Pagaste un precio; volverías a pagarlo.

Es el precio que reclama el amor

Para habitarte, pasajero incluso,

Tan de paso que apenas lo sientes

Y ya -inestable furor- está partiendo.

Te enamoraste de la mitad de su alma,

-la que en todos se deja ver-, sin saber

qué cosas había en la mitad velada.

Tomaste un riesgo, pues el querer lo es.

Quisiste y de tu amor bandera hiciste,

Lienzo radiante que a veces quema,

Sueño excesivo y ancla robusta.

Bien o mal, la tuviste, fue tuya, tan tuya

como pudo serlo ese pájaro lastimado

que hallaste en la vereda y cuidaste.

Duró lo que debía y dio lo que podía.

Concluyó y partió, sin querellas.

De su mitad visible te enamoraste.

La otra fracción no te fue mostrada,

Por lo poco que duró, por eso.

Y fue suerte que así fuera;

Ella no dejó heridas ni ofensa

amarga o reproche que hiere.

Sol de un momento,

amor sin nubes.

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