
No sé si has cambiado, cuánto habremos envejecido…la última vez que te vi, me miraste con la ilusión de volvernos a encontrar…ahora te busco y no estas.
También lo ame, le entregue el alma…estábamos descubriendo la dulzura del amor juvenil, ese que es capaz de imaginar tantas historias de amor siendo protagonista de ellas. Desde el momento en que le vi por primera vez, supe que iba a ser un amor especial, no tenía ninguna duda. Cruzamos las miradas y comprobé que estaría en mi alma para siempre; idealice hallar la felicidad y contigo la tuve.
¡Caramba!…me devolví al pasado dijo Ana, luego de recordar como conoció a Rodrigo. Estaba sumergida en aquel momento en un trance recordando la primera vez que lo vio, y siguió relatando – la deje que se paseara por ese mundo histórico de su pasado que recordaba con tanto amor-. Recuerdo aquel día, apenas ingresábamos a estudiar un cursillo luego de haber terminado la escuela, estaba empezando el año y estábamos muy ilusionados con todo lo que podíamos aprender de este mundo lleno de tantas cosas bellas. Hacía pocos meses habíamos cumplido la mayoría de edad. Supimos que tomaríamos el mismo curso, sonreímos, nos presentamos de manera cordial, yo sabía que era para mi, fue de esos amores que nacen tan pronto las almas se conectan al mirarse, Rodrigo tenía una mirada hermosa, expresaba todo lo que quería decir con ella. Al día siguiente llegué al salón de clases y allí estaba él, había una silla cerca y me dijo que me sentara junto…así acontecían los días y meses siguientes, nos enamoramos con locura, fue un amor de esos que nacen para amarse siempre, de esos que traen las almas insertados en su ser y que se reconocen tan pronto se encuentran- relataba Ana-
El cursillo término, ya se veían menos, pero su amor crecía cada día más, solíamos encontrarnos tres veces por semana en algún lugar de un bulevar de un sitio céntrico de la ciudad, esos días eran muy especiales para mí, pues desde la mañana sentía mariposas, esperando con ansias ese momento, esa mirada, ese abrazo y el fulgor de sus besos que me transportaban a otro mundo, ese mundo donde todo era hermoso, donde hablamos de lo grande que era nuestro amor y de lo maravilloso que la vida nos juntara para disfrutarnos, de nuestra vida juntos… era nuestro tiempo, no había nada que nos dañara aquellos mágicos momentos…hasta que llegaba la hora de despedirnos, y sentía que mi mundo se desvanecía sin su presencia, me iba otra vez con la ilusión de volverlo a ver -recuerda Ana- dejando salir suspiros desde el fondo de su alma, recordando aquellos tiempos que su memoria conservaba, y que se habían ido con el viento, pero que su alma llevaba dentro para siempre-.
Transcurrieron dos años y ellos seguían amándose, soñando, a pesar de las diferencias que se iban presentando en el camino, eran dos seres con esa chispa divina que conecta con lo sublime a través del amor, pero también con la idea de crecer profesionalmente, de formar un destino grande, Ana por ejemplo quería seguir la universidad, quería ser profesional, sin embargo, Rodrigo empezó a trabajar en una financiera y se estancó un poco, deseaba casarse con Ana, formar una familia. Pero los deseos de Ana empezaban a tomar una ruta diferente, pues no estaba en sus planes tener hijos, ni casarse aún, a Rodrigo no le pareció la idea de que ella ingresara a la universidad. Ana lo amaba, pero no podía dejar sus sueños por su amor, a medida que iba avanzando en su carrera universitaria la relación se iba deteriorando, ya no había tiempo para derrochar amor, como cuando se encontraban en aquel bulevar de la ciudad.
No pasó mucho tiempo en que Ana quisiera descubrir nuevas cosas, empezaba a conocer más mundo, aspiraba a muchas cosas, conocía diferentes personas todo el tiempo en el claustro universitario…Rodrigo pasó a un segundo plano, fue así como con dolor, aquel amor tan grande empezó a tener obstáculos, difíciles de solucionar en ese momento, así la vida los fue separando sin darse cuenta. Pasado algún tiempo se acabo aquel amor juvenil, que con ilusión soñaron y crearon aquellos días y tardes en la gran ciudad, que juraban no iba a terminar, pero no hubo nada que pudiera remediarlo, pasaron estaciones, amaneceres, días de invierno y las ilusiones iban muriendo poco a poco, quedando solo el recuerdo de lo vivido, de lo soñado, de lo que pudo ser y no fue. Desde entonces pasaron los años, cada uno siguió su vida sin saber del otro.
El destino que se empeña en juntar los seres, recordando a las almas que algún día se tuvieron, les hizo un cruce en el camino tiempo después, pero estaba vez cada quien ya tenía otro amor, otro sueño, otra vida…pero aquella mirada, ese amor que salía desde lo más íntimo de sus almas estaba allí intacto, con las mismas ilusiones, con la misma pasión de querer amarse hasta el infinito…pero no habría posibilidad alguna, estaban comprometidos con otros seres que no debían traicionar. Siguieron su camino cada uno por su lado nuevamente con ese dolor allí en sus almas, con esa desilusión de saber que se amaban, que deliraban solo con verse, que era ese amor ideal que por cosas del destino les había tocado cambiar, o quizás solo por capricho, por que a veces puede más el ego que la nobleza de un amor real…pues esta vez Ana y Rodrigo habían cruzado su camino para despedirse nuevamente.
Pero como los amores que nacen al instante y que se guardan en el alma parecen desafiar el destino, y vuelven a cruzarse como para que quede la certeza de que si es posible encontrarse, en otro momento de su historia y derribar aquellas cosas que les impiden ser felices…esta vez pasados muchos años se volvieron a encontrar, pero no, aún no fue posible , aun cuando se seguían amando como la primera vez, y seguían perteneciéndose, siendo el uno para el otro, pero con vidas diferentes, otra vez siguieron cada uno por su ruta. Por ello otra vez con el corazón partido se cruzaron y se dejaron pasar con otra despedida y otra mirada triste…es así como mueren aquellos amores que no tienen posibilidad de retomar sus sueños, de levantar sus alas y volver a comenzar. Ana se hizo a la idea de que no podía alimentar más este amor, guardando para siempre aquel recuerdo de esos ojos que la miraron y quedo perdida en ellos, con la certeza de que algún día, en otro espacio, en otro mundo o en otra vida tal vez será, sin embargo, de vez en cuando los busca entre recuerdos, queriendo tenerlo consigo, a menudo lo sueña, pero no está…
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