Mi historia comienza con algo muy raro que me sucede, suelo soñar cosas que tiempo después se hacen realidad, no entiendo el por qué me sucede esto a mí, no tengo idea si a alguien más le ha pasado, pero, es lo peor que puede existir.
Mi vida empezó a ser muy extraña desde aquél momento que divagaba en un sueño profundo en el que atacaban a mi vecina de corta edad, un secuestro que duró alrededor de un mes, todos estaban asustados, pero siento que quién más nervioso estaba era yo, porque ya había vivido esto en mi sueño, puede que haya sido una coincidencia, solía decirme a mi mismo, pero todo esto continuaba.
Todo siguió tras soñar con la muerte de mi madre, quién según mi sueño fallecería tras un asalto, pensé que sería falso esta vez, que todo sería una pesadilla cómo las que se tienen normalmente, o sea, se trataba de mi madre, quién creería eso. El pensamiento de que quizá esto fuera real invadía mi mente, hasta que llegó ese triste momento, mi madre en el hospital agonizando del dolor, mi familia llorando en casa, mi hermana, mi padre y yo, desesperados tras no poder hacer nada. El médico nos comentaba que había sido ingresada a urgencias tras sufrir un robo a mano armada, todo coincidía con mi sueño, yo me culpaba, no sé por qué, pensaba que yo deseaba lo que soñaba, sé que suena estúpido, pero era aquello que mi mente me pronunciaba durante el tiempo que estuvimos en la sala de espera del hospital.
Al día siguiente del robo a mi madre, el puñal que traspasó su corazón hizo tanto daño al perforarle una parte de su órgano vital, el sangrado interno que sufrió hizo que ella muriera poco a poco, sin posibilidad de ninguna despedida a nosotros, sus seres queridos. Su partida nos afectó bastante, ya que ella era una mujer muy alegre que brindaba esperanza y resiliencia en los peores momentos, todos la extrañábamos. Fue el dolor más fuerte que pudo sentir mi padre, al cuál apoyamos siempre para que saliera del oscuro vacío al que cayó tras la muerte de su amada esposa.
Mi vida continuó con normalidad durante varios meses, dejé de soñar cosas extrañas y eso me hacía sentir bien. Nunca fui una persona sociable, así que nadie supo de lo que pasaba conmigo, de esos sueños particulares nadie tuvo conocimiento, no tenía amigos, mi hermana se fue del país y yo vivía en un departamento solo, así que cada cosa que sucedía la escribía como acto de desahogo.
Conocí una chica en la especialización de derecho en la que estaba, esa muchacha se convirtió en mi única amiga, salíamos, nos divertíamos bastante, y cuando estaba con ella mi mundo de penumbra se veía iluminado por el resplandor que me brindaba su amistad.
Luego de conocerla, más o menos un año después, ella conoció un hombre que la enamoró en segundos, estaba rendida a sus pies, y en él se notaba una alegría inmensa al estar a su lado. Me sentía feliz por ella, sus parejas pasadas le habían hecho tanto daño, y siempre fue una chica fuerte, por lo que me contó durante la fuerte amistad que tuvimos. Ella merecía lo mejor, y si ese muchacho le hacía feliz, es más que suficiente. Un par de meses después su relación se fortaleció y se hizo totalmente pública, al estar tan enamorada me dejó de lado, no solíamos hablar casi, y sentía que la perdía, nos veíamos muy poco, porque ella estaba a tiempo completo con y para él. Le dije varias veces lo importante que era para mí, pero parecía que no le interesaba lo que yo decía. Stella, quién yo consideraba mi mejor amiga, estaba comprometida con ese muchacho a quién decía amar. A los 11 meses de noviazgo ellos se casaron, boda a la cual no fui invitado. En esa ocasión me sentí muy decepcionado, y jamás volví a hablar con ella.
Regresé a mi triste, deprimida y solitaria vida. Durante un tiempo seguí escribiendo sobre cosas que sucedían, hasta el momento que volví a soñar, en ese sueño montaba bicicleta en una carrera o algo similar, al estar a tal punto de llegar a la meta, sufrí una caída en la que mi brazo terminó fracturado. Desperté con escalofrío y traté de cuidarme lo más que pude para evitar que esta vez esto se hiciera realidad, pero no pude lograrlo, al salir a trotar, un conductor de motocicleta me estrelló, por lo cuál tuve una fractura en mi brazo derecho, exactamente el mismo brazo que mi sueño. Tuve 2 meses de incapacitad, por lo tanto no pude escribir en ese tiempo, caí en una profunda depresión y tenía a diario ataques de ansiedad brutales. No me explicaba aún que era lo que me pasaba, la confusión me invadía siempre.
Al recuperarme volví a escribir, pero ya no era lo mismo, mi pasión por la escritura estaba desapareciendo, era algo que no quería permitir, era la única forma de sentirme un poco mejor, ese cuadernillo y ese lapicero eran mi única compañía por mucho tiempo. Cómo de costumbre mis sueños me habían dejado en paz por varios meses, y volví a retomar la novela que estuve escribiendo antes de conocer a Stella, «El cielo ante tus ojos» le había puesto, jamás lo olvidaré.
Escribía y escribía, ya no paraba de hacerlo, mi inspiración estaba a tope, y sentía que estaba en mi mejor momento, mi escritura salía a la perfección, era lo mejor que había hecho en el tiempo de vida que llevaba. Un día tras inquietantes preguntas que leí en un libro que mi hermana me regaló en el festejo de mi graduación, empecé a cuestionarme el por qué de mis sueños. Porque mis sueños se hacían realidad, y eso era algo muy extraño que no lograba controlar, despertaba nervioso, asustado y confundido cada vez que trataba de recordar lo que vi y viví en la noche.
Uno que otro día soñaba cosas bastantes perturbadoras, cómo la muerte de mi madre, el secuestro de aquella niña chica de mi vecindario, el accidente en el que me fracturé el brazo. Durante tiempo pensé que eran sólo pesadillas, hasta que vi que todo lo que mi mente creaba al dormir, se estaba convirtiendo en una cruda realidad, turbia y lúgubre.
Todo continuó, incluso aquellos días que empecé a soñar con ella, una chica de no muy baja estatura, cabello oscuro, ojos color miel, y una dulce sonrisa, tuve varias imágenes de ella durante noches consecutivas, era una mujer hermosa pero que jamás en mi vida había visto, no comprendía la razón del por qué aparecía en mi mente cada que tenía que dormir.
Recuerdo perfectamente que durante una semana aproximadamente sólo tuve sueños con ella, y un par de días después, la encontré, la vi pasar frente a mis ojos, su rostro me generó un nudo en la garganta bastante peculiar, la sensación que tuve al verla fue algo que no logro describir con palabras, fue sofocante y algo curioso. El día transcurría con normalidad, me encontraba sentado en una banca que había en el centro comercial donde pude verla, entró a un negocio, rápidamente noté que trabajaba allí, no sabía que hacer, estaba en un shock mental que no me dejaba pensar en qué decirle, o en siquiera hablarle, así que me fui a mi casa, llegó la noche y mi corazón no paraba de latir tan rápido cómo después de una maratón, me sentía loco, no asimilaba lo que me sucedía, así que decidí que al siguiente día le buscaría.
Mi valentía era nula, sentía que los nervios me jugarían una mala pasada y que no sería capaz de decirle nada en lo absoluto, esa damisela había despertado todos mis sentidos de una forma que jamás alguien había logrado. Estuve divagando en que decirle al día siguiente, pero no lograba acomodar mis ideas, creía que si tenía en mente que decirle todo funcionaría de tal forma que se sintiera atraída por mí, o por lo menos hacerme ver interesante, pensaba en invitarla a salir, pero, sería estúpido ya que es la primer vez que nos vemos, no me conoce ni yo a ella, aunque la he visto en mis sueños por tantos días que creo conocerla más que a mi mismo.
Decidí dejar de pensar en ella, y traté de descansar para así al día siguiente ir a buscarla, y poner en práctica todo lo pensado antes de recostarme en mi recámara. Esa noche estuvo ella en mi cabeza, soñé besarla, mientras la tenía frente a frente, recuerdo claramente que desperté agitado tras verla en mi sueño. Me duché, me vestí y salí directamente al centro comercial en el que trabajaba ella. Allí estaba ella, sentada detrás del mostrador, con una deslumbrante sonrisa de oreja a oreja que me flechó, la vi y supe que debía hablarle. Lo hice, tomé toda la valentía que tenía y le dije que me parecía una chica bastante linda a lo que ella sonrojada me agradeció, la invité a salir, pero ella se negó y solamente me fui.
Después de ese día seguí soñando con ella, día tras día, así que seguí insistiendo en salir con ella, logré obtener su número de teléfono, empezamos a hablar hasta que aceptó una salida a cenar conmigo, me sentía bastante feliz. Esa noche se veía deslumbrante con un vestido rojo precioso, que combinaba con sus labios carnosos que me parecían hermosos, ella simplemente ella, era la obra de arte perfecta que jamás había visto antes, estaba totalmente encantado, lo juro. Platicamos durante varias horas y la regresé a su casa.
Hablábamos duranto bastante tiempo, y era mágico cada momento a su lado, pero, había algo extraño, sí, mis sueños se estaban haciendo realidad, de nuevo, y eso me ponía tenso, pero esta vez no eran pesadillas, tenía ilusiones con ella muy lindas al momento de estar dormido. La conocí lo suficiente para decir que sí estaba enamorado.
Íbamos a la plaza, al cine, pueblos cercanos a mi ciudad, y hacíamos mil cosas, era el único apoyo que tenía, me hizo salir de aquella cueva en la que mantenía, siempre disfruté al máximo los momentos que teníamos juntos. Todo se volvió entristecedor para mí, esa terrible noche en la que soñaba con ella, afectada por una enfermedad terminal, un cáncer quizá, la vi moribunda en mi sueño.
Desperté sudando, llorando y triste. Tenía miedo, mucho miedo, porque soñar con esto tenía un solo significado, todo, absolutamente todo lo que soñé se cumpliría, la perdería, no podía permitir eso, pero tampoco podía hacer nada para evitarlo, sólo deseaba que este sueño no se cumpliera, no soportaría su ausencia. Lloré cómo más no pude todo el día, y la pensé una cantidad de veces inimaginable.
Seguí disfrutando de su presencia, de cada rato que podía verle, pero entre una de nuestras salidas recuerdo que se quejó de un dolor fuerte en tu cabeza, a lo que no di tanta importancia, quizá era estrés, cansancio o algo similar, le dije para no generarle miedo, pero yo moría de nervios deseando que no fuera la realización del sueño, llegamos a su casa, le comenté a su madre sobre el dolor de cabeza que tuvo, y me fui esperando su pronta recuperación, hasta que llegué a mi casa y recibí una llamada de su madre desesperada, sollozando me decía que ella había sufrido una convulsión 20 minutos después de llegar a casa. No logran imaginar el miedo que estaba sintiendo, todo estaba sucediendo, todo lo soñado se cumpliría. Llegué lo más rápido posible al hospital, vi a sus padres con un llanto incontrolable, y luego supe que ella estaba en una sesión de exámenes para poder descubrir que le sucedía.
Luego de mil estudios, nos dieron un diagnóstico, que partió nuestra alma en dos, mi chica padecía leucemia, millones de disparos en mi cuerpo hubieran dolido menos que aquella noticia. Sus padres lloraban desconsoladamente, y yo preferí guardar mis lágrimas para después.
Al llegar a mi casa, mis ojos explotaron en llanto, es inexplicable lo fuerte que fue escuchar semejante informe. Mi amada regresó a su hogar, con gran cantidad de medicamentos recetados, exámenes por hacer y varias cosas más. La seguí viendo cómo lo más hermoso del mundo a pesar de su cara ojerosa y triste. Recuerdo cada vez que me decía que ella moriría y que prefería irse para no hacerme daño, yo sabía todo lo que pasaría y aún así jamás quise dejarla sola porque estaba enamorado de ella, y varias veces me negué a sus peticiones de dejarla sola.
Mis ojos parecían un río a diario, el temor me invadía, y no podía controlarlo. Ella estuvo varios meses viviendo conmigo, vivía en una fantasía, trataba de no pensar en que mi amada moriría, soñé varios días con su muerte, cosa que interpreté cómo el acercamiento del peor día de mi vida, ella no tenía conocimiento de mis sueños, y jamás quise contárselo.
Su salud empeoraba, razón por la cuál vivió el resto de sus días en el hospital, me deprimía esa imagen que tenía de ella cada que le visitaba en aquella habitación. No sabía que decirle, qué hacer, no tenía idea en que instante de nuestra vida se marcharía, y me dejaría solo para siempre, lloraba desconsoladamente cada que no estaba con ella porque sabía que se iría y se convertiría en un recuerdo. Aún ronda en mi cabeza el último beso que me dio antes de partir, fue cálido y estremecedor, pero jamás imaginé que ese sería nuestro último momento juntos. Ese día recuerdo besar su frente, y me sonreía, su sonrisa llenó mi alma sombría en instantes, sollozaba al verla postrada en esa cama, sin poder hacer nada por su bienestar, sufría ver su palidez ante mis ojos, sus párpados caídos, sus labios resecos, sentía que yo era quién moría al ver su aspecto moribundo. Mi dolor emocional me sulfuraba de una manera incontenible, las lágrimas derramadas caían por montones, no resistía, no podía más. Después de esa cálida sonrisa, ella murió, cerró sus ojos para siempre ante mí, sentí como mi corazón se rompía en mil pedazos y solté un grito desgarrador.
Duré un largo tiempo en luto por ella, nunca volví a ser feliz desde su pérdida, y entré en un cuadro agudo de depresión, según los médicos que me trataron tiempo después.
Capítulo 2: Enamorado de tu recuerdo, Querida Lucy
Mi amada, relaté todo desde antes de conocerte, pero aún me falta lo más importante, escribir después de tu pérdida. Quiero escribirte todo lo que siento y lo que sucede desde que ya no estás, ahora que no puedo hablarte, ni verte, lo escribiré y leeré cada que te extrañe en la madrugada y no pueda contener mis lágrimas.
Cómo iniciar esto sin llorarte, sin recordarte de una manera dolorosa, cómo olvidar cuándo soñaba a diario teniéndote en mis brazos, besándote, acariciando tu pelo, rozando mi mano en tu cuerpo. Sabía que te irías, que morirías de una forma que dañaría totalmente mi mente. Creí que tú y yo nos mantendríamos el uno para el otro por siempre, juntos. Fuiste un sueño fugaz, apareciste y te esfumaste sin dejar rastro alguno que recordar, no pude disfrutarte lo suficiente, por más que creía haberlo hecho hasta el tope, no me bastó. Tu recuerdo empieza a desvanecerse poco a poco, tu imagen de mujer perfecta comenzó a borrarse de mi cabeza, aún no supero tu ida, desde aquél momento lloro día y noche tu partida. Veo hacia la luz de la luna pidiendo que vuelvas y ella solo me da la espalda al saber que me amaste tanto como yo a ti. Es insoportable querer tenerte sabiendo que es imposible, asimilar que ya no estás se me ha hecho un reto, el peor de los retos en realidad, anhelo con ansias que regreses aquí, a mi lado, mientras tanto seguiré escribiendo sobre tí.
Me acuerdo de todo, las noches perfectas, cada segundo viéndote a los ojos. Te perdí en mis brazos y sufro solo, te conviertes en un recuerdo intangible que me vuelve loco, quiero acordarme de tu olor, y poder hablarte nuevamente de cuánto te amo. Sigues apareciendo en mis sueños, el corazón se me parte en trozos al verte ahí entrando a mi cuarto, lo siento tan real que grito por dentro de una emoción exagerada, por fuera lloro de tal forma que ni una droga sería capaz de relajarme. Sólo te pido que esta noche, al dormir me des la oportunidad de verte, besarte y amarte una vez más. Prefiero vivir soñando contigo, viéndote allí a mi lado aunque sea por unas horas solamente, porque no puedo vivir con tu partida, me quemo, el dolor me está volviendo trizas el alma y no estás aquí a mi lado para consolarme, sólo logras estar presente en mis sueños, desvaneciéndote con la luz del día, destrozando mi ser cada vez que escucho tu voz temblorosa mientras duermo. Puedo tocarte, puedo sentirte, es una sensación despampanante, porque no eres humana, eres una simple alucinación que me rompe el corazón al amanecer. Sueño contigo siempre, regresando a mis brazos, y no sabes el deseo tan grande que tengo de que esta vez los sueños sí se hagan realidad. Amanecía soñando con tu regreso, no sabía si ibas a volver, o si debía imaginarte durante años, y más años, te amo, no sabes cuánto te amo, eres mi adoración, aunque ya no estés conmigo siento tu presencia, juro sentirte a mi lado aunque pueda verte, pasará el tiempo y tú seguirás siendo en mis sueños y en la realidad, el amor de mi vida y de mi muerte, Querida.
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