Se me hace complicado sacar su imagen de mi mente,
como el esclavizado no olvida al esclavizante.
Esa voz incesante que apalea mi culpa y remordimiento;
Hermana, amiga, colega. De vez en cuando:
cómplice.
El camino más fácil a la locura y la impaciencia.
La personificación interna de la moral y el ejemplo humano,
que exteriorizado no tenía nada de moral ni ejemplo.
La salida más fácil a los antidepresivos,
como quien no desea más reformas tributarias.
La embriaguez difusa de cada encuentro
y las cajas de tabaco que nunca dieron abasto.
Los ocho años más perdidos de mi vida,
donde se difamó más de la gente que en los noticieros liberales.
Donde por el amor se competía y los defectos se juzgaban.
Aquí no se comprendía, sólo se arremetía apoyada en la moral cristiana.
Donde había menos puntualidad que en el congreso colombiano,
Pero más felicidad que en la industria cuando estaban pagos los sueldos.
¡Compañera, volved con los vicios tuyos, ya me cansé de lidiar con los míos!
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