1.EN EL PASADO

año 30 D.C

El amanecer entraba sobre el lago de Genesaret, Barsimena contemplaba la bella estampa de rallos dorados aparecer por encima del agua desde la piedra en la que se había sentado, a su lado el pequeño rebaño de cabras yacía en el suelo. Decidió despertarlas con un silbido, estaba cerca de su casa en Magdala y tenía ganas de llegar. Se pusieron en marcha con tranquilidad y las azuzó para que fueran más deprisa, el perro que también dormitaba al lado las siguió con energía por detrás. En poco más de una hora llegaron hasta su hogar en la localidad de pequeñas casas, metió el rebaño en el pesebre y salió corriendo al encuentro de su progenitora:

—¡Has llegado un día tarde! ¿te has perdido? —la adolescente se abrazaba su madre con cariño mientras negaba mirándola a los ojos.

—No… Una de las cabras se hirió en una pezuña y andaba lenta ¡tranquila ima! lo que se hizo es poco y se lo he curado por el camino.

—tengo que hablar con tu padre sobre la necesidad que tenemos de que te acompañe un perro cuando llevamos el rebaño a la pradera.

La chica sintió pasos sobre las escaleras dirigiendo su mirada hacia la entrada por donde apareció María, ambas se abrazaron en el centro de la estancia.

El perro se había quedado en la puerta y regresó por el camino andado, oteando el paisaje aldeano con la tranquilidad de saber que su presencia no podía ser descubierta por los habitantes locales .Se trataba de un pastor alemán blanco de 40 kilos, 75 cm de altura y pelaje corto, ojos almendrados y orejas puntiagudas que tardó cinco minutos en hacer el camino de vuelta hasta el vehículo donde sus compañeros se estaban desperezando del sueño. Kerstin se agachó abrazándolo y transmitiéndole sus buenos días de una forma efusiva, la alemana a sus veinticuatro años era la más longeva de los cuatro miembros que componían la LIGHT MISSION, le seguían Juan el único miembro masculino del grupo, de origen español con veintidós y la francesa Zoé con veintiuno, el perro con cinco años era el más joven.

—Ya tenemos localizada a la chica—kerstin hablaba alto para poder comunicarse con todos.

—Gilty me ha transmitido que ha seguido a la niña hasta su casa y ha podido verla.

Zoé fue la primera en vincularse con él para agradecerle su trabajo.

—¿has podido confirmarlo? — Preguntó Juan al perro con la voz entrecortada.

Gilty entonó un aullido corto de aseveración que todos entendieron, ordenando a su cerebro volcar la información en el servidor general para mostrarla a sus compañeros.

Salieron del vehículo todos menos Zoé, que se quedó custodiándolo. Juan disfrutó con sus compañeros del espléndido día que les había tocado para desplazarse por su pasado, el sistema central había analizado la atmósfera exterior y no les había aconsejado la utilización de medidas de protección; todos disfrutaron del preciado aire puro primitivo antes de iniciar el desplazamiento a la carrera hasta Magdala. Gilty estaba eufórico, le encantaba recorrer el extenso campo sintiendo en su hocico la brisa del aire provocada por su velocidad, detrás sus compañeros le seguían a buen trote con cara de felicidad. En poco tiempo llegaron hasta la casa de María y esperaron fuera hasta que la chica salió con una vasija de barro, siguiéndola por las calles del pueblo, comprobando que paraba mucho para hablar con sus vecinos con tono alegre y desenfadado. Aunque él ya las había hecho, no le ofendió que sus compañeros hicieran sus propias observaciones para confirmar que la chica era su objetivo.

María llegó hasta una fuente donde empezó a llenar la vasija de agua, desde allí pudo otear de lejos a una vecina que también se acercaba, cuando llegó le extrañó no reconocerla, aunque no le dio importancia por el hecho de que las barcas estaban llegando al puerto y había muchas extranjeras ayudando con la salazón del pescado.

—¡La paz sea contigo! —saludó a la recién llegada.

—¡Contigo sea la paz! —respondió Kerstin en el tono de la época. La alemana había elegido mostrarse a ella como una mujer de mediana edad, vestida con una túnica negra hasta los tobillos y pañuelo del mismo color sobre el pelo.

—¿Sois de fuera? —preguntó la de Magdala cuando empezó a llenar la vasija.

—¡Sí, de muy lejos! —Utilizó un acento fingido ayudada por el sistema que convenció a la chica.

Juan no podía creer estar de frente a María Magdalena, los dos estaban alrededor de Kerstin pero no se mostraban y la chica no podía verlos.

—¿Le parece señora que hoy hace un buen día? —María no lo dijo, pero le resultaba extraño que la extranjera estuviera muy separada de ella, pese a no renunciar a la conversación.

—¡Bueno parece! —ella lo percibió y se acercó más a la chica—Los labriegos podrán trabajar al sol.

—Y los pescadores harán mejor su labor— María notaba algo extraño en la señora—¿Cuál es su pueblo?

—Cafarnaúm, en la otra punta del lago.

Siguieron hablando mientras él contemplaba ensimismado la belleza de la chica. Al igual que su compañera llevaba una túnica hasta los pies, pero de color azul oscuro. También portaba el pañuelo en la cabeza, en los laterales se le escapaban rebeldes mechones de pelo castaño. La piel de su cara ovalada era blanca con un suave bronceado, los ojos marrones bordeados en la parte superior por unas cejas muy tenues, que apenas se apreciaban junto a la nariz aguileña larga y la pequeña boca de labios finos que completaban la estampa de un rostro agraciado.

Ambas mujeres continuaron la conversación hasta que María giró la cabeza a un lado pronunciando un sonoro estornudo. El sistema detecto el virus en el aire, pronunciando una inmediata alerta. Ambos chicos pasaron al modo de oxigenación provisional interior, conscientes del riesgo. Al activar este estado en su cuerpo, él dejó de ser invisible para María y su compañera mostro su forma verdadera. Gilty después de analizarlo, supo lo inocuo que era y no reaccionó de ninguna forma.

Al volver su rostro, María pudo ver a ambos tal y como eran, se giró dubitativa y cayó al suelo desmayada por la impresión. Kerstin se vinculó a Juan para comunicarse sin hablar.

¡Lo mejor es que la llevemos hasta el vehículo, aquí nos pueden ver los aldeanos! —Juan le correspondió afirmando en silencio. Cogió a la chica sin mucho esfuerzo y la colocó encima de su espalda, por detrás de la cabeza, sujetando los pies con la mano derecha y las manos con la izquierda. Los tres iniciaron el camino de regreso hasta el vehículo con el cuerpo de la chica.

Al llegar la depositaron en un habitáculo cerrado, Kerstin escaneó con su mano el cuerpo de María, encontrando varias patologías leves que podían ser debidas al escaso cuidado médico de la época, desestimó el contagio del virus al comprobar que solo tenía una infección leve en los pulmones. La desnudó por completo colocándole uno de sus trajes, dejándola descansar en la estancia. Cuando ella confirmó el reconocimiento todos pasaron al modo de respiración normal, la oxigenación interior era limitada en el tiempo y siempre les cansaba más.

¿por qué se ha activado la emergencia, ha fallado el sistema? —Zoé se había vinculado con Juan y entre los dos estaban comprobando el error.

Es algo raro, el virus es muy común y la emergencia no tenía que haber saltado.

Él era ingeniero de sistemas, se encargaba de revisar el código de programación mientras que ella, especializada en física se dedicaba a las variantes introducidas. Gilty se acercó vinculándose también con Juan.

justo antes de que pasara he sentido una parada breve en mí sistema—el perro miraba fijamente al chico.

¡ya lo he visto! es el tiempo de reacción al detectarlo, pero la acción fue buena y no te protegió. Con nosotros debería haber ocurrido lo mismo—el perro emitió un gruñido de consternación y se acomodó en uno de los sillones.

Estoy revisando variables que me resultan dudosas, el problema es que desde aquí no tenemos acceso a una dorway que nos conecte con el principal para verificarlas— Zoé comprobaba los datos que se representaban en sus lentillas biónicas.

¡Ya! Los códigos están bien pero no podremos localizar el fallo hasta que estemos en casa.

Juan informó a kerstin sobre el problema y adjuntó un archivo sobre el trabajo realizado. La alemana estaba pendiente de María que parecía estar despertando.

Lo primero que percibieron sus ojos borrosos fue una luz azulada que penetraba levemente la piel de sus párpados cerrados, cuando los empezó a abrir una claridad total inundó sus pupilas hasta que se adecuaron a la intensa luminosidad de la sala. María se sentía muy extraña, relajada y extremadamente tranquila, giró su cabeza y comprobó que a su lado un ser con cara de mujer ataviado con una rara vestimenta, le miraba con una sonrisa en la boca.

—¿Estoy muerta? — preguntó dubitativa.

—¡No!… Te has desmallado ¿no te acuerdas de nada?

—No ¡estaba en la fuente cogiendo agua!

Kerstin le animó para que se levantase un poco. Cuando lo empezó a intentar la camilla en la que estaba tumbada le ayudo impulsándola suavemente hasta que se convirtió en un sillón donde quedo sentada, la alemana también se sentó de frente en otro sillón. Según se fue incorporando María pudo observar su cuerpo y en principio le pareció que estaba desnuda, pero al tocarse cayó en la cuenta de que estaba vestida con una tela fina que se ceñía mucho a sus formas, el rubor se fijó en su rostro.

—¿Por qué me habéis vestido con estas ropas?

—He detectado un principio de enfermedad, ir así vestida te curará.

—¿Por qué no siento mi cuerpo? ­— Kerstin la miró desconcertada y se arrimó para realizarle algunas pruebas.

—¡Creo que no estas acostumbrada a dejar de sentir dolores! ­—empezó pasando la palma de la mano por las piernas para comprobar sus músculos, luego colocó la mano en la cara de María a la que alivió sentir primero el calor y después el frio.

—Estas perfectamente ¡mucho mejor que antes!

María se fijó en el pelo castaño largo de la chica, estaba muy peinada con ralla hacía la derecha y unos tirabuzones que caían sobre sus hombros; su cara era muy Blanca y tenía unos hermosos ojos azules. Instintivamente se llevó la mano a su cabello, dándose cuenta de que ya no tenía el pañuelo en la cabeza.

—¡tranquila! ¿quieres que te lo ponga de nuevo? —había notado la desazón de la chica y su motivo. María negó con la cabeza.

—¿Quién sois?

—Me llamo kerstin… soy humana como tú, pero de otra época—utilizó palabras que ella supo entender.

—¿De qué época? —se atrevió a preguntar la de Magdala.

—¡De tu futuro! —le impresiono escuchar la respuesta, pero se dio cuenta que estaba empezando a asimilar la situación con tranquilidad ayudada por el sentimiento de un profundo bienestar.

—¿Dónde nos encontramos?

—Estamos en un monte cercano a tu pueblo—le hablaba lentamente, transmitiéndole tranquilidad—dentro de una casa—sabía que todavía era pronto para que ella pudiera entender que estaban en un vehículo.

—¿estamos solos? —siguió preguntando María.

—¡No! —Kerstin mandó al sistema abrir la puerta de la estancia y aparecieron sus compañeros. Se incorporó y ayudo a levantar a María, la chica estaba aturdida por la gran estatura de sus captores.

—La paz sea con vosotros—hablaba en arameo, pero todos los miembros incluido el perro la entendían perfectamente.

­—Contigo sea la paz—contestaron al unísono Juan y Zoé en su idioma. Gilty se acercó a ella y tocó suavemente con el hocico una de sus piernas a modo de saludo. Ella le acaricio la cabeza sintiendo el fino y limpio pelaje.

Juan se impresionó al ver a María con el traje, consciente que pese a tener algo de tripa se conservaba muy bien en la época donde vivía. Le sonrío con simpatía y notó el rubor de su cara.

—Hemos hecho este viaje para estar contigo—la otra chica comenzó a hablarle con tranquilidad; aparentaba menos edad, tenía el pelo también castaño pero un poco más oscuro que kerstin y recogido en una coleta, los ojos marrones y la piel blanca, pero no tan pálida como la alemana, la nariz más pequeña y los labios un poco carnosos.

—¿En que os puedo servir?

—Veras, tú aún no lo sabes, pero con el tiempo vas a ser una persona muy importante—Kerstin empezó a hablar mientras invitaba a todos a tomar asiento en los sillones con un gesto.

—Lo que hagas o digas será decisivo para ti y tus vecinos.

María asentía impresionada de las cosas que escuchaba, hasta ahora su vida era bastante normal.

—Serás parte esencial de un grupo de personas que cambiará la humanidad…

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