Hoy, hijo mío, quiero contarte un cuento.
No es un cuento fantástico, por lo que no habla de castillos, de hadas, ni de duendes.
Trata de algo más bello; de sonrisas, de milagros y de amor por la vida.
Llegaste con nosotros presagiando un desastre, largas noches de desánimo con promesas robadas y sueños truncados.
Sin embargo, tu roto corazón derrama dulzura y tus maltrechos pulmones exhalan esencias divinas.
Fuimos todos, por fortuna, engañados por la medicina.
Nos dijeron que no podrías comunicarte, y tu dulce sonrisa nos transmite todo.
Nos hicieron creer que vivirías atado a una silla de ruedas, y hoy paseas feliz con “Tuna”.
Jamás podrías caminar y hoy bailas todo el día.
Resultaste un artista especialista en dibujar sonrisas.
Tu eterna alegría nos alegra sin medida.
Tu efímera visita que un año duraría, muy próxima está a cumplir su tercera década.
Sí, mi pequeño, pues para mí siempre lo serás, esto no es un cuento más; es el recuento de una vida llena de magia, de ilusiones, de fantasía, pero sobre todo, de un amor inconmensurable por la vida.
Más que un cuento parece una fábula, pues nos deja una hermosa moraleja: cuando hay Amor, todo lo demás no importa . Se puede, siempre se puede, vivir solo de Amor.
TE AMO
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