Los nuevos comienzos siempre contaron con la exquisitez de lo agridulce. Por un lado, uno se encuentra con quienes se agrían, queriendo mantener un modelo que ahora ya no hay quien lo sostenga. Por otro lado, te encuentras con los que toman el nuevo tiempo como la liberación con la que soñaban. El progreso rara vez es mono, suele ser en estéreo: afecta como mínimo a dos bandas de frecuencia. Y, ¿en el mundo de la escritura? Aquí también; unos se alegran de los avances, otros los miran con reticencia.
Y entre los tiras y aflojas de los apasionados de las letras… aquí estoy yo, un simple mortal replicando muy cómodo, sentado en una vieja silla de mi oficina, escuchando sinfonías de Beethoven con sonidos de lluvias; dando respuesta a Ramón C., con su escrito Escritura(s).
Comenzamos con las piedras, las cerámicas, las arcillas, las vitelas de ternera, los papiros, los papeles. Unos escribían rasgando el soporte, otros con colorantes, otros con tintas naturales, otros hasta con sangre. Siempre hubieron gustos y preferencias y claramente seguirán habiéndolos en nuestro presente. Pero como sentencia Ramón…
Un nuevo lenguaje popular se está desarrollando a gran velocidad, en una radical transformación de la(s) escritura(s). Nadie sabe a ciencia cierta cual es su gramática o su sintaxis. Simplemente está ocurriendo, en todas partes del mundo, al mismo tiempo.
Que los textos de las Sagradas Escrituras pasaran por aquella pequeña imprenta de Gutenberg fue un atrevimiento difícil de aceptar para muchos conservadores de aquella época, pero aquellos Protestantes de la Reforma no quisieron anclarse a la rigidez de quienes se resignaban al progreso.
Hoy las escritura(s) ya no son lo que eran, y por el bien de nuestra bilis, tendremos que asumirlo con aceptación. La tecnología ha cambiado la forma de ver las cosas, pero aún más… ha cambiado también la forma de hacerlas.
¿Cómo escriben los que nos rodean? ¿Cómo se leen aquellos que nos circundan? ¿Cómo esperamos que nos lean a nosotros? No sé hasta qué punto es útil que nuestra pretensión aspire más allá de lo que podemos controlar. Nuestros contiguos hace tiempo que dejaron sus papeles, aunque no los han perdido del todo, simplemente los han cambiado por píxeles y pantallas.
Los que nos gobiernan también han cambiado muchos de sus papeles por píxeles… aunque en su caso sí creo perdieron alguno que otro durante el proceso.
Sea como sea, la cuestión es que ya nos hemos adentrado en el tiempo de las nuevas escrituras. La comunicación se ha amplificado por medio de los píxeles, pero no nos olvidemos de algo, y es que el objetivo sigue siendo el mismo: informar, entretener, persuadir… Tan solo ha cambiado la forma.
La aceptación de nuestro mensaje hace tiempo que dejó de estar tan centrado en el concepto, sino también -y quizás algunas veces demasiado- en las formas. Pero, ¿puedo yo cambiar esta realidad? No mucho. Lo que sí puedo intentar es comprender el nuevo lenguaje de mi mundo, tratando de adaptar el carcamal que llevo dentro a la nueva realidad de quienes me rodean, hablándoles en el nuevo idioma.
Al final, en mucha media, esto es la Retórica en Entornos Digitales.
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