Callejear tres dias por Tanger
Camilla Hamm
Tánger, la elogiada Arcadia del tedio ensimismado.
Tánger, lugar ideal donde vivir el dolce far niente.
Tánger, ciudad extasiada para celebrar festejos embriagadores.
Tánger, encanto irresistible del orientalismo.
En el horizonte dibujado como una mancha ocre, Europa, España.
Palmeras altas y orgullosas. Pinos. Hiedras verdes. Jardines.
Llega desde el océano una brisa fresca y el murmullo de olas suaves.
Bajo un cielo azul lechoso, el mar.
Calma
Atardecer en el Paseo marítimo. Tangerinos paseando y charlando.
Jalabas y velos, tejanos, camisetas de tirantes finos y melenas morenas.
Hoteles modernos con limusinas delante.
Arcos moriscos, columnas clasicistas y ornamentos modernistas.
Curiosidad
Sombras precisas, blancos deslumbrantes y colores pálidos.
Construcciones recientes, desmoronándose. Pedregales grises. Ruinas.
Mezquitas pulcras, relucientes. Caras serias, miradas furtivas, movimientos lentos.
Muecín, llamadas, bocinas, traqueteo de martillos neumáticos.
Desorientación
En el centro, el Café de Paris. Las terrazas ocupadas por hombres, sólo hombres.
Por los bulevares, gente presurosa. Algunos guapos y elegantes.
Librería Les Colonnnes. Europeos buscando las huellas de la Beat Generation.
La obra de Brion Gysin, todo un descubrimiento.
Ambiente occidental
En medio del tráfico corren niños callejeros, nómades.
Niños que esnifan glue amortiguando así su vida sin esperanza.
Paseantes y conductores gritan espantados
Mientras ellos saltan encima de los coches circulando sin cesar.
Suben descalzos riendo. Por momentos se creen libres y fuertes.
Crueldad del abandono
Medina. Sol de mañana. Muchedumbre.
Olor a hachís y menta. A comino y cilantro. Tajine , Cous Cous y Harira.
Mercado. Berenjenas, melones y albaricoques maduros desplegados en el suelo.
Mujeres bereberes agachadas, con sombreros de paja y ojos suplicantes.
Ausencia de llamadas atrayentes, de seductoras invitaciones a clientes, como antaño
Confusión y encanto
Calles accidentadas, gatos hirsutos, gallinas, desperdicios, basura.
Cactus en flor. Geranios y buganvillas. Rojo fulgurante.
Escaleras rotas e interminables. Viejos sentados a la sombra, soñolientos.
En la altura, la Casbah reluciente. Jardín apacible, íntimo. Verdor exuberante.
Fatiga
Chavales con el cabello tieso y desgreñado ofrecen sus servicios.
Jóvenes que se pasan porros yacen absortos entre ruinas.
Niños descalzos piden dinero con las manos abiertas, sonriendo.
Chicos adolescentes con miradas provocadoras observan desde las esquinas.
Pena
Niñas, que cargan con hermanos, barren, compran, limpian y sonríen.
Grupos de muchachos persiguen a los turistas reclamando monedas.
Chiquillos con chancletas corren, saltan, ríen, gritan, se persiguen.
Toda una generación esperando su oportunidad.
Siento, siento…
Barrio Marchan. Guardianes. Palacio real. Casonas ostentosas. Parques frondosos.
Cementerio. Mendigos, mutilados y vendedores de hierbas.
Mohamed Chukri reposa entre hierbajos salvajes y niños saltando.
Bakshish para indicar la famosa tumba. Indigencia. Tumulto fervoroso.
Conformidad
Café Hafa. Blanco encalado, verde frondoso, azul intenso.
Parejas de jóvenes. Miradas pensativas. Horizonte. La otra orilla en la lejanía.
Europa, una promesa.
Europa, la esperanza idealizada.
Europa, tan cerca, tan lejos.
Veo.
Tánger contradictoria entre el savoir vivre y la miseria callejera.
Tánger donde todo es barato. El servicio, el sexo y la droga.
Tánger de los muchos niños dejados por la mano de Dios.
Tánger cosmopolita. Sociedades paralelas sin entenderse, sin quererse.
Tánger colonial. Tánger de vías dobles.
Tánger de habla española, francesa, inglesa. Bereber y árabe.
Tánger que padece la resaca de tiempos pasados.
Leo.
Tánger, la ciudad de la esperanza. Promotora de turismo.
Tánger de fuertes inversiones árabes que intentan convertir la ciudad en
una especie de Dubái a orillas del Atlántico.
Tánger corrompida por las grandes constructoras y las mafias de drogas.
Me dicen.
Tánger un gran proyecto de futuro retomado por el Rey, el Sidi, soberano de su pueblo.
Por el aire viajan sonidos orientales como finos hilos metálicos.
El humo sube en una blanca neblina. Huele a kif y cordero a la brasa.
Pido otro té a la menthe y escribo:
Tánger, un mito.
Es mi sexto viaje a Marruecos
Pero quiero volver.
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