AMANTES CARNALES

¡Oh, alma sucia!, sórdida estrechez de cuerpo, lo aborrecible y merecedor del óbito, pero enardecedor pasión de cuerpos irreconocibles. ¡La lujuria en mujer ajena!

¡Oh, alma sucia!, para quienes en el báratro hay sitio espacioso, las almas asquerosas que unen el alma oscura para entregarse al sabor sin sabor, a la delicia sin gusto, a lo umami del alma, solo a lo carnal y bruto. ¡La lujuria en mujer ajena!

¡Oh, alma sucia!, que gemidos de placer escuchó, siendo el responsable de apiolar el alma de placer, irresistible paraíso profundo, corrompido y atravesado por satisfacción. ¡La lujuria en mujer ajena!

¡Oh! ¡Oh! ¡Alma sucia! , por encontrar gustosa la curva forastera, labios con dueño o sin dueño, al libido de cuerpos no eternos, de cuerpos fugaces y repetitivos, de tardes devastadoras para mi alma y ricas para mi cuerpo. ¡La lujuria en mujer ajena!

¡Ay, alma asquerosa!, sin retorno porque no encuentras el fin, repites el placer y juegas a la ruleta rusa, morir o seguir viviendo. Lamer el relieve voluminoso, toqueteos inferiores, manos atrevidas y susurro de oído, diciendo : Más… ¡La lujuria en mujer ajena!

¡Ay, alma sucia! ,y cuando botas el fluido del placer, las horas te aborrecen y ya no tú a las horas, eres despreciable al ojo moral; vístanse y aléjense lo más lejos, para volver un día más. ¡La lujuria en mujer ajena!

El alma muerta, solloza placer en el báratro, seguir muriendo por dentro de lo incorrecto. ¡El placer! ¿El placer? ¡El placer! ¿El placer? ¡El placeeer! 

El placer, el placer de dos amantes…

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