DE QUÉ TRATA ESTE LIBRO
¿Quién no tiene algún familiar, amigo o conocido, sino preso del alcohol, bebiendo más de la cuenta?
La información de este libro, fruto de la propia experiencia del autor, con casi medio siglo de alcohólico, una ardua y fructífera investigación; mucha oración y ayuno; y la invalorable ayuda del Espíritu Santo; así como de profesionales expertos en el tema del alcoholismo e impactantes testimonios de alcohólicos recuperados, nos hará saber por fin de qué se trata realmente el alcoholismo. Por qué una persona se vuelve alcohólica. De qué manera nos puede afectar su conducta. Cómo nos protegemos de un alcohólico. Qué piensa, qué siente, cuáles son las ideas de nuestro alcohólico en cuestión y, lo más importante: Cómo cualquier alcohólico, por más bajo que haya caído, puede dejar el alcohol para siempre, y venir a ser un elemento muy beneficioso para sí mismo, para su familia, para la sociedad y, lo más importante: llegar a ser un verdadero hijo de Dios.
Amable lector, si usted, algún familiar, amigo o conocido tiene problemas con el alcohol, lo invito a leer este libro.
Si usted no cree necesitarlo, déselo a alguien que lo necesite. Será el mejor regalo que usted haya hecho a un alcohólico, porque le estará lanzando un salvavidas a una criatura de Dios que se está ahogando en el alcohol. Salvará una vida y Dios le tomará en cuenta esa ayuda, créame.
Sea usted un alcohólico o no, definitivamente este libro cambiará su vida para bien.
}}
¡ALCOHOLISMO!
¡Estoy Venciendo
al Alcohol!
Juan Alberto Sena
DEDICATORIA
Se dedica este libro a todas aquellas personas que sufren este terrible mal y quieren hallar una solución. Búsquenla en Dios, en este libro y en ustedes mismos.
AGRADECIMIENTO
Principalmente al Espíritu Santo; y a todos los pastores, alcohólicos y profesionales que me alentaron y ayudaron a escribir este libro.
También mi gratitud a mi amiga de Guatemala, Rosa María Quiñones Mijangos, sin cuyo apoyo espiritual y económico no hubiese podido publicar este trabajo.
A dos personas buenas, que vinieron a este mundo para hacerle un bien a la humanidad; y yo soy el instrumento que, a través y gracias a ellos, Dios utiliza ahora para cumplir este propósito. A Fermín y Zoila: mis padres, a quienes les doy mi eterna gratitud por haberme adoptado.
Los extraño tanto, pues ellos han partido primero para reunirse con Dios.
Dios les dé paciencia para esperarme. Sólo un poquito más y los estaré abrazando.
ÍNDICE
I – Un Borrachín de nueve años ………………………… 8
II -¿Soy un Alcohólico? ……………………………….. 17
III – Análisis del Alcoholismo …………………………. 19
IV- Dios existe para el Alcohólico ……………………… 29
V- Hay que cambiar de estímulo.………………………. 47
VI- Adiós al pasado …………………………………….. 49
VII- No se preocupe más……………………………….. 55
VIII- No saborees el licor antes de beberlo……………… 58
IX- Manejando las emociones …………………………… 60
X- La Depresión…………………………………………. 65
XI- Que debemos evitar ………………………………….. 67
XII- Eliminar la mentira …………………………………… 73
XIII- El Alcohólico como potencial……………………… 77
XIV- Maneja los insultos y los desprecios………………… 79
XV- Testimonio de otro borrachín ………………………… 81
XVI- El centro de Rehabilitación…………………………. 93
XVII- ¿Condena Dios el beber? …………………………… 96
XVIII- La sección 89…………………………………….. 101
XIX- He cometido muchos errores y por ello me culpo…. 104
XX- Los errores matan, pero a veces salvan……………… 107
XXI- ¿Cómo deberá ser mi relación con Dios? …………… 110
XXII- La Oración de un alcohólico……………………… 116
Epílogo…………………………………………… … 118
AVISO Y ADVERTENCIA
El autor se dirige a un alcohólico (en masculino) pero sus consejos también son aplicables a la mujer, porque ella también puede sufrir de este terrible mal.
Usted, amable lectora, lo único que tiene que hacer es cambiar el género.
Las citas bíblicas han sido tomadas de la versión Reina Velera.
Este libro no está dirigido sólo a los alcohólicos, sino a todos aquellos envueltos en el problema.
Más aún, a aquellos que, sin saber o sabiéndolo, se están metiendo poco a poco en este terrible drama.
A aquellos que están comenzando a beber de a poquitos.
A aquellos que les está gustando mucho beber y, que no saben que ya, poco a poco, están comprando su boleto para el infierno.
A aquellos que no saben lo qué están haciendo.
INTRODUCCIÓN
Le doy gracias a Dios por darme buenos padres adoptantes.
Este libro, tratado de superación personal, se inicia con la corta historia de Juan Pérez narrada por él mismo; y, aunque los nombres han sido cambiados, la suya es una historia de la vida real.
Su historia es parecida a la mía en cuanto a nuestra edad, tener padres adoptantes y haber sufrido el alcoholismo casi medio siglo, a diferencia que Juan Pérez tuvo padres adoptantes ignorantes de lo que aquí trataremos; lo cual indica que incluso con padres preparados y una buena crianza, nadie está libre de caer en el alcoholismo; pero, claro, con buenos padres y una buena crianza, las probabilidades de caer en alcohol son menores.
En resumen y a modo de consejo, les diré que el alcohol es como un torero:
Un torero, para mí, es un asesino al que hay que mirar de lejos; y si no lo miramos, mejor.
Creo que la popular frase “De lejos se ven los toros” sería incorrecta aquí, porque, en este caso… los toros… los toros somos nosotros.
Juan Alberto Sena
¿SOY UN ALCOHÓLICO?
¡CÓMO ME LIBRO DEL ALCOHOL!
¡ALCOHOLISMO!
¡ESTOY VENCIENDO AL ALCOHOL!
Editorial
PETICIÓN
Por favor, tengan paciencia con el inicio. Muchos de los grandes libros comienzan con hechos triviales; luego el interés en el libro se va incrementando más y más; y llega el momento que ya es casi imposible de dejarlo hasta terminarlo; y, aún más, les aseguro que al terminar de leerlo, extrañarán tanto a este Amigo, que volverán a disfrutarlo, si no una, variaaas veces.
Comencemos entonces con un testimonio trivial: La corta historia de Juan Pérez, y dejemos que él mismo nos cuente cómo se volvió alcohólico; y, luego, iniciaremos nuestro estudio y análisis del alcoholismo, ¿les parece?
Con ustedes y en pocas palabras, la historia de Juan Pérez:
I- UN BORRACHÍN DE NUEVE AÑOS
El sol en su cenit brillaba con todo su esplendor; las nubes muy respetuosamente se habían retirado para que el astro rey sea admirado y él en gratitud nos daba su calor. Sí, era el mediodía de un día de verano acá en mi país, el Perú.
Por mi nariz entraba el delicioso perfume de las flores con predominio de los jazmines y mis oídos eran acariciados por un coro de innumerables pajarillos que revoloteaban sobre los árboles en flor. Era la zona más antigua del cementerio, con nichos del siglo pasado, y la zona más solitaria… como yo.
Después de haber visitado la tumba de mi madre adoptante, haberme secado las lágrimas, y haber caminado sin un rumbo fijo por entre tantos muertos; de pronto me vi de pie, frente a esa viejísima tumba sin nombre; con mis brazos cayendo laxos, cogía en una de mis manos mi sombrero, mientras no dejaba de mirar aquella vieja tapa tras la cual habría algún ataúd con los restos de alguien olvidado por el paso de tantos y tantos años.
Entonces, y sin moverme de mi sitio, y que me perdone el difunto, mi imaginación comenzó a escribir en aquella sucia y olvidada tapa: “AQUÍ YACE MI ALCOHOLISMO 5 de Julio de 1967 – 4 de marzo del 2015.” Casi medio siglo había vivido mi alcoholismo. Hoy era su entierro. No quise irme sin una última oración: “Gracias amigo alcoholismo. Me enseñaste tantas cosas. Por ti soy ahora lo que soy. Sin ti tal vez estuviera muerto o quién sabe cómo y dónde. Tal vez mejor, tal vez peor. Tal vez nunca lo sepa. Todo lo que sé es que contigo gocé muchísimo, y también sufrí muchísimo. Por ti, y sin querer, le hice bien a algunas personas, pero también les hice mucho daño a cuantos se cruzaban en mi camino estando bajo tus efectos. Contigo, como repito, aprendí muchísimo. Hoy ya descansas en paz. Te dejo ir, y esta vez es para siempre. Ya no volverás más. Ya cumpliste tu función en mí. Ya no te necesito ni tú me necesitas a mí.”
Puse la palma de mi mano sobre la tapa de la tumba, di tres ligeros golpes con mis nudillos y me despedí: “Descansa en paz, amigo”, y con la cabeza gacha y lentamente me encaminé a la salida del campo santo.
No quise ir otra vez a sufrir la soledad de mi habitación, me dirigí entonces a una iglesia católica y entré en ella. Sólo había una anciana con velo arrodillada a una de las primeras bancas orando quién sabe qué y quién sabe a quién. Me senté y olí el perfume de la madera y el aroma del tiempo estancado ahí.
Junté las palmas de mis manos sobre el espaldar de la banca del frente y con mi frente en ellas cerré mis ojos y comencé a recordar:
Era un 5 de julio de 1967 y mi tía Carla cumplía años; yo tenía sólo 9 y en una semana tendría 10, era un niño aún.
La tía Carla había preparado un ponche a base de leche, huevos, canela en polvo y pisco que es un licor fuertísimo, consecuencia de la destilación de la uva.
En la sala se repartían las copas con dicho coctel, y a la cocina iban a parar las bandejas con las copas, muchas de las cuales todavía tenían algo de licor.
Sin que nadie se diera cuenta, iba yo juntando las sobras en una botella y rápido me las tomaba. Primero sentí ardor en mi barriga, luego como un calor iba bajando de mi nuca a mi coxis, luego el aturdimiento, seguido de una extraña sensación de alegría. Me asustó mi estado y me subí al techo llevando una botella llena de cunchos.
Del techo me vine abajo con botella y todo. Mi barriga chocó con una ducha que amortiguó la caída, pero de todas formas me di un tremendo golpe en la cabeza que me hizo perder el sentido.
Cuando desperté estaba en mi cama y el colchón olía a orines. Vi entonces a mi tío Ernesto, lo vi como ver a un gigante, que se sacó de su cintura una correa también gigante, para, sin decirme palabra alguna, darme de correazos y correazos por donde me cayeran, mientras yo gritaba y pedía perdón y suplicaba y suplicaba y prometía no sé qué y gritaba y gritaba hasta que, por fin, metiéndome bajo la cama, terminó la tortura. Mi tío Ernesto sólo se limitó a decir: “Eso es para que no lo vuelvas a hacer.”
Pero lo volví a hacer…
Quiero remontarme a mis orígenes: Mi abuela era una bella madre soltera con un hijo pequeño y sin nombre, cuando mi abuelo la conoció. Él aceptó adoptar como suyo y darle su apellido al niño, cuyo padre biológico no lo había firmado. Feliciano Pérez vino a llamarse en vez de Feliciano Romero. Mis abuelos procrearon entre ellos otros hijos: mi padre, mi tía Carla, mi tío Ernesto, etc.
Con 24 años, mi padre cometió el error de envolverse sentimentalmente con una mujer de cuarenta años, pobre y, además, alcohólica. Aquella bella señora fue mi madre, quien vivía en los temibles Barracones del Callao, con su anciana mamá que sufría de tuberculosis.
Nací yo y mi abuela paterna, al enterarse, pegó el grito en el cielo. Al lado de mi madre era casi seguro que contraería yo la tuberculosis de mi abuela materna, así que mi padre les pidió a mis abuelos paternos que me criaran como si fuera yo uno de sus hijos. Mi abuelo estuvo de acuerdo, mas no mi abuela quien dijo: “¡No criaré hijo ajeno!” (sin considerar, precisamente, que su esposo le estaba adoptando, a ella y de ella, un “hijo ajeno”). Por fin, él se impuso y pasé a vivir al lado de mis abuelos paternos como mis padres; y mis tíos vinieron a ser como si mis hermanos fueran.
El problema fue que mi abuela nunca se olvidó de mis orígenes. Esperó a que tuviera yo uso de razón para, siempre que no había nadie que la escuchara excepto yo, me repetía: “Tú eres hijo de una borracha.” “A tu mamá le dicen La Masca Vino porque le gusta el vino.” “Tú perteneces a los Barracones.” “Tu madre es una puta.” “Tu madre es una vieja que se metió con mi hijo y naciste tú. Tú le jodiste la vida a mi hijo.” “Tu madre tiene hijos y sobrinos delincuentes y tú serás un delincuente también.” “Vas a terminar en la cárcel como tus hermanos y tus primos.” “Vas a ser un borracho igual a tu madre…”
Y, sí, crecí con una madre que, siempre que podía, me recordaba de dónde había yo salido y me pronosticaba toda una larga vida de miseria, delincuencia, carcelería y alcoholismo. Por eso aquella vez que vi las sobras de licor, acepté lo que mi abuela me dijo que debía ser mi destino. Ya mi mente había estado siendo programada para el alcoholismo por la mamá de mi papá.
Para un niño los padres son como dioses: Para los hijos, todo lo que los padres le dicen es cierto.
Por ejemplo: Si el niño llega del colegio con malas notas y la madre le dice: “¡Bruto! ¡Así nunca vas a terminar el colegio…!” Lo más probable es que ese niño nunca termine el colegio. Peor aún: “¡Vas a terminar remendando zapatos viejos en alguna esquina de mala muerte o vas a terminar en la cárcel…!” Es casi seguro que terminará así. “¡Eres un idiota!” “¡Mal criado!” Ídem.
Los Barracones era un lugar habitado por gente muy pobre, la mayoría alcohólica y donde vivían muchos delincuentes también.
Según sé, mi padre fue invitado a una fiesta en ese peligroso lugar y ahí conoció a mi madre y ahí nací yo. Por eso mi abuela patena siempre que podía me repetía: “Tú perteneces a los Barracones, Tú perteneces a los Barracones. Tú perteneces a los Barracones.”
Al cumplir los dos años de vida, mi madre volvió a salir embarazada de mi padre; pero esta vez mi abuela se negó rotundamente a criar a mi hermanito y éste murió de tuberculosis cerebral. El niño gateaba sobre el piso de tierra donde mi abuela materna escupía sus bacilos de Koch y estos bacilos se le metieron a mi hermanito, subieron al cerebro y le provocaron una meningitis tuberculosa. Mi tía Carla corrió con los gastos del sepelio, como para un descargo de la familia.
A partir de los 12 años me escapaba del colegio para ir a los Barracones y juntarme con mis primos maternos que, según mi abuela, eran los únicos familiares que me pertenecían. Con ellos mi alcoholismo se constituyó por completo.
Cuando volvía de los barracones, mi abuelo decía: “Este viene de ver a su gente. A sus primos los delincuentes. Algún día va a salir en los diarios también como un delincuente.” Y mi abuela lo secundaba: “Sí, pues, La cabra tira al monte.”
Cada vez que hacía algo malo o que a ellos no les gustaba, mi abuela me sacaba en cara el haberme adoptado diciendo su repetitiva frase: “Cría cuervos y te sacarán los ojos.”
Cuando cumplí los doce años, en una ocasión, porque no quise darle una de mis galletas a mi abuelo, éste se molestó tanto que dijo: “¡Yo no lo quiero acá en mi casa! ¡O se va él o me voy yo!” ¡Sólo por una galleta! Ya me la tenían jurada. Ya sospechaba yo que pronto terminaría viviendo en los Barracones. Siempre que nadie la escuchaba, mi abuela no perdía la oportunidad de recordarme que era yo un “recogido digno de lástima”; que debía estar agradecido que no tuve la misma suerte de mi hermano muerto (El que murió de tuberculosis cerebral, porque ella no quiso sacarlo y salvarlo de los Barracones).
En una ocasión mi abuela, pelando unas arvejas, dijo de mí: “Este nunca va a ser una buena persona.” Y mi abuelo, sin dejar de ver el periódico, comentó: “Árbol que nace torcido, jamás su tronco endereza porque es de naturaleza, el vicio con que ha nacido.”
Sí, yo para ellos era un árbol torcido.
Y además ¿saben qué?, como para coronar las injusticias de mi niñez, les relataré que hasta los diez años me oriné la cama consecuenciando una terrible tortura:
Hoy sé que algunos niños se orinan la cama hasta tardía edad, no por otra cosa que por causas fisiológicas o psicológicas (o por una combinación de ambas).
Algunos niños nacen con el esfínter de la vejiga débil.*
Pero vayamos al aspecto psicológico:
Estudios en psicología señalan que algunos niños que no son felices, o que llevan una vida familiar conflictiva, o niños abusados por sus padres o familiares, en un acto subconsciente se orinan la cama. Y digo subconsciente porque el subconsciente no sopesa consecuencias; sólo actúa en rebeldía ante una injusticia; actúa lo mismo que una válvula de escape en una caldera de vapor que sirve para que esta no explote; o, tal vez, en una actitud vengativa ante una constante injusticia; pero casi nadie tiene control sobre su subconsciente, y menos un niño.
Sí, amigos, en varias ocasiones, sin yo quererlo conscientemente, amanecíamos mi cama y yo mojados de orín. Mi tío Ernesto entonces se sacaba su gigante correa y no paraba hasta que mi cuerpo recibiera una buena dosis de sus latigazos.
*La incontinencia no es exclusiva de los ancianos.
Es interesante notar que en ciertos actos el hombre en la ancianidad vuelve a ser un niño, pero para él no hay latigazos (creo) sólo comprensión y pañales.
También existen casos de niños ignorados, cuyo subconsciente quiere hacerse notar, quiere llamar la atención.
Aunque tenemos que admitir que existen también niños “mal criados” que se orinan la cama al propósito, pero este no era mi caso; porque los repetitivos latigazos de mi tío Ernesto dan fe de esta dolorosa verdad. En mis incipientes años yo no sabía por qué me orinaba la cama, lo único que sabía era que yo no tenía control sobre ello.
Hoy sé que en vez de la flagelación de mi tío Ernesto lo que yo necesitaba era la visita a un urólogo o a un psicólogo o a ambos.
La triste realidad es que yo sentía que ni a mi madre biológica ni a mi madre adoptante yo les importaba mucho.
Quiero incluir aquí la opinión de la ginecóloga peruana Jeannette Marchena sobre mi situación:
“Cuando un bebé nace y el vínculo con su madre es débil, esto lo predispone a problemas endocrinológicos, depresión, adicciones y menor respuesta al estrés, y todo esto influirá negativamente en la vida futura del nuevo ser.”
En la esquina del barrio donde me crie operaba una ruidosa y muy concurrida cantina llamada “El Arca de Noé”; y los niños del barrio nos parábamos en la puerta para que los parroquianos nos inviten una soda. “Pasa, hijo, pasa” me decía un señor que no era mi papá ni mi tío, que en una mesa tomaba su licor con otro parroquiano. “¿Quieres una kola? Después que yo afirmara, gritaba hacia la barra: “¡Oye! ¡Dale una Inka Kola acá, a mi sobrino!” Lo interesante del caso es que, en aquel entonces, ni el dueño del local, ni los que atendían las mesas nos prohibían la entrada.
Yo, al igual que mis demás compañeritos que nos parábamos en la puerta de la cantina, llenábamos nuestro cerebro, no sólo con la ruidosa música de la Sonora Matancera, sino también con la alegría de los parroquianos. Ciertamente, se podía ver la “felicidad” que producía el tomar esas sustancias alcohólicas. Veíamos a los borrachos, locuaces, cantando, riendo, bailando entre ellos. Para nosotros era indudable que eran “felices”; entonces, quedó grabado en nuestro subconsciente la idea-concepto de que esa sustancia (el alcohol) producía felicidad; la borrachera producía felicidad. Quedó grabado indeleblemente en nuestro subconsciente la idea-consepto LA BORRACHERA PRODUCE FELICIDAD, LA BORRACHERA PRODUCE FELICIDAD, LA BORRACHERA PRODUCE FELICIDAD. Y esa programación dada a nuestro cerebro, de forma encubierta, nos seguiría hasta la muerte.
Sin saber, estábamos condicionando a nuestro cerebro a que, cada vez que tuviéramos algún problema en la vida que nos produzca infelicidad, la solución estaba en optar por lo opuesto: LA BORRACHERA PRODUCE FELICIDAD, LA BORRACHERA PRODUCE FELICIDAD, LA BORRACHERA PRODUCE FELICIDAD.
Lea bien esto, amado lector: No deje que los niños vean la “felicidad” que produce el licor. A mí me hizo mucho daño y, ¿saben qué?, casi todos los niños que vivieron en mi barrio se volvieron alcohólicos. Varios han muerto ya, algunos de cirrosis.
A los 15 años fui definitivamente expulsado de la casa de mis abuelos paternos y fui a vivir con mi padre quien tenía otro compromiso, pero eso no duró. Con mi madre fue peor y así terminé en la calle, durmiendo en los parques, en los grifos de gasolina, en las puertas de las iglesias, bajo los puentes, o donde me cayera la noche.
Durante el día me juntaba a un grupo de alcohólicos que vinieron a ser toda mi familia.
Hoy, al igual que el autor de este libro, tengo ya 62 años y casi 50 de haber sufrido aquel infierno del cual muy pocos salen: El alcoholismo. ¿Cómo escapé de esa inexpugnable cárcel? No fue con una balsa de cocos como en Papillón, créame. ¿Quiere saberlo? Pues, parte de mi terapia está escrita en este libro. Vean lo que el escritor tiene que decirles al respecto ¿sí? Sigan leyendo…
II – ¿SOY UN ALCOHÓLICO?
Dejemos bien en claro esto: Muchos creen que un alcohólico es aquel borrachín que bebe todos los días y termina en el suelo. Claro, indudablemente, ese es un alcohólico; pero, hay personas que beben todos los días y aun así no son alcohólicos sino bebedores sociales; los que se beben una sola copa de vino con las comidas, por ejemplo; o los que al llegar a casa del trabajo y se sirven una sola copa de un dedo de whisky, como para relajarse, o como un aperitivo; aunque yo les digo una cosa: mejor no lo hagan.
Un hombre que bebe solo una vez por semana o, incluso, sólo una vez al mes puede ser un alcohólico. ¿Cómo es esto?
El alcohólico es aquel que cuando comienza a beber no puede parar hasta terminar totalmente borracho y, generalmente, esa borrachera le cambia la personalidad tornándolo en otra persona. Un alcohólico es aquel que cuando bebe, su borrachera le causa problemas; ese es un alcohólico. Independientemente de si bebe todos los días, o una vez a la semana, o al mes o al año, incluso.
Para darles una idea de lo que el alcohol significa para el alcohólico, les diré que cuando el alcohólico comienza a beber, siente que la vida es hermosa, que es inmensamente feliz y si, por cualquier motivo, razón, o circunstancia, tuviere que dejar de beber, sin haber terminado de estar totalmente borracho, entonces se desinfla; siente que la felicidad ya se le fue, que la vida ya no tiene sentido, se siente mal; la falta de lo único que lo hace feliz, que le permite seguir viviendo como él quiere vivir, ya fue. Se siente como se sentiría un niño a quien se le quitó su juguete favorito. Es un terrible sentimiento de vacío, de amargura; y he ahí lo alarmante: De haber estado eufórico, alegre en extremo, se torna amargado y, por ende, muy peligroso.
Los que no son alcohólicos e, incluso, los que recién están iniciándose en el alcoholismo, tal vez crean que estoy exagerando, pero, créame, es así. Y no se necesita tocar fondo para experimentar esa “desilusión” cuando ya no se puede seguir bebiendo, sin todavía “haber terminado” (en el suelo).
III – ANÁLISIS DEL ALCOHOLISMO
Hagamos un estudio sobre el alcoholismo. Comencemos con unas frases sueltas del autor de este libro, como para meditar en lo duro de esta enfermedad:
Tratar de quitarle el alcohol a un alcohólico es como tratar de quitarle la comida a alguien que tiene mucha hambre.
Para un alcohólico cada botella de licor es como una caja de Pandora de donde salen todas las desgracias.
Para un alcohólico el diablo es malo, pero el alcohol es maaás malo.
Leí en algún sitio que las botellas de licor llenan más ataúdes que las guerras.
La alegría que da el alcohol es una anestesia que nos pone una venda para no ver y sentir el dolor de la miseria propia y ajena.
Habiendo tanta gente y animalitos que pasan hambre, gastar el dinero en alcohol es un crimen imperdonable.
Decir que el alcohólico odia el alcohol es una completa mentira. El alcohólico ama el alcohol. El alcohólico no quiere dejar de beber, pero sí quiere querer dejar de beber y eso es lo difícil.
¿Sabe lo que me dijo un alcohólico a quien aconsejé ir a Alcohólicos Anónimos? “Tengo miedo de ir a ese lugar porque de pronto me convencen de dejar de beber. Aunque necesito dejar el trago pero… no pueeedo; a sido mi compañero taaantos años. ” Sí, amigo lector, llegará el momento en que el alcohólico perderá también el sentido común; ahí sí ya, la cosa será más crítica.
Recuerda: Lo que pienses de la vida te será devuelto.
Sin embargo, un miembro de Alcohólicos Anónimos que llevaba más de tres años sin beber alcohol dijo al respecto de su recuperación, y mire el contraste eh: “No sé si no bebo porque soy feliz o soy feliz porque no bebo.”
Una de las peores e ingenuas creencias del alcohólico es creer que, después de un tiempo sin beber, o bebiendo algo no tan fuerte, se podrá volver a beber de forma normal o moderada.
Aunque suene dramático, un alcohólico siempre y por el resto de su vida, estará al borde de un precipicio; sólo basta un trago, por pequeño que sea; sólo un pasito, por pequeño que sea, para caer al abismo.
En alguna parte leí la historia de un alcohólico que envidiaba a su perro porque éste no bebía.
Los errores y frustraciones del pasado que generan el reproche del presente, son poderosos disparadores para tomar la botella.
La evocación del pasado que se extraña en el presente; aquellos “buenos tiempos” que ya nunca volverán también son cómplices de la botella.
Lo malo y lo bueno, lo triste y lo alegre. Todo es un pretexto para empinar el codo.
Por ejemplo: El alcohólico se culpa por haber perdido el tiempo en y con el alcohol y se dice a sí mismo: “Qué más da otra borrachera. Una gota de agua más al océano no lo va a perjudicar (y nadie se va a dar cuenta). Una raya más al tigre…” y sigue viviendo con esa falaz esperanza de algún día parar de beber. Contario a la filosofía de los Alcohólicos Anónimos (AA), ellos se dicen: “Sólo por hoy beberé. Mañana posiblemente deje de beber, no sé; pero sí sé que hoy beberé.”
Otro problema subyacente es la socialización de la mayoría de los alcohólicos. Llega el momento en que el alcohólico ya no se siente bien sino sólo al lado de quienes son como él. Se enamora de sus amigos de alcohol y ya no puede prescindir de ellos. Se convierte entonces en doble dependiente: Del alcohol y de los que beben con él.
A veces son como un mal matrimonio: Se pelean y se amistan; se hacen daño pero ahí están fieles al castigo con tal de no separase. Se necesitan.
El problema del alcohólico es que inconscientemente para ellos todo el mundo es malo: Yo soy malo, tú eres malo, él es malo, nosotros somos malos, vosotros sois malos; ellos son malos. Pero como he dicho, esto es a nivel subconsciente. Eso crea un resentimiento general. Son desconfiados y esa desconfianza los hace egoístas y ventajistas.
Una de las favoritas fantasías del alcohólico que conocí, es que todo el mundo se muera y él tenga todas las botellas del planeta para beber sin que nadie lo juzgue.
En una ocasión, un alcohólico, muy filósofo él, me dijo: “Ojalá descendiéramos del mono: Los monos son vegetarianos; que yo sepa, no se emborrachan ni fuman. No le pegan a sus mujeres ni maltratan a sus niños ni hacen tantas locuras destructivas como el hombre.”
Llegará el momento en que la bebida ya no te cause placer sino que será para aliviarte el sufrimiento que te causará ese infierno llamado alcoholismo.
Aunque el alcoholismo no se puede curar, la perpetua sobriedad sí se puede conseguir.
Si en nuestro caminar, nos sigue el sufrimiento sin haberlo llamado pero con un buen propósito, entonces vamos por buen camino.
Finalmente, hay algo que debo decirte: Hay un alcohólico sediento de alcohol dentro de ti. Este libro te ayudará para que no lo dejes salir, y seas feliz sin necesitar de ese demonio.
Quiero compartir con ustedes lo que una experta en alcoholismo piensa del beber en exceso:
De Evangeline Booth: “El alcohol ha vertido más sangre, enlutado más hogares, vendido más casas. Provocado la bancarrota de más individuos, armado más villanos, causado la muerte de más niños, deshecho más matrimonios, ultrajado más inocentes, cegado más ojos, deformado más miembros del cuerpo, destronado más razón, arruinado más fidelidad, deshonrado más mujeres, quebrantado más corazones, hecho pedazos más vidas, causado más suicidios, y cavado más sepulcros que cualquier otra plaga venenosa que jamás ha azotado al mundo.”
En una ocasión, un alcohólico que ya llevaba casi veinte años sin beber, me dijo: “Cuando veo una botella de licor, no imagino que dentro hay cerveza o vino o whisky; sino que su contenido lleva las lágrimas de madres abandonadas. Niños huérfanos, ancianos enfermos, lágrimas del dolor de miles de seres inocentes que sufren y sufren y sufren. Lágrimas y más lágrimas que yo no pienso volver a beber.”
Sí, mis amigos, el alcohol es un lobo que se disfraza de cordero. Hogares destruidos, niños abandonados, divorcios, pleitos, celos, iras, contiendas. Pues quiero decirles lo que hace a nivel físico:
Surte efectos tóxicos en la sangre, en el cerebro y en el sistema nervioso:
Ensucia el hígado y la sangre, por eso, después de una borrachera, el aliento y el sudor del borracho apestan; y, pobrecita, la esposa del alcohólico tiene que soportar esa tortura, de dormir con alguien que todavía ama o que amó alguna vez.
Envicia el Sistema Nervioso Central provocando dependencia que poco a poco se va volviendo crónica.
Afecta a millones de neuronas del cerebro, disminuyendo la sinapsis de las dendritas y, por consiguiente, disminuyendo la inteligencia y creando lagunas mentales; disminución de la capacidad cognitiva y deterioro gradual de la memoria. Disminuye la serotonina y la dopamina, que son las hormonas llamadas “de la felicidad”, creando depresión y aumentando la adrenalina generando con ello irracionabilidad y agresividad.
Déjenme poner en letras grandes lo que le podría esperar a un alcohólico si no para de una vez:
ODIO
HAMBRE
SUFRIMIENTO
POBREZA
MISERIA
ENFERMEDAD
DEMENCIA
INMORALIDAD
PECADO
AGRESIVIDAD
VIOLENCIA
DELINCUENCIA
ASESINATO
SUICIDIOS
MUERTE
Y la lista sigue, como divorcio, sida, cárcel, manicomio, mendicidad, etc.
Nadie está libre de ser un alcohólico; desde el más ignorante, al más culto; desde el más retardado, al más inteligente; desde el más enfermo, al más sano; desde el más tacaño, hasta el más generoso; desde el más diablo, hasta el más santo; desde el más joven, al más viejo; y así podíamos seguir: Nadie, nadie, nadie está libre de ser un alcohólico. Aunque usted no lo crea, hay incluso médicos psiquiatras que son alcohólicos.
Si Dios tiene un cuerpo físico y puede beber, entonces Dios también puede caer en el alcoholismo. Sólo se necesita que beba regularmente, primero; y que vaya incrementando poquito a poquito su consumo de alcohol, para que Él también sea un alcohólico. Tarde o temprano lo será, créame. Y eso lo sabe cualquier alcohólico.
El demonio del alcoholismo no respeta a nada ni a nadie; camina buscando a alguien que sea suficientemente confiado que crea que sólo es un bebedor social y que, en su confianza, bebe un poquito más cada vez para, una vez mordido el anzuelo, tenerlo como su esclavo para siempre.
Acostumbrarse a beber, amigo, es como jugar con una alacrán; tarde o temprano te picará y te llevará a la tumba.
Todo alcohólico es muy susceptible. Todo alcohólico es una bomba emocional a punto de explotar en cualquier momento. Sólo hay que herirlo en su orgullo, porque no hay ser más orgulloso que el alcohólico; y es en alguna medida, envidioso, resentido y egoísta.
¿Envidioso de quién? De los que no son como él; de los abstemios y de los que son bebedores sociales o sociables. Él quisiera ser como ellos; pero, lamentablemente para él, él ya entró en un infierno del cual es muy difícil salir.
¿Resentido con quién? Con la sociedad. Para el alcohólico existen dos mundos: El de los bebedores sociales o sociables y el mundo de los alcohólicos; el segundo, un mundo despreciado, marginado y discriminado por el primero.
¿Egoísta? Sí, el alcohólico es el ser más egoísta que existe, porque bajo los efectos del licor, nada es más importante que seguir bebiendo. No importa que esto perjudique a su familia, amigos, ni a él mismo, ni a Dios. Para el alcohólico que está bebiendo, el alcohol es más importante que Dios, que todo, absolutamente todo.
No juzgue negativamente a un alcohólico mientras éste está borracho, porque se expone usted a que, incluso, lo mate. Recuerde que el alcohol amplifica las emociones, hay que tener mucho cuidado. Muchos asesinatos son cometidos bajo los efectos del alcohol.
A las bebidas alcohólicas también se les llama “Bebidas Espirituosas”, porque los efectos del alcohol no sólo se dan en lo físico, sino también en lo espiritual o “mental”, si se quiere interpretarlo así.
Limpiar de lo físico el alcohol no es difícil, es fácil. Limpiar el espíritu del alcohol es ¡IMPOSIBLE! Por eso se dice que el alcoholismo es una enfermedad incurable.
En los alcohólicos el sistema nervioso central se acostumbra al alcohol. Cuando éste falta, tiemblan las manos, el estómago se pone duro, hay vómitos, sudoración en todo el cuerpo, respiración con dificultad, una espantosa depresión, desesperación, ganas de morir. Es un estado de terrible sufrimiento. Se necesita de más alcohol y en ese momento y para el alcohólico es el único remedio, es la única medicina salvadora. El alcohol se vuelve tan necesario como el aíre que se respira. Pero esa es la consecuencia física del alcoholismo, el mal menor. Lo más fácil de eliminar. Con sólo la abstinencia total, medicada o sin medicar. Aunque sin medicar es como meterse en un infierno terrible; pero un infierno del cual, gracias a Dios, se puede salir.
Otra cosa es la Dependencia Alcohólica Espiritual, o Psicológica o Mental, como la llaman muchos. Esa sí que es IMPOSIBLE de erradicar. El alcohólico, pues, seguirá siendo alcohólico por el resto de su vida. Aun si el resto de su vida no prueba ni un solo trago; porque basta un solo trago para que haya que empezar de cero otra vez. Así que decir: “YO FUI ALCOHÓLICO” es una falacia, es una mentira. Lo correcto sería decir: “EL ALCOHOL YA NO ME DOMINA” o, como el título de este libro: ¡ESTOY VENCIENDO AL ALCOHOL!
Cualquier reclusión forzada o no forzada, cualquier sanatorio, Centro de Rehabilitación, Centro Terapéutico e, incluso, Centro Espiritual nos puede librar del alcoholismo físico; pero el único que nos puede ayudar a que nos libremos del Alcoholismo Espiritual o Psicológico es Dios, no hay otro. Y los Alcohólico Anónimos saben muy bien esto, porque de los famosos Doce Pasos, siete son “…Bajo la ayuda de un Ser Superior…” Estos siete pasos tienen que ver directamente con la ayuda Divina.
Pero, entonces, ¿qué quiere decir esto? ¿Qué los agnósticos y los ateos no tienen salvación?
Para los agnósticos: No se puede demostrar que Dios existe.
Para los ateos: Sí se puede demostrar que Dios no existe.
En estos casos, si Dios es el, digamos, antibiótico para curar esa infección llamada alcoholismo, ¿los agnósticos y los ateos serían, pues, alérgicos a este medicamento?
Digamos mejor que Dios es ese suero que contrarresta ese veneno llamado alcohol; y que los agnósticos y ateos son renuentes a aceptar ese salvador suero. Y hasta que no lo acepten, la ponzoña seguirá avanzando en su curso mortal.
Para que un paciente envenenado se beneficie más del suero, es bueno que esa persona sepa y tenga fe de que ese suero la salvará.
¿Cómo, pues, convencemos a un agnóstico o a un ateo de que Dios existe?
Hagamos, pues, un intento:
Primero que nada, seamos concretos en lo siguiente: Es más fácil convencer de que Dios existe a aquellos que, prácticamente, nunca han sabido nada de Dios más allá de lo ordinario; que a aquellos que algún día tuvieron fe en Él y perdieron su fe porque sus innumerables plegarias pidiendo a Dios por ayuda no fueron respondidas como ellos quisieron.
Aquellos cristianos, por ejemplo, que tuvieron una experiencia cristiana y que nada de esta experiencia sirvió, o que esta experiencia no sirvió de nada para dejar de beber. O que sólo fue una pérdida de tiempo con un Ser sordo, distante e indiferente que no se molestó en ayudarles; estos ex cristianos, son muy difíciles para convencer de que Dios sí existe y, aun convenciéndoles de esto, convencerles de que Dios les puede ayudar es todavía más difícil. Pero, hagamos el intento:
Sentado en una de las bancas del Parque de la Reserva de Lima, tuve la oportunidad de oír a un orador que, por su vestimenta y apariencia, no se veía normal mentalmente, pero su razonamiento me impresionó. Dijo algo así:
“Venimos a este mundo a representar personajes de una obra teatral. En este mundo todos somos actores de un drama. Dios es el Guionista y el Director y debemos representar nuestros papeles sin sufrir por las consecuencias que sufre nuestro personaje. Al final de la representación teatral todos reiremos al ver que todo en este mundo sólo fue una actuación. Todos somos grandes actores, el problema es que la mayoría se toma muy en serio su papel. Aquellos que mueren sin creer en Dios, no creo que algún día lo lleguen a conocer.”
Firmemente creo que al agnóstico y al ateo les falta un ingrediente vital para aceptar la existencia de Dios: La humildad.
Sobre esto Jesucristo dijo: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos será el Reino de los cielos. “Mateo, capítulo 5, verso 3 (Mat 5: 3).
¿Quiénes son pobres en espíritu? Son aquellos que reconocen humildemente que lo que saben de Dios es casi nada y son conscientes de su necesidad espiritual. Aquellos que no son tercos en cuestionar la existencia de Dios a la luz de la limitada lógica de este limitado mundo.
IV- DIOS EXISTE PARA EL ALCOHOLICO
Al dejar el alcohol tuve que replantear toda mi vida: Por el alcohol había perdido a toda mi familia porque ellos ya no querían saber nada de mí (hasta hoy). Como consecuencia de medio siglo de alcoholismo, mi economía estaba como yo siempre estuve: Por el suelo. Me vi en la necesidad de vender caramelos para vivir. En una de mis incursiones a uno de los buses donde ofrecía mi producto y, a la vez, daba algún corto mensaje de parte de Dios a los pasajeros, una buena señora me invitó a que bajara con ella para regalarme con un almuerzo. La dama había perdido a su hijo y quería saber tres cosas: Si Dios en verdad existía, si Dios es el Autor de la Biblia y si volvería a ver a su hijo. Voy a reproducir acá parte de lo que ya relaté en mi anterior libro “El Caramelero” sobre lo que realmente pasó entre esta señora y yo:
“Estaba por bajar de mi último bus; esperaba que el vehículo se detuviera y abriera la puerta de atrás para, por fin, ir a mi cuarto, cuando una señora me habló:
–¿Te gustaría almorzar conmigo? Te invito.
–Bueno, sí, gracias –le acepté.
–Siéntate, entonces. Ya vamos a llegar.
Al sentarme, inmediatamente vino el cobrador a cobrarme pasaje. La señora le pagó.
Bajamos en una esquina donde justo había un restaurante. La señora pidió dos menús y, mientras esperábamos, me aclaró:
–Me llamo Angélica y soy profesora de secundaria. Enseño Ciencias. Te he invitado porque quiero que me convenzas de que Dios existe.
–Señora. Demostrar que Dios existe es muy fácil. Lamentablemente no tengo una Biblia, pero haré lo mejor que pueda –le prometí y ya iba a comenzar a hablar, cuando nos trajeron la sopa. La señora cogió una cuchara, la limpió con una servilleta y comenzó a comer. Yo agaché mi cabeza y oré dándole gracias a Dios por aquella señora, por los alimentos que proveyó, y por la oportunidad de pagarle con mis conocimientos sobre la existencia de Dios; y aproveché la oración para pedirle a Dios que me dé su Espíritu Santo, como Él lo promete en Lucas 11: del 9 al 13, para que Él me diga qué he de decir. Comimos en silencio. Al terminar me dijo:
–Tengo una Biblia en mi casa. Es aquí cerca. Vamos y me esperas en la esquina.
–Claro –le acepté.
Volvió la señora trayendo la Biblia la cual puso en mis manos y me ordenó:
–Vamos a caminar una cuadra. Hay un parque con bancas allí, para que me convenzas de que Dios existe. Esa Biblia era de mi hijo. Él murió hace casi un año y es por eso que necesito saber si Dios existe y si existe otra vida después de esta y si es que volveré a ver a mi hijo –me explicó.
–Bueno, señora, siento mucho que su hijo haya partido ya; pero es fácil ver que Dios existe. Por ejemplo, mírese un dedo…
–¡Un momento! Tengo una pregunta preliminar. ¿Cómo me pruebas que la Biblia es escrita por Dios; o, como ustedes le llaman: “La Palabra de Dios”?
–La Biblia no fue escrita por Dios. Fue escrita por 40 hombres; pero estos hombres no escribieron de su propia cuenta, sino que escribieron siendo inspirados por Dios; en otras palabras, se diría que Dios les dictó lo que tenían que escribir; por eso no se llama “La Palabra de 40 hombres”, sino “La Palabra de Dios”. Es como lo siguiente: En una empresa, el gerente le dice a su secretaria: “Señorita, póngase a la máquina y escriba lo siguiente: `Señores proveedores, les agradecería me envíen el pedido que les voy a hacer´…” ¿Quién es la que escribe?
–La secretaria.
–Pero, ¿de quién es la inteligencia de lo escrito?
–Del gerente.
–Dios es espíritu y a través de su Espíritu Santo, que es el mismo espíritu de Dios, les inspiró lo que tenían que escribir. Se dice que Dios es Nuestro Padre Celestial ¿verdad?
–Eso se dice.
–Suponga que su padre le dice a usted: “Hija, me voy a los Estados Unidos por diez años y te voy a escribir.” Pero durante los diez años, su padre no le envía ninguna carta. ¿Sería un buen padre?
–Claro que no.
–Dios sí es un buen Padre y Él nos ha enviado una Carta llamada la Biblia. Ahí Él se da a conocer y nos dice cómo debemos vivir para ser felices; y, también nos dice como no debemos vivir para no ser infelices, para no meternos en problemas. Créame que si usted leyera y estudiara y pusiera en práctica lo que dice Dios en su Santa Palabra, la Biblia, tendría usted menos problemas.
–¿Tú no tienes problemas?
–He dicho “Menos” problemas.
–Oh. Y ¿dónde en la Biblia dice que esos 40 hombres escribieron siendo inspirados por Dios?
–Permítame –le pedí y abrí la Biblia en la referencia en cuestión. –Acá está. Segunda de Timoteo 3: 16 y 17.
–¿Qué es eso de “Segunda de Timoteo 3: 16 y 17”?
–Es la segunda carta que le escribió el apóstol Pablo a Timoteo, capítulo 3, versículos 16 y 17. La Biblia está dividida en capítulos y cada capítulo en versículos. Después de los dos puntos vienen los versículos, ¿ve? –le pedí mostrándole lo que leeríamos. –Leamos juntos que dice: “Toda escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. “
–¿Qué entiendes por “redargüir”?
–Refutar, objetar, censurar. Pero vea que dice que sirve también para que seamos enseñados y enteramente preparados para toda buena obra. Si la Biblia no hace mal, y puede hacer el bien ¿por qué no la leemos?
–Bien pero quiero me pruebes que Dios existe. En eso quedamos ¿no?
–No sólo yo se lo puedo probar. Toda la naturaleza prueba la existencia de Dios. Todo está sincronizado. Todo indica que hay una Gran Inteligencia detrás de todo esto. Mire: El mar tiene sal. Si el mar no tuviera sal, el agua se pudriría y el mundo apestaría terriblemente. La sal contiene dos desinfectantes: El cloro y el sodio. Luego el agua del mar se evapora y sube, se forman las nubes y estas bajan a la tierra en forma de lluvia sin sal para regar las plantas y darnos de beber. Las plantas inhalan dióxido de carbono y exhalan oxigeno; justo lo opuesto a nosotros, al reino animal que usamos el oxígeno y exhalamos dióxido de carbono. Si no hubiera plantas moriríamos por falta de oxígeno. Por favor, mírese el dedo. ¿Qué ve ahí?
–Pues un dedo.
–Pero hay una huella digital ahí ¿verdad?
–Pues, sí.
–En el mundo hay aproximadamente 7,000 millones de personas. Si usted multiplica 7,000 millones por 20 dedos, porque los dedos de los pies también tienen huella digital, tenemos que en el mundo hay 140,000 millones de dedos y ¿sabe qué? De esos 140,000 millones, ¡no hay dos dedos que tengan la misma huella digital! ¡Ni en los gemelos! Cualquier policía puede certificar esto. Si los gemelos son idénticos en todo ¿por qué no tienen la misma huella digital? ¿Quién creó ese sistema de identificación tan perfecto? Los sabios, los más grandes científicos que no creen en Dios se preguntan: ¿Cómo se creó la huella digital? El hombre no necesita la huella digital. Si no tuviéramos huella digital igual viviríamos. Ahora bien, dicen que procedemos del mono, pero no hay ningún mono que tenga huella digital. Hace poco se determinó que el animal más parecido al hombre, fisiológicamente hablando, no es el mono. Hoy, por ejemplo, con la piel del cerdo se hacen implantes de piel en los seres humanos; el mono no sirve para eso. ¿De dónde se saca la insulina para los diabéticos? ¿Del mono? No, del cerdo. ¿De dónde se saca la tiroxina para los que sufren de la tiroides? ¿Del mono? No, del cerdo. Entonces ¿diría usted que procedemos del cerdo? Está comprobado por muchas pruebas que los monos sólo ven en blanco y negro. El ser humano es el único ser que puede ver en colores; y el ser humano es el único ser que puede hablar racionalmente… Hay diferencias ¿verdad?.. ¿Se creó la percepción de los colores y el habla por evolución, o porque una Gran Inteligencia así lo dispuso?.. Los científicos evolucionistas no tienen una respuesta, entre otras cosas, para la existencia de la huella digital. Pero nosotros sabemos que fue Dios, porque sólo a una Súper Inteligencia se le pudo ocurrir esto –le dije mostrándole mi dedo índice–. Fue Dios. Dios existe. Ahora si le dijera del ADN y su interminable secuencia.
Quiero leerle algo que fue escrito cuando se creía que el mundo era plano. Está aquí, Isaías 40: 22, Dice: “Él está sentado sobre el círculo de la tierra…” ¿Cómo podría haber sabido el profeta Isaías, casi 800 años antes de Cristo, que la tierra era un círculo?; o, mejor dicho: redonda. En ninguna parte de la Biblia se dice que la tierra era plana.
Mire lo que dice acá, en Job 26:7: “Él cuelga la tierra sobra la nada…” ¿Cómo sabía Job que fuera de la tierra hay un “vacío” sin atmosfera?
Ahora mire lo que dice acá –le pedí abriendo la Biblia en Romanos 1: 20: –“Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.”
Basta mirar la maravilla de una flor; como las hormiguitas trabajan sincronizada mente. ¡Mire al colibrí! El ave más pequeña del mundo y como bate sus alas, cincuenta veces ¡por segundo! que le permite permaneces en el aire sin moverse de su sitio. Como nuestra sangre arterial lleva oxígeno y nutrientes a cada célula de nuestro cuerpo, a la vez que les recibe todos sus desechos tornándose en sangre venosa, en sangre sucia; pasa por el colador de los riñones y se vuelve a oxigenar en los pulmones y se vuelve a limpiar y a llenar de oxígeno y nutrientes en el intestino delgado para continuar su trabajo de alimentar y oxigenar a todo nuestro cuerpo. ¿De dónde viene el pensamiento? ¿Por qué tenemos recuerdos? ¿De dónde viene la inteligencia, si no es de una Gran inteligencia?
Dios existe, señora, Dios existe. Y Él quiere acercarse a usted.
–Pero Dios está en todas partes ¿no? ¿Cómo que quiere acercarse a mí?
–Ciertamente Dios está en todas partes. Él no la pierde a usted de vista nunca. Pero ¿Él quiere acercarse a usted de una manera personal? ¿Mantener constante comunicación con usted? Eso lo hace sólo si usted se lo permite, interesándose en Él. Él espera. Él quiere que usted se acerque a Él primero para comunicarse con usted. Dios es un Caballero. Él no se acerca personalmente a alguien que no está interesado en Él.
–Yo me acerqué a ti.
–Porque se interesó usted en mí. Y yo entonces me acerqué a usted porque usted se interesó en mí. Yo no me acerqué a ningún otro pasajero que me invitara a bajar del bus, excepto usted.
–Pero te acercaste a cada pasajero para ofrecerles tus caramelos.
–Así como Dios le ofrece a usted y a todos su Palabra para que lo conozcan.
–¿Dónde dice que debo acercarme a Dios para que Él se acerque a mí? –me preguntó mirando la Biblia.
–Permítame –le pedí y abrí la Biblia en Santiago 4: 8. Lea lo que a usted le dice Dios a través del apóstol Santiago, acá.
–¿Santiago 4: 8?
–Sí. Lea, por favor.
–“Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros.”
–¿Ve?
–¿Cómo hago para acercarme a Dios?
–Los domingos vaya a una iglesia donde se hable de esa maravillosa Carta que le envió Dios a usted, la Biblia. Luego lea la Biblia. Interésese en Él para que Él se interese en usted. Pero, antes de leer la Biblia, ore, ore pidiéndole sabiduría al Señor. Él dice en Santiago 1: 5… Mire, léalo usted misma.
–“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”.
–Santiago 1: 5.”
–Pero la Biblia tiene muchos misterios y cosas que son difíciles de comprender.
–Permítame –le pedí y le abrí Jeremías 33: 3 –lea lo que le dice Dios aquí.
–“Clama a mí y yo te responderé y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.”
–Orar es importantísimo. Si usted ora, puede incluso pedirle a Dios que le dé su Espíritu Santo. El Espíritu de Dios mora en usted y le ayuda a entender y a retener lo que dice Dios en su Palabra, la Biblia. Porque si nos interesamos en las cosas de Dios y recibimos a su Hijo Jesucristo, como nuestro Salvador, entonces el Espíritu Santo viene y mora dentro de nosotros.
–¿Dónde dice eso?
–Aquí, léalo, por favor.
–“No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros” Primera de Corintios 3: 16 ¿no?
–Correcto. Ahora lea acá también, por favor.
–“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios…?”. Primera de Corintios 6: 19 ¿Sí? ¿Cómo hago para que Dios me dé su Espíritu santo?
–¡Pídaselo! Pídaselo en oración sincera. Mire lo que dice acá –le pedí mostrándole lo referente. –y dígame la cita de Lucas.
–Dice: “¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si un pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre Celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?” Lucas 11… del… ¿11 al 13?
–¡Perfecto! Ya está aprendiendo a nombrar las citas bíblicas.
–¿Existe otra vida después de esta?
–Sí, señora. Mire, en el universo todo es doble: Existe arriba, existe abajo; existe la derecha, existe la izquierda; el frío, el calor; el día, la noche; el hombre, la mujer; el amor, el odio; el sol, la luna; lo dulce, lo amargo; el este, el oeste; lo oscuro, lo claro; la alegría, la tristeza; la vida, la muerte; la guerra, la paz; la risa, el llanto; la verdad, la mentira; lo nuevo, lo viejo; el hombre, la mujer; la fidelidad, la traición; nacer, morir; plantar, cosechar; . Todo es doble, hasta usted es doble: el corazón tiene dos partes y cada parte dos partes; dos pulmones; el estómago tiene el cardias y el píloro; dos intestinos: el delgado y el grueso; dos sistemas circulatorios: las venas y las arterias; el cerebro consta de dos hemisferios; tenemos la consciencia, como estamos ahora; y la inconsciencia, mientras dormimos; el sistema nervioso tiene dos partes: el simpático y el parasimpático; hasta el magnetismo es doble, según los principios de la atracción y la repulsión; existe el bien, el mal; la recompensa, el castigo; la luz, la oscuridad; Dios, el diablo; y existe esta vida y, después de esta, la otra vida. Todo, todo, todo es doble. Hasta Dios es doble, porque existe el Padre y el Hijo, y ambos tienen un mismo Espíritu; y he ahí que existe este misterio: que siendo dos también son tres, y uno a la vez; y aun en esto hay una dualidad. Todo es doble, señora, y Salomón concuerda en la dualidad del universo en Eclesiastés capítulo tres.
En esta vida no acaba todo. Si no existiera otra vida después de esta, entonces Jesucristo sería el más grande mentiroso, el más grande embustero, porque Él vino a este mundo, justamente para eso: Para decirnos que hay otra vida después de esta vida. Para decirnos que todos los que hayamos muerto resucitaremos algún día y seremos juzgados; y los que seamos de Él viviremos con Él por toda la eternidad, en un Paraíso maravilloso, donde ya no habrá muerte ni sufrimiento ni enfermedades ni hambre ni sed. Ya no será el presidente y estos políticos corruptos quienes nos gobiernen, sino Él, Jesucristo en persona. Jesucristo no es un mentiroso. Él dice en Juan 14: 6:”Yo soy el camino, LA VERDAD y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.” En Juan 11: 25 dice Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí aunque esté muerto vivirá.” En Juan 3: 36 también nos asegura que si creemos en Él tendremos vida eterna. La Biblia, Señora, dice en Hebreos 6: 18 que es imposible que Dios mienta. Si usted cree en nuestro Señor Jesucristo, usted resucitará y volverá a ver a sus seres queridos y vivirá al lado de ellos por toda la eternidad, en un Paraíso maravilloso, señora, créalo. Usted volverá a ver a su hijo, se lo aseguro.
–¿Pero cuándo viene Jesucristo? ¿Dentro de diez mil años? ¿Tanto tengo que esperar?
–En la muerte, señora, no existe ni el tiempo, ni el espacio. Cuando usted se acuesta para dormir y luego de, digamos ocho horas, usted se despierta, usted tiene la noción que ha dormido un tiempo ¿verdad? Pero en la muerte no es así: Usted muere hoy, pasan un millón de años, y usted se despierta y ese millón de años es como un cerrar y abrir de ojos. Muere y “en el mimo instante” es resucitada y ya pasaron un millón de años, pero usted no lo siente. Por eso Jesucristo en la cruz le dijo al buen ladrón: “Hoy
estarás conmigo en el Paraíso.” Para usted, su hijo se encuentra en la tumba esperando que venga Jesucristo; pero para su hijo no: Él ya está con Jesucristo, viviendo en un Paraíso maravilloso; y usted se reunirá con él y con sus demás seres queridos…
Según las propias palabras de Stephen Hawking, un inglés, considerado el hombre más inteligente y sabio del mundo moderno, estudioso de la Teoría Cuántica, “Todas las leyes del universo obedecen a una Ley Mayor.” Pero, ¿Cuál o Qué o Quién es esa Ley Mayor? Según unos analistas en teoría cuántica, coexisten dos universos paralelos; y el tiempo y el espacio, tal como limitadamente lo conocemos nosotros, fuera de este mundo es diferente. El problema con las personas que no creen en Dios es que ellos, al estudiar la existencia de Dios, basan sus conclusiones usando la limitada lógica de este mundo. Sí, nuestro razonamiento está basado en la lógica de este mundo; pero fuera de este mundo hay otra lógica más compleja, y más profunda para nosotros, para nuestro limitado razonamiento. No es de este mundo. Acá tenemos tres dimensiones: El largo, el ancho y la profundidad; fuera de este mundo se cree que hay otras dimensiones, porque el espacio no es igual. ¿Dónde comienza el universo? ¿Dónde termina? ¿Qué hay después? Acá, por ejemplo, se nos dice que la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta; fuera de este mundo, según la Teoría Cuántica, no es la línea recta sino la línea curva. Mire este papel –le pedí y con un lapicero, a los extremos de la hoja escribí las letras A y B. Según nuestra lógica, la distancia más corta para llegar de A a B es la línea recta ¿verdad? Pues mire –le pedí haciendo con el papel un cilindro, de tal manera que A y B quedaran unidas: –¿Ve usted? Esta es una idea de que la línea curva es el camino más corto, según la teoría cuántica, señora. Para nosotros, los que vivimos en Perú ¿Dónde es arriba? ¿Y dónde es abajo? Lo que para nosotros es arriba, para los chinos es abajo porque ellos están al otro lado del mundo. Igual: lo que para nosotros es abajo, para los chinos es arriba. En el espacio exterior a este mundo no hay arriba ni abajo; todo es relativo. En la Teoría de la Relatividad de Einstein, según la cual la duración del tiempo no es la misma para dos observadores que se mueven uno con respecto al otro, Einstein postula que si la materia pudiera viajar a más velocidad de la luz, retrocedería en el tiempo. La Biblia dice en segunda de Pedro 3: 8 que “Para Dios un día es como mil años, y mil años es como un día.” ¿Qué son los agujeros negros? ¿Para qué sirven? Se dice que no importa la cantidad de masa, si es cogida por un agujero negro, esta masa será absorbida y se irá a algún lugar que no se conoce. ¿A dónde? ¿A otra dimensión?.. Según muchos sabios de la escuela de Hawking, existen dos dimensiones paralelas y opuestas entre sí; y toda la materia es doble, así como toda la antimateria también es doble: Cinco mil años antes de Cristo, los chinos ya conocían este concepto: Lo vemos en el famoso Yin y Yang; aquel círculo con dos figuras opuestas, una negra y la otra blanca, y que representan la contraposición de la condición universal, indicando que todo en el universo es doble; aún puede haber dos universos. Una vez un experto en computadoras me dijo que si los humanos hubiésemos nacido con sólo dos dedos, hoy seríamos una especie mucho más evolucionada. Ya habríamos pisado otros mundos. De hecho las computadoras se crearon gracias al sistema binario: 1-0, 1-0, 1-0…
Siguiendo con Einstein quien postula que la Energía es igual a la masa multiplicada por la velocidad de la luz al cuadrado, y que el tiempo, la maza y la longitud no tienen valores absolutos, porque el valor del tiempo, la maza y el espacio dependen del movimiento relativo entre el observador y el objeto de estudio, ¿Qué lo hizo impopular entre la clase científica? Su postulación que en el universo existen más de tres dimensiones y; al menos cuatro, cuya curvatura es la causante de la gravedad. ¿Qué podríamos especular de un agujero negro?.. ¿Acaso es una desconocida materia (o antimateria) sujeta a una velocidad mayor que la de la luz al cuadrado? Tal vez un agujero negro sea la puerta que nos lleve al pasado. ¿Somos tan obcecados que cuestionamos la existencia de lo desconocido usando nuestra limitada lógica?
–Que interesante, amigo Juan… Mmm… Profundizando podemos aceptar que, aunque esta tierra aún no se destruido, posiblemente ya mi hijo vive conmigo en un Paraíso maravilloso en esta misma tierra, pero en el futuro; y aunque yo aún no disfruto de ello, posible mi hijo sí lo está disfrutando ya.
–¿Ve usted? Eso es lo maravilloso de la fe. A pesar de la limitada lógica de este mundo; el hecho es que, fuera de este mundo, en realidad, no existe el tiempo ni el espacio tal y como nosotros aquí lo conocemos.
Una ley física dice que la materia no se destruye, sólo se transforma.
Yendo más allá, el hecho es que, nada de lo que existe desaparece o simplemente se convierte en nada, porque es algo.
El alma también es un algo; por lo tanto, no puede dejar de existir.
Y siguiendo con Einstein, fuera de esta limitada lógica, el pasado, el presente y el futuro, tal vez tengan otra frecuencia; y gobernada quién sabe por qué lógica.
–O tal vez haya otra tierra gemela.
–No lo sé, señora. Creo que podría ser la misma tierra en otra dimensión, en el futuro, y allí tal vez ya estemos viviendo usted, su hijo y yo.
Yo no sé si tendré el privilegio de vivir en ese paraíso, pero yo acá trato de hacer los méritos que me sugiere Dios para tener ese honor, portándome bien.
Hay un hecho lógico: El futuro existe, aunque, para nosotros aún no se haya manifestado.
Dios es tan amoroso, tan tierno, tan humilde y comprensivo que, para comunicarse con nosotros y para que lo entendamos, Él se nos presenta con una imagen lo más parecida a nuestra naturaleza; y nuestra naturaleza es insignificante y limitada.
El hecho es que el hombre es tan insignificante y limitado frente a la inmensidad del universo, que darle a Dios esa insignificancia y limitación, hace a los ateos y agnósticos dudar de su existencia; y a los necios aseverar que Él no existe (vea usted el Salmo 14: 1 y el Salmo 53: 1).
Dios es un Hombre, sí, pero un Hombre magnificado y sin limitaciones; con una naturaleza muy superior al mismo universo que Él ha creado.
El universo es insignificante en comparación a Dios.
Habiendo tantas interrogantes fuera de este mundo sobre el tiempo y el espacio, asegurar que Dios no existe no es lógico, siguiendo con la lógica de este mundo, claro.
–Todo es relativo ¿no Juan? Siguiendo con Einstein, claro.
–¿Sabe qué? La verdad es que a mí no me preocupa tanto razonamiento. Yo sólo… Yo sólo siento… Su presencia. Es una emoción de profunda alegría cuando hay conciencia que Dios sí existe. Lo siento dentro de mí; rodeándome por todas partes. Es algo bellísimo… indescriptible… sólo sé que lo amo con todo mi corazón… Él es mi Creador, mi Padre, mi Señor, mi Amigo, mi Compañero, mi Consejero, mi Guía, mi Redentor, mi Salvador, mi Todo.
–Supongo que esas lágrimas son de felicidad ¿No, Juan?
–La felicidad que usted tendrá si se enamora de Dios; y la felicidad que usted tendrá cuando vuelva a ver a su hijo, señora.
Todo es doble, señora, y usted vivirá otra vez y verá a su hijo y volverá a ver a sus seres queridos. Todo lo que tiene que hacer es acercarse a Dios para que Dios se acerque a usted. Búsquelo y Él le mostrará que volverá usted a ver a sus seres queridos. Dios dice en Santiago 1: 5 “Si a alguno le falta sabiduría, pídasela a Dios el Cual le dará abundantemente y sin reproche y le será dada.” Dios no le reprochará nada. Señora, pídale sabiduría.
–¿Es cierto que unos irán al cielo y otros al infierno?
–Jesucristo lo dijo en Mateo capítulo 25, señora. Mateo 25: 31 al 46.
–¿El cielo queda allá arriba? –me preguntó, señalando con un dedo las nubes.
–Unos irán al cielo y no se sabe dónde está. Pero la gran mayoría viviremos acá en la tierra, pero en una tierra transformada. Un verdadero Paraíso. La Biblia dice que la tierra permanecerá para siempre. Eclesiastés 1: 4.
–¿No dicen que Dios destruirá esta tierra?
–La tierra será quemada, no destruida. El mundo será destruido por fuego, no la tierra. El mundo es la biósfera. Todo lo que vive. Según el Apocalipsis: todas las plantas, animales y hombres serán quemados. 2da de Pedro 3: 7 dice que la biósfera será quemada por fuego (Algo parecido a como lo describe Sofonías 3: 8). Esos microbios del sida, de la tuberculosis, etc. Serán quemados. Luego nacerán nuevas plantas, nuevos animales; la Biblia, en Isaías 11: 7, dice que en ese nuevo mundo, el león comerá paja como el buey. Vamos a leer Isaías 65: 25 ¿qué le parece? Mire: “El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey…” Será un verdadero Paraíso, señora, como el que inicialmente tuvieron Adán y Eva.
–¿Y habrá ese árbol del bien y el mal para tentarnos, de nuevo?
–No, en esta ocasión sólo estará el árbol de la vida y todo el que come de él vivirá para siempre. Mire –le pedí abriendo la Biblia en la cita en cuestión. –Lea, por favor. Apocalipsis 2: 7. Desde acá.
–“Al que venciere, le daré de comer del Árbol de la Vida, el cual está en medio del Paraíso de Dios.”
–Luego lea acá mismo en Apocalipsis 22: 2.
–Mejor lo voy a anotar para leerlo en casa. Ya debo irme.
–Convendría que leyera usted, aunque sea los capítulos 21 y 22 del Apocalipsis, señora, son los dos últimos capítulos de la Biblia. Créame: volveremos a vivir, señora y en un Paraíso donde Dios gobernará para siempre, anote Zacarías 14: 9 donde dice: “Y Jehová será Rey sobre toda la tierra…” Y Lea Mateo 5: 5 donde Jesucristo nos aseguró: “Bienaventurados los mansos porque ellos recibirán la tierra por heredad.” Se refiere a esta misma tierra, señora, no a otra. Pero transformada, santificada: una nueva tierra. Y Jesucristo nos promete en Juan 5: 28 y 29 que todos resucitaremos. Jesucristo no fue ni es un mentiroso, señora. Créalo. Y le doy otro consuelo, señora: Si su hijo no hubiese muerto, él la hubiese visto morir a usted. No hay dolor más grande, se lo aseguro, que ver morir a la madre. Sin querer lo libró usted de ese sufrimiento. Lo volverá a ver, señora, créalo.
–Sí… Mira, no tengo más que esto –me dijo acercándome su mano cerrada y poniendo en la mía un billete de diez soles.
–Gracia, señora. Yo vendo caramelos, no esta información; pero le recibo el dinero porque si no lo hiciera, Dios no la bendecirá. Porque Él dice en Proverbios 28: 27: “El que da al pobre, nunca tendrá pobreza.”
–Pues yo, como profesora, gano muy poco, te lo aseguro.
–Comparta con los que no tienen y verá que su pobreza económica va a cambiar. Si usted vive sólo para usted, Dios no la bendecirá por dar. Pero si usted da, entonces Dios dirá: “Ah, caramba, ella comparte. Hay que darle más para que siga compartiendo”. Pero, no sólo de pan vivirá el hombre, señora. Aquellos que no se interesan en Dios, eso sí que son pobres.
–Gracias, por toda tu explicación. ¿Qué te parece si nos encontramos otro día, sí?
–Primero Dios, Señora. Gracias.”
Como el amable lector bien puede haberse dado cuenta, para mí fue (y es) imprescindible tener plena conciencia de la existencia de Dios; de ese Poder Superior que preconizan los AA como una condición ineludible para dejar de beber. Porque, se lo aseguro, definitivamente, sin la ayuda de ese Poder Superior, es casi imposible dejar de beber. Como puede ver también, uno de los beneficios de aliarse a ese Poder Superior, fue (y es) el ir despojándose de todo ese egoísmo propio del alcohólico; por ejemplo, y en mi caso, aconsejando a los pasajeros de los buses que tengan amor por el prójimo ayudando al pobre y al menesteroso. Esto se puede considerar también como un replanteamiento mental. O como dice el apóstol Pablo: “Una renovación de la mente” (Romanos 12: 2).
V- HAY QUE CAMBIAR DE ESTÍMULO
Hay algo que es importantísimo tomar en cuenta: El hombre es un ser que vive en base a estímulos. El alcoholismo de una persona y todo su entorno; genera un poderoso estímulo que, como bien se sabe, es dificilísimo de dejar. Ahora bien, dejar un estímulo, conlleva a crear un vacío, que es necesario llenar con otro estímulo que, desgraciadamente en este caso, deberá ser más fuerte que el que se desalojó.
Se dice del caso de una alcohólica que, gracias a AA dejó de beber, pero comenzó a comer compulsivamente a tal punto que engordó tanto que su esposo la abandonó. Se convirtió en lo que los AA llaman “un alcohólico seco”; alguien que a pesar de que ya no bebe, cambia esa dependencia por otra dependencia perjudicial.
¿Qué estímulo es suficientemente poderoso como para desalojar al alcoholismo de su trono en nuestra mente?
Yo les aseguro, y concuerdo con los AA, que sólo una relación personal con nuestro Poder Superior, es lo único que nos puede llevar a la solución de nuestro problema.
Así como cuando un hombre se enamora profundamente de una bella dama y ya no le importa nada más que ella. Es posible enamorarse de Dios con esa misma pasión para dejar el alcoholismo. Dios entonces viene a ser un estímulo mucho más fuerte que el alcohol, créame.
Pero, ¿cómo debo llevar esa relación personal con alguien que no veo? Hay dos cosas que se deben hacer: Conocer a ese Poder Superior. Usted difícilmente puede ser amigo de alguien a quien no conoce. Yo no puedo decir que conozco al escritor peruano Mario Vargas Llosa si no he leído su biografía, sus libros. Tampoco podré decir que conozco a Dios si no he leído sus libros. La Biblia tiene 66 libritos. ¿No puede usted leer y estudiar y considerar cuando menos uno por mes?
La otra cosa que debemos hacer es estar en contacto con ese Poder Superior que, como nuestro Padrino Celestial de AA, nos aconsejará lo que debemos hacer. ¿Cómo? A través de la oración.
Es hermosa la oración del alcohólico: “Señor, dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar; valor para cambiar aquellas que puedo; y sabiduría para conocer la diferencia.”
Vamos a desglosar una por una:
“Señor, dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar.” Uno de los disparadores para recaer en el alcohol es sufrir ahora por el pasado. Torturarnos por lo que ya pasó. Lo que ya pasó no se puede cambiar. Vamos a reproducir lo que en mi anterior libro El Caramelero escribí al respecto de lo dañino que puede ser vivir en el pasado ¿le parece?:
VI- ADIOS AL PASADO
“Elías dice que me vio conversando con los mormones, pero no quiso acercarse. Le expliqué el motivo de hablar inglés con estos amigos; y que por ese motivo había conseguido la posibilidad de saber algo sobre mis desconocidos familiares por parte de mi madre biológica. Sentados en nuestra banca favorita, mirando los árboles del parque, iniciamos este diálogo:
–¿Sabes, Elías? Cada decisión que tomamos en la vida, nos establece un futuro. Si no hubieses saludado a estos mormones; no hubiese tenido la posibilidad de saber algo sobre mis desconocidos familiares. Ahora iré un domingo y averiguaré qué pueden hacer estos señores por mí. No sé si me comprendas: Si hubiese pasado de largo sin saludarlos, mi destino hubiese sido otro. Sin querer cambié mi destino. Supón que hubiese pasado de largo y hubiese pisado una cáscara de plátano y me hubiese caído por las escaleras y hubiese muerto. Mi destino hubiese sido diferente ¿verdad?
–O te hubieses hallado una billetera con mil soles.
–Nadie puede saber lo que nos sucederá por hacer lo correcto o lo incorrecto. Sólo sospecharlo. A veces hacer lo incorrecto te puede salvar la vida también. O hacer lo correcto te puede matar.
–En un incendio murieron tres bomberos.
–Ya ves.
–Y los cobardes que no ayudaron a los que murieron se salvaron.
–Sea como fuere, es mejor optar por hacer lo correcto, ¿no crees?
–Obvio. Pero ¿cuál es el punto? –me preguntó.
–Somos el producto de todo lo que hemos hecho en esta vida, Elías. Cada decisión que hemos tomado, o el destino nos ha hecho tomar, nos ha traído a esta situación.
–Tú no tienes la culpa, de que nacieras en un ambiente pobre; con una madre que no te podía mantener… tal vez hoy en día serías un profesional, con tu esposa, tus hijos, etc.
–O estaría muerto por haber estado en una revuelta universitaria. Sea como pudo haber sido; el hecho, Elías, es que… estoy vivo. No podemos cambiar el pasado. Ya pasó. Todo lo que uno se lamente o se torture por lo que pasó no va a cambiar el pasado. El pasado no existe, ya pasó. Sólo tenemos el presente. Si vivimos en el pasado, no estamos viviendo en el presente, y como el pasado no existe entonces nosotros tampoco existimos.
–¡Guau! Qué tal juego de palabras. Bueno, pero ese es uno de mis grandes problemas. Sobre todo por las noches, me torturo pensando y pensando en los errores que cometí y por qué la vida fue injusta conmigo muchas veces.
–El pasado es un personaje que ya murió. Déjalo en paz. No te enemistes con él. Ya falleció. Algunas veces te hizo sufrir; no te tortures por ello. Quieras o no, eres lo que eres, en buena parte por él. Todo lo que te tortures o lamentes por el pasado no lo va a cambiar, ya fue. Déjalo en paz. El pasado ya pasó, está muerto, y si vives en él, no estás en el presente y, en consecuencia, también estás muerto. Todo lo que tienes es el presente. Jesucristo dijo: “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.” (Lucas 9: 62). O sea, que cuando ya eres perdonado por Dios, y todavía sigues torturándote por el pasado; quiere decir que dudas del perdón de Dios; o tú no te perdonas; y si no te perdonas, Dios tampoco te va a perdonar. Recuerda el Padre Nuestro: “Y perdónanos nuestras deudas así como nosotros también perdonamos a nuestros deudores.” También te tienes que perdonar a ti para que Dios te perdone. Olvida el pasado triste. Dios dice que Él nunca más se acuerda de nuestros pecados al perdonarnos (Hebreos 8: 12).”
Sí amigos lectores, el recordar, “vivir” y lamentarse por los errores del pasado es un motivo muy poderoso que lleva al alcohólico otra vez a la botella.
Recuerda que Jesucristo dijo que aquel que mira para atrás no es apto para el Reino de los Cielos. No seas pues como a mujer de Lot que miró para atrás y se convirtió en estatua de sal.
Hay alcohólicos que cuando piensan en lo difícil que fue conseguir algo, y en lo fácil que fue perderlo (por el alcohol), se odian por lo que hicieron o dejaron de hacer y, como muchas veces el subconsciente es vengativo, el alcohólico entonces recurre a lo más inmediato para su auto vengativa auto destrucción; el alcohol; ¿es que acaso el ser humano, erróneamente, no busca el placer en la venganza? Por eso torturarse con el pasado es un poderoso disparados para volver a beber. Pero la venganza genera un placer tan corto como el de un orgasmo pero, a diferencia de este, produce muerte en vez de vida.
Incluyo dos pensamientos de François-Marie Arouet (Voltaire):
“Todos estamos llenos de debilidades y errores; perdonémonos nuestras tonterías: es esta la primera ley de la naturaleza.”
“Buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una.”
Amémonos, perdonémonos, no nos castiguemos con el alcohol por culpa del pasado. Busquemos la felicidad en el presente.
Hay hombres que siguen viviendo con un corazón trasplantado y no por eso tendrán las mismas emociones de los donantes. Hagamos de cuenta que nos han dado otro cuerpo; el de un alcohólico. Ese alcohólico ya murió; no tenemos que ser como él fue. Démosle una mejor vida a este cuerpo. No lo maltratemos otra vez con el alcohol. Pobrecito. Háblele a su cuerpo. Háblele a su hígado. Él es su amigo, es su bebé. Póngase la mano en su vientre y dígale a su pobre hígado algo así como: “Ya Papacito, ya Bebé, no te preocupes; te voy a cuidar. Ya no sufrirás como has sufrido con ese alcohol. Ahora te vas a recuperar. Te voy a cuidar con mucho amor ¿ya? Tranquilo nomás.” Y tenga compasión por su hígado. Ámelo y cuídelo con todo su amor. No lo maltrate. Sepulte el pasado y comience a vivir una nueva vida a partir de hoy.
El hígado es como un perrito fiel: usted le pega, lo maltrata y él no se rebela, sólo acepta en silencio su destino. El hígado con cirrosis no da síntomas hasta que ya es demasiado tarde.
Amigo lector, no sólo el hígado sufre terriblemente con el alcohol, el páncreas también:
En casi todas las autopsias realizadas a cadáveres de alcohólicos que han muerto por cirrosis, se ha hallado un deterioro significativo del páncreas también.
Hoy en día se pueden realizar con éxito trasplantes de hígado pero de páncreas las probabilidades de éxito son casi nulas.
Cuando el páncreas adquiere un cáncer por excesiva ingesta de alcohol, las posibilidades de sobrevivir son casi cero.
El alcohólico con un cáncer de páncreas avanzado prácticamente es hombre muerto.
Tenemos el caso del famoso cantante mexicano José José: Como se sabe; él es un alcohólico que llevó varios tratamientos anti alcoholismo, lamentablemente con muy poco éxito.
Tristemente, tengo que decirlo, al terminar de escribir este libro, José José se encuentra con un cáncer a páncreas avanzado causado por su trayectoria alcohólica.
Cuánto se lamentará hoy por no haber parado a tiempo.
Ahora la pregunta es: ¿Qué le ha hecho a usted su páncreas para que lo maltrate de esa manera?
Ame a su páncreas, es parte de usted; no lo torture con ese veneno llamado alcohol. Él sufre mucho cuando usted bebe y, al igual que el hígado, le pide un poco de compasión.
Recuerda: El destino te ofrece hoy la oportunidad de que, si tú quieres, todo lo malo que te ha pasado en el pasado haya sido una inversión para que hoy goces de una vida mejor.
El mundo está lleno de recursos y soluciones para sobre ponerse a las dificultades; el tiempo será tu mejor aliado.
Analogando el hermoso poema de Juan Ramón Jiménez, Platero y Yo, digamos que, El tiempo, como la laaarga lengua de un rio, lamerá las heridas del pasado; porque, para dejar de sufrir, el tiempo será tu mejor aliado; pero, deberás tener paciencia y darle tiempo al tiempo porque entonces el tiempo tiempo te dará y al mismo tiempo te recompensará.
Por ejemplo: Sé bondadoso, generosos y gentil hasta con el que no se lo merece y obtendrás tu recompensa de inmediato, créeme.
Por último, sobre este capítulo, conviene que no olvides que: Cuando una persona se tortura pensando en todo o que perdió por el alcohol; entonces quiere tomar más alcohol para olvidarse de todo lo que perdió por el alcohol; sin darse cuenta, que con el alcohol se seguirá perdiendo más y, por consiguiente, se irá incrementando más el pretexto para seguir tomando más y más alcohol. No caigas en esa trampa.
Que no sea le memoria es el instrumento que inventó Dios para, entre otras cosas, castigarnos por lo que hicimos mal.
VII- NO SE PREOCUPE MÁS
Lo mismo podemos decir del futuro. Sigamos con “El Caramelero”:
“Lo mismo te diría del futuro Elías: El futuro aún no llega, por lo tanto, aún no existe; y si no existe, y vives en él, tampoco existes. No te preocupes tanto del futuro
Elías, todo lo que tenemos es el presente. Recuérdalo: el pasado y el futuro no existen. Si “vives” en cualquiera de estos dos, estás muerto. Vive el presente lo mejor que puedas para que tu futuro venga bien. Jesucristo dijo que debemos pedir: “El pan nuestro de cada día…” Él no dijo dame el pan nuestro de toda la semana o del mes; no; Él dijo “de cada día.” Sentirte culpable por el pasado o preocuparte por el futuro son las dos cosas que no debes hacer.
–¿Preocuparse no es bueno?
–¿Qué te dice la palabra “Preocuparse”? Pre ocuparse. Son dos palabras en una.
–Una palabra compuesta.
–Pre, significa “antes”. Ocuparse antes de tiempo. Preocuparse no es malo, si te ocupas en conseguir soluciones. Pero preocuparse para crear un futuro que da miedo; eso sí que es malo. El miedo paraliza; no te deja pensar bien para hallar soluciones. Cuando crees que algo va a salir mal; esa errónea preocupación te aumenta el problema. Lo amplifica. La mala preocupación es un personaje que todo lo exagera. En la mayoría de los casos las cosas no salen tan mal como él nos hizo creer que saldrían. Y repito que haciendo lo correcto creo que el futuro nos va a venir bien; y si por algo ajeno a nuestro control, se avecina tormenta, hay que ser valiente y enfrentar lo que venga; sabiendo que tenemos a un aliado: Dios (Romanos 8: 28).
Jesucristo también se refirió a vivir el presente sin preocuparnos tanto por el futuro. Él dijo: “No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; o por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir… Mira las aves del cielo que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre Celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?…” Esto no quiere decir que debemos ser imprudentes y no trabajar; sino que aquí la palabra “afanar” significa preocuparse en demasía por algo que de lo cual, a veces, no tenemos control. Ciertamente hay que trabajar y hacer lo correcto. A veces los animales son más sabios que nosotros: ellos no pierden el tiempo como lo hace el ser humano, bebiendo licor para emborracharse, por ejemplo (Lee sobre los animales en Proverbios 30: 24-28).
–¿Dónde dice Jesucristo que no nos debemos afanar inútilmente?
–Es muy lindo el consejo. Léelo en Mateo 6: 25 hasta el verso 34.
–¿Se puede disfrutar el pasado y el futuro?
–Por su puesto: Disfruta recordando lo bueno que te pasó; lo malo déjalo como experiencia; tal vez pudo ser peor. Has planes para un buen futuro y trabaja en ello.
No sufras por el pasado ni te afanes tanto por el futuro. Hay una oración que es de los alcohólicos anónimos que dice así: “Señor, dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar; cambiar aquellas que puedo y sabiduría para reconocer la diferencia.” Muy sabia, ¿no?
Si una madre, por ejemplo, se preocupa en demasía por lo que le pueda ocurrir a su hija que salió rumbo a la universidad; sin querer está generando y enviando una energía negativa que puede hacer que lo que ella tema ocurra; ¿sabes por qué, Elías? Porque la mente es muy poderosa. Lo que se debe hacer es poner en práctica la oración de los alcohólicos anónimos, encomendar el futuro a Dios y hacer lo correcto. Y hay que enviar energía positiva en vez de negativa; a eso se le llama fe. Hay que confiar en Dios, Elías.”
Sí mi amigo, créeme que sería un gran problema que “en este mundo” nadie tuviera problemas. Conozco un lugar donde hay miles de personas y, creo yo, nadie sufre de ningún problema… el cementerio.
VIII- NO SABOREES EL LICOR ANTES DE BEBERLO
Ahora bien, habrá momentos en que el recuerdo te traerá alguna vez en que la pasaste estupendamente bebiendo, y compararás aquella vez con tu momento presente y, entonces, desearás beber otra vez. Corta ese pensamiento. Piensa que el pasado te está seduciendo para que vuelvas a beber. Haz lo que se llama en psicología Bloqueo de Pensamiento. Córtalo de inmediato. Piensa en su lugar en algo bello que no conlleve licor; como, por ejemplo, que estás en una hermosa playa con una bella chica de la mano, que puede ser tu esposa; viendo con delicia como las olas vienen y van. En un buen restaurante disfrutando de lo que más te gusta con la mujer de tus sueños. O imagínate conduciendo un carro último modelo. Con ropas espléndidas; y que todo eso lo perderás si vuelves a beber. Luego vete a ti mismo vistiendo harapos; durmiendo en alguna vereda; sucio, con hambre, con frío; en las peores condiciones, y la gente pasa por tu lado y te mira como a un apestado unos, como un pobre diablo otros. Cuando tú o el mismo diablo te traigan ideas que te puedan conducir al licor, sé consciente que estas en peligro. Haz Bloqueo de Pensamiento de inmediato. Dirige tu mente a otra cosa. Ora para que no caigas en tentación (Mateo 26: 41). Dios te ayudará. Recuerda lo que dice el apóstol Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4: 13).
Es importantísimo para tu recuperación, que no seas irreflexivo. De ahora en adelante debes estar en guardia: Tú más que nadie, en todo lo que hagas, deberás pensar en las consecuencias.
El apóstol Pedro dice en 1ra de Pedro 5: 8: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar.”
EL EPICENTRO
La última vez que bebí licor fue en la casa de “Pupi”.
“Pupi” es un alcohólico igual que yo; de cuarenta años, separado de su esposa y quien vive solo en su casa propia.
¿Qué hace “Pupi” durante el día? Recibir alcohólicos, pero siempre y cuando lleguen con, al menos, una botella de licor. Entonces prende su equipo de sonido y su casa se convierte en una cantina.
A dos cuadras de la casa de “Pupi” vive una señora que, de manera ilegal, vende licor a cualquier hora del día, tarde, noche o madrugada.
Usted puede comprar allí licor en domingos, feriados e, incluso, los días de elecciones cuando se prohíbe la venta de licor.
Qué bien me sentía en la casa de “Pupi” con mi botella en una mano y un vaso en la otra, meciéndome al compás de la música. Me sentía como en el paraíso.
Si, mis amigos, casi todo alcohólico tiene un lugar preferido donde libar su veneno; así como casi todo alcohólico tiene su epicentro.
El epicentro es el momento del día cuando el deseo de beber es más fuerte.
La mayoría lo tiene por las mañanas al despertar; sobre todo cuando el síndrome de abstinencia es manifiesto; otros al medio día, otros por la tarde cuando ya han hecho algo de dinero, otros por la noche o, incluso, de madrugada.
Mi último epicentro fue a las cinco de la mañana. A esa hora me despertaba y el enemigo (el diablo) me hacía trabajar la imaginación:
Me veía por anticipado, caminando hacia la casa antes mencionada para comprar mi bebida; luego me veía sentado en una de las bancas de “Pupi”, frente a él; con mi consabida botella en una mano y el vaso medio lleno en la otra listo a emprender el viaje a mi garganta.
Cuando el diablo, pues, me presentaba esta tentación casi siempre sucumbía y terminaba como una oveja camino al matadero.
Qué feliz me sentía bebiendo con “Pupi”; luego llegaban otros borrachos con sus respectivas botellas y se armaba la pachanga.
El problema empezaba a partir de las dos de la tarde; cuando se comenzaban a ir los borrachos, algo borrachos, y el dinero se terminaba para comprar más y, para rematarla, “Pupi” tenía que ir a la casa de su hermana para almorzar. Entonces despedía a todos y cerraba su casa cantina.
Revisaba yo mis bolsillos y nada quedaba ahí. Me sentía a “medio camino” o, como se dice en Perú “Picado” y quería beber más.
Entonces tenía que ir a mi habitación y ver qué se podía vender para seguir tomando.
Pero había que buscar que no se apagara esa caldera llamada embriaguez porque, si se apagaba, entonces venía la conciencia de la realidad ¿Cuál realidad? La realidad de que había desperdiciado diez horas de mi vida, o más, estérilmente; había dañado mi economía, mi salud y, lo peor de todo, mi relación con Dios, y con todo el mundo.
Me había degradado más moralmente, mi aliento apestaba, me sentía de muy mal humor, y, en fin, todo lo que para un alcohólico significa el dejar de beber sin haber terminado en el suelo.
Había, pues, que seguir echándole leña al fuego; hasta que esa caldera explotara, pero para salvarse con esa explosión se tenía que beber varios días y sin parar.
Uno de los hombres a quien tengo que agradecer mucho es a un alcohólico, ex borracho, llamado Benito, quien hoy es un pastor; quien me aconsejó muy bien para combatir el epicentro:
¡Hasta hoy tengo tentaciones! ¡No crean que no! Pero, ahora cuando el enemigo viene a insinuarme lo antes mencionado; tratándome de seducirme con imágenes de la casa de “Pupi”, por ejemplo, ya no me imagino sentado con “Pupi”, “gozando” del licor y la música; sino que inmediatamente adelanto la cinta y me veo, ya no a las cinco de la madrugada, camino de la casa donde venden licor; sino me veo justamente a las dos de la tarde; desesperado, buscando algo que vender para comprar más licor; entonces esa tortura anticipada me hace desistir, y descarto comenzar el día con otro engaño del enemigo.
Ese es uno de los secretos para dejar de beber: No vernos, no imaginarnos en el disfrute del consumo; sino vernos bajo la posterior tortura de sus consecuencias. Hágalo y verá que funciona.
El pastor Benito, que Dios lo bendiga, muy atinadamente, me aconsejó: “No saborees el licor antes de beberlo. Piensa en las consecuencias de satisfacer ese placer”
IX- MANEJANDO LAS EMOCIONES
El mal carácter mata más personas que el cáncer, más que los problemas cardiacos, más que la diabetes; es el principal causante de la presión alta, los derrames cerebrales, los infartos, los problemas asmáticos y digestivos; incluso, los problemas de la piel como la psoriasis. Todas las enfermedades son agravadas por el mal carácter. Eso cualquier médico lo sabe muy bien, y se lo podría decir; aunque por ética y no sé por qué más, no lo haga. Acá se lo decimos:
La medicina ahora está de acuerdo en que, un derrame cerebral, por ejemplo, es causado por, aparte de una predisposición o factor genético en muchos casos, la ira, los colerones, la tortura de vivir lamentándose por lo que se hizo o no se hizo en el pasado y estuvo mal; las preocupaciones por un futuro que se teme; el no perdonar o perdonarse a sí mismo por algo que sucedió y de lo cual el paciente se siente culpable. La frustración cuando la gente no hace o no es como nosotros queremos que sea. Hay que recordar que todos somos diferentes y debemos soportar y respetar esas diferencias.
En síntesis: Mal carácter, tortura por el pasado, preocupación por el futuro, falta de perdón, insatisfacción, depresión, estrés, falta de comprensión e impaciencia con los demás igual a DERRAME CEREBRAL.
Imagínese cómo sufrirán sus órganos. Pobrecitos. Todo ello acorta la vida, mata. Hace infeliz al paciente que sufre todo esto, y hace infeliz a todos los que lo rodean; porque, la infelicidad es contagiosa.
SOLUCIÓN: Hay que vivir cada día. Sin sufrir por el ayer ni por el mañana. Jesucristo dijo: “…el pan nuestro DE CADA DÍA dánoslo HOY.” Él no dijo “el pan nuestro de toda la semana” o “de todo el mes” No. Él dijo “DE CADA DÍA”. Hay que vivir cada día. Al levantarse saludar y darle gracias a Dios por un día más de vida, por la salud (así se esté enfermo), por Su compañía. Prometernos “Hoy seré feliz. Hoy no me torturaré con lo que pasó ni con lo que vendrá. Miraré el futuro con optimismo. Trataré de ser amigable con todos. Con la ayuda de Dios todo saldrá bien…” y diga y declare todo lo que se le ocurra decirse que sea positivo. Levántese con una sonrisa y vea sus bendiciones; porque hay otros que están en condiciones realmente tristes. Pida a Dios por ellos también. Recuerde que lo que diga su boca sobre usted será declarado a Dios como que ese es su deseo.
Por ejemplo, no declares con tu boca que eres pobre, porque eso serás siempre. Declara que eres rico, porque la verdadera riqueza consiste en ser rico espiritualmente. Pregúntate, cuántos alcohólicos quisieran saber lo que tú ya ahora sabes. Eres rico en conocimientos. Ten compasión por ellos. Recuerda la vida te devolverá lo que pienses de ella; y que lo que te digas eso serás:
Proverbios 18: 7 dice: “El necio ata su alma con su boca.”
Lucas 6: 45 dice: “La boca habla lo que está en el corazón.”
Proverbios 18: 21 dice: “La muerte y la vida están en el poder de la lengua.”
Santiago 3: 8 al 10 dice: “Nadie puede domar la lengua que es un mal que no puede ser refrendada… de ella viene la bendición o la maldición.”
Proverbios 15: 7 dice: “La lengua de los sabios esparce sabiduría.”
Proverbios 10: 32 dice: “La lengua del justo sabe hablar lo que agrada.”
Salmo 49: 3 dice: “Mi boca hablará sabiduría, y el pensamiento de mi corazón inteligencia.”
Proverbios 10: 20 dice: “Como plata escogida es la lengua del justo.”
Proverbios 12: 18 dice: “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; mas la lengua de los sabios es medicina.”
Jesucristo dijo: “Todo lo que atares en la tierra, será atado en el cielo.” Lo cual es lo mismo que “Todo lo que declares que eres acá en la tierra, será declarado en el cielo y se hará conforme a lo que dices.” Léelo en Mateo 18: 18.
Convendría que leyeras el capítulo 3 de Santiago del verso 1 al 12 para que veas que, lo que decimos y nos decimos con nuestra lengua, nos ayuda o nos perjudica.
1ra de Pedro 3: 10 dice: “El que quiera amar la vida y ver día buenos, refrene su lengua del mal y sus labios no hablen engaño.”
Cuidemos nuestras palabras. Muchos convierten su boca en la madriguera de una serpiente. Os invito a leer lo que dice Dios al respecto: Salmo 140: 3; Proverbios 10: 19 y 18: 21; 1ra de Pedro 3: 10.
Si mi amigo lector; recuerda que no sólo son los ojos las ventanas de alma; la lengua también lo es. Depura tu vocabulario que ello es también parte de tu tratamiento. Que de tu boca salgan flores y no temblores, ¿de acuerdo?
Tampoco digas (declares): “Soy alcohólico y no tengo remedio” di “Soy alcohólico pero con la ayuda de Dios ya no beberé más.” Di “Sólo por hoy estaré sobrio. Mañana no sé si volveré a beber, pero sí sé que hoy estaré sobrio.” Y al día siguiente dices lo mismo. Eso será como esos letreritos que hay en las tiendas donde el bodeguero dice “HOY NO FÍO. MAÑANA SÍ.” Pero al día siguiente vas y hallas el mismo letrero.
Mucho menos hables bien del trago, o cuentes tus anécdotas con el licor como si fuera alguien a quien extrañas. Olvídalo. Ahora eres una nueva criatura. Olvídate de ese pasado. Borrón y cuenta nueva. ¿De acuerdo?
X- LA DEPRESIÓN
La palabra “depresión” también se define en los diccionarios como un hueco en la tierra. Un bajón.
Cuando sentimos que nadie nos quiere, nos vamos hacia abajo.
El alcohólico en recuperación que se deprime, es en gran parte porque siente que no vale lo que él quisiera valer. Que nadie lo quiere, que nadie lo perdona, que nadie lo comprende ni lo ayuda ni lo comprenderá ni ayudará jamás. Que está solo en esta lucha. En esto sí me solidarizo con esta condición porque yo le he vivido al perder a toda mi familia quien, hasta hoy nada quieren saber de mí. Hasta el internet me lo bloquean, pero tengo a Dios y Él nunca nos abandona. En la Biblia dice nuestro Padre Celestial:
“Aunque tu padre y tu madre te dejaren, con todo yo no te dejaré.” (Salmo 27: 10).
En Josué capítulo 1 te dice Dios: “No te dejaré ni te desampararé. Sólo esfuérzate y sé valiente…” (Te animo a que leas todo el primer capítulo de Josué)
Lamentablemente, el deprimido piensa que no tiene derecho a reír a ser feliz por todo lo que hizo mal o por las injusticias de su vida; que debe estar muy triste para… despertar la compasión de… Dios tal vez.
Amigo la depresión mata. Es la causante de muchos suicidios. Hace la vida muy infeliz. La depresión paraliza y tú no te puedes dar el lujo de paralizarte, hay que trabajar en tu recuperación. ¡Vamos! ¡Arriba ese ánimo! ¡Levántate! ¡Hay que trabajar! ¡El mundo te espera! ¡Hay mucho por construir! ¡Manos a la obra! ¡Pa` atrás ni para tomar impulso! ¡Adelante, amigo! ¡Dios no te quiere así! ¡Al diablo con el alcohol! ¡Vamos a vivir una vida chévere! ¡No necesitamos de ese veneno para ser felices!…
XI- QUE DEBEMOS EVITAR
Primero que nada a los amigos alcohólicos que todavía consumen. Necesariamente hay que evitarlos. Los lugares donde solíamos beber. La música que nos estimulaba o acompañaba mientras tomábamos. Todo aquello que tenga que ver y sea de alguna manera un disparador para volver a coger la botella. Si antes de beber nos comíamos un platillo en particular, pues olvidémonos de ese platillo. Todo sea por la recuperación… Recuerda lo que te dijo tu Padre Celestial en Josué 1: “…sólo esfuérzate y sé valiente.”
Recomiendo encarecidamente dejar el café y el té y todo aquello que genere dependencia. Incluso las bebidas gaseosas no me parecen apropiadas por su contenido de cafeína y azúcar, entre otros componentes perjudiciales para la salud física y mental. Así como el muy dañino cigarrillo, pues el tabaco no sólo está asociado al consumo de licor, sino que es muy dañino para la salud física y mental del alcohólico en recuperación y, por otro lado, no creo que sea del agrado de Dios vernos fumando, ya que “nuestro” cuerpo (que en realidad es de Dios) es el Templo del Espíritu Santo y francamente no creo que el Espíritu Santo se sienta cómodo viviendo en un templo lleno de humo. Creo que si Dios hubiese querido que fumáramos, pues nos hubiese hecho la nariz al revés para echar el humo como viejas locomotoras, hacia arriba, ¿no creen?
Ya hemos visto que Dios nos asegura que, si le somos fieles, el Espíritu Santo mora dentro de nosotros (Romanos 8: 9). Y si el Espíritu Santo, pues, es mi ilustre huésped, ¿cómo voy a llenarle de humo su casita? Sería como botarlo a escobazos.
También la Biblia nos dice que, cuando pecamos, el Espíritu Santo se entristece en demasía y se aparta de nosotros (Efesios 4: 30); y si el Espíritu de Dios sale de nosotros ¿Quién cree que entra?
No fumemos.
Además, Dios nos dice en Isaías 55: 2: “¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan ni la plata en lo que no sacia?”
Habiendo tanta gente y animalitos que mueren de hambre, francamente, es un pecado grave el gastar el dinero en satisfacer una adicción, y menos por un vicio como el cigarrillo.
Darle una limosna a un mendigo sí es gastar el dinero en pan. Gastar en nuestras necesidades básicas sí es gastar el dinero en pan. En cualquier cosa que sea útil; pero no en algo que nos hace mal.
Amigo en recuperación, permíteme que insista en esto que es importantísimo: No te juntes con gente asociada al consumo de alcohol u otra sustancia adictiva. Recuerda lo que te dice Dios a través del sabio Salomón en Proverbios 13: 20: “El que anda entre sabios será sabio, pero el que se junta con necios saldrá mal parado.”
Y yo te digo dos dichos populares: “El que anda con lobos, aprende a aullar.” “Dime con quién andas y te diré quién eres.” No los olvides.
La mayoría de los alcohólicos en recuperación no llevan una vida fácil que digamos y, por lo mismo, son muy susceptibles y de un carácter muy difícil y, es por eso que recomiendo no ver nada que genere violencia, como películas de violencia, literatura e, incluyo aquí la pornografía, que es una forma sutil de violencia sexual.
¿Quieres recuperarte? Pues hazme caso.
Los noticieros también están saturados de malas noticias que, de alguna manera, te harán creer que el mundo no tiene remedio (y tú tampoco), así que mejor evítalos.
No te vayas a meter con los tragamonedas y/o videojuegos que también causan adicción, y termines convirtiéndote en un alcohólico seco. Saldrías de un problema para meterte en uno tal vez peor.
Evita el ocio; porque, como bien dice el dicho, “La ociosidad es la madre de todos los vicios.”
Trabaja en algo que te guste. No hay cosa más torturante que trabajar en algo que a uno no le agrada.
Dios te ha dado unos dones: Soy electricista y me encanta vender y también predicar el evangelio de mi Señor y Salvados Jesucristo. No soy albañil. Sería muy infeliz trabajando de albañil. Y esa infelicidad, esa insatisfacción, probablemente me llevaría a la botella otra vez. “No hay que buscarle cinco patas al gato, sabiendo que tiene cuatro.”
Averigua cuál es tu don o dones y ponlos a trabajar.
Quiero dirigirme ahora a los familiares del alcohólico en recuperación:
Conozco a un hombre de 50 años que no podía dejar el alcohol. Por la mañana solía llegar a nuestro grupo con su botella de aguardiente, y se retiraba por la tarde bien borracho.
Siempre venía muy bien vestido y hasta con un buen reloj en su muñeca.
No trabajaba y se le veía muy bien alimentado y muy bien de salud.
En una ocasión en que bebíamos en nuestro parque, llegó una señora de mediana edad muy bien vestida que, angustiada, nos preguntó por “El Doctor” como lo llamábamos. Ese día no estaba con nosotros.
Me pidió el favor que la acompañara a los “huecos” donde beben otros alcohólicos porque lo necesitaba de urgencia.
Pues resulta que nos hicimos amigos y esta buena señora, sin ella saber ni querer, me hizo ver por qué su marido no podía dejar la bebida:
El “Doctor”: 1) no pagaba renta ni luz ni agua ni gas; 2) siempre tenía su ropa limpia; 3) siempre lo esperaba su almuerzo y el microondas para calentarlo; 4) el refrigerador de su casa siempre estaba lleno y a su disposición; 5) Artículos de aseo, una ducha con agua caliente; 6) su cuarto con un gran televisor led y cable mágico con 125 canales; 7) Computadora con internet; 8) sexo a su disposición cuando quisiera; en fin, este hombre no necesitaba trabajar; no necesitaba preocuparse de nada, porque su esposa trabajaba para él. La pobre, como enfermera, ganaba lo suficiente para tenerle lleno el refrigerador y pagar todas las cuentas de la casa; y, por increíble que parezca, todas las mañanas le daba un billete de diez soles para “lo que necesite durante el día.”
Gracias a Dios, no eran casados, no tenían hijos y la casa estaba a nombre de ella solamente.
No sé por qué, un día se hartó de él y lo echó de su casa, con ropa y todo.
Por más que amenazó, lloró y suplicó, nada consiguió para volver a las gollerías. Tuvo que dormir en la calle, literalmente hablando.
En menos de un mes, anduvo todo sucio, pidiendo que le regalen comida en los restaurantes, durmiendo donde le cayera la noche, y mendigando unas monedas para su botella de aguardiente.
Sí, tocó fondo. Fue entonces que llorando de impotencia, se acercó a un Centro de Rehabilitación donde lo recibieron en la peor de las condiciones.
Dos meses después de su internamiento, recibió la visita de su ex mujer, la señora enfermera. Estuvo internado dos años; al cabo de los cuales se reinsertó a la sociedad normal y hoy es un señor que lleva ya muchos años sin beber.
Y usted se preguntará: ¿Pero el hecho de volver a disfrutar de esas gollerías “gratis” otra vez, no haría que volviera al alcohol?
Como parte de su terapia de recuperación, como condición para volver al hogar, se le impuso la obligación, la responsabilidad de “ganarse el pan con el sudor de su rostro.” Claro, no tanto así; pero ya la cosa no fue igual: Carlos, que sí se llama “El Doctor”, consiguió un trabajo (de su agrado) y, a partir de entonces, contribuyó con los gastos de la casa.
Y esto es maravilloso porque lo mantiene ocupado y útil.
No hay mejor aliado de cualquier dependencia perjudicial que el ocio. Por ello la famosa frase: “La ociosidad es la madre de todos los vicios.”
¿Por qué cuento esto? Porque muchas veces son los mismos familiares los que no permiten que el alcohólico se recupere.
Recuerde esto: Un alcohólico que lo tiene todo, no necesita nada; sólo alcohol.
Acá me detengo para recomendarles que lean un libro que les ayudará mucho a entender esto: su título es “La Vaca” del Dr. Camilo Cruz.
Bueno, volviendo: recalco, insisto: No os juntéis con personas tóxicas, perjudiciales, negativas; evita a los que todavía beben. Júntate con sabios. No creas que un hombre por el hecho de ser viejo es sabio. No siempre la ancianidad es sinónimo de sabiduría. Recuerda lo que dice Dios en la Biblia al respecto: “No
(siempre) son los más sabios los que tienen mucha edad, ni (todos) los ancianos los que entienden el derecho.” Job 32: 9.
Que desilusionante es ver a un hombre de la tercera edad que, a pesar de tantos años, no ha madurado, no ha aprendido nada; lamentablemente los hay; y al verlos uno se dice ¡Qué desperdicio de vida!
En las iglesias puedes hallar ancianos sabios y también hermanos jóvenes que te pueden ayudar mucho, amigo.
XII- ELIMINAR LA MENTIRA
Acá viene lo más difícil: La mentira. Debemos eliminar por completo la mentira.
He aquí el pensamiento de un pensador anónimo:
“El que ´soluciona´ un problema con una mentira, tal vez lo haga por un tiempo. El que soluciona un problema con la verdad, lo hace para siempre.”
Por un tiempo, porque Dios dice en Lucas:
8: 17:´Porque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a luz.´
Y en 12: 2: ´Porque nada hay encubierto que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse.´”
Qué horrible es cuando al mentiroso se le descubre la mentira. Ya no hay confianza en él. Y justamente eso es lo que necesita recobrar el alcohólico en recuperación, recobrar la confianza de sus familiares, amigos, conocidos, en sí mismo y de Dios. ¿Ve usted lo desastroso que resulta la mentira en uno que se quiere recuperar? Recuerde el dicho: “En boca del mentiros, lo cierto se hace dudoso.”
Acepto que desterrar la mentira por completo en algunas personas es a veces un completo fracaso; pero Dios dice: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” (Filipenses 4: 13).
Reproduzco las palabras de un pastor que tiene en Perú un Centro de Rehabilitación para alcohólicos y drogadictos a quien entrevisté:
“La mentira en un alcohólico es como el óxido en el hierro. Se puede quitar por completo pero, tarde o temprano, vuelve a aparecer y, para que el alcohólico e incluso para que un alcohólico en recuperación deje de mentir, pues habría que, al igual que al hierro, quitarle el oxígeno. En otras palabras: Matarlo. Así de difícil es arrancar la mentira en un alcohólico. Desafortunadamente. Ellos no entienden que con la mentira seguirán atados al alcohol, así no beban.”
Yo creo que lo único que logra imposibles es el amor.
Un hombre enamorado es capaz de todo; incluso, de dejar de mentir.
Hay que enamorarse de Dios.
Ya hemos dicho que sin la ayuda de Dios es casi imposible dejar de beber para siempre. Necesitamos estar bien con Dios, tenerlo como nuestro Aliado, como nuestro doctor, como nuestro psiquiatra, como nuestro consejero y cuidador, para dejar de beber para siempre. ¿Cuál es el primer consejo de Dios para dejar de ser esclavos del alcohol?
Jesucristo dijo: “Conocerás la verdad y la verdad te hará libre.” (Juan 8: 32).
Decimos que esto es lo más difícil, porque la mentira es la herramienta de trabajo del alcohólico. Con la mentira se lograba conseguir el tan ansiado licor; la mentira era tan necesaria para “vivir” como el mismísimo alcohol.
Con la mentira se lograba crear la necesaria disculpa en el trabajo, con la familia, con la sociedad y con uno mismo.
Y el conocido auto engaño: “Sé que algún día lo dejaré.” O el “Cuando quiera lo dejo.” “Sólo me tomaré una copa, nada más.” “Nadie se dará cuenta.” “Nadie me va a ver.” “Una goma de mascar lo arregla todo. “Sólo beberé cerveza.” “El vodka no deja tufo.” “Me voy a portar bien. “Sólo un traguito. ¿Qué me puede hacer?..”
La Biblia dice que “El diablo es el padre de la mentira.” (Juan 8: 44) Pero veamos todo el versículo donde Jesús se dirige a los fariseos que lo querían matar:
“Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.”
Jesucristo por el contrario nos dice de sí: “Yo soy el camino LA VERDAD y la vida.” (Juan 14: 6).
Entonces tenemos dos caminos para escoger uno: O adoptamos la VERDAD con Dios, o la MENTIRA con el diablo. No hay un camino intermedio. O escogemos lo uno o lo otro.
En este caso Dios también dice: “No se puede servir a dos señores, porque se amará a uno y se aborrecerá a otro.” (Mateo 6: 24)
El mismo Jesucristo te dice con sus propias palabras: “El que no está conmigo, está contra mí; y el que conmigo no recoge, desparrama.” Mateo 12: 30.
O estamos con Dios o estamos con el enemigo. O la VERDAD o la MENTIRA.
Si vamos a seguir mintiendo, el enemigo usará eso para llevarnos otra vez al alcohol. Recuerden frases como “Un traguito nomás…”
Si el diablo es el padre de la mentira, como dice Dios; entonces los que mienten se constituyen en Hijos del diablo.
¿De quién quieres ser hijo tú? Deja la mentira por más que te cueste.
El que “soluciona” un problema con una mentira es sólo un astuto (como el diablo).
El que soluciona un problema con la verdad, es sabio (como Dios).
La mentira es el principal productor de pecados. El que nunca miente difícilmente pecará.
Por ejemplo: Aquel que nunca miente, nunca va a tener una relación extramarital; porque, al no poder mentir, si la esposa le preguntara: ¿Me has sido fiel? Éste tendría que decirle que no y confesar su pecado. ¿Me entiende usted?
“Nada hay oculto que no se llegue a saber.” Lucas 8: 17.
XIII- EL ALCOHÓLICO COMO POTENCIAL
El alcohólico es un ser excepcional: Muy hábil. No hay mejor mentiroso que él; porque para conseguir licor aprende por necesidad a inventar uno y mil cuentos; porque para ser aceptado por sus congéneres, aprende a contar mil historias; porque para engañarse a sí mismo aprende a inventarse un pasado que no existe; para impresionar a su público también y así ganarse un trago gratis.
El alcohólico es un maestro reparando cosas, para ganarse el tan ansiado y necesitado licor.
Sabe trabajar. Aunque usted no lo crea, sabe trabajar, y saca fuerzas de donde sea para ganarse la platita que le permitirá seguir “viviendo” y bebiendo.
Por lo mismo que es un experto, un artista en mentiras y un experto convincente, es un magnífico vendedor. Se lo digo yo, que soy un vendedor de caramelos en los buses (Pero ahora soy un artista, de la VERDAD).
Lo único que necesita un alcohólico es dejar de beber y de mentir para volverse un hombre de bien muy valioso. Pero la mentira es una sanguijuela muy difícil de arrancar. Ahí es donde interviene aquel Poder Superior que, como repito, es imprescindible para cambiar de vida.
Jesucristo dijo: “Yo soy el camino, LA VERDAD, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.”
(Juan 14: 6).
Para llegar al Padre, a Dios, sólo hay un camino: Jesucristo; sólo Él puede arrancar esa sanguijuela de la mentira de nuestra vida.
Un alcohólico recuperado y, además, cristiano practicante, es valiosísimo en cualquier trabajo.
Pero como siempre, sólo basta un trago para que todo se vaya al suelo. Pero Dios te dice que declares con tu boca: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” (Filipenses 4: 13).
Conozco alcohólicos que tienen veinte años sin beber, y son muy felices, y para ellos el trago ya fue. Es historia. Y hacen muy felices a su esposa, hijos, demás familiares y son una bendición para sus jefes en sus trabajos. ¿Quieres ser así? ¿Por qué no puedes ser uno de ellos? ¡Tú puedes! Pero solo no; no podrás. Con la ayuda de tu Poder Superior sí. Busca a tu Padre Celestial; Él esta esperado por ti.
XIV- MANEJA LOS INSULTOS Y LOS DESPRECIOS
Habrá desafíos muy duros de superar. Desafíos que te pueden llevar de nuevo al alcohol: ¿Qué hacer cuando una persona te saca en cara que eres un alcohólico? ¿Y si es un familiar tuyo o alguien a quien amas? Si te desprecia, si te margina, si te insulta, si te hiere con palabras. ¿Qué hacer? Te lo diré:
Yo he aprendido a manejar los insultos y/o calificativos de esta manera: Si alguien me dice que soy un estúpido; inmediatamente razono: “Bueno, para esa persona soy un estúpido; pero para mí ¿qué soy? ¿Soy un estúpido? No. ¿Qué vale más, lo que él piensa de mí o lo que yo pienso de mí? Lo que yo pienso de mí ¿verdad? Entonces no soy un estúpido Entonces no vale la pena preocuparse. No soy un estúpido.” Pero si me enojo, grito, amenazo, insulto a la vez, entonces quiere decir que lo que esa persona pensaba de mí vale más, pesa más que lo que yo pienso de mí mismo, en consecuencia, sí soy un estúpido. Como no soy un estúpido, le digo: “Está bien. Tú dices que soy un estúpido. Bueno pues dejémoslo ahí ¿de acuerdo? Disculpa si te ofendí.” ¿Verdad que es mejor así? Y no se mete en problemas uno.
Recuerda que nadie tiene un control remoto de tus emociones. Yo no tengo un control remoto de las emociones de Jorge. Si lo tuviera diría: “Bueno, vamos a, probar el control remoto. Acá está el botón de risa.” Y al apretarlo, Jorge comienza a reírse. “Ahora apretemos el botón de llanto.” Y Jorge comienza a llorar. “Ahora el de cólera.” Y Jorge se pone furioso, se le sube la presión y le da un derrame cerebral.
Nadie tiene un control remoto de ti. Si algo te molesta es porque TÚ decidiste molestarte.
En mi barrio había un loco al que le decían “idiota” y éste se comenzaba a reír a carcajadas.
No estoy diciendo que hay que ser loco; pero fíjate que lo que le decían lo hacía reír. La actitud que tomas ante lo que te dicen es lo que te hace feliz o infeliz.
Si alguien te insulta, tienes una de cuatro alternativas: O te molestas, o te ríes, o lo ignoras, o lo tomas con calma. Con inteligencia y sabiduría, diría yo. De ti depende cómo te sientas.
Recuerda que a Jesús lo insultaban y Él decía: “Perdónalos porque no saben lo que hacen.”
XV- TESTIMONIO DE OTRO BORRACHÍN
El siguiente es el relato de un pastor amigo mío, muy querido en Pachacútec; de cómo él conoció a “Espada”:
“Eran las dos de la madrugada y regresaba a mi casa de una vigilia. Todo estaba oscuro y no había ni un alma en la calle. Fue entonces que lo vi. Estaba echado en medio de la pista boca abajo. Pensé que podría ser un atropellado, muerto tal vez. Pero al acercarme vi que recogió una pierna. Agaché mi cabeza para mirarlo bien y sí, era un alcohólico.
Pensé que era muy peligroso que se quedará ahí porque podía venir algún automóvil y lo atropellaría.
–Hola –le dije moviéndolo un poco como para ver si despertaba.
Levantó algo la cabeza y trató de mírame. Quiso levantarse pero no tenía fuerzas. Lo ayudé cogiéndole un brazo y pasándomelo por mi hombro. Lo levanté y casi a rastras lo llevé a la vereda. Lo recosté a la pared y se despejó por fin. Hizo una mueca de dolor y se llevó las manos al estómago. Sudaba bastante a pesar del frío.
–¿Puedes invitarme un trago? –me dijo haciendo esfuerzo para hablar. Temblaba. Era evidente que estaba sufriendo del Síndrome de Abstinencia.
–Son las dos de la madrugada –le dije.
–Allá –me dijo, apuntando con su dedo tembloroso hacia un cercano mercado. –En el mercado Cooperativo, en el puesto 66 venden trago. Tres soles y te dan botella. Por favor —suplicó. —Dile al vigilante que vas a comprar caña para que te deje entrar.
Fui y regresé con una botella de plástico de las de agua mineral, pero esta vez contenía aguardiente de caña de azúcar.
Dio dos largos tragos y esperó sin soltar la botella. Vi como la tranquilidad volvía a su cuerpo.
–Gracias amigo –me dijo y me pasó la botella la cual cogí.
–¿No tomas?
–No, gracias –le dije, devolviéndole la botella.
–¿Cómo te puedo pagar por este favor? –me preguntó.
–Con tu testimonio.
–¿Qué?
–Me gustaría que me contaras cómo te volviste un alcohólico.
Lanzó un bostezo; se acomodó mejor a la pared, sorbió otro largo trago y comenzó su testimonio:
—Vengo de una familia muy acomodada. A mis cuatro hermanos y a mí, en una cama de dos plazas mi padre nos acomodaba muy bien –empezó su testimonio, mi nuevo amigo, tratando de reír de su propio chiste. Tomó otro trago y continuó:
—Soy de Huancayo… Sí, éramos muy pobres. Mis padres eran agricultores. Apenas terminé la escuela primaria, pero sé leer muy bien. Me gusta leer. El trabajo del campo es muy duro, amigo. ¿Cómo te llamas?
—Samuel.
—Samuel. A mí me dicen Espada. A los veinte años, cansado del trabajo del campo, vine a la capital a probar suerte. Me fue bien. Comencé vendiendo baratijas en los alrededores del mercado Mayorista. Vivía en un cuarto alquilado, pero ahorraba para tener mi propio terreno y, algún día, criar a mis animales y hacer un negocio con ellos. Ese era mi sueño.
Después de cinco años de duro trabajo y muchas privaciones, logré, por fin, tener mi terrenito en Pachacútec.
—Pachacútec es una zona muy pobre.
–Sí. Los terrenos son de invasión. A un invasor se lo compré baratito. Bueno, pues, construí una casita de madera y puse una tiendita. Logré mi sueño dorado: tener casa y negocio juntos. Ahora debía ahorrar para ir comprando mis animales.
Yo no sé cocinar. Una buena señora me ofreció darme pensión. Su hija, una muchacha flaquita, evangélica, de nombre Rita, me traía todos los días mi almuerzo y, por la tarde, mi cena. Yo la molestaba: Cada vez que venía le repetía: “Rita, Rita la flaquita. Rita, Rita la flaquita. Rita, Rita la flaquita.” Yo sabía que no le gustaba que le dijeran flaca, pero igual me entretenía verla sufrir.
Así pasaron dos años. La casa vecina que estaba desocupada, fue medio comprada, o alquilada, por un taxista nocturno y su despampanante esposa. Una mujer de 37 años muy bien puestos. Era una mujer que le quitaba el resuello a cualquiera. Vivían con una hija de 14 años y dos niños bien traviesos, pero lindos.
Bueno, pasó el tiempo y alguien me confesó que Rita (la flaquita) se había enamorado de mí. A mí, francamente, no me gustaba nadita la flaquita: Era muy joven, 19 años, pálida, muy flaca, narizona, no tenía trasero ni caderas, sus pechos eran planos, usaba lentes gruesos, no sabía caminar, era muy tímida y, para remate, evangélica. Y, además, comparándola con la recién llegada vecina, pues, ni pensar. Pobre Rita, la flaquita. Una vez mi confidente me dijo: “Ella ora mucho para que Dios le ayude a que usted se fije en ella. Hasta ayunos hace por usted.” “Pues que se espere sentada” le dije, “porque parada se va a cansar. ¡Olvídate! ¡Es un palo de escoba!”
Pero cierta noche en que llegué a casa medio en copas, la vi esperándome en mi puerta. En el piso estaba la vianda con mi cena del día. Al verme, levantó la comida, y yo la hice pasar y a la fuerza quise abusar de ella; pero la condenada, a pesar de su “flaqueza”, sí que tenía fuerzas. Me tiró por allá y salió corriendo de mi casa como alma buena que persigue el diablo. Desde ahí, fue la mamá, otro palo de escoba pero más viejo, quien me llevó los alimentos.
El vecino, como te dije, era chofer de taxi nocturno. Se iba a Lima a recoger el carro alquilado a las 9 de la noche y regresaba a las 8 de la mañana del día siguiente.
La vecina no era una santa porque sus coqueteos me convencieron y terminamos en mi cama.
Y eso se hizo costumbre: Una vez que su marido se iba, esperaba a que se durmieran sus hijos para pasarse a mi casa. Yo dejaba la puerta medio abierta y; a las cuatro de la mañana, para que los vecinos no se enteraran, regresaba a su casa. Pero tenía una costumbre: Antes de desvestirse, tenía yo que beber con ella tres cervezas. Así funcionaba mejor, decía. Pero un sábado su marido le dijo que volvería el domingo a casa tarde porque había que hacer una reparación al auto y hacerlo lavar. Así que no fueron tres sino nueve cervezas y media botella de ron las que nos tomamos. Se nos pasó la hora. Tocaban la puerta como si la quisieran romper. Pensé que sería la policía por la forma de tocar. Mi vecina dormía desnuda a mi lado. Vi el reloj de pared y eran las once de la mañana. La cabeza me quería explotar. Me medio vestí y con los ojos achicados por la luz y totalmente aturdido salí a la sala, abrí la puerta, y el vecino taxista entró como una tromba dirigiéndose al dormitorio y gritando: “¡Dónde estás! ¡Dónde estás!…”
–¿Cómo terminó la cosa? –le pregunté a Espada, como queriendo que resumiera su relato. Ya comenzaban a llegar peatones que nos miraban con curiosidad.
–El taxista se llevó a los hijos pequeños y dejó a la vecina con su hija. La casa todavía no la habían pagado, así que fue devuelta a su propietario, y, pues, se mudaron a vivir conmigo. Ahora tenía que mantener a una mujer de 37 y a su hija de 14. La tiendita ya no me alcanzaba para los tres. Así que volví a vender baratijas en el centro de Lima. Todos los días me levantaba temprano y tomaba el bus, dos horas para llegar a Lima y ponerme a trabajar. Regresaba por la noche muerto de cansancio. Y mi mujer seguía con su costumbre de beber algo antes de subir a la cama. Ya era una costumbre en nosotros.
–O una dependencia, tal vez –opiné.
Espada tomó otro largo trago y continuó:
–Sí, éramos ya postulantes al alcoholismo. Pero no lo sabíamos aún.
Pasó el tiempo y vino de Huancayo uno de mis hermanos a quien le di alojamiento en mi casa.
Un día me quedé en Lima, y por comprar mercadería me demoré. Mi mujer sabía que si no llegaba antes de las diez de la noche, era que me había quedado en un hotel. Pero esa vez un amigo se ofreció llevarme en su auto. Eran ya las doce y treinta de la madrugada cuando llegué a casa. Entré despacio. Sobre la mesa de la sala había tres botellas vacías de cerveza. Las miré extrañado. Seguí a mi dormitorio y los hallé en la cama. Mi propio hermano sobre mi mujer. Le di una paliza y lo regresé a Huancayo.
Ya la cosa no fue igual. Bebíamos más de la cuenta, cada uno por su lado. En una ocasión me propasé con la niña que había ya cumplido 15 años y mi mujer, para quedarse con la casa, me denunció de tocamientos indebidos y terminé en la cárcel.
En prisión, en una pelea, me hicieron esta cicatriz que tengo en la cara que, después, traté de disimular con este tatuaje de la espada. Por eso me dicen Espada.
Pasé cinco años en la cárcel. Al salir me alquilé un cuartito, pero comencé a beber y beber, cada vez más. Comencé a vender mis cosas al extremo que terminé durmiendo en el suelo. Finalmente me echaron del cuarto y ahora duermo en las calles.
-¿Y la casa de Pachacútec?
–La vendió. Como era de invasión. No había título de propiedad todavía, pues, mi ex mujer la vendió. Hoy vive otra familia allí. De ella y su hija no sé nada, ni quiero saber nada tampoco.
Espada tomó otro largo trago y se quedó mirando el vacío.
–¿Qué consecuencias tienes cuando ya dejas de beber?
–En la prisión aprendí a coser toldos. Para las tiendas, para cubrir los autos, etc. Al salir de la cárcel alquilé un cuarto y conseguí trabajo en un taller de costura de toldos. Comencé a compra mis cositas. Pero trabajaba veinte días y tomaba otros veinte días. En los días que trabajaba, me compraba mis cositas: cama, cocina, televisor, radio, licuadora, plancha, todo. Pero, cuando ya tenía casi todo, me entraban unos deseos de beber cómo no tienes una idea; y no había nada ni nadie que me impidiera beber hasta terminar en el suelo. Cuando se me terminaba el dinero, comenzaba a vender mis cosas: Primero la plancha, siempre la plancha era la primera en ir al sacrificio por mi alcoholismo; luego la licuadora, y así, iba subiendo hasta vender mi cama y dormir en el suelo. Hasta el bombillo lo vendía por un vaso de aguardiente. Veinte días sin parar.
Cuando paraba porque ya mi cuerpo no soportaba tanto licor; pues me dolía la zona del hígado, creo; los riñones; las piernas, tenía calambres muchos calambres en las piernas, que me daban por las noches; sudaba como caballo; el estómago se me ponía duro como piedra; vomitaba y vomitaba y ya no tenía que vomitar. Y pura bilis. No podía parame sin sentir vértigo. Todo me daba vueltas, sobre todo si me ponía de pie rápido. Mi corazón parecía un niño asustado, latía como si no supiera a dónde ir y qué hacer. Tenía la boca seca y amarga como hiel. Y la depresión, la depresión era lo más espantoso: Sentía que había hecho algo muy malo. Que alguien me perseguía o me estaba esperando fuera para asesinarme, porque no me acordaba qué había hecho la noche anterior; si había matado a alguien, no sé. Temblaba y sentía como si tuviera millones de hormigas recorriendo todo mi cuerpo. No tenía hambre, ni podía dormir, quería, anhelaba, dormir pero no podía, y si dormía algo soñaba cosas horribles, pesadillas espantosas. Lo que quería era dormirme para siempre. Dormir y no despertar nunca más. “¡Dios mío, mátame, te lo suplico!” decía. Olía a orines porque me había orinado en los cartones que me servían de colchón. Era una verdadera pesadilla. Pero mi cuerpo no soportaba un trago más, ya no podía. Lloraba, lloraba como un niño y me arrepentía en el alma de haber bebido. Quería que regresara el tiempo para no haber probado ese primer trago. Ese maldito licor. Maldecía a los que me incitaron a beber, a los que me prestaron plata para seguir bebiendo. Deseaba que se murieran. Que se muriera todo el mundo y quedarme solo en este planeta, con todas las botellas de licor para mí solo y así poder morirme ahogado en mi vómito. Echaba la culpa de mi desgracia a mis padres, a mi mujer, a todo el que pudiera, de mi desgracia. Envidiaba a los que no bebían. Los envidiaba, odiaba y despreciaba a la vez. Veía mi cuarto vacío y me jalaba los cabellos y me maldecía a mí mismo. Apestaba y no me podía bañar por miedo a una pulmonía. Me sentía morir y morir y eso quería, maldita sea. Por eso ahora ya no puedo dejar de tomar. Tomo todos los días.
Fui internado en un Centro de Rehabilitación. Estuve siete meses. La disciplina era muy drástica. Terminé escapándome. Y acá estoy, tengo ya tres meses durmiendo en las calles. A las ocho de la mañana, en un parque de aquí cerca se juntan unos alcohólicos como yo; con ellos la paso. Bebemos. Salimos a conseguir comida y más trago. Yo lavo carros. Así que, amigo, sólo me queda esperar a que sean las ocho de la mañana para comenzar mi día. Gracias por tu ayuda. ¿Te queda para otra botellita?
–¿Qué te parece si vamos a tomar desayuno? –le propuse. No sé cómo lo convencí. Mientras tomaba su desayuno, oraba yo pidiéndole a mi Señor que no lo aparte de mi lado. Tenía que buscar que salga de esa vida. Y, con la ayuda del Señor, lo logramos. Gracias a Dios él puso de su parte. Gracias a Dios…
Hoy “Espada” tiene más de ocho años sin beber, es pastor de una iglesia de Pachacútec. Tiene una linda casa y dos hermosos mellizos, Aramis y Joana, y la madre de esta preciosa parejita es nada menos que Rita (La flaquita).”
—0—
El pastor que ayudó al hoy “Pastor Espada”, tiene un Centro de Rehabilitación para alcohólicos y drogadictos. Este buen pastor muy gentilmente me concedió una entrevista, la cual fue más o menos así:
–Pastor ¿Qué porcentaje de alcohólicos que vienen aquí en busca de ayuda recaen?
–Mmm… el 95%.
–¡Guau! ¿Y a qué se debe ese… fracaso?
–Los casos son diferentes y hay diferentes factores y casos; aunque el más común tal vez sea lo relativo a la dependencia a Dios que Él ofrece; a cambio de la dependencia al alcohol que el alcohol ofrece.
–¿Dependencia?
–A menudo el ser humano busca depender de algo y/o de alguien y, como para darle una idea, un ejemplo, le daré a conocer de un ciclo muy común en los alcohólicos que vienen aquí… Vamos a ponerlo así: Cuando el alcohólico toca fondo y se halla en la miseria de toda índole, en la miseria más abyecta, entonces acude a Dios: Se arrepiente de sus pecados, promete enmendarse, deja de beber, se interesa en conseguir la simpatía y la ayuda Divina, acude a la iglesia, lee su Biblia, y busca que arreglar su vida espiritual.
Como consecuencia de esta nueva vida, comienza a prosperar materialmente; y luego, pues, se propone conseguir de nuevo todo lo material que el alcohol le robó; y la obtención de cosas materiales, pues, le gusta; es como un desquite a su anterior vida equivocada, una forma falaz de reivindicarse; y esta nueva carrera de buscar lo material va poco a poco sustrayéndolo de lo espiritual. Ya el interés en Dios va disminuyendo y decayendo; de ahí a buscar los lujos y las cosas materiales innecesarias no tarda en llegar; al punto que sin darse cuenta, se aleja más y más de Dios. Es en ese estadio cuando el alcohol vuelve a su vida; y, pues, ya sabemos lo que sigue: Poco a poco se va perdiendo lo material, luego lo moral y todo lo demás, hasta volver otra vez a tocar fondo; entonces hay que volver a buscar a Dios; y el ciclo empieza otra vez. Pero como te repito hay casos y casos y diferentes factores, disparadores, traumas, personalidades, antecedentes familiares, circunstancias, etc. que influyen en la recaída.
Hay una cita bíblica muy a propósito referente a esto; es una oración del sabio Agur a Dios, y está en Proverbios 30 del versos 7 al 9, donde el sabio pide muy atinadamente:
“Dos cosas te he pedido y no me niegues antes que muera: Vanidad y mentira aparta de mí, no me des pobreza ni riquezas, sino susténtame con el pan necesario, no sea que, una vez saciado, te niegue y diga ´ ¿Quién es Jehová?’; o que, siendo pobre, robe y blasfeme contra el nombre de mi Dios.”
–¿Quiere decir esto, pastor, que para poderse recuperar, el alcohólico debe dejar lo material en un segundo plano y enfocarse primariamente en lo espiritual?
–¡Exacto! Como usted dice, lo espiritual debe ser lo primario; y al decir espiritual nos referimos no sólo en lo relativo a Dios, sino también es fundamental trabajar en lo psicológico, en lo moral, etc.
–Dios debe ser primero, ¿eh?
–La palabra clave aquí es “Gratitud”. Si te vas a agarrar de Dios no te sueltes. Ese es el peor error que se comete. Es como un náufrago dejando ir el salvavidas. Diciendo: “Ya puedo solo, no te necesito”.
¿Qué le pasó al pueblo de Israel una vez libres de los egipcios?
–Se encaminaron a la tierra prometida.
–Si pero en dos meses hubiesen llegado y tomado posesión de ella, y demoraron cuarenta años, ¿por qué?
–¿Porque no demostraban gratitud a Dios?
–¡Exacto! De la manera más malagradecida el pueblo de Israel rápidamente se olvidaba de quién era su Libertador. Dios los había librado de sus aflicciones, y volvían a pecar. Caían al fondo de abismo, entonces volvían a invocar a Dios; se portaban bien por un tiempo, Dios los libraba de sus penurias, y una vez arriba volvían a pecar; y el ciclo se repetía, una y otra vez a lo mismo, durante cuarenta años.
No hay que ser malagradecido con Dios. Si Dios te libró del alcohol, no lo pongas a un lado “de vez en cuando.” Recuerda que la Biblia dice que: “Dios no puede ser burlado, y que todo lo que el hombre siembre eso mismo segará”; y eso lo lees en Gálatas 6: 7.
–Gracias, pastor, no sabe usted la tremenda información que me ha proporcionado.
–Espero que millones de personas lean tu libro, hermano Juan, y que Dios los bendiga.
—0—
En lo que viene a continuación debo insistir, porque es para mí
lo más importante:
El disparador más importante en mi caso (y en el de la mayoría) es LA SOLEDAD, así de simple:
Comencemos con una cita bíblica al respecto, ¿le parece?.. Bueno, Dios a través de Moisés nos dice en Génesis 2: 18 que “No es bueno que el hombre esté solo.”
Y en efecto, no siempre la soledad es una buena compañía; sobre todo en un alcohólico en recuperación.
Como recalco siempre, el ser humano es un ente social, un ente sociable; esto es, que necesita socializar, interactuar con otros congéneres, y la mayoría de los alcohólicos lo son; pero, en la mayoría de los casos, por la calidad de los amigos podríamos determinar lo que es un alcohólico, lo que es un bebedor social, o un abstemio. Recuerden el dicho: “Dime con quién andas y te diré quién eres.” O este otro que dice: “Quien anda con lobos aprende a aullar.” Y todo esto va dirigido también a los familiares, amigos y allegados al alcohólico en recuperación, que quieren ayudar y contribuir a la recuperación del alcohólico.
Hay dos cosas que el alcohólico en recuperación nunca debe sufrir: LA SOLEDAD y LA FALTA DE OCUPACIÓN.
En cuanto a la falta de ocupación les diré que es importantísimo que el alcohólico en recuperación trabaje en algo que realmente sea de su agrado; porque un disparador muy poderoso para volver a la botella es LA INSATISFACCIÓN LABORAL. Lo ideal es, pues, que trabaje en algo que le guste.
En cuanto a las nuevas amistades, sería bueno que se consideraran los consejos de Dios en su Palabra, la Biblia, como por ejemplo, en Proverbios 13: 20 que dice: “El que anda entre sabios será más sabio, pero el que se junta con necios saldrá mal parado.” Y en 1ra de Corintios 15: 33 dice: “Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.”
Para el alcohólico en recuperación hay dos lugares que yo recomiendo para hallar buenos amigos: En una iglesia verdaderamente cristiana; y en Alcohólicos Anónimos. Pero de ninguna manera busquen eliminar la soledad volviendo a los viejos amigos de alcohol; e, incluso, involucrarse amigablemente con personas que beben, así sea esporádicamente. Salvo que estas personas sepan del problema del alcohólico en recuperación y respeten la abstinencia del amigo enfermo de alcoholismo.
XVI EL CENTRO DE REHABILITACIÓN
A los que recién llegan al Centro de Rehabilitación “Jesús te Salva” se les recibe; generalmente en un estado calamitoso, tocando fondo, “chancados” (golpeados) por el alcohol: Sudando, temblando, sufriendo terriblemente.
Se les hace entrar, se les toma sus datos, se les pasa a las duchas y se les baña con agua tibia para evitar una pulmonía, se les corta el cabello por completo, se les da un pijama y se les lleva al dormitorio para que sufran en una cama y traten de dormir.
Al día siguiente, aun con los terribles síntomas de la abstinencia, se les hace escribir una carta a Dios.
Se hace esto para que, días después, cuando ya estén recuperándose, se les haga leer la carta y no se olviden en el estado en que llegaron.
A mi petición, el pastor Romualdo me prestó una de sus innumerables cartas; según él “Su favorita”, de un interno, que aquí reproduzco y que por la letra me dije: ¡Dios mío! ¡Este hombre sí que estaba sufriendo!:
“Dios:
Tengo ya 58 años. Calculo que aún me quedan unos 20 años más para que acabe esta pesadilla.
Para que termine este gran sufrimiento, este infierno en que me he metido y del cual no veo la hora de salir.
Si antes de venir a este mundo hubiese tenido la posibilidad de saber todo lo que me esperaba sufrir aquí, ni loco hubiese aceptado venir a vivir en este podrido mundo.
Mi único consuelo es que ya falta poco. Esa es mi frase favorita y que repito una y otra vez: Ya falta poco.
¿Sabes, Dios? No quiero vivir en el cielo; pero, claro, tampoco quiero vivir en un infierno de fuego.
Todo lo que quiero es morir y que ahí acabe todo para mí.
Quiero dormir el sueño eterno y que no me despiertes para nada.
En el “poco”, y digo “poco” entre comillas porque ese “poco” tiempo que me queda me parecerá una eternidad; en el “poco” tiempo que me queda por vivir te seré fiel. Obedeceré lo que me digas; lucharé contra las tentaciones y, si me lo permites, te serviré, aunque no veo cómo. Sólo te pido un gran favor a cambio: Cuando muera, te lo suplico, no me despiertes para nada. Quiero dormir por toda la eternidad. No quiero ni por un segundo recuperar la consciencia; porque la consciencia me traería el recuerdo de todo lo que he sufrido en este horrible mundo, donde me vine a meter sin saber a dónde me metía. ¡Maldito sea el alcohol!
Cómo envidio a los ciegos que no pueden ver tanta injusticia de este mundo de porquería.
Cómo envidio a los perros que sólo viven catorce años.
Qué absurdo encuentro el que haya gente que te agradece por estar viva.
No me despiertes nunca, te lo ruego, te lo imploro te lo suplico de rodillas.
Amén.”
He reproducido esta carta, amigo, para que vea cómo el alcoholismo elimina de la mente todo lo bello que hay en este mundo aun maravilloso. No deje que eso suceda con usted. La vida es hermosa en muchos aspectos y se puede ser feliz viviendo una vida sana y productiva. No se deje vencer. Dios lo ama más de lo que usted se imagina y quiere ayudarlo, pero necesita que usted ponga de su parte. Mientras hay vida, todo se puede recuperar o, incluso, reemplazar por algo todavía mejor.
Antes de decir que la vida es injusta contigo, piensa que de pronto eres tú el que está siendo injusto con la vida.
XVII- ¿CONDENA DIOS EL BEBER?
¿Qué se gana con una borrachera?
Dice la Biblia que Noé, era un varón justo y perfecto y por eso Dios lo eligió para que sea el que se salvara del diluvio y, con su esposa y sus tres hijos y nueras, re poblaran la tierra. Pero ¿Qué fue lo primero que hizo Noé una vez que se secaron las aguas y pudo salir del arca? Sembró una viña. Hizo vino, se emborrachó y terminó maldiciendo a uno de sus hijos- (Génesis 9: 1 al 29).
¿Ve usted? Nada bueno se consigue con la borrachera. Sólo, perjuicios.
Dios no condena a un hombre que bebe una copa de vino. Incluso el apóstol Pablo dijo que cuando alguien tiene un dolor estomacal, se podía tomar un poco de vino (1ra de Timoteo 5: 23). Claro, en ese tiempo tampoco había farmacias por todo sitio. Ahora un dolor de estómago no es pretexto para beber. Además, el alcohólico en recuperación no debe beber ni una sola gota bajo ninguna excusa.
Lo que Dios condena es la borrachera. Veamos lo que Él dice sobre embriagarse:
A través del sabio Salomón Dios nos dice en Proverbios 20: 1:
“El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora, y cualquiera que por ellos yerra no es sabio.”
Proverbios 21: 17:
“Hombre necesitado será el que ama el deleite. Y el que ama el vino no se enriquecerá.”
Proverbios 23: 29 al 32:
“¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos? Para los que se detienen mucho en el vino. No mires al vino cuando rojea. Cuando resplandece su color en la copa. Se entra suavemente; mas al fin como serpiente morderá, y como áspid dará dolor. Tus ojos mirarán cosas extrañas, y tu corazón hablará perversidades. Serás como el que yace en medio del mar, o como el que está en la punta de un mastelero. Y dirás: Me hirieron, mas no me dolió. Me azotaron, mas no sentí. Cuando despertare, aún lo volveré a buscar.” Suena familiar ¿verdad? Vuelva a leer y vea que es justamente eso lo que le sucede al borracho.
Sigamos ahora con el profeta Isaías:
Parafraseando, Isaías 5: 11 dice:
“¡Ay de los que se levantan de mañana para seguir la embriaguez, que se están hasta la noche, hasta que el vino los enciende! Y en sus borracheras hay arpas y vihuelas, tamboriles, flautas y vino… y no toman en cuenta a Dios.”
Oseas 4: 11 dice:
“Fornicación, vino y mosto quitan el juicio.”
Joel 1: 5.
“Despertad, borrachos, y llorad; gemid, todos los que bebéis vino, a causa del mosto, porque os es quitado de vuestra boca.”
Habacuc 2: 5:
“…el que es dado al vino es traicionero, hombre soberbio, que no permanecerá; ensanchó como el sepulcro su alma, y es como la muerte, que no se saciará…”
En Romanos 13: 13 al 14 dice Dios a través del apóstol Pablo:
“Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contienda ni envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.”
1ra de Corintios 5: 11 dice:
“…no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis.”
1ra de Corintios 6: 10 dice:
“Ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el Reino de Dios.”
Y finalmente Gálatas 5: 21 dice:
“Envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el Reino de Dios.”
Más claro, ni el agua. Es obvio que Dios no aprueba la borrachera. Y, pues, un borracho que muere borracho no puede entrar al Reino de Dios.
Meterse con el alcohol es buscar la muerte. Porque es más fácil que un hombre en estado de embriaguez encuentre la muerte que un sobrio. Justamente por las locuras que nos hace hacer el alcohol.
Los accidentes automovilísticos con muerte del chofer en estado de embriaguez son innumerables.
Los peatones que cruzan una pista borrachos también se exponen.
El alcohol genera peleas que terminan en muerte.
Cuántos mueren borrachos con el hígado destrozado.
Un hígado con cirrosis no presenta síntomas.
En una ocasión bebía yo con cuatro camaradas en un parque de Puente Piedra, El Zorro, Pinocho, Barbitas, El Chavo y yo, cuando uno de ellos, Pinocho, el más alegre, después de haber estado contando chistes, de pronto dejó de beber, se cogió la barriga y cayó sobre el pasto y comenzó a vomitar negro. Entre todos lo llevamos al hospital y en la puerta volvió a vomitar más de eso negro. Logramos meterlo en emergencia. Media hora después nos informaron que estaba muerto. Creo que se le reventó el hígado y fue como si lo arrojara por la boca.
Si estoy vivo, es por un favor de Dios, créanme; o tal vez fue porque Dios me quería escribiéndoles este libro para que, a través de este humilde escritor, Dios les esté hablando en este momento y diciéndoles: “Hijito mío, por lo que más quieras, deja de beber. Tú eres muy valioso para mí. No sabes cuánto te amo y deseo que te recuperes y seas feliz.”
Dios le está dando una segunda oportunidad, amigo, no ignore a su Padre Celestial.
Ya hemos sufrido suficiente en este mundo con el alcohol, para pasar a la otra vida a seguir sufriendo por toda la eternidad. No es un buen negocio ese. Deje de beber, sea valiente. Hay otra vida después de esta y de usted depende si pasará a una mejor vida o no.
Le recomiendo que lea mi libro “El Caramelero” para que se convenza de que sí hay otra vida después de esta.
Entrevisté a muchos miembros de Centros de Rehabilitación sobre el papel que juega Dios en sus vidas, y he aquí unas frases sueltas que he escuchado sobre Dios de estos alcohólicos en recuperación:
“El alcohólico es un ser solitario aunque esté rodeado de mucha gente y, por lo mismo, necesita de una compañía que nunca lo deje solo y en quien pueda confiar por completo.”
“Dios y solamente Dios le da al alcohólico esa compañía que le provee con esperanza para vivir”.
“El alcohólico necesita ayuda de alguien muy poderoso y el único lo suficientemente poderoso es Dios.”
“El alcohólico que desea dejar el alcohol y se propone dejar de beber necesita de un Supervisor, Amigo y Padre que lo recompense mientras no bebe y lo discipline cuando lo hace.” (Hebreos 12: 6).
“El alcohólico necesita de un Aliado muy rico en lo económico y en lo espiritual, que lo aliente en una prometedora esperanza constante, un aliciente para su presente y para su futuro en términos de reconstrucción para reconstruir su vida, y el mejor a tal efecto es Dios.”
“El alcohólico necesita de alguien a quien respetar, amar y obedecer por amor: Dios es el mejor.”
“El alcohólico necesita de un Amigo, un Médico, un Consejero, lleno de sabiduría; que lo conozca a él en lo íntimo, para que lo vigile, lo supervise, lo proteja y lo guie. Ese Amigo sólo puede ser Dios, porque Dios utilizará a personas idóneas para lograr la recuperación física, mental y espiritual.”
“Con Dios el alcohólico no peleará solo contra el alcohol; porque tendrá un Aliado muy poderoso que siempre que no beba estará a su lado para reconfortarlo; porque Dios promete a través de su Palabra, La Biblia que Dios no dejará que el varón en recuperación sea tentado más allá de lo que pueda resistir (1ra de Corintios 10: 13; Hebreos 2: 18) y entonces podrá declarar lo que dice el apóstol Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. (Filipenses 4: 13).”
“El peor enemigo no es el alcohol, eres tú mismo. El mejor amigo no es el alcohol, es Dios.”
XVIII- LA SECCIÓN 89
Los mormones son felices sin alcohol, sin tabaco, sin drogas…
Me encanta la filosofía (llamémosla así) de los llamados mormones sobre cómo vencer la tentación del consumo de alcohol.
He tenido la oportunidad de leer los libros de los santos (así se hacen llamar) de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días o más familiarmente llamados mormones.
El Libro de Mormón, por ejemplo, no desdice ni contradice en nada a la Biblia; por el contrario, exalta de figura de Jesucristo; pero, a la par de El Libro de Mormón, ellos tienen un libro dividido en 138 Secciones llamado Doctrina y Convenios donde, a través de sus secciones, los mormones tienen directrices, mandamientos y consejos que, según ellos, son inspirados por Dios; esto es, que Dios dictó estas secciones para dirigir a su iglesia y para provecho y beneficio de todos y cada uno de sus miembros.
La Sección 89, por ejemplo, es un consejo que da Dios con la promesa de que, de cumplir con él, a cambio Dios promete que el obediente a este consejo obtendrá a cambio salud, sabiduría, entre otros beneficios; pero mejor reproduzcamos lo que es referente a nuestro interés en este libro escrito en esta Sección 89:
“Una palabra de sabiduría para el beneficio de nuestra iglesia y también para los santos. Para ser enviada por vía de salutación, no por mandamiento ni restricción, sino por revelación y la palabra de sabiduría, demostrando el orden y la voluntad de Dios en la salvación de todos los santos en los últimos días. Dada como un principio con promesa, adaptada a la capacidad del débil y del más débil… que son o pueden ser llamados santos. Que si entre vosotros hay quien beba vino o bebidas fuertes, he aquí, no es bueno ni propio a los ojos de vuestro Padre (Dios)… Y, además, el tabaco no es para el cuerpo ni para el vientre, y no es bueno para el hombre, sino que es una hierba que es para magulladuras y para todo ganado enfermo, que ha de usarse con juicio y destreza.
Y todos los santos que se acuerden de guardar y hacer estas cosas, rindiendo obediencia a los mandamientos, recibirán salud en el ombligo y médula en los huesos; y hallarán sabiduría y grandes tesoros de conocimiento, sí, tesoros escondidos; y correrán sin fatigarse, y andarán sin desmayar. Y yo, el Señor, les prometo que el ángel destructor pasará de ellos, como de los hijos de Israel, y no los matará. Amén.”
¿Saben qué? No he visto a un mormón desamparado, viviendo en la calle, o pasando hambre, o sin trabajo y, menos, borracho o esclavo de alguna adicción. ¿No creen que sería interesante conocerlos?.. Hay un dicho que dice: “Por mi mejoría hasta mi casa cambiaría.” Sobre la lectura de estos libros de los mormones la Biblia dice: “Examínalos y reten lo bueno.” (1ra de Tesalonicenses 5: 21).
En otro pasaje de la Biblia también dice Dios a través del Apóstol Pablo: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” (Filipenses 4: 8).
Así que aquí también tienen otra alternativa para dejar el alcohol y ser felices sin esta venenosa sustancia, haciéndole caso a este sabio consejo con promesa de parte de Dios: La Sección 89 de los mormones. En la Biblia hay algo análogo al respecto, y está en el libro de los Proverbios del sabio Salomón: Proverbios 3: 7 y 8 que dice:
“No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal; porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos.”
¿Qué significa “temer a Jehová”? Significa respetarlo obedeciendo sus mandamientos y consejos.
XIX- HE COMETIDO MUCHOS ERRORES Y
POR ELLO ME CULPO
Una vez Tortuga, un amigo borrachín, me dijo: “Cuánto quisiera volver a tener ocho años, pero con la experiencia que tengo ahora. Cuántas cosas corregiría.”
Pues, que yo recuerde, mis errores se iniciaron también a los ocho años. Pero la pregunta es:
¿Qué? ¿Quién? ¿Qué clase de persona sería yo hoy de no haber cometido todos esos errores?
Volviendo al pasado, tal vez podría haber evitado todos esos errores; pero no hubiese podido evitar otros. No sé. Tal vez hoy estaría muerto.
El hecho es que, mis errores han hecho que yo sea lo que hoy soy; pero ¡Estoy vivo! Y mientras hay vida hay esperanza.
Dale gracias a tus errores que gracias a ellos aún estas vivo.
Usa toda esa experiencia que te dan esos errores del pasado para evitar errores futuros.
Dale gracias a tu vida pasada que te entrenó para combatir errores.
No caigas en lo mismo. Si vuelves al alcohol, dentro de una semana, cuando estés en el suelo, te dirás: “Oh, cuánto quisiera que retrocediera el tiempo y estar como estuve hace un semana.” ¿Todo el tiempo te la pasarás buscando que regresar al pasado?
Hoy vives de nuevo. Hoy es el primer día de tu nueva vida. Vive el presente. Pero vive cada momento (presente) de tal manera que no quieras volver a retroceder en el tiempo. Vive de tal manera que te felicites de cada momento que viviste desde que volviste a nacer.
No vuelvas al vómito. Dios dice en su Palabra, La Biblia, que aquel que vuelve al pasado, cometiendo los mismos errores, es como el perro que vuelve a comer su vómito; o como la puerca lavada que vuelve a revolcarse en el fango (2da de Pedro 2: 22).
Créate una vida nueva, sin alcohol. No vuelvas a lo mismo, no regreses al vómito.
Tengo ya más de medio siglo de vida. Tengo una fea cicatriz entre las cejas, producto de una borrachera. Tengo la nariz con el tabique desviado, producto de otra borrachera. Tengo arrugas. Me veo viejo (aunque no me sienta así, no puedo tapar el sol con un dedo). Ya no soy aquel muchacho guapo que atraía muchas mujeres. Pero ¿sabe qué?.. La belleza que tenía fuera, se me ha metido adentro.
Cuando joven era bello por fuera, pero feo por dentro: Fui, como la mayoría: un joven inexperto, inmaduro, narcisista, egoísta, patán.
Hoy, después de más de medio siglo, me veo por dentro y veo experiencia, madurez, generosidad, humildad, sensatez, mesura, realismo, serenidad, y otras virtudes que no tenía de joven.
Sí, amigos, la belleza ahora la llevo por dentro, y por ello me siento bien.
Gracias a tantos errores en mi vida, hoy soy más hermoso por dentro. ¿Por qué entonces lamentarse por haber cometido tantos errores? ¡No hay que volverlos a cometer y ya!
Soy mucho más valioso que muchos que no han vivido lo que yo; y sin el alcohol me espera una vida muy hermosa.
Amigo lector, si tú eres aún un joven, dale gracias a Dios que ahora tienes la oportunidad de ser bello por fuera y por dentro. Sólo deja el alcohol y todo aquello que no contribuya a tener un futuro del cual tú, Dios, tu familia y todo el mundo de tu mundo se sientas orgulloso ¡Tú puedes! ¡Claro que sí!
XX- LOS ERRORES MATAN, PERO A VECES SALVAN
Me sentía muy triste recordando a mi mamá. Llegué al parque que queda frente al hospital de Puente Piedra. Ahí estaban mis amigos. Eran seis compañeros de alcohol sentados sobre el pasto haciendo un círculo. Ahí estaba Guillermo, con la botella de caña en una mano y el vaso en la otra. Su cabeza caía sobre su pecho y lloraba mientras los demás esperaban en silencio la botella de licor.
“¿Por qué llora Memo?” Le pregunté en voz baja a Tortuga.
“Y, por lo mismo por lo que siempre llora. Además, hoy es el día de la madre ¿no?”
Sí, todos nos veíamos tristes. Recordé lo que le pasó a Memo:
Su madre le pidió que la acompañara a Trujillo, que queda a ocho horas de viaje en bus desde Lima. “No vayas a ponerte a tomar. No quiero viajar con un borracho.” Le había dicho.
El hecho es que Memo no obedeció a su mamá y prefirió quedarse en Lima para seguir emborrachándose.
A las diez de la noche, hora de la salida del bus, Memo estaba tan borracho que su madre no lo pudo llevar consigo.
El bus cayó al abismo en el barraco de Pasamayo. Casi todos murieron incluida su mamá.
Había pasado ya varios años del accidente.
En una ocasión, muy triste, Memo me dijo: “Cometí un error en no obedecer a mi mamá; pero ese error me salvó la vida.”
En ese caso, el destino fue favorable para Guillermo. Pero supongamos otro destino:
Su madre y Guillermo llegaban a Trujillo, pero a Guillermo, quien siempre lleva escondida entre sus ropas una botella de caña, por lo borracho que estaba, bajando del bus lo atropellaba un vehículo ocasionándole la muerte.
¿Sabes qué, amigo lector? Hasta ahora el destino te ha sido favorable porque estás vivo. Pero ya no tientes a la muerte.
Amigo lector, posible, el hecho de tener la oportunidad de estar leyendo esto puede ser una advertencia de parte de Dios (o el destino) de que de ahora en adelante tu suerte no será ya la misma. Jesús le dijo al paralítico de Betesda a quien sanó: “He aquí, has sido sanado; no peques más para que no te venga algo peor.” (Juan 5: 14).
Dios quiere que de ahora en adelante lleves una nueva vida. Y tú dirás tal vez: “¡Pero, por qué Dios demoró tanto en decírmelo!
Recuerda que Dios dice en la Biblia, que hay tiempo para todo y todo tiene su tiempo (Eclesiastés, capítulo 3).
Tienes mucho que reconstruir. Olvídate del pasado, que el pasado pasado está.
Has perdido mucho, lo sé. Pero te diré algo:
En el año de 1987 estuve en la selva peruana y me tocó ver un amplio campo que había sido devastado por un incendio forestal. El panorama era francamente desolador: Eran varias hectáreas donde sólo había quedado un suelo lleno de cenizas y el humo que salía de la tierra aún caliente. Cuántos árboles y animalitos habían muerto devorados por el fuego. No había nada de vida ahí. Sólo carbón, cenizas y humo.
Después de algunos años volví a ese lugar y, ¡hoy parece un paraíso! Han crecido nuevas plantas, hay nuevos animalitos y la vida bulle en abundancia en ese hermoso bosque.
No te lamentes por todo lo material que hayas perdido; recuerda que nada material te llevarás a la otra vida. ¿Sabes que sí te llevarás? Lo bueno y lo malo que hayas hecho; y en cuanto a lo malo, no te preocupes, si te has arrepentido y pedido perdón a Dios, Él dice “Borrón y cuenta nueva.” Eso no se te tomará en cuenta. Pero no te preocupes por lo material que hayas perdido. Job, quien lo perdió todo, razonó: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré de donde vine… ¡Bendito sea el nombre de Jehová!” Job 1: 21.
Muy poco de lo material que se ha perdido con el alcohol se puede recuperar, pero sí se puede volver a tener con trabajo, honradez, paciencia y constancia
Sí, mi amigo lector, por más que la vida te haya maltratado, ese bosque puede volver a renacer de entre tus cenizas y tu vida convertirse en un paraíso; y lo único que Dios (o el destino) te pide es que dejes el alcohol. No es un precio demasiado caro para lo que vas a conseguir a cambio, ¿no lo crees? Qué esperas entonces. ¡Vamos a echarle ganas! ¡Y pa´ lante que para atrás ni para tomar impulso! Jesús dijo que el que toma el arado (de su nueva vida) y mira para atrás no es digno de Él (Lucas 9: 62). Te espera toda una vida por delante. Échale ganas ¡Eres un ganador!
XXI- ¿CÓMO DEBERA SER MI RELACIÓN CON DIOS?
Tres puntos son indispensables para tu recuperación en relación a tu relación con Dios de ahora en adelante:
Primero:
ORA LAS 24 HORAS
El apóstol Pablo aconseja: “Orad sin cesar.” (1ra de Tesalonicenses 5: 17).
¿Significa eso que debo pasarme orándole a Dios las 24 horas?
Sí.
Pero debes entender esto: Hay dos tipos de oración: La oración reverencial y la oración permanente.
La oración reverencial es la que se hace dejando todo lo demás, de pie, echado o de rodillas, agachando nuestra cabeza en señal de sumisión y dirigiéndonos a Dios para, por ejemplo, agradecer por los alimentos, al acostarnos, al levantarnos, cuando oramos en voz alta o baja en un servicio religioso, etc.
La oración permanente es la que se hace durante todo el día y la tarde y la noche.
¿Cómo es esto?
Simplemente hablando con Dios en todo momento.
Para darte una idea, por ejemplo, antes de ser cristiano yo decía: “Hoy debo lavar mi ropa.” Hoy digo: “Hoy debemos lavar la ropa.” Ya no hablo conmigo mismo, ahora hablo con Dios, las 24 horas ¿me entiendes?
Ya no me digo: “Voy a cobrarle a fulano de tal.” Ahora digo: “Vamos a cobrarle a fulano de tal:”
Voy a cobrarle acompañado de Dios. No te sueltes de Él, hazlo tu Compañero constante; así te será más difícil volver a recaer, pues no vas a decirle a Dios: “Vamos a tomar un trago” ¿verdad?
Habla con Dios, conversa con Dios, las 24 horas de toda tu vida. Recuerda que hoy tienes dentro de ti al Espíritu Santo (1ra de Corintios 6: 19).
Y di como el apóstol Pablo dice: “Ya no vivo yo mas Cristo vive en mí.” (Gálatas 2: 20).
No te despegues de Dios las 24 horas, y Él no se despegará de ti las 24 horas (Santiago 4: 8).
Segundo:
LEE LAS ESCRITURAS:
De ahora en adelante deberás conocer a quien estará contigo las 24 horas; a tu nuevo Compañero Celestial:
Conócelo, amigo, conócelo, interésate en Él y Él se interesará en ti (Santiago 4: 8).
¿Cómo conozco a Dios?
Yo no puedo decir que conozco al escritor Mario Vargas Llosa, así me lo hayan presentado, así lo haya visto personalmente, así me haya estrechado la mano, si no he leído su biografía, si no he leído sus libros, para saber quién es él, qué piensa, cuáles son sus pensamientos, sus ideas, sus emociones.
Así tampoco puedo decir que conozco a Dios si no he leído su libro La Biblia, sus Santas Escrituras.
Incluso, la Biblia dice que no se puede amar a Dios si no se guardan sus mandamientos; o, en otras palabras, si no se obedece a lo que Él nos dice en su Palabra (Juan 14: 15); pero, ¿cómo vamos a obedecer lo que Dios quiere que hagamos y no quiere que hagamos si no conocemos cuáles son estos mandamientos?
No creas que con conocer cuáles son los diez mandamientos, ya no necesitas leer la Biblia.
Las Santas Escrituras tienen mucho más que decirte; Dios tiene mucho que decirte.
¿Hay alguien que te pueda aconsejar mejor que Él? No lo creo.
Él es tu Padre Celestial, y te ama con todo su corazón, y busca lo mejor para ti.
Conoce a Jehová, tu Padre Celestial; conoce a Jesucristo su Hijo, quien murió en tu lugar, tu Amigo, tu Salvador, tu Redentor, tu Señor; conoce al Espíritu Santo, tu Ayuda, tu Consuelo, tu Guía. Conoce a Dios a través de las Santas Escrituras.
Tal vez te digan: “El diablo se sabe todas las Escrituras y no por eso se va a salvar. “
Es verdad. El diablo se conoce todas las Escrituras de memoria, porque hasta estuvo presente cuando las escribieron; pero el diablo se auto impuesto una naturaleza que no le permite obedecer y, por lo tanto, beneficiarse con lo que dicen las Escrituras. Mientras que nosotros tenemos la naturaleza de Cristo y, por lo mismo, tenemos el privilegio de obedecer a Dios.
Lee las Santas Escrituras porque ahí hallarás sabiduría, para ser feliz en esta vida y, después, en la eternidad. Lee a Dios.
Tercero:
ASISTE UNA IGLESIA
Aunque sea los domingos.
Pero has de saber algo muy necesario e importante: Las iglesias están llenas de pecadores (Romanos 3: 10). No hay nadie perfecto, sólo Jesucristo es perfecto
No vayas a la iglesia a ver los defectos de los hermanos, ve a ver a Jesucristo.
No vayas a ver qué tienen los hermanos para ti, ve a ver qué tiene Cristo para ti.
Por ejemplo: En la iglesia van hermanos que vana buscar una chica, y chicas que van a buscar a un chico; o, en otras palabras: Cristianos que van no por Cristo sino por Cristina; y cristianas que no van por Cristo sino por Cristóbal ¿me entiendes? Que tu objetivo primario sea el ir por Cristo; todo lo demás Él, si le parece bien, te lo añadirá (Lucas 12: 31).
Recuerda lo que te dice Dios a través del sabio Salomón: “Deléitate así mismo en el Señor y Él te concederá las peticiones de tu corazón” (Salmo 37: 4).
El Señor te hablará con el mensaje que salga de la boca del predicador. Pero, ojo, el diablo tal vez te diga: “Ese predicador es un reverendo pecador.” Recuerda que Dios es todopoderosos, y Él puede utilizar, incluso, a un pecador para darte un mensaje.
En una ocasión, sentada en una banca, una señora lloraba su desgracia al haber perdido casi todas sus posesiones materiales, incluso a su familia. Un borracho que por ahí pasaba, buscando alguna moneda caída tal vez, recogió un papel. Al ver que sólo era un papel y no un billete, como le pareció, tiró el papel y éste cayó sobre la banca donde la infeliz señora decidía cómo quitarse la vida. Resulta que ese papel era un tratado cristiano que hablaba del suicidio, precisamente; como un náufrago que se aferra a lo que sea para salvarse, la mujer cogió el papel y lo leyó. Había una dirección ahí, de una iglesia cercana, y ahí se encaminó la desdichada; una desdichada que hoy, gracias a ese tratado, gracias a ese papel, es una pastora, felizmente casada y una verdadera sierva del Señor.
Sí, mi amigo, Dios utilizó a un borracho, a un recalcitrante pecador, para que esta mujer no se mate.
Lee, en el libro de Números, capítulo 22, los versos del 21 al 41 y verás la historia de “El ángel y el asna de Balaam.” Dios utilizó a una asna para hablarle a Balaam. Dios es todopoderoso y puede utilizar a un pastor, aun pecador, para hablarnos; pero, ojo, debes tener mucho cuidado de que lo que diga esté en concordancia con lo que dicen las Escrituras; por eso es importantísimo que leas lo que dice Dios en su Santa Palabra, para que puedas establecer si lo que dice el pastor viene de Dios o no.
Recuerda, pues: vas a ver qué es lo que tiene Cristo para ti y no qué es lo que tiene el pastor para ti, ¿de acuerdo?
Hay iglesias falsas y falsos profetas, sí; pero, aunque hay “pastores” que dirigen una iglesia con la finalidad de lucrarse y/o para obtener otros beneficios; gracias a Dios, la gran mayoría de los pastores son verdaderos siervos del Señor; cuya finalidad en su apostolado es que el nombre de Dios sea glorificado y crezcan espiritualmente todos y cada uno de sus ovejas. Pastores que sirven y aman a Dios y a su prójimo con todo su corazón, despojados de cualquier interés egoísta. Al propósito de este capítulo, lean Mateo 7: 15 al 20 y Mateo 22: 37 al 40.
Ineludiblemente, en la iglesia hallarás hermanos imperfectos; pero, como dice el hermano Rick Warren en su libro “UNA VIDA CON PROPÓSITO”: “Dios quiere que ames a personas reales, no ideales.
Puedes pasarte toda tu vida buscando una iglesia perfecta, pero nunca la encontrarás.
Si una iglesia fuera perfecta, tú no podrías pertenecer a ella, porque tú no eres perfecto.
Dios nos llama a amar a los pecadores como Él nos amó.”
En la iglesia habrá un intercambio recíproco entre tú y Dios: Tú le darás tu interés, atención, alabanza y adoración; y Él, a cambio, te dará su mensaje, sus enseñanzas, su consejo, su guía, su protección, su bendición. Te señalará el camino, el sendero por el cual, de ahora en adelante, deberás ir.
¿Tus pecados? ¿Tu pasado? Él los olvidará por completo; los arrojará a lo profundo del mar; no se acordará más de tus pecados; Él dirá “Borrón y cuenta nueva” (Si no me crees, lee Hebreos 8: 12; 10: 17; Miqueas 7: 19).
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas (tu pasado) pasaron, he aquí todas son hechas nuevas.” (2da de Corintios 5: 17).
Ahora eres una nueva criatura; has nacido de nuevo; no eches a perder esta nueva vida que Dios te da. Pase lo que pase, no vuelvas a beber.
XXII- LA ORACIÓN DE UN ALCOHÓLICO
Amado Padre Celestial, santificado sea tu nombre. Es ésta, mi oración, para darte las gracias por haberte fijado en mí y ayudarme a dejar el licor. Sigue dándome fuerzas, Padre, porque yo sé que todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Pondré todo de mi parte, Señor; para cumplir con el día a día; porque día a día, al levantarme diré: Sólo por hoy no beberé; sólo por hoy seré feliz; sólo por hoy no mentiré; sólo por hoy no robaré; sólo por hoy no me irritaré con nada ni con nadie; sólo por hoy tendré amor y compasión por todo y por todos; porque nada ni nadie merece que se le odie; porque nadie es realmente malo, sino que hay aquellos que no han tenido la oportunidad de ser buenos. Por eso no odiaré a nadie, y menos a mí; porque soy una criatura creada por ti. Soy un Guerrero, soy un Comando del Ejército de Jehová, y un Comando no se rinde. Volver al licor sería una debilidad y una cobardía, y contigo a mi lado yo no soy ni débil ni cobarde, por eso no te dejaré.
Tú dices en tu Palabra que volver al alcohol sería como el perro que vuelve su vómito, o como la puerca lavada a otra vez revolcarse en el fango (Proverbios 26: 11) y yo no quiero volver a lo mismo, Padre.
Ahora sé que sin el alcohol me espera una buena vida por delante. Voy a prosperar física, económica y espiritualmente, Padre; asistiré a una iglesia para aprender de ti; allí conseguiré nuevos y buenos amigos; y no miraré sus defectos, porque sé que todos tenemos defectos, aun los que no beben. Te buscaré también en las Santas Escrituras, Padre. Edúcame para conocerte; dame tu Espíritu Santo para que Él me guie en mi estudio y comprenda, y procese, retenga y ponga en práctica lo que aconsejas y ordenas en tu Santa Palabra, Señor.
Buscaré un local de AA y asistiré a sus reuniones para reforzar mi recuperación; y tendré paciencia con mis familiares, sabiendo que ellos necesitan tiempo para confiar en mí.
Me espera un camino algo difícil, lo sé, pero, también sé que las cosas buenas a veces se consiguen con sacrificio; como lo que hizo tu Hijo Jesús por mí en la Cruz para salvarme.
No dejaré de tener presente aquel maravilloso versículo que dice: “A los que aman a Dios todas las cosas (buenas o malas) le ayudan para bien.” (Romanos 8: 28), y lo haré mi estandarte, Bendito Jehová.
Sé que algún día, Padre, se separarán las estrellas del cielo y se abrirá el firmamento para dar paso a tu Espíritu y el mío, porque tu Espíritu Santo me guiará a ti. Entonces nos encontraremos y te abrazaré fuerte, fuerte y llorando de felicidad te diré: ¡Gracias, Padre Mío y Dios mío! Aquí estoy gracias a ti. ¡Me rescataste del alcohol! ¡Bendito seas por los siglos de los siglos!
Amén.
EPÍLOGO
Hermano, le has entregado tu vida a Cristo; si participas activamente en una iglesia cristiana; si estudias las Escrituras; si mantienes tu tiempo ocupado en algo productivo que a ti te guste; si asistes a las reuniones de AA (sin tomar café ni fumar); y pones en práctica los consejos de este libro; te aseguro que te espera un buen futuro.
Te recomiendo que busques y leas, primeramente, el Libro de los libros: La Santa Biblia;
El libro del hermano Rick Warren: “Una Vida con Propósito”;
El libro del Doctor Wayne Dyer: “Tus Zonas Erróneas”;
Recomiendo también la literatura que ofrecen los AA;
Y mi libro “El Caramelero.”
Ahora eres una persona espiritual. No cualquiera tiene la experiencia que tú. Lo que tú sabes no lo sabe así nomás cualquiera. Eres un potencial que Dios quiere usar. Eres un hijo de Dios. No te puedes perder. Te necesitamos. Todos te necesitamos.
Ten compasión por la gente que no sabe todo lo que tú sabes. Cuando mires a un hombre rico ten compasión por él, porque tal vez es tan pobre que lo único que tiene es plata, y no sabe todo lo que tú sabes. Recuerda que sólo llevaremos a la otra vida lo que hayamos aprendido, pero nada material (1ra de Timoteo 6: 7 y 8).
¿Quieres saber si eres rico? Cuenta todo lo que tienes que no puedes comprar con dinero.
Acá en Perú hay un congresista adinerado que no tiene manos sino dos garfios. Si él te dijera: “Te cambio todo mi dinero por tus manos. Yo te doy mis garfios y tú me das tus manos.” ¿Aceptarías?
No te lamentes por todo lo material que has perdido, ¿de acuerdo?
Cuentan que un náufrago llegó nadando a una isla desierta. Construyó una choza para vivir lo más cómodo posible hasta que algún barco lo rescatara; pero pasaban los días, los meses y los años y los barcos pasaban muy lejos como para ver la fogata que hacía para llamar su atención.
Una noche dejó su mechero mal puesto y volcándose incendió la choza. Nada pudo hacer por apagar el incendio. Su preciosa choza se había consumido por el fuego esa noche.
Comenzó a llorar, lamentarse y a renegar contra Dios; pero, para su sorpresa, al despuntar el alba vio un barco y una lancha que se acercaba a la isla.
Gracias a esa desgracia, los del barco habían visto el incendio y se acercaron para ver de qué se trataba y así lo rescataron.
El alcohol puede haber incendiado todo lo material; pero hay un Dios que viene a tu rescate; no te desesperes; confía en Él.
No odies a nadie. No guardes rencor en tu corazón contra nadie. Porque todos estamos en este mundo de pasada y siendo probados. Hasta ahora vas pasando la prueba bien. No te desanimes y sigue para adelante: Para atrás ni para tomar impulso. Sobre tu pasado, Dios te dice: “Borrón y cuenta nueva. Esfuérzate y sé valiente. No temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo donde quiera que vayas (Libro de Josué capítulo 1).
Resiste un poco más; en la otra vida no habrá licor. Te espera un Paraíso maravilloso, no un infierno de fuego para ti, como el diablo te quiere hacer creer.
Considérate como el actor de una gran obra teatral y no tomes tan a pecho tu papel en esta vida.
Toma las cosas con calma. No quieras recuperar todo de la noche a la mañana.
No odies a nadie. El filósofo chino Lao Tse dijo: “Si quieres ser feliz, olvida el mal que te hicieron y aún el bien que hiciste. Vive amando a tus semejantes e ignorándote a ti mismo.”
Ten paciencia con tus familiares. Compréndelos. Toma tiempo recuperar la confianza. El tiempo será tu mejor aliado. No lo desperdicies.
Aunque no la pude terminar porque me deportaron de los Estados Unidos, yo estudié allá, por correspondencia, la carrera de Derecho; y hoy vendo caramelos en los buses; y soy muy feliz sabiendo que Dios está siempre a mi lado: Él no me abandona y yo no lo abandono (Santiago 4: 8). No tengo familia ni esposa ni hijos, pero Él me ayudará a tener todo eso, porque Él me asegura: “Deléitate así mismo en Jehová y Él te concederá los deseos de tu corazón” (Salmo 37: 4); y “Busca primeramente el Reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas te serán añadidas” (Mateo 6: 33).
Eres un Guerrero, eres un Comando del Ejército de Jehová. El diablo no tiene poder sobre ti. No dejes que se vuelva a levantar para dominarte. Mantente en guardia. (Santiago 4: 7) “Vela para que no caigas en tentación” (Mateo 26: 41). No bajes la guardia.
Antes de despedirme, quiero que leas la carta que le escribió Juan Pérez a su difunta madre adoptante. Esta carta la llevó al cementerio, el día que enterró su alcoholismo, pero no tuvo el valor de leérsela. Sólo puso sus manos sobre su lápida, bajó su cabeza, derramó muchas lágrimas y sólo atinó a decir: “Perdón, mamá”:
He aquí su carta:
“Mamá,
Te prometo que lucharé con todas mis fuerzas para no volver a beber. Haré mi mayor esfuerzo.
No saldré de este cementerio sin antes haber sepultado mi alcoholismo; y ojala sea para siempre.
De ahora en adelante sólo reviviré los momentos bonitos que pasé a tu lado; como cuando me traías del mercado una fruta, que me la dabas, no sé si por compasión o por qué; pero me la dabas al fin. Yo te miraba desde abajo, con mis cuatro o cinco años y mis ojos inocentes te decían: “Gracias mamá.” No podía saber todavía qué decían tus ojos, porque todavía era muy pequeño para leerlos; y aunque, ahora sé, que no me mirabas como mira una mamá, yo te miraba como un hijo.
Aunque nunca me golpeaste, muchas veces sentí el latigazo de tu desprecio, de un interminable injusto reproche; pero te perdono, mamá; y te pido perdón también. Perdón por haber arruinado la vida de tu hijo. Ese hijo que me abandonó con ustedes sin saber la tortura que me esperaba como niño al lado de quienes no me querían. Nunca que yo recuerde me diste un abrazo. Mis cumpleaños no fueron celebrados por ti. Cuánto hubiese querido como regalo, no juguetes o ropa, sino sólo aunque sea una caricia de tu mano en mi mejilla. Nunca que yo recuerde supe qué era un beso de tus labios; ni tampoco me dejaste darte un beso. Pero cuando dejabas de verte en el espejo, iba yo muy rápido y besaba el vidrio donde unos segundos antes estuvo tu imagen.
La última palabra que pronunciaron tus labios antes de cerrar tus ojos por última vez en esta vida fue: “Perdón.”
No sé a quién le pediste perdón; ojalá no haya sido a mí, porque nada tengo que perdonarte, mamá.
Ojalá ese perdón haya sido dirigido a Dios, y creo que fue así, y si así fue, entonces seré el hombre más feliz, porque sé que te volveré a ver, mamá.
Te quiero con todo mi corazón, mamá.”
¿Y tú, amigo? ¿Qué motivos tienes para beber? ¿Tuviste unos padres como los de Juan Pérez, tal vez?.. Si quieres recuperarte y vivir, lo primero que debes hacer es perdonarte y perdonar.
Al margen de la edad que tengas, aún puedes hacer algo grande por ti, por tu familia y por la humanidad, incluso puedes llegar a ser famoso y, ¿sabes qué? En esta época de tanto materialismo, insatisfacción y ateísmo, ser famoso sin haber conocido estímulos populares como el alcoholismo y la drogadicción es a menudo peligroso. Mejor es que la cosa sea al revés. Porque es mejor haber conocido el cielo después de haber estado en el infierno; que conocer el infierno después de haber estado en el cielo. Toda vida es un campo. Un campo que Dios te da para que lo conviertas en bosque. Tal vez en tu vida el alcohol ha convertido tu campo en un terreno donde sólo quedan cenizas; tal vez sea mucho lo que has perdido, y muy poco de lo material perdido por el alcohol se recupera, pero sí se puede reconstruir.
Los jardineros dicen que a veces hay que podar un árbol para que vuelva a crecer mejor.
Tu bosque volverá a crecer y puede volverse un paraíso hermoso. Tomará tiempo, pero qué bonito será volverlo a ver renaciendo; tal vez crezca de poquito a poquito; pero haz de saber que muchas veces las cosas buenas de la vida no se consiguen de la noche a la mañana. Ten paciencia y persevera que el que persevera alcanza.
Ten siempre presente la oración de San Francisco de Asís, la cual en paráfrasis y para tu caso vendría a ser así:
“Señor Dios, dame sabiduría para no buscar tanto el ser comprendido, sino el comprender a los demás; que no busque el ser perdonado, sino más bien el perdonar; que no busque el que todo el mundo me dé lo que creo merecer, sino más bien que yo dé; que no busque el ser amado sino más bien yo amar; porque comprendiendo alcanzaré ser comprendido; perdonando seré perdonado; dando recibiré y amando seré amado.”
Y recuerda también la oración de San Pablo que la encuentras en la Biblia pues es una promesa de Dios: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” (Filipenses 4: 13); y, por último, no olvides lo que te promete Dios en Romanos 8: 28: “A los que aman a Dios, todas las cosas le ayudarán para bien.” Lo bueno y lo malo que te haya ocurrido será de una gran bendición para tu vida futura si no dejas de amar a Dios. ¿Cómo demostramos amor a Dios? Obedeciendo sus mandamientos y consejos. Jesucristo dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos.” (Juan 14: 15).
Si de veras amas a Dios y te aferras a Él, todo, absolutamente todo lo que te haya pasado será para que seas muy feliz.
Si quieres iniciar este tratamiento recibiendo una gran bendición de Dios, comienza compartiendo esta información con todo el mundo; porque ese es uno de los secretos del éxito de los AA: Compartir su tratamiento y sus victorias con otros alcohólicos que sufren y esperan una mano que los ayude. El despojarnos del egoísmo y cultivar la humildad es el requisito que nos exige Dios para salir del infierno y entrar al cielo.
Es bonito utilizar la imaginación que Dios nos ha dado; y podemos utilizar ésta para imaginar una nueva vida mucho más bella; por ejemplo, pase cerca al aeropuerto y vi como despegaba de la pista un avión de Aerolíneas Argentinas; llevaba dos grandes letras A en su cola: AA, y me imaginé que era un avión de Alcohólicos Anónimos llevando en su carlinga una centena de felices ex borrachos y me dije que algún día también yo volaré con un grupo así… rumbo al cielo.
¿Ha muerto mi alcoholismo? ¿Realmente está sepultado tras esa vieja lápida?.. El imaginar que lo he dejado para siempre en aquel cementerio sólo es y será una mención alegórica, una metáfora. No, no está muerto, lo sé, sólo duerme, y de mí y no de las circunstancias, depende que no vuelva a despertar.
Recuerda que hay, y siempre habrá, un alcohólico sediento de alcohol dentro de ti, y de ti depende que no lo dejes salir.
Cada vez que veas una botella y sientas deseos de beber, piensa en otra cosa más útil. Cada alcohólico en recuperación tiene su diferente forma de canalizar sus frustraciones. A mí, particularmente, me encanta el yogurt, sobre todo el de fresa. ¿Sabes? Acá en Perú, un litro de cerveza cuesta lo mismo que un litro de yogurt; así que cuando veo una botella de cerveza, en mi mente también veo una botella de yogurt de fresa y, pues, mi paladar hace la comparación, y siempre el yogurt sale ganando. Crea tú tu propia forma de canalizar tus frustraciones y tentaciones.
Recuerda siempre: Gobierna tus pensamientos; no dejes que los pensamientos te gobiernen a ti. Tú y sólo tú decides que pensamientos aceptar y que pensamientos rechazar.
Te recomiendo que tengas un cuaderno bastante grueso y escribas allí todo lo que se te ocurra que te pueda ayudar a dejar de beber. Por ejemplo, tengo yo un lista de todas las personas a las que les hice daño por mi alcoholismo; las cosas materiales que perdí por mi alcoholismo; las cosas bellas de la vida que no obtuve como consecuencia de mi apego por la bebida. Pero también tengo escritos mis planes a corto, mediano y a largo plazo; y preguntas tales como: ¿Cómo puedo resarcir a la humanidad por todo el daño que ocasioné? En mi caso las respuestas fueron: 1) No volviendo a beber; 2) Portándome bien; 3) Buscando a Dios; 4) Escribiendo este libro; Etc.
Quiero que hagas algo: Fabrica un letrero, tú ve de qué tamaño y como lo haces. En él escribe en letras grandes: PAPÁ, POR FAVOR, DEJA DE BEBER, y seguidamente escribe con colores y letras diferentes los nombres de los seres queridos por los cuales dejarías de beber. Incluye también a los seres que más amas y que ya han partido de este mundo, y que quisieras volver a ver en la otra vida (puedes incluir mascotas); y finalmente escribes en letras grandes: QUEREMOS VOLVERTE A VER.
También recuerda que la vida es hermosa y se puede ser inmensamente feliz sin el alcohol.
Ojalá tengas la oportunidad de leer mi anterior libro “El Caramelero”.
En espera de tus cartas, quedo de ti, tu leal amigo y hermano, Juan Alberto Sena.
Que Dios te bendiga.
ALGO SOBRE EL AUTOR
Juan Alberto Sena, pseudónimo de Juan Alberto Seminario Navarrete (63), es un escritor autodidacta, nacido en 1957, soltero y sin hijos.
Vive en un humilde cuartito, una de las zonas más pobres de Lima, vende caramelos en los buses, donde no sólo ofrece su confite, sino que aprovecha para dejar un pequeño mensaje de parte de Dios a los pasajeros sembrando así la semilla del evangelio.
Si usted desea contactarlo; y, si Dios pone en su corazón el deseo de ayudarlo, también en lo económico, para que pueda él publicar sus otros libros, puede hacerlo y él estará feliz de responderle, y enviarle su libro EL CARAMELERO completamente gratis, su correo es: juanalbertosena@yahoo.es y lo halla en Facebook con su nombre completo: Juan Alberto Seminario Navarrete.
No es necesario que usted le envíe dinero para que sean amigos: Escríbale. Él estará feliz de conocerlo.
Su celular es 98 77 110 66 (Perú).
El autor también les pide un gran favor, Que oren por él, así como él ora por ustedes todos los días.
El autor quiere darles cinco promesas de Dios para que no las olviden:
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia: “ISAÍAS 41: 10
“Esfuérzate y sé valiente; no temas ni desmayes, porque yo estaré contigo a donde quiera que vayas.” JOSUÉ 1
“A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien. “ROMANOS 8:28
“Amado, yo deseo que seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.” 3ra de JUAN verso 2.
“Aunque tu madre y tu padre te abandonaren, con todo Jehová no te abandonará.”
SALMO 27: 10
Ud. amable lector, puede hallar este libro en sus dos formatos, también puestos a la venta, en once países –incluidos la India y Japón–, en la plataforma de Amazon, escribiendo en Google:
AMAZON ESTOY VENCIENDO AL ALCOHOL DE JUAN ALBERTO SENA
El autor también les agradece anticipadamente por recomendar este libro a otras personas; y, de ser posible, difundirlo en las diferentes plataformas de internet (él no sabe cómo hacerlo, ni cuenta con dinero para hacerlo) y, por ello, que Dios les bendiga mucho…
ESPERO NOS VOLVAMOS A ENCONTRAR PRONTO…
Te quiero con todo mi corazón. Escríbeme…
OPINIONES Y COMENTARIOS