Al rojo vivo

¿Dudas que como tierra al árbol, tan cimentado y atraído por el agua, puedas mantenerme entre tu centro corporal y el mío?

Estás recostado leyendo tu libro sobre la cama, las sábanas desordenadas y nuestros zapatos bajo ella, me inclino para sentarme entre tus piernas, y que ahora puedas leerme a mí.

Porque ya estuvimos tanto tiempo alejados, disfrutando cada día de un gozo solitario y, ¿Ahora crees que podría desperdiciar cada minuto a tu lado? Dejas por un lado tus libros, fijas tus ojos sobre mis labios, cae mi mirada para acercarse a los tuyos; y posando con sigilo mis manos entre tu cuello, paseando por lo oculto de tu cabello, entrelazando mis dedos sobre ellos para que de mí no huyas.

Con una fuerza entre pasiones me sujetas, acercándonos con prisa para consumar algo más intenso que unos besos, desquitando los vestidos que como cubierta no reflejan lo que en verdad somos.

Y ahora por la habitación al igual que las sábanas, se encuentran por el suelo, yacen los zapatos en oscuridad por las aguas y manantiales que fluyen entre dos movimientos céntricamente posicionados para fluir.

Nadie se escapa porque ya estamos unidos, chocan las rocas del mar tuyo, sobre el ímpetu de un deseo que sucede mientras exista el gemido placentero, y el gemido de dolor. Porque viviendo en esta tierra sufriendo, al final del día sonreímos. Que más da ahora si terminamos rojos, al rojo vivo.

No dudes que alimentas cada vez más este pensamiento que maquina con rapidez el tenerte para vivir lo que me quede de vida, te tengo aquí siempre.

Ya no estaremos más tiempo alejados.

Con cariño, deseo, placer y amor te escribo nuestra historia.

Lee lo que pienso de ti, de nosotros.

Estamos rojos, al rojo vivo.

-Kristel.