Cuando te recoges el pelo te sientes poderosa. Nada te molesta, no hay obstáculo que te detenga. Al cabo de un rato, unos pelos rebeldes se escapan de la goma pero te dan un toque desenfadado que te hace aún más atractiva.
Te miras al espejo y ves a aquella adolescente de ojos claros que solía estar callada mientras escuchaba a sus compañeros bromear sobre el chico nuevo. Aquella que una vez se encerró en el baño y no quiso salir hasta que las clases hubieran terminado para estar segura de que no habría nadie fuera esperando. Aquella que una vez pensó que vivir con ese dolor que tenía albergado entre las paredes del intestino, no tenía sentido.
Cierras los ojos, y al volverlos a abrir te encuentras con unas canas incipientes en el reflejo del espejo. Y con un par de manchas en la piel que, según dice la tía Dolores, te dan personalidad. Te acicalas el moño y terminas de pintarte la raya del ojo. ¡Ya estás lista! Que no se te olvide dejar la ventana entreabierta y coger las llaves, no te vaya a pasar como hace unos días que tuviste que llamar a Eva para que viniera a abrirte.
Mientras bajas las escaleras notas como si alguien te estuviera observando. Será Toñi, la señora del segundo que no para de cotillear quien entra y sale en el edificio; podría hacer una lista de tus ligues del último año y acertaría más que tú. Tampoco es que tú seas muy de pasar la noche con cualquiera, pero oye, tienes tu público.
Al salir a la calle y bajar un par de manzanas, te das cuenta de que lo de dejar la ventana entreabierta, ya lo harás otro día ¿Cómo puede ser que te recuerdes hacer algo a ti misma y se te olvide a los 5 segundos?
Es un día tranquilo, luminoso pero con nubes, de esos que dan pereza a la mayoría de la gente y empujan a pedir comida a domicilio más que a salir a pasear. Un día de los que te gustan porque la densidad de las calles ronda el cero y puedes caminar sin sentirte observada y sin tener que observar.
Al llegar a Atocha, compruebas el horario del tren. Por primera vez en bastante tiempo has llegado con más de 40 minutos de antelación; podrás incluso tomarte un café. Te sientas y pides un café con leche de soja; bueno no, de soja no ¿tienen de almendras? Bueno mira, déjalo, mejor un café solo que así te espabilas.
En menos de 3 horas estaréis frente a frente.
¿Y si no va a recogerte a la estación? ¿Y si al veros no os reconocéis? ¿Y si le miras y vuelves a sentir ese dolor albergado entre las paredes del intestino? ¿Y si no vas?
Respira. La casa está cerrada y tienes las llaves en el bolsillo interior del bolso, nada puede salir mal.
Respira. Sube al tren y déjate llevar.
Respira.
OPINIONES Y COMENTARIOS