Monstruos reales.
No viven en tu armario ni se esconden debajo de tu cama, pero aún pueden salir de detrás de las sombras cuando menos te lo esperas. No viven en la oscuridad, no se despiertan solo por la noche. Los monstruos reales caminan por las calles, disfrutando de los cálidos rayos del sol. No necesitan esconderse en las sombras. Persiguen y rezan mientras hay luz afuera para poder verte mejor. Nadie dice que los monstruos reales no sean como monstruos. Sus colmillos están escondidos detrás de suaves sonrisas y sus garras están escondidas detrás de cálidos toques. Los verdaderos monstruos se esconden detrás de ojos brillantes, mejillas con hoyuelos y cabello desgreñado. Los monstruos reales se parecen al chico que conociste de segundo grado. Los monstruos reales se parecen a tu vecino que te saluda todas las mañanas mientras sales de casa. Los monstruos reales se parecen a tu niñera. Los monstruos reales parecen un oficial de policía. Los monstruos reales parecen alguien en quien puedes confiar, pero que una vez rompió esa confianza de la misma manera que te rompieron a ti. Los monstruos reales te destrozarán con la misma mano que una vez sostuvo la tuya. Los monstruos reales te estrangularán con los mismos brazos con los que te abrazaron una vez. Los monstruos reales clavarán sus dientes en tu cuello y beberán tu sangre hasta que no quede NADA en tu cuerpo. Y luego se irán, dejando que tu cuerpo se pudra en el suelo, sabiendo que nadie vendrá a salvarte. Te verán morir, mientras te matan lentamente. Cubrirán tu cuerpo con sus marcas que solo tú podrás ver, para que nunca puedas demostrar que te mataron. Son monstruos que siempre salen del agua. Los monstruos reales nunca son juzgados. Los verdaderos monstruos podrán convencer al jurado de que no hicieron nada malo. Los monstruos reales sonreirán al escuchar el veredicto del juez: «no es culpable». Y esas palabras te matarán mucho más que los monstruos.
Monstruos reales caminan por la calle, sabiendo que han ganado, sabiendo que volverán a ver tu interior antes de ver los muros de la prisión.
Los monstruos reales dan tanto miedo que te hacen soñar que viven debajo de tu cama y no al final del pasillo.

Fotografía: Nina Nava
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