Piel Morena

Piel Morena

Kristel

27/04/2021

Hace tanto tiempo que no escribía por colores, porque describían los libros que encontraba por los caminos, aquellos ojos verdes, ojos tan obscuros, ojos tan cafés, como el suelo mismo. Encontraba las lecturas que hablaban sobre las pieles blancas, sobre pieles morenas, y me sigue encontrando el mismo libro, y me seguirá. 

Hace tanto que el sol no me tocaba, hace tanto que las caricias de sus rayos no tocaban mi espalda, y gotitas resbalan por mi espalda.

¿Por qué diría: ingrata piel morena?

¿Por qué diría: mísera piel blanca?

Bendita esa piel de todos colores, algunos donde el sol no llega, algunos donde el trabajo toca con intensidad la frente, no importa, piel morena, así te quiero.

Bendita esa piel de muchas tonalidades, porque tienes la bendición de cambiar por estaciones, porque siendo piel morena como la cafeína en mis pupilas haz de causar un gran sueño, uno del cual parece no puedo salir.

Benditas tus manos morenas, si se queman, no importa. Si me tocan, que sea diario. Que diariamente me sigan despertando esas manos, que con melódicos movimientos ascienden hacia mi base, que recorren cada núcleo, cada éxtasis corporal. Que cada día pueda tomarla para avanzar en las montañas, que cada día puedan tomarme para nunca soltarme.

Bendita esa espalda morena, que con firmeza sostiene hasta mi cuerpo, que como hoja caída del árbol, se mueve de izquierda a derecha, se mece de delante hacia atrás, porque con mecánica intensa, logra sostener a dos cuerpos siendo uno, a un cuerpo partiendo del puerto, a una embarcación que nunca se esfumará. Porque con mis dedos juego con tu espalda, y solo tu escalofrío y risa hacen que un pequeño toque inicie un rose, un trote, toda una vida.

Si estando arriba de ti, coloco mis manos en tus costillas delantera, ¿podrás dejar de respirar? ¿Por qué se te desalma el corazón cuando me muevo? ¿Por qué te da calor cuando me lees?

Ven, dejémonos fluir, entre ambos, entre escritos, entre cuerpos.

Ese pequeño riachuelo puede convertirse en un diluvio, porque necesito caer entre tus brazos, entre tu coxis, ah, la pluma sagrada, tan firme y tan necesaria. Ah, el campo reverdecido de tu cuerpo; ah, tócame, como instrumento, como dicho, tócame como jamás en los relatos se ha oído, tócame para saber que te tengo frente a mi boca.

¿Por qué te causa calor unas palabras? ¿Tienes miedo de mis acciones? ¿O tienes ansias de qué es lo que yo, frente a ti provoque?

Mano izquierda sujetando una sábana, mano derecha tomando una almohada, que boquiabierto ha quedado el alma tuya, despega la mirada de mí, o intenta verme a los labios mientras termino de ver lo que me impide seguir. 

Moviendo el rostro hacia los lados, desvío la mirada para indicarte qué es lo que yo pido, dame un pequeño espacio entre la torreta que causará dentro de mí una gran tormenta, como ayer, como antes. Solo veo como te sobresalta el pulmón, y escuchamos una respiración agitada… y no cariño, esta vez no soy yo.

No sé que sentirás, pero me acerco como espuma del mar entre los rincones de la arena, y léeme bien, piel morena, porque siendo mi adoración, eres como el mar a la luna, mi atracción. 

Cadera con cadera quiero estar contigo, y sin preludio, sin tanto anuncio, me acerco intentando no calmarte, si no causarte una gran conmoción, en cualquier parte de tu mente, hasta del bombeo en la sangre de tu corazón, solo entreabres tu boca, llena de dulzura, y yo tan anémica. Retrocedo un poco, y tu nariz tocando la mía, un suspiro dejas salir.

Me sigues como gravedad a la naturaleza, y brotan los ríos que me hacen suspirar, como la inevitable nube en día lluvioso intentas llegar hacia mí, pero no cariño, hoy es día donde gotea, y se deslizará tu piel morena por una piel que no ha sido tocada por el sol jamás.  

Pícara, las risas y los movimientos.

En la sensualidad de este férvido momento hasta el agua puede enfriarse a tiempo y destiempo, pero siento como me calienta el pecho, como se estabiliza mi cuerpo… sobre ti.

Átonito no logras fijar tu mirada, se inflama tu pecho, se llena el deseo. Y en ese instante el sentido llega a mi cabeza, se retira toda insensibilidad de mi cuerpo, para que sea el tuyo quien evoque este tan ardiente fuego.

¿Aún sigue hirviendo el calor de tu cuerpo? 

Con la tranquilidad que mi cuerpo me brinda, bien pudiera ser frío, ven, calienta este ser que pasa desapercibido. 

Y todos esperan que el escrito continúe, pero se han ocupado mis manos con su cuerpo, porque siendo piezas diferentes, realizamos la encantadora obra de un renacer en el pecho, donde gime un alma, donde respira otra, donde todo se acelera, donde nuestras piernas y bocas se tocan.

No os toca a vosotros leer qué ocurrió, porque sabiendo que acontece, saben que esto muy bien acabó. 

En dos seres que se quieren, y quieren tenerse, en dos almas que se han llegado con curvas caricias, que han llenado oídos, corazón y pieles.

Como se oculta el rayo distinguido de mi mirada, pero de la tuya hasta en tú nacimiento pareció haberse anticipado. No importa, piel morena, quiero ser la última que te haga suspirar, quiero ser tan tuya como lo es tu piel morena.

-Kristel.

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