López García Edgar Adrián, Grupo 403.

ÉL.

Mi nombre no es tan necesario pero me llamo Rupert, no me gusta ser posesivo pero no puedo permitir esta situación, tres son demasiados en una relación y ella se tendrá que dar conmigo o con él.

Un día cualquiera, un día común y corriente regresaba del trabajo y me encuentro con la novedad que cerca de la ventana hay un paquete de cigarros, no son de mi gusto pero a veces a Karla, mi esposa, se le olvida comprar mi marca favorita y termina comprando otra, en esta ocasión se le olvido esconderlos. Yo sé muy bien que esos cigarrillos no son de ninguno de los dos. Al momento no sabía que hacer al respecto, todo fue confuso pero a la vez todo empieza a encajar pieza por pieza. Todos los días cuando regresó de trabajar me encuentro con un hombre caminado en la banqueta de la entrada de mi casa y siempre lo veo con su cajetilla de cigarros que dan la casualidad que son los mismos que están cerca de mi ventana, el día de hoy ese hombre no llevaba ninguna cajetilla de cigarros y mis sospechas eran cada vez más intensas por decirlo de una manera. Karla se dio cuenta que había descubierto que esos cigarrillos no son de ninguno de los dos.

-Es solo un amigo-Dice Karla tranquila.

¡Ah! no estoy ciego, le respondí mientras me preguntaba ¿qué ara ella con él?, ¿tendrá que déjame a mí? Sabía que mis sospechas se habían hecho realidad al escuchar a Karla decir eso, todo se derrumbo dentro de mí y no creía que fuera capaz de engañarme y que lo nuestra fuera parte de un periódico de ayer.

-¿Qué vas a hacer con él?- Le pregunté sin dudarlo.

-¡No digas babosadas!-Me gritó Karla, nunca había hecho eso.

Quizá exageré con esa pregunta pero es un tema más que delicado, durante todo el día no le dirigí la palabra por lo enojado y triste que me sentía, sabía que ella me engañaba y yo no me quedaría con los brazos cruzados, tiene que olvidarse de él. Fue así que al siguiente día al salir del trabajo me puse a tomar a lo desgraciado para tratar de olvidar lo ocurrido, ese día salí tres horas más temprano y mis ganas de embriagarme se hicieron presentes y tuve que hacerlo, estuve en la cantina como una hora y media y fue lo suficiente para salir más que borracho, bueno, me sacaron por empezar a insultar al cantinero. En mis múltiples pensamientos recordaba lo bien que nos la pasábamos solo ella y yo antes de que ese imbécil interviniera, estos celos tan intensos que sentía me estaban matando por lo cual decidí ir a casa a pedir disculpas pero de regreso a mi casa ocurrió lo que ya me venía esperando y lamentablemente pasó…Llegué a mi casa y me encuentro con la sorpresa que mi esposa me es infiel, uno pensaría que ella trataría de explicar lo sucedido pero no fue así, en ese momento solo me preguntaba que es lo que hacía ella con él.

-¡Esto te pasa por dejarme sola todos los días y mírate, además de culero vienes borracho!-Dijo Karla demasiado enojada.

No le dije nada a Karla ni a él, derrotado y sin ganas de seguir adelante decidí salirme y esperar a que alguna bala me atravesara el cráneo, pero ¡¿QUÉ ES LO QUE OBTENGO?! Una golpiza de él, me hizo ver a diosito, si la golpiza no fue suficiente, además, me corrieron de mi propia casa. Si tanto lo quiere se puede quedar con él, así como éramos antes ella y yo.

-¡Te puedes ir despidiendo de los dos Karla y volverás a estar conmigo! ¡SIN ÉL!- Les grite a ambos con todas mis fuerzas.

Ya sé que me había rendido pero mi orgullo no me dejo, además le di una tremenda paliza a él , ni siquiera se lo esperaba y también le di una tremenda bofetada a Karla que con eso fue suficiente como para terminar 5 años encerrado en una jaula con demás psicópatas como yo. Al final el sujeto con el que me engañaba Karla terminó en coma por haberse golpeado bastante fuerte la cabeza al caer y por los tremendos golpes que le metí al bastardo, lo deje sin palabras y Karla se despidió definitivamente  de los dos, esto a nadie le salió gratis y hasta cierto punto eso me llena de alegría, todo por unos cigarrillos…

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