En una celda, sentado en un pobre y viejo camastro, Zero observaba algo al frente. portaba una armadura que le cubría todo el cuerpo.
Decidió levantarse y tomó el casco que junto a el reposaba. Su completa armadura era la seguridad en si. Avanzó hasta salir de la celda mientras se ajustaba ciertas pequeñeces del armazón. Ya estando afuera, una lanza, una espada y un escudo le esperan en una especie de estante. Aquel espacio pareciese un coliseo.
Mientras enfundaba la espada, una voz anunció:
– Nuestro invicto campeón Zero.
A escena entró un hombre, también armado, mientras la voz proseguía:
– Y en esta esquina con 12 violaciones fuera de la arena y 5 muertes dentro de ella ¡Samuel Little!
Siguió tan elocuente nuestro extraño presentador.
– Pero para que sea mas justo con 17 asesinatos afuera de la arena y 3 dentro de ella ¡David Fisher! otro hombre igualmente equipado entra a escena.
Desde las demás celdas se escuchaban gritos y golpes, la voz sentenció:
-¿Están listos para el combate? – tras esa cuestión, la voz finalizó – ¡Entonces, que inicie nuestra ultima pelea!
Pero al ver el narrador a los dos hombres avanzar temerosos hacia Zero que solo utilizaba el escudo, les animó a pelear:
– Vamos muchachos, no sean tímidos, usen su ventaja.
Apresuraron el paso hacia el encuentro; el bloqueo de la lanza de Samuel por parte de Zero no se hizo esperar, golpeó el escudo de David con su lanza causándole un golpe fatal en la cabeza.
Zero se pone en movimiento, se agacha y rueda, quedando posicionado a la espalda de sus oponentes e hiriendo a Samuel en el cuello en el proceso.
El narrador grita: – ¡pero que ágil movimiento!
Cuando Samuel suelta la lanza para intentar liberar su cuello, David ataca a Zero frenéticamente.
Samuel se une al ataque con su espada mientras Zero se limita a defenderse con el escudo.
Zero hace retroceder a Fisher cargándolo por encima del hombro, mientras, pateaba la rodilla de Samuel.
El narrador grita: – ¡hasta con un escudo este hombre es un peligro!
Zero ataca a David que mira desesperadamente a Samuel.
Arrodillado, Samuel se toca la herida del cuello, observando toda la sangre que ha perdido.
Al volver la mirada, David entiende que su costilla esta atravesada por la espada de Zero.
Fisher mira a Zero directo a los ojos, vomitando mucha sangre.
Zero suelta el escudo mientras David cae muerto a sus pies.
El narrador, en estasis, exclama: – ¡wow eso es muy rápido para cualquiera! Dejemos que la tecnología nos aclare este movimiento.
En la repetición del video se ve a Zero soltar la lanza, desenfundar la espada y apuñalar a David apenas la lanza toca el suelo.
¡Esa velocidad es demencial! exclama el narrador
Zero regresa a su celda, dejando atrás a sus derrotadas victimas.
En lo alto apreciando todo alguien dice: – Te dije que esos dos no eran rivales para él.
Ya en su celda Zero cae de rodillas, soltando el yelmo.
Nuestro gladiador lleva sus ensangrentadas manos al rostro y comienza a sollozar.
– ¿Por qué peleas? – se dijo Zero como si hablase consigo mismo.
En el antiguo orfanato donde creció una pequeña de 4 años estaba dentro una caja. La niña sacó la cabeza de la caja y gritó: – ¡Vamos hermanito sube al tren! Zero, quien tenía 10 años en ese entonces, empuja la caja mientras la chiquilla canta: – Baila como palomita. No pudiendo parar prosiguió con la canción: – Primero a la derecha, luego a la izquierda…
Una de esas pantallas de monitor mostraba el siguiente mensaje: «mejores momentos…» Sobre la mesa donde flotaba la transmisión, puños cerrados cayeron. Se oyó a alguien decir: – ¡Otra vez esa maldita transmisión!
Los puños pertenecían a una mujer con placa de oficial. A su lado un hombre mucho mayor decía: – ¿Por qué la obsesión con esos locos? Nadie nos presiona ya por ese caso.
– Son fantasmas, no podemos localizar su servidor, no sabemos nada de los otros salvo por sus apodos y ni hablar de los reos que llevan.
– Porque está del otro lado del mundo, tienen la cara cubierta todo el tiempo y porque no son simples reos que se escaparon.
– Eres bueno Boltock ¿Por qué no te preocupas por tu trabajo?
– Además esto se ha vuelto de dominio público, cuando los reos escapan todos saben a donde van a parar, aunque los vieran nadie daría informe de su paradero – Prosiguió Boltock, haciendo caso omiso de la pregunta anterior.
– ¿Me estás diciendo que las personas están de acuerdo con está carnicería?
– García ¿Te has dado cuenta a que tipo de hombres llevan a ese juego? Desde que este mundo se fue a la mierda, las personas ansían un poco de justicia y muy a su manera la encuentran en esos «gladiadores».
– Tu amigo Zero ya es toda una celebridad en los barrios bajos, los niños juegan en la basura queriendo ser como su héroe. – Continuó Boltock hablando a la oficial que parecía cada vez más desconcertada.
Zero estaba sentado en la cama de su celda, con los ojos cerrados y una cara de molestia.
Un antiguo coliseo romano se alza a la vista. Un gladiador estaba en frente.
Ese mismo guerrero empuja a quien mira con su escudo.
Zero seguía en la posición de molestia sobre su cama. Dos desconocidos se le acercan con una mesa repleta de exquisita comida. Un hombre de traje aparece después ante él y, dice: – Hijo mío.
Quien mira, recibe del otro gladiador una patada frontal.
Zero se adelanta y come algo de lo que a sus ojos se exponía. El hombre de elegante traje le exclamó: – ¡Te admiro!
El guerrero que mira logra bloquear la espada de su contrincante con el escudo.
Después de esa defensa, un golpe de escudo le sorprende en el pecho.
– Tuve miedo de que perdieras la motivación. – le bosquejó el ejecutivo a Zero.
El gladiador miraba con rabia e ira a su vencedor desde el suelo.
– No se si comprendas la maravilla que representas – Continuó nuestro oligarca.
El caído combatiente miraba a la tribuna manteniendo el pulgar izquierdo hacia arriba.
– No es mi intención aburrirte – refirió el portentoso señor.
La molestia invade la cara de Zero.
– ¡Hasta el cielo! – grita la niña dentro de la caja.
Zero le dijo: – ¿No te aburres de esa canción?
– Por favor, Zero, no me digas que hay algo mal con la comida. Fue un esfuerzo sobrehumano para asegurarte solo lo mejor.
El gladiador mira sobre las tribunas a un hombre vestido de manera elegante quien tiene el pulgar hacia arriba.
Hasta luego, Zero.
Zero continuó sumergido en su comida, sin prestar atención al hombre que se desvanecía al salir de la celda.
La mesa es posteriormente removida de la celda. Mientras se abría la puerta, para sacarla, Zero se levanta.
Zero se lleva los dedos a la boca, pensando: «nunca paran».
Aun con los dedos dentro de la cavidad bucal: «tal vez nunca lo hagan».
Zero saca un resorte de su boca.
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