En 27 años he sido Anel y durante más de la mitad de ese tiempo he usado las palabras de forma estratégica como catarsis. Mis palabras me definen, determinan mis creencias y convicciones. Constantemente he creído que soy la persona que los demás buscan que sea porque pienso que no son capaces de contemplar en mis enunciados la verdadera versión de mí, ya que soy una promesa de incontable nobleza y de magia caótica capaz de llenar el universo entero, pero pareciera que todo lo que expreso está en una lengua muerta en donde la única viva soy yo. Y muy a pesar de que nadie ha podido interpretar lo que manifiesto y lo que soy, las veces contrarias a lo perpetuo, soy capaz de reconocer que en mí, hay luz inmensa, brillante y grandiosa que cuando se opaca es solo porque esplenderá más fuertemente. Inequívocamente, hay días en la oscuridad pero a veces se necesita penumbra para encontrar nuestra propia chispa. Solo soy aquella que espera que en sus palabras alguien se reconozca a tal punto de conocerme a mí. Únicamente soy yo.

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