VIEJA RANA

VIEJA RANA

Ghynne

07/04/2021

Este es un día hermoso, las moscas rondan silvando en los alrededores. El agua tiene el delicioso aroma de la vida y el color perfecto que me hace soñar.

Ya no recordaba o pensaba; desde que llegué me limité a distraerme con lo simple que puede ser la vida sin preocupaciones; pero hoy… por alguna razón…

Hoy, he recordado lo que fui, lo que no quise ser; recuerdo quien fui y por que me huí; recuerdo…

Nací en el seno de una familia grande, mis padres y tíos, doce en total, vivíamos en el mismo lugar, terreno, casa; que además había sido de mis abuelos y prueba de ello era que las escrituras aún estaban a nombre de los padres de estos. Soy la número cuatro de ocho, intentaba crecer rápido y sola. De pequeña me aficioné a los cuentos de hadas que contaba la abuela; me parecía increíble eso del «peaje» de «el principe». El principe, ese personaje que de alguna manera  pasaba años cabalgando, caminando, matando… Él, que nunca necesito trabajar, cargar monedas o equipaje, intercambiar, comprar o vender, pagar hotel o encender una fogata para comer o dormir y a pesar de vivir entre hostilidad y muerte, nunca tuvo problemas con la justicia ni hubo que pagar por sus asaltos, muertos o entradas ilegales. Su pago, su contraseña era, «ES PARA MI PRINCESA» y/o, «YO SOY EL PRINCIPE»; y parecía ser suficiente para justificar sus extravagancias, eso incluía desaparecer especies en peligro de extinción, saqueo y robo. Tampoco estaba claro, pese a los nombres proporcionados por las compañías y editoriales, si » El principe » de todas las princesas era el mismo o si las princesas debían compartir los presentes ya que parecía que extrañamente todas las hazañas eran iguales o… podía ser un apodo, un nombre. Tal vez la casa de cambio y ventas en donde alquilaban o compraban los trofeos que presentarían.

Sospechosamente; en algunos casos existía ya una reina o una princesa que lo esperaba en otro lugar y quien después de su reciente boda lo reclamaba; él por supuesto, mansamente acudía de regreso a «su castillo». Si para la nueva princesa era el «beso de amor» y quería recuperar a «él príncipe»; ella sí tenía que sufrir hambre, frío, cansancio y angustia para encontrar refugio, además mendigaba y guardaba sus «abundantes lagrimas» que se convertían en perlas para que él príncipe viera lo mucho que lo amaba y lo arrepentida que estaba de no esconderlo de su reina, madre o esposa… quizás le servirian para comprar la libertad para que regresara con ella y aún así cabía la posibilidad de que desidiera ir en busca de otra princesa que necesitara ser rescatada, el era por eso «el principe».

Y ellas, las princesas sí procedían de distintos reinos, diferente contextura, color de ojos, color de cabello, estatura, edad… y sus hazañas y/o castigos eran todos muy diferentes.

Yo, busqué información por aquello del castillo y el oro, quien no desearía vivir con cincuenta sirvientes en una enorme casa con bosque y lago o a la orilla de tu propio río o en el mar, sin más trabajo que pasear y sentarse a recibir regalos; sin mencionar a los guardias y damas de compañía. Lo de menos era si el principe se quedaba o no. Yo, aún no sabia que el castillo debía ser de la princesa; el principe llega solo, de la nada, con su cabeza de dragón, la que tal vez había que refrigerar para que la volviera a utilizar con alguna otra princesa.

Conforme fui creciendo, la historia me fue pareciendo más convincente, olvide detalles y agregue datos que fueran más acordes a mi, a mi historia. Llegados los años de la adolescencia, yo examinaba a cada chico sin importar edad, estado civil, estrato social o parentesco; los cuentos no hablan mucho de eso. La princesa, yo, esperaba al príncipe, punto.

Después de buscar por varios años, me enfrenté a otro problema, el tiempo. La edad de los personajes principales en los cuentos varía entre los… nueve y los ¿cincuenta años?… y no dice mucho de lo que pasa después del peimer beso de amor; como si no es, beso «verdadero de amor» ¿puedes seguir besando?; y/o ¿cuantos besos hay antes que no son de » primer beso de amor, verdadero»?, o ¿de cuantos príncipes, caballeros o marqueses… lo puedes seguir recibiendo como primer beso de amor claro esta?

Un día cansada de buscar, me vi fente al espejo conversando con la yo de treinta años  que ya no parecía la princesa de los cuentos de hadas. Se que sigo siendo hermosa y encantadora con todo y lo que tiene que hacer una chica en nuestros días si tiene que pagar por el servicio de la «imagen de princesa» y el alquiler del pequeño castillo. Trabajar para ello  es agotador, en algún momento ayuda el beso de amor de algún caballero comprometido, galante, casi principe, pero… espero…¿sigo?… a «el príncipe», del color que pueda ser… entonces tuve una revelacion; igual que en el cuento el espejo me contestó y me explicó en voz alta tan fuerte que lo escuché claramente. Lo entendí…

…¡espera un momento!…

Estas buscando en el lugar equivocado.

– Primero; el principe busca a la princesa en la torre del castillo, el suyo o el tuyo… ¿ el de alguien más? debo permanecer en la torre en ropa de cama.

– Segundo; cuando no aparece, debe estar saltando en algún estanque o atrapado por la bruja,  en ¿algúna pecera?. Entonces, la princesa lo encuentra, lo besa y lo lleva a casa.

– Tercero; los príncipes que han perdido, su caballo, su batalla… vagan sucios y derrotados, tal vez, con la necesidad de sobrevivir como sea, o están en las mazmorras, de la malvada reina que necesita la pensión alimenticia de los hijos que aspiran a ser príncipes.

Y… si, se que ese fue el inicio de mis problemas. De los lugares en donde «el principe» debía estar, no es fácil salir y, no se entra besando. O… ¿ si?

Así, mi búsqueda se amplió a los lugares más extraños y aterradores, me convertí en «cazadora de príncipes».  Te sorprenderías de la cantidad de princesas que andan por ahí con el mismo problema, logre hacer una pequeña fortuna con ello.

Toda una locura, pero era feliz. Es bueno madurar, así pude revisar mis metas y oportunidades y alinear mi camino.

En resumen, por extraño que parezca, los príncipes no vienen en todos los colores, solo son azules por aquello de la sangre o verdes por aquello de las verrugas. Después, encontré a los rojos por la falta de estirpe y algunos tonos de azules, por aquello de las drogas, además de rosados y amarillos, aunque eran algo confusos.

A mi príncipe, lo encontré unos años más tarde, era verde, algo parduzco y quince años menor que yo pero físicamente más grande, mucho más grande. Y aún que en mi casa no todos estaban de acuerdo, mi madre lo adoraba; un principe, sabe como tratar a las damas, o a quienes parezcan damas, con el tiempo le creció un abultado vientre y coleccionó algunas verrugas, cual debe ser, permanecía la mayor parte del tiempo en su trono, junto a la pantalla más grande que pudimos conseguir.  Como era de esperarse, se coronó rey absoluto. Él, hacía escuchar su voz hasta en el último rincon. En ocasiones, también en el reino vecino en donde vivía una viuda con una hija de dieciséis y un hijo bastante extraño.

En aquellos tiempos yo trabajaba para él y para mantener el castillo lo mejor posible, sin guerras. Mi cuento de hadas se había vuelto realidad.

Pero… ¿como llegué al estanque?… 

Te cuento, a menudo, la perfeccion es solo lo que vemos y somos felices si logramos ver lo que nos gusta de lo que nos rodea, si me aseguro de comprar un bonito vestido, se que voy a ver el vestido más bonito cuando me lo pongo, aún que no sea de mi talla o para la ocasión… como sea, para mi, era el más hermoso cuento de hadas hecho realidad; como sea, es difícil satisfacer a un principe, mas aún cuando se proclama rey, entonces se vuelve inestable, pero, siempre sabe como hacerte sentir princesa; mi sobrina, mi tía, mi propia hermana, incluso mi madre, lo descubrieron y me convirtieron en la bruja malvada. Para el, yo fui la horrible bruja. Lo que pasó después… no me queda claro, al final, la princesa del reino vecino vino a rescatarlo y el, solo se fue. 

Yo, me sentía derrotada, con un reino en ruinas, cuarenta y tantos años perdidos y tres hijos que no querían estar conmigo, claro, su madre era la bruja… entonces regrese al espejo y detrás de las profundas ojeras y los surcos marcados por los excesos, ya no, estaba la princesa, el alcohol, el tabaco y las jornadas extendidas, los hijos y las horas que pase caminando de casa al trabajo y del trabajo a casa… esos besos de amor instantáneo para completar.el gasto la habían desaparecido.

Ahora, me mantenía «el beso»… el beso, ese que fue a mis diez años el primer beso de amor verdadero, a los dieciséis el primer beso de amor, después de los veinte el beso verdadero y que después fue solo el beso y el sin amor.  Recordé lo que era importante, el beso de amor verdadero y yo, hacia mucho tiempo que había dejado de ser princesa… sentí que para mi, el juego había terminado sin final feliz.

Así decidí ser el principe y salir con las manos vacías a buscar a la princesa del final feliz, tan fácil como eso y tan deseado. Y en lo más alto de un edificio gris, en la oficina en donde limpiaba y vaciaba cestos de papeles. Trabajando medio turno de velador para tener en donde dormir, una princesa que sufría por un divorcio que le exigía pagos con jornadas extendidas y que sin dudar pagaba puntualmente sin contacto con el exterior.

Después de todo yo rescatarla a la princesa, hablamos, salimos un par de veces y un día sin beso nos fuimos a vivir a la tore del castillo, su castillo; pero por la idea del cuento o por un sueño; me convertí nuevamente en la princesa… mientras el luchaba con un terrible dragón tratando de recuperar sus sueños perdidos, sus sueños perdidos en los que no había lugar para mi…

Yo volví a mi cuento… en donde habia que besar sapos, en un mundo en donde no había estanques, lagunas, ríos ni ninguna clase de charquito… ya no creía que existieran los sapos, las princesas, los príncipes. De lo que si estaba segura es de que me rodeaban monstruos brujas y malvados hechiceros… así, me adentre en un mundo del que no hablan los cuentos. 

Un mundo en donde los príncipes son ladrones que vagan sucios y derrotados, sobreviven de drogas y carne de caballo aliados con el dragón… ahí, escondido, casi invisible, lo encontré, el principe, el verdadero príncipe azul, escondido de su propio cuento… completamente desnudo y verde, con enormes ojos saltones y calvo, su piel acartonada y Lisa pero muy bien humectada y feliz de vivir su propia aventura, solo y no pedía besos para transformaciones milagrosas.

Sorprendido de que le hubiera reconocido, encontrado, después de tantos años; me contó cómo había acabado con el dragón y si que tuvo que cortarle la cabeza ya que tenía la mala costumbre de no morir. El dragón, era en realidad una hidra que al fin cansada de perder cabezas se asoció con el. Me habló de las mazmorras plagadas de príncipes que no son príncipes de todos los colores; me dijo que ellos solo buscan asaltar y robar en el castillo las joyas para ellos y para sus caballos. También, ultrajan desprevenidas princesas por costumbre o diversion, me contó de esas princesas pobres y desechables que ya no creen en los cuentos de hadas y sin embargo siguen confiando en cuanto principe se cruza en su camino.

Pasados los Años, cansado de besos… el principe, alquilo sus trofeos y fue llevado a las mazmorras por algo de los impuestos, como que no es muy legal eso de cobrar por enseñarte a drogar a tu propio dragón. Ahí fue convertido en sapo por un príncipe que le prometió un final feliz y le enseñó a matar, a cazar y esconder su identidad de principe para vender y comprar trofeos y cabezas de dragon a caballeros cansados de la guerra.

Despues de eso, yo decidí hacer mi propio estanque y vivir mi sueño con o sin principe, princesa, rana, sapo o lo que sea. A veces, vendo besos de verdadero amor a príncipes camaleones que traen sangre de dragón solo en memoria del cuento.

Este, es un día hermoso y soleado, las moscas rondan cantando por los alrededores. El agua tiene el delicioso aroma que me hace soñar…

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