EL ESPECTRO DE LA ISLA

EL ESPECTRO DE LA ISLA

Antonio Botina

31/03/2021

El día que Marcus dejo el mar, fue el día en que su vida se volvió pacifica, pero miserable. Aquel hombre vivía solo en una isla, alejado de cualquier contacto con el mundo. Encontró la isla por casualidad al naufragar en su primer viaje como capitán de un barco que transportaba insumos, y se tornó tan perfecta para él, que prometió volver ahí algún día. Como experto navegante, aprendió la ubicación específica guiándose por las estrellas y luego la abandono después de 3 años pacíficos de soledad en el naufragio. Posteriormente, y como si un acto de magia se tratase, se convirtió en uno de los mejores marineros que surco el océano, eludiendo hábilmente tanto los saqueos piratas como las trampas impuestas por el propio gobierno, y en pocos años paso de ser un desconocido a un marinero al que admiraron por todo el continente. Además, era un gran luchador y tenía una puntería magnifica, por lo que retarlo significaba perecer antes de que siquiera pudieras acertar un golpe.

Como era de esperarse, los rumores se esparcieron como pólvora, habladurías de pactos secretos o de ofrendas al dios del océano, y entonces, como un murmullo proveniente del mar, un día, después de varios años decidió abandonarlo todo y volver a aquella isla que lo acogió cuando más lo necesitaba, sin informarle a nadie. Todos esperaron una explicación sobrenatural, pero la verdad es que el solo tomo uno de sus barcos, y partió hacia donde un día fue feliz. Este barco era su mas grande orgullo, era una nave pequeña, diseñada para ser manejada por 5 personas, pero adaptada toda su vida por el para que solo se necesitara un hábil navegante manejándola. Era blanca, construida de la madera mas fina, y de los materiales mas resistentes.

La isla era pequeña, en un día podías recorrerla completa, equipada con todo tipo de frutos y de tierra fértil, y en el mar se encontraban peces de la más alta calidad y variedad, de los que nunca había comido, ni siquiera siendo un millonario que probaba los mejores platos. En su primera estancia de tres años, fue capaz de construir una cabaña acogedora, y ahora, preparado para pasar los últimos años de su vida, llevo todo lo necesario en su embarcación para darse una vida cómoda aislado de todo el mundo.

Al llegar a la isla, a lo lejos, creyó observar una sombra que lo observaba, sin embargo, al acercarse desapareció, escondiéndose dentro de la isla, y, como un presagio de lo que pasaría, una tormenta inicio al momento de desembarcar en aquella isla remota.

Sus primeros días fueron magníficos, rondaba por los 50 años, pero su vitalidad era superior a un joven en sus mejores años, nunca fue alguien al que le molestara estar solo, porque, a pesar de que el marinero nunca viajaba solo en sus embarcaciones, nunca estipulo como correcto el estilo de vida de sus tripulantes, que no distanciaba mucho del de los piratas a los que le temían, borrachos e insalubres, por lo que siempre se encerraba en su cuarto, y, acompañado del crujir de la madera bajo las olas del mar, pasaba horas de su vida absorto en sus mapas de navegación y la lectura de historias de aventuras ejecutadas por personas más valientes que él, que solo se dedicaba a comerciar entre continentes.

Al pasar los meses, algo empezó a inquietarlo, ya que, en las noches, mientras dormía, escuchaba aquel crujido de madera que le parecía confortable en sus años pasados. Al principio, era buen acompañante que justificaba por su imaginación, sin embargo, su constancia llego a tal punto de poder escucharlo todo el día, y lo que fue un sonido apacible, se fue convirtiendo en un murmullo de muerte, y fue en ese momento que se dio cuenta que sonaba similar al sonido de huesos en una caja, con los respectivos lamentos de sus portadores.

A pesar de que eso hubiera roto con la estabilidad de cualquier hombre, obligandolo a abandonar aquella isla, él se puso firme con su deseo de pasar sus últimos años ahí, y poco a poco, el sonido ensordecedor se volvió parte de la rutina y su mente decidió ignorarlo a propósito, haciendo que su vida apacible volviera por un tiempo, hasta que una noche de su 5to año en la isla lo saco de su sueño.

  • Creo que te estas volviendo loco.

Esa voz, esas palabras, lo sacaron de su embelesamiento nocturno, y un terror se apodero de él. Estaba solo, él lo sabía, era imposible que alguien hubiera llegado a aquel lugar, él era el que conocía los mapas navales a la perfección, mejor que cualquier otra persona en el mundo, y esa isla estaba despoblada debido a encontrarse en una zona peligrosa para las embarcaciones, lo que las obligaba a evitar lo mayor posible ese sitio del mapa. Ninguna ruta marítima pasaba cerca de ahí, ni por un desvió o por malos vientos, no era posible.

  • Un segundo – dijo en voz alta – quizás solo fue mi mente jugándome una mala pasada, después de todo, estoy solo en una isla desierta, ¡que puede ser mejor para volver loco a un hombre!!!!

Eso fue más para calmarse, pese a todos sus contratiempos en el pasado, siempre tuvo una buena estabilidad emocional, no puedes vivir la mitad de tu vida en el mar si no la tienes; Durante toda su vida, vio a muchos marineros novatos sucumbir ante el terror de los mares, del miedo y de la soledad. siempre impasible, siempre inmisericorde, siempre protegiéndolos en lo más confortable de la embarcación, si tenían oportunidad de salvación, y siempre arrojándolos por la borda, cuando su mente se había esfumado de este mundo. Esto le hizo ganar el apodo de Caronte, como aquel embarcador de Hades en la mitología griega, ya que en todos sus viajes siempre morían una o dos personas, y siempre eran ofrecidas al mar, para entregarlas a aquellos dioses crueles a los que los marineros les rezaban.

Toda la noche la paso en vela, como esperando una estocada final, pero nada paso. Al día siguiente, para descartar sospechas, rodeo toda la isla buscando botes encallados o alguna prueba de un naufragio, pero nada, impoluta como siempre, la isla gozaba de una perfección inimaginable.

Los años pasaron, y la isla poco a poco fue perdiendo su encanto, fue tan progresivo, que el único ser vivo en ella no se dio cuenta en mucho tiempo. Los peces, que alguna vez nadaron en abundancia en sus costas, fueron reemplazados poco a poco por almejas con sabores horribles, y su tierra, llena de las mejores frutas que cualquier hombre vio, fue volviéndose agrietada e infértil poco a poco, disminuyendo cada año las cosechas que producía. Esto afecto el cuerpo de Marcus, pero no su vitalidad, la cual seguía intacta a pesar del paso del tiempo.

  • Hey, en realidad me sorprendes, me has logrado evadir por años, tu fortaleza mental es impresionante, pero no importa cuánto me tome, tarde o temprano, todos caen.

Marcus estuvo esperando ese momento por años, porque muy en el fondo, sabía que la voz había salido de su mente, pero no era producto de su imaginación, así que la encaro sin la más mínima pizca de miedo.

  • Que eres?, porque esperas años para decir unas pocas palabras?, eso es decepcionante hasta para un espectro – dijo en tono burlón.
  • Tu eres el decepcionante, pensé que darías más lucha, pero estas sucumbiendo ante mí, y aunque no te des cuenta, ya eres parte de este infierno.
  • ¿Acaso eres la sombra que vi el primer día? – su pregunta guardaba cierto interés cargado por años.

Sin embargo, no hubo respuesta, y, con el paso del tiempo, los años fueron pasando en su cuerpo, aunque él no lo sabía, ya que había perdido la cuenta hace mucho. Aquel lugar acogedor, se convirtió en un infierno desolable. Las frutas que quedaron después del daño a la isla solo fueron cocos con un sabor agrio, y no se volvió a ver un pez, ni siquiera diminuto, en aquella costa.

  • HAHAHAHAHAHAHAHA – su risa sonó ensordecedora, esta vez no venía de su mente, si no que invadió toda la isla – hoy es un día para celebrar – dijo con tono burlón, sabiendo que su receptor no sabía a qué se refería.
  • Cállate, no me dejaras dormir – menciono con un asomo de ira.
  • Pero hoy debemos celebrar, hoy es el gran día, hoy por fin cumples 100 años, y has pasado 47 en esta isla desolada, en serio me agradas, eres muy interesante, cualquier otro hubiera huido hace tiempo, aun tienes tu embarcación, y te has encargado de cuidarla bien, el tiempo no ha pasado para nada ahí dentro, igual que para tu energía.
  • Ha – una risa humilde salió de su boca sin pensarlo – creo que después de todo si hay algo que celebrar, pronto moriré y podre cumplir mi sueño de descansar eternamente, y ganare al fin, no soy débil, y nunca sucumbí ante ti.
  • De que hablas – su risa se volvió más ensordecedora – ¿que no te has dado cuenta?, aún nos queda mucho tiempo de convivencia mi querido amigo, esta amistad entre nosotros recién empieza.

Por primera vez en años, el espectro dijo algo que lo preocupo, pero, creyendo que era uno más de sus engaños, decidió ignorarlo, aunque esa idea lo acompañaría por un largo tiempo. Pasados otros 50 años, se volvió sospechoso para el que su vida aún no se fuera, y tomo una decisión que nunca creyó, decidió embarcar a casa, para volver a morir, o ser parte de aquel mar que un día le ofreció todo por la eternidad. El barco estaba diseñado para que solo una persona lo maneje, y en una condición casi perfecta, lo saco de su letargo para volver a navegar, después de una vida sin hacerlo. Había una tormenta fuerte aquel día, así que decidió que, al día siguiente, arrancaría a su última aventura. Fue la noche más esplendida, durmió como un niño durante 12 horas. Sin embargo, al despertar, el peso del mundo lo golpeo con fuerza, y, por primera vez en 150 años, sintió el peso de la edad, un peso infinito que su cuerpo ignoro milagrosamente por tanto tiempo, lo golpeo como un tsunami en un solo día. El solo levantarse de su cama le costó más de una hora, sus rodillas dolían absurdamente, sus huesos crujían y sus músculos estaban en una condición de debilidad absoluta. Su aspecto no había cambiado, pero la vida le cobro todo el tiempo que paso ignorando el paso de los años.

El inicio de su viaje fue pospuesto por un término indefinido, pero este dolor, le mostro que su muerte se acercaba, y, emocionado, decidió esperarla con paciencia.

De la nada, la isla volvía a tener vida, y como si de un milagro se tratase, los peces volvieron a sus costas y los árboles renacieron en la tierra de nuevo fértil, más esplendidos que nunca, fue sin lugar a dudas la mejor época de la isla. Pero no sucedía lo mismo con Marcus, ya que, a pesar de tener todo lo que lo llevo a esa isla, no podía tener la libertad del pasado, su cuerpo no podía subir árboles o nadar a grandes distancias, y era un milagro que pudiera moverse de su cabaña. Así que, a pesar de la abundancia, se tuvo que conformar con las algas que arrastraba la marea de vez en cuando a la playa, y los cocos agrios que caían de los árboles viejos que lo alimentaron por años.

  • Que te parece, al final si intentaste huir, como todos, hasta aquellos marineros que despreciabas, los mirabas desde arriba y al final eres igual a ellos.
  • Nunca los desprecie – la ira se notaba en su voz vieja y acabada
  • Entonces – dijo con un tono burlesco – porque siempre los llevabas, si sabias desde el principio quien estaba capacitado y quien no para los viajes?
  • Nunca negaría el disfrute del mar a nadie, por más cobarde que sea.
  • Ya veo – dijo con cierta tristeza – aun te falta bastante tiempo aquí, pero he de decir, que esto se torna aburrido.

Marcus sonrió, pero el espectro continuo hablando.

  • Creo que tratare de volverlo más interesante para ti.

Al día siguiente, y como si de un espectáculo de otro mundo se tratara, una embarcación con 20 pasajeros encalló en la isla, justo al frente de su cabaña. Al observarlo, un joven como de unos 20 años le grito a lo lejos.

  • HEY, hey tú, anciano, sabes dónde estamos?

Marcus intento hablar, pero en ese preciso momento, se dio cuenta que no podía decir ninguna palabra, el estar siempre solo hizo que no hablara, y acompañado de la desnutrición que tenía, causo un deterioro innegable en su voz, al punto de hacerla inaudible. Esto lo espanto, todo lo que creía hablar con el espectro, había salido de su mente, y no de su boca. Un ataque de pánico lo abarco completamente, no podía respirar, su ansiedad se elevó a un punto que nunca conoció, el hecho de ya no considerarse un ser humano funcional lo derrumbo completamente.

Los hombres ayudaron a levantarse a aquel hombre viejo y desnutrido, increíblemente sorprendidos de que un ser con aquel aspecto siguiera con vida. Posteriormente, procedieron a contarle su historia y como una tormenta los hizo naufragar. Con señas y murmullos, les dio a entender que podían quedarse el tiempo que desearan, sin embargo, ellos solo se quedaron unos días, y se decidieron a embarcar en la nave de Marcus, la cual arreglaron y adaptaron para huir de ahí, ya que su nave quedo totalmente inservible después de la tormenta.

Marcus no opuso resistencia, el nunca más podría contemplar el mar profundo en su nave, y esos días fueron los más maravillosos de su vida, el contacto humano, las conversaciones alrededor de una hoguera, las risas de hombres valientes que se enfrentaban al mar, y sus historias acompañadas por el viento de la noche. Fue lo mejor, y una lagrima corrió por su mejilla al verlos marchar. Al final de todo, parado frente a la playa que un día lo vio llegar, vio como aquellos hombres abandonaban con éxito aquella isla.

Tal fue su sorpresa al volver a su cabaña y observar que uno de aquellos hombres, el más joven, de aproximadamente 15 años, decidió quedarse junto a él. Solo en el mundo, decidió que aquella isla merecía ser cuidada para volverse un punto de referencia marítimo. Obstinado con ese sueño, se quedó a vivir ahí. Juntos, vieron partir la embarcación con 19 hombres a lo lejos, y un momento después, observarían el inicio de la peor tormenta que ambos habían visto en su vida, un huracán que no vacilo en destruir aquella embarcación llena de esperanzas y sueños.

Al día siguiente, y confirmando los temores de Marcus, encontraron en una playa cercana los restos de la embarcación y los cuerpos de todos los supervivientes, y la ira y la desesperación por fin dominaron el corazón de Marcus, corazón roto lentamente por el tiempo, que, a base de pequeñas grietas a lo largo de los años, finalmente se rompió en ese momento. Juntos decidieron dar cristiana sepultura a aquellos hombres que el mar se había negado a aceptar.

Paso el tiempo, y a pesar de las buenas intenciones del joven por interactuar con él, Marcus fue lo más cortante y agresivo posible. Para alguien de su edad, la maldición de no poder expresar correctamente sus emociones lo acompañaba para todos lados. Así pasaron 5 años, en los cuales Marcus empezó a querer a ese muchacho como un hijo. El, siempre un tiburón solitario, navegando sin rumbo por una vida de soledad, encontró en aquel joven la esperanza de la felicidad, la gracia de tener a alguien junto a él. Se volvieron buenos amigos, y gracias a su cambio en la alimentación, siendo que él le proporcionaba todo lo que necesitaba, se volvió lo suficientemente fuerte para hablar con normalidad. Solían pasar noches entras hablando sobre la vida, sobre sus esperanzas, sobre sus sueños, la experiencia y sabiduría de Marcus y la inocencia del joven complementaban muy bien todos los relatos, creando una confianza fortalecida por la soledad.

  • Veo que te diviertes mucho últimamente, solo pasaba a recordar, una melodía de los viejos tiempos.

El sonido de huesos chocando en un cajón, asemejándose a el mar y la madera, volvió para atormentarlo, pero esta vez era diferente, esta vez el sonido provenía directamente de las 19 tumbas.

  • No oyes eso! – dijo con temor a su compañero.

No obtuvo respuesta.

  • Respóndeme, por favor!!

La desesperación se notaba en su voz agitada, como pudo, se levantó de su cama a observar a su compañero, un esfuerzo inútil, ya que su cansancio y vejez le impedían realizar movimientos fuertes. Devastado, decidió esperar la luz del día para averiguar el motivo de su silencio.

  • Te espera una larga noche mi querido amigo, nadie, además de mí, puede ser realmente tu compañero, solo son vagas ilusiones, recuerdos del mundo real que no te permitiré vivir, nunca más.
  • Déjame morir, por favor, solo quiero morir – su voz al fin se quebró, y en un llanto desconsolado, sabiendo el motivo del silencio de su compañero, cayó en la desesperación absoluta.
  • No lo entiendes aun, a esta isla nadie vendrá, NADIE, ni personas, ni Caronte, ni la muerte misma se atreve a venir a este lugar, seremos compañeros por la eternidad, solo tu y yo – su voz se tornó cada vez más grotesca, dejando de lado su tono burlesco que lo caracterizaba – ambos estamos malditos por elegir esta isla antes que al mundo, ambos pagamos las consecuencias de nuestros actos, y no permitiré que escapes, de ninguna manera.

El silencio que prosiguió a esa conversación fue angustiante, ni siquiera el ruido de las olas podía penetrar los oídos de aquel hombre, perplejo ante tal situación. Al día siguiente enterró al que sería como su hijo, en el agujero que cavo soñando que alguna vez seria su propia tumba, en aquella isla bendita por los dioses, y olvidada por el mundo, como indicando resignación ante su cruel destino. Posterior a eso, desenterró los cuerpos de las 19 víctimas, y los arrojo al mar, esperando que este se apiadara de aquellas almas y las tomara para sí, y que las liberara de la tortura de la isla.

Con el paso de los años, su cuerpo perdió cualquier capacidad de movilidad, y, acostado en lo que alguna vez fue su hogar, decidió esperar paciente el término de la maldición, así fueran días, años o milenios.

Su piel desapareció, dejando visible únicamente sus huesos y sus órganos putrefactos, que con el pasar de los años también fueron consumidos. Podía moverse otra vez, con mayor facilidad que antes. Dedicado a observar día y noche el paso de las lunas en la isla, que florecía como en tiempos de antaño, revelando su mejor cara. Un día, desde la costa, vio como un barco se acercaba a ella, un barco blanco, construido con las mejores maderas y los más resistentes materiales, y a lo lejos, un hombre, esperanzado en pasar sus últimos años de vida en aquella isla remota. Decidió esconderse entrando a la isla, y una sonrisa espeluznante se apodero de él, estaba feliz, después de todo, su compañero acababa de llegar a hacerle compañía al fin.

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