cronológico que luego adaptarían los aztecas, aún hoy al norte del valle se pueden ver restos de la capital del imperio: Tula. Cuatro siglos después de su llegada, abandonaron el lugar, y tal vez por las guerras, dejando tras de sí ruinas como la del Palenque y Mitla.

Un siglo después llegaron los Chichimecas, numerosos pero salvajes. Les siguieron pueblos más inteligentes y mejor dotados, los aztecas y los Tezcucanos. (Capital Tezcuco) Alrededor del 1325 se instalan definitivamente al sudeste del mayor de los lagos, fundando su capital Tenochtitlán. Victoria tras victoria su territorio crece desde el golfo hasta el Pacífico, teniendo como aliados a la gente de Tezcuco y al pueblo de Tlapocan. Así se iniciaron guerras de conquistas trayendo a la capital los botines bélicos y prisioneros, estos eran destinados como esclavos o sacrificados en los altares como ofrendas a los Dioses.

Tenían una rigurosa organización política y militar. La forma de gobierno era una monarquía absoluta. El rey era elegido, por cuatro nobles, entre los hermanos del monarca muerto. En la función electoral participaban los soberanos aliados de Tezcuco y Tlacopán. Los puestos más importantes eran desempeñados por una clase superior de aristócratas, poseedores de grandes extensiones de tierras. Había 30 de estos grandes caciques, cada uno a cargo de 100 mil vasallos.

El régimen imperante era despótico, en la persona del rey residían los poderes ejecutivos o legislativo; mientras que la justicia era administrada en cada provincia por un supremo magistrado, existiendo una total independencia entre los jueces con respecto al rey. El código penal Azteca era extremadamente severo. Los jueces a los que se les demostraban alguna irregularidad en sus funciones, por ejemplo, soborno; eran condenados a muerte.

Las leyes de la Nación eran conocidas mediante pinturas jeroglíficas, las penas eran más severas para aquellos delitos que afectasen directamente a la Sociedad. La embriaguez en personas jóvenes era castigada con la muerte, según el caso el robo era castigado con la muerte o la esclavitud. Existía el derecho a el divorcio.

La institución más legislada era la esclavitud, los prisioneros de guerras eran esclavos para los sacrificios religiosos. Los esclavos destinados al trabajo, al ser vendidos se suscribían un contrato de venta donde se establecía las funciones que desempeñaría. Y a la muerte del dueño recobraban la libertad.

Existía un régimen de impuestos nacionales, en que parte de los productos del trabajo de todos los habitantes; eran destinados al estado. Y esto lo cumplían desde los vasallos hasta los grandes señores.

El estado Azteca crecía permanentemente incorporando a sus dominios las tierras conquistadas, con la hábil política de dejar en sus cargos a los caciques que deponían sus armas.

Existía una dinámica comunicación entre la Capital y los más alejados puntos del imperio por medio de un sistema de veloces correos. Cada 8 kilómetros, había postas 2) en todos los caminos, que en forma de red atravesaba el imperio en todas direcciones. Estos correos llevaban las noticias escritas en pinturas jeroglíficas.

Las armas y el sacerdocio eran las más honradas profesiones. El reino vivía para la guerra. Sus Dioses exigían constantes sacrificios humanos, y por medio de las guerras se hacían prisioneros para esos sacrificios. Las leyes militares eran severísimas, todos vestidos de blanco, con una tela llamada nequen hecha con fibras de maguey conformaban un ejército disciplinado, dividido en cuerpos de 8 mil hombres cada uno. Las leyes alcanzaban a todos, así cuando dos hijos del rey de Tezcuco se apoderaron de prisioneros tomados por otros soldados, fueron inmediatamente ejecutados por orden de su padre.

La religión Azteca era heterogénea, creían en un Supremo creador, bajo del cual existían 200 Dioses menores. El Dios de la guerra era Huitzilopotchtli, sanguinario, sus altares debían ser regados por ríos de sangre.

En contraste con este Dios estaba Quetzalcatl, Dios del aire, benefactor de la especie humana. Se decía que era blanco, con barba, que un día tuvo que abandonar Anahuac, y se fue por el este, pero aseguró que volvería. Esto es de vital importancia en la posterior conquista española, ya que ésta vino del este con soldados, todos barbados, lo que le confirió, para el pueblo Azteca, una llegada preanunciada y Divina.

Existían inmensas cantidades de templos, en los de sacrificio había un mármol convexo, donde se extendía el cuerpo del sacrificado, al que los sacerdotes, por medio de un cuchillo de piedra volcánica, le arrancaban el corazón. Desde la base del templo una multitud presa de un estado de exaltación mística estaba atenta a los acontecimientos de las ceremonias. Concluido el acto, todos de rodillas imploraban a la Divinidad satisfecha.

Se calcula que los sacrificios humanos alcanzaban cifras enormes; 40 mil por año. En 1486 se realizó la consagración de Huitzilopochtli, en el gran templo de la ciudad, donde hoy se encuentra la Catedral de México. Para esta ceremonia se trajeron a todos los prisioneros de guerra, retenidos en los últimos años para este fin. Fueron sacrificados 70 mil víctimas, que en filas de 8 kilómetros esperaban su turno. Los sacerdotes demoraron varios días en concluir con su tarea. Los hombres de Cortés, en sólo un templo de sacrificio; llegaron a contar 132 mil cráneos.

Moctezuma, el último emperador dejaba existir en Anahuac a la República independiente de Tlaxcala como fuente de víctimas para los sacrificios.

Disponían un sistema de escritura-pintada, otra forma de expresión gráfica de sus pensamientos era una escritura jeroglífica, fonética. La cantidad de estos manuscritos era enorme, referidos a historia, ciencia, mitología, economía, pero el primer arzobispo español, Juan Zmárraga, creyendo ver en ellos símbolos de una ciencia diabólica, los mandó a juntar y hizo una inmensa pila en la plaza de Tlalteolco donde los quemó. Siguiendo este ejemplo, los soldados de Hernán Cortés iban destruyendo todos los manuscritos que encontraban. Hoy, después de una prolija tarea de la Iglesia Católica, en la selección de lo que era diabólico o Santo; sólo quedan algunos manuscritos en museos europeos.

Disponían también de un sistema aritmético de una sencillez admirable, con el cual se podían efectuar todas las operaciones imaginables, por más grandes que fuesen sus cifras. La unidad de tiempo era el año solar, dividido en 18 meses de 20 días cada uno, con un total de días de 360. Para fijar fechas lo hacían en ciclos de 52 años, a partir del año 1091. D.C. Disponían de profundos conocimientos astronómicos, lo que evidencia que habían inventado algún instrumento para ampliar el poder de visión. En 1790 se desenterró de la plaza principal de México el calendario Azteca, esculpido en una piedra única de 50 toneladas, donde se permite establecer fechas, horas, estaciones, próximos eclipses, etc., lo que denota profundos conocimientos científicos.

Habían conseguido considerables progresos en la agricultura, con inteligentes redes de canales de riego. Cultivaban el plátano y el cacao. Con este último hacían el chocolate. (De la palabra Azteca chocolat). También cultivaban la vainilla y el maíz, del que aprovechaban su grano, su miel, las hojas para hacer papel, el jugo con que preparaban el pulque, bebida fermentada.

Conocían a fondo la minería, extraían el plomo, estaño, cobre, oro. Era extraordinaria la habilidad para el trabajo de los metales, los plateros españoles de esa época reconocían su inferioridad ante esos impecables trabajos.

Hilaban el algodón, eran artistas en el trabajo sobre plumas. Cada cinco días, en la Capital, y en las ciudades principales se realizaban mercados con la más variada cantidad de mercadería, la transacción se hacía por trueque o se utilizaba como monedas plumas llenas de oro, bolsitas de cacao con determinada cantidad de granos.

Las fiestas sociales de los aztecas eran suntuosas, en ambientes de refinamiento oriental. Cuando los convidados se sentaban a la mesa se les ponía bandejas con agua para que se lavasen las manos, con su toalla respectiva. La higiene era una costumbre muy cuidada, todo Azteca se bañaba una vez al día por lo menos.

Disponían de una elaborada cocina, donde el pavo era el plato central, pero era inmensa la variedad de productos que componían su dieta. En las mesas suntuosas se usaban cucharas y copas de oro. Para que la comida se mantuviese caliente se ponían pequeños braseros. La bebida era el chocolate con vainilla, el jugo de maguey o el pulque, que constituía el vino Azteca.

Tenochtitlán era la Capital Azteca, estaba situada en el mismo lugar que hoy ocupa el Distrito Federal De México. Donde se alza la catedral católica, antes era ocupado por el templo de Huitzilipochtli.

Tenochtitlán fue construida por sus fundadores sobre los pantanos del lago Texcoco. Los canales atravesaban sus calles en todas direcciones, era una “Venecia Americana”. Millares de canoas surcaban las aguas del lago en su perpetuo trabajo de comunicación entre la Capital y las ciudades y pueblos vecinos. La higiene de las calles asombraba, una especie de policía cuidaba de la limpieza. El agua del lago al ser demasiado salobre no se bebía, pero disponían de un doble acueducto, procedentes de Chapultepec y del cerro de la Cigarra; así el agua potable llegaba a la ciudad. La población la sacaba de las fuentes de los depósitos y de los orificios que tenía el acueducto para este fin.

Moctezuma tenía un profundo amor por la arquitectura, hizo construir hermosos palacios de un solo piso, pero sumamente amplios, con grandes jardines, fuentes de agua con peces, zoológicos con todas las especies animales que existían en México; en inmensos estanques de mármol nadaban toda la variedad imaginable de peces de colores.

Si bien el Azteca era por naturaleza monogámico, Moctezuma tenía 1000 esposas, también la poligamia era practicada por los grandes señores del imperio.

Moctezuma se bañaba por lo menos una vez al día, mudando sus ropas cuatro veces en un día, y la ropa que se sacaba nunca más la usaba; la regalaba a sus servidores

En Chapultepec tenía su residencia veraniega, con ocho kilómetros de jardines reales. La comida ofrecida para él estaba conformada por cientos de platos de diferentes contenidos, los nobles probaban la comida antes que Moctezuma las ingiriese detrás de un biombo.

Los protocolos imperantes en la corte eran rigurosos. Salvo las personas de sangre real, todos se tenían que presentar ante el monarca descalzo y envuelto en nequem, una vestidura igualitaria, debían permanecer con los ojos bajos, hablar con los secretarios, nunca directamente con Moctezuma. Cuando se retiraban debían hacerlo sin volver la espalda.

Paralelamente al momento de mayor esplendor de este imperio, los españoles ya estaban en Cuba desde donde se organizaban expediciones hacia el continente, dado que se recibían noticias de un poderoso reino en el interior.

El gobernador de Cuba, Diego Velásquez, encarga a Hernán Cortés, como jefe y capitán de esta expedición de poco más de 600 hombres,16 caballos y 10 navíos. En ese momento nadie sabía que el imperio a conquistar era inmenso, con millones de habitantes. La empresa se inicia en 1519 y finaliza victoriosa para los españoles el 13 de agosto de 1521.

Fue el choque entre dos culturas radicalmente diferentes, donde triunfó la española. Pero esto fue gracias a los cientos de miles de aliados nativos, enemigos de los aztecas, que ayudaron a Cortés en su tarea. Existen otros motivos que hicieron posible esto. Desde el inicio, cuándo en Tenochtitlán se recibe la noticia del desembarco de gente extraña, barbada; cunde el derrotismo creyendo en el regreso prometido de su Dios Quetzacoalt. De no haber sido por la ayuda de los enemigos de Moctezuma o de la propia mitología Azteca, nada hubiese podido hacer Cortés con este gigante imperio.

La llegada de Cortés, 1519, a las costas se produjo en el momento preciso, y una confluencia de factores ajenos a la empresa de la Conquista Española hicieron posible ésta. En ese momento el Imperio Azteca estaba en plena expansión, por esto también es que fuese el momento donde más pueblos enemigos tuviese, conquistados o por conquistar; éstos vieron como aliados a los españoles, dando su ejércitos a las filas de Cortés. Además, el pueblo Azteca estaba a la espera del regreso de Quetzacoalt, su Dios, que llegaría procedente del este. Barbados como éste llegaron los españoles por el este, alegando una misión Divina.

De no haber sido por ésta y otras causas, hubiese sido imposible para Cortés destruir un imperio tan poderoso como el azteca.

Hernán Cortés, nació en 1485 en la ciudad española de Medellín, pasó por la Universidad de Salamanca a los 14 años, sin terminar sus estudios. Resolvió buscar fortuna en la América recién descubierta. Llegó a La Española en 1504, con 19 años. Luego se trasladó a Cuba donde logra reunir una hacienda considerable, pero su verdadera historia se inicia en 1518 con la expedición a México. Muere olvidado en España en 1547.

En 1518 el Gobernador de Cuba, Diego Velásquez le ofrece hacerse cargo de una expedición hacia la península, recién descubierta, de Yucatán. Cortés tenía entonces 33 años.

La flota partió desde la punta occidental de Cuba hacia Yucatán, a mediados de febrero de 1519. La fuerza expedicionaria estaba compuesta por 100 marinos, 508 soldados, 200 porteadores, 16 caballos y 11 navíos.

Llegaron primero a la isla de Cozumel, frente a la tierra firme de Yucatán. Ahí unos aborígenes amistosos le llevaron un español, salvado de un naufragio junto a otro. Uno de ellos se unió gustoso a la expedición, como interprete, su nombre era Jerónimo de Aguilar. El otro, Gonzalo Guerrero, ya estaba casado, con tres hijos, con una aborigen y totalmente integrado a la vida con los nativos, por lo que se negó a participar de la expedición.

Siguiendo hacia el oeste y costeando la península, la flota llegó a la región de Tabasco, en le golfo de Campeche, a fines de marzo. Ahí los aborígenes les presentaron resistencia. Miles de guerreros lucharon valerosamente con armas primitivas contra espadas y arcabuces. Al aparecer la caballería de Cortés, los aborígenes huyeron creyendo que los jinetes con los caballos formaban un solo ser.

En América hacía cientos de miles de años que ya no existían los caballos; y estos nativos no los conocían. Al día siguiente los vencidos Tabasqueños acudieron sumisos a regalar a Cortés objetos de oro y 20 esclavas. El oro, según ellos procedía del oeste, de las montañas del interior, de un lugar que ellos decían: México. Una de las esclavas, la más bonita, era del interior, su conocimiento de varias lenguas pronto resultaría de inestimable valor para los conquistadores. Su nombre era Malinali (Malinche), los españoles la nombraban como Doña Marina.

Siguieron costeando hasta que el 20 de abril de 1519 echaron anclas en la actual Veracruz. Los nativos locales hablaban una lengua desconocida, pero Marina entendía perfectamente y traducía al maya, que luego Aguilar lo hacía al castellano. Cortés escuchaba como describían la gran ciudad – lago, asentada tierra adentro, sobre un gran lago, la llamaban Tenochtitlán, era la capital de los Aztecas, a quienes las tribus vecinas debían pagar tributos. El gobernante de todo el imperio Azteca en ese momento se llamaba Moctezuma.

Al darse cuenta que había descubierto la civilización más rica y adelantada de cualquiera de las descubiertas hasta entonces, en el nuevo mundo, Cortés resolvió no seguir navegando y asentó ahí su campamento, donde le seguían llegando obsequios. Cortés despidió a los emisarios diciéndoles que quería entrevistarse con Moctezuma, y así lo hicieron llevando pinturas de los españoles, los barcos, armas y caballos.

A la semana llegan representantes de Moctezuma con hermosos regalos, entre los que se destacaban dos rodelas labradas de oro y plata, del tamaño de ruedas de carro. También informaron que Moctezuma se disculpaba por no poder ir debido a que estaba enfermo. Además, le aconsejaron no ir hasta la capital, Tenochtitlán, ya que el viaje era muy largo, pasando por desiertos, altas montañas, con demasiados peligros para concretarlo.

Parece evidente que la súbita aparición de los españoles en los dominios de Moctezuma II, atemorizó y desconcertó a éste y a sus sacerdotes. Según el mito Azteca, uno de sus Dioses, Quetzalcóatl, que era la serpiente emplumada, se había ido hacia el este, empujado por sus rivales, pero había prometido regresar por el oriente, como habían llegado los españoles, barbados y blancos como el Dios. Además, las profecías Aztecas fijaban el año del regreso el de 1519. La duda de Moctezuma era si debía adorarlo o expulsarlo.

Cortés toma contacto con los Totonacas, por ellos se entera que lejos de estar unidos; los Aztecas tiene muchísimos enemigos entre las tribus que tenían que pagar tributos al imperio. Así comprendió que con la ayuda de estos aliados podría dominar a Moctezuma. Entonces mudó un poco más al norte su campamento, donde fundó la Villa Rica de la Vera Cruz, que sería su cabeza de puente para la conquista de México. Y el 26 de julio de 1519 mandó a España uno de sus barcos con parte de los regalos de Moctezuma, aparte le pedía a Carlos V que lo nombrase Gobernador de la nueva colonia. Pero algunos de sus hombres estaban convencidos que estaba usurpando títulos y privilegios que le correspondían al Gobernador Velásquez. Enterado Cortés de esto, hizo ahorcar a dos de los sediciosos y a azotar al resto de los rebeldes, luego también mandó a desmantelar los 10 barcos restantes, guardando todo lo aprovechable. A partir de este momento el regreso a España era imposible.

El 16 de agosto de 1519 Cortés dejó Veracruz con una guarnición de 150 españoles, y partió hacia Tenochtitlán. Su ejército contaba con 15 soldados de caballería, 400 de infantería, 300 aborígenes voluntarios y 200 porteadores. Eran sólo 915 personas para tomar un imperio inmenso.

Atravesaron la selva costera llegando a las primeras montañas donde, a 2000 metros de altitud, encontraron campos muy cuidados. Ahí Cortés descansó varios días, a la vista de la imponente ciudad de Zocotlán (actual Zautla). Se enteró que la ciudad – isla de Tenochtitlán se comunicaba con la tierra firme por tres calzadas, cada una con puentes levadizos. Para llegar hasta ella tenía que cruzar el territorio de Tlaxcala, la única región oriental de México que era independiente del imperio Azteca. Así que Cortés pensó encontrar una acogida amistosa. Pero ahí fueron recibidos por lluvias de flechas. Tras un día de escaramuzas los españoles, después del retiro de los guerreros, acamparon en las puertas de la capital de Tlaxcala. Así se mantuvieron hasta que el 5 de septiembre decenas de miles de guerreros se formaron para el ataque. Era tal la magnitud y la bravura del ejercito Tlaxcalteca que ni lo cañones o los caballos los intimidaban; sólo la retirada de varios escuadrones nativos tras la discusión de su jefe, el indómito Xicoténcatl, con otros jefes, les dio la victoria a Cortés. Pero esa misma noche se reiniciaron los combates, que con muchas pérdidas lograron rechazar los españoles, quedando en batalla 45 soldados españoles muertos. Al cabo de tres semanas los jefes Tlaxcaltecas pidieron la paz a Cortés.

Mientras tanto Moctezuma se había enterado de la victoria española contra una fuerza abrumadoramente superior. Les enviaba regalos y un mensaje en que le comunicaba que le pagaría un tributo anual de oro, piedras preciosas y esclavos, que serían amigos, con la condición que los españoles se mantuviesen lejos de Tenochtitlán.

Los vencidos Tlaxcaltecas recibieron a los españoles con muchos regalos y abundante comida, para que se preparasen para el próximo paso. Mientras tanto ya Marina era la amante oficial de Cortés, a quién le era de muchísima utilidad gracias a la gran cantidad de lenguas que ella hablaba.

A mediados de octubre reanudan su marcha, ahora acompañados por varios miles de guerreros Tlaxcaltecas. Llegan así a la sagrada y antigua ciudad de Cholula, a 80 Km. de Tenochtitlán. Al principio los nativos de esta ciudad albergaron y alimentaron a los españoles, pero a los tres días dejaron de aprovisionarlos de víveres por orden de Moctezuma. Cortés, como respuesta; hace preparar a sus hombres para marchar al otro día sobre Tenochtitlán. Pero esa noche los guerreros iban a emboscar a Cortés, enterado a tiempo éste; hace destruir la ciudad, dejando en las calles de Cholula miles de cadáveres; guerreros, mujeres, niños, ancianos; no hizo ninguna diferencia, masacrando a todos los que pudiese.

El 8 de noviembre de 1519, ya en las puertas de la imponente Tenochtitlán, Moctezuma se ve obligado a contemporizar con los españoles. Estos estaban maravillados por la ciudad que veían a su frente, mucho más grande que cualquier ciudad española en esos momentos.

Cortés ordena hacer alto en la mitad de una de las calzadas, esperando la llegada de un gran cortejo Azteca en el que iba viniendo sobre un palanquín de plata, apoyado en cuatro señores, mientras que otros Aztecas iban limpiando la calzada por donde pasaría el monarca. Éste era alto, bien proporcionado, de unos 40 años. Cortés se adelantó para saludar, a la usanza española, pero dos cortesanos se lo impidieron, ya que el rey-Dios era demasiado sagrado como para tocarlo. Luego habló el monarca en un solemne discurso, mientras Marina traducía.

Después los españoles fueron conducidos al palacio de Axayácatl, del difunto padre de Moctezuma, todos quedaron maravillados por el lujo del lugar, y por la gran comida que les esperaba. Mientras tanto Moctezuma se retiró a su palacio y comió sólo como siempre lo hacía.

A los pocos días llevaron a los españoles a conocer Tenochtitlán, una ciudad grande, de 60.000 habitantes, llena de animación, rodeadas de agua y cruzada por una compleja red de canales.

Los españoles atónitos pasaron frente a casas encaladas, con jardines dispuestos en terrazas grandes templos, monumentales edificios públicos, enormes plazas de mercados, luego fueron llevados al gran teocalli o templo piramidal de cinco pisos que dominaba el centro de la ciudad, ahí Moctezuma lo estaba esperando para que viese desde ahí toda la ciudad, sus plaza y pueblos vecinos. Pero también vieron los españoles restos de sangre de los sacrificios diarios, en los altares superiores.

El emperador siguió dando muestra de su hospitalidad, pero Cortés se dio cuenta lo fácil que sería para los Aztecas “encerrarlos “en esa ciudad con solo levantar o anular los puentes, ese sería una manera de sitiarlos.

Entonces llegaron noticias de que capitanes de Moctezuma habían atacado la guarnición de Veracruz, matando a siete soldados españoles. Cortés obró inteligentemente, y fue al palacio del emperador con 5 capitanes y varios soldados, acusó al emperador de haber ordenado el ataque a Veracruz, por lo que Moctezuma quedaba preso hasta tanto se castigara a los responsables y así fue trasladado al palacio de los españoles.

Aunque más tarde los participantes del ataque a Veracruz fueron apresados y los quemaron vivos, esto no le dio la libertad a Moctezuma, que para Cortés era un rehén muy valioso. Además, lo obligó a reconocer al rey de España como señor de México, y que le entregara el tesoro de Axayácatl y exigió que pagara a España un tributo por todas las ciudades del imperio. El botín fue tan inmenso que se demoró tres días en hacer el inventario. Todos los objetos de arte hechos en plata u oro fueron fundidos a lingotes, perdiéndose así para siempre de obras únicas.

A Moctezuma se le permitió volver a su palacio, incluso iba a cazar con Cortés a su coto privado al otro lado de la laguna, aunque permanentemente era vigilado por soldados españoles, Cortés le ofreció la libertad, pero él se negó por haber perdido el respeto del pueblo.

Lo religiosos españoles, sin consultar al pueblo Azteca, hicieron limpiar de sangre, destruyeron ídolos religiosos nativos de uno de los adoratorios de sacrificios para montar ahí un altar, esto encolerizó a los Aztecas al ver profanado uno de sus lugares sagrados.

Moctezuma advirtió a Cortés que se fuese de México mientras fuese posible, pero éste no atendió la sugerencia, hacía ya 6 meses que estaba en la capital, y en Veracruz las naves habían sido desmanteladas.

Cortés se entera que Pánfilo Narváez, había desembarcado cerca de la Villa de Rica, ya que el navío que él había enviado a Carlos V con los tesoros fue interceptado y detenido en Cuba; ahora Velásquez mandaba a esta nueva fuerza de 900 hombres y 11 barcos para que Cortés se sometiese a su disciplina.

Cortés salió de inmediato hacia Veracruz al mando de 100 soldados, dejando 200 en Tenochtitlán al mando de Pedro de Alvarado. Cortés sorprendió a Narváez en plena noche, éste fue capturado y ante las promesas de riquezas; las tropas enemigas se pasan al mando de Cortés. En ese momento se entera que los aztecas habían sitiado a la guarnición de Alvarado. Cortés marchó hacía Tenochtitlán con su ejército reforzados por los nuevos hombres. Así entró a la ciudad el 24 de junio de 1520, llegó a su cuartel general sin resistencia de los Aztecas, ahí se entera que Alvarado había hecho matar a 600 Aztecas, desarmados, que participaban de un acto ceremonial.

En represalia los Aztecas habían suspendido el suministro de víveres. Ahora Cortés se encontraba con 1200 hombres y miles de Tlaxcaltecas aliados sin alimentos, además los nativos habían destruido los puentes de una de las calzadas.

Al día siguiente, estando el cuartel general protegido por cañones y arcabuces; los centinelas informan que una muchedumbre de Aztecas se aproximaba para guerrear. La batalla duró todo el día y los cañones, a pesar de hacer estragos en las filas enemigas; no conseguían detener esa inmenso ejercito Azteca. Al otro día Cortés hizo salir a su caballería junto a miles de tlaxcaltecas, después de una gran oposición que costó miles de vidas entre los Tlaxcaltecas que iban en frente de la caballería, tuvieron que regresar a la fortaleza.

Cortés, asustado pidió ayuda a Moctezuma, creyendo que se aproximaba el fin de su empresa. Moctezuma desde las azoteas habló con su pueblo, mientras que los españoles sabían que su situación era desesperada. Mientras Moctezuma hablaba a su pueblo recibió como respuesta una pedrada, muy malherido fue transportado a sus aposentos donde murió tres días después.

Sin pólvora, sin comida; las tropas de Cortés vieron que éste era su final. Tras varios días de combate, Cortés comprendió que la única esperanza que les quedaba era intentar huir de noche. Así salieron sigilosamente de su fortaleza en la medianoche del 1 de julio de 1520.No habían avanzado gran cosa cuando aparecieron los Aztecas, por las calzadas, en canoas por los canales. Desesperados en su intento de huir, muchos caballos cayeron a las aguas, arrastrando a sus jinetes que, por el peso del oro, robado, que cargaban se ahogaban. Finalmente, Cortés logra salir de la ciudad, dejando tras de si a 450 españoles y 4000 Tlaxcaltecas muertos. También perdió la mayor parte del tesoro robado, la mitad de sus caballos, cañones, provisiones y municiones. Ésta es la que los españoles llamaron:” Noche triste”.

El resto de la tropa española en su desesperada huida a Tlaxcala siguió recibiendo ataques de grupos Aztecas, las fuerzas se habían reducido a una quinta parte, no les quedaba ni tan sólo un arcabuz.

En Tlaxcala las tropas se recuperan lentamente. Cortés, en los meses siguientes fue alistando nuevas tropas y caballos que llegaban a Veracruz para reforzar a Narváez. El 28 de diciembre de 1520, Cortés da la orden de marchar sobre Tenochtitlán, con un ejército compuesto por 600 españoles,40 caballos y 10.000 Tlaxcatecas. El sitio de Tenochtitlán se inicia el 26 de mayo de 1521.Casi todos los días se producían encuentros entre los españoles y Aztecas, hasta que Cortés intentó avanzar por sobre la calzada hacia el centro de la ciudad. Inmediatamente fueron repelidos, con 25 españoles muertos,66 capturados, para sacrificarlos, y cientos de Tlaxcatecas eliminados. Esa noche se escucharon los tambores que anunciaban el sacrificio de los cautivos.

Pero la suerte seguía del lado español, la viruela traída por ellos estaba haciendo estragos en la población Azteca. A mediados de agosto sus resistencias estaban tan débiles que poco le costó a Cortés avanzar hacia el centro de la ciudad.

El 13 de agosto el sucesor de Moctezuma, Cuauhtémoc, fue hecho prisionero, el imperio Azteca agonizaba y México ya era de Cortés. La población Azteca ahora esclava de los españoles, ayudaron a éstos a la destrucción de sus antiguos templos, ídolos y costumbres. Intentando borrar con esto los casi 400 años de una civilización de las más avanzadas que vio florecer América, antes de la llegada de los españoles, que, en nombre de su Dios, su rey y bajo la protección de la cruz católica se permitieron, en sólo dos años destruir todo un pueblo y sus costumbres, gestadas durante más de cuatro siglos.

Marcelo Castelli.

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