
Desperté después de haber celebrado mi cumpleaños número quince, bajé a la sala, los invitados ya se habían marchado. Aburrida y cansada sin saber que hacer, vi a los lejos un libro que era de mi padre, estaba viejo y carcomido por las cucarachas, olía a neptalina y lleno de polvo. Eso me hizo estornudar. Salud dijo mi madre desde la cocina. Abrí una página del libro, descubrí una escritura en latín “Sapientia” era lo que decía, busque un diccionario para encontrar si significado. Saber, sabiduría era el significado de esa palabra rara.
-Coco deja el libro. Le dije al perro que insistentemente quería quitármelo. Coco era un perro que fue un regalo a la familia y era parte de todos, aunque era muy juguetón lo queríamos y más mi hermano que se adueño desde el principio de el.
Vivía sólo con mi madre, mis dos hermanos se fueron al extranjero. Seguí viendo el libro, me di cuenta que era una novela que mi papá había escrito hace mucho tiempo, el titulo “Sueños de Olimpia” con nostalgia recordé a mi papá, no quería leer la novela porque me haría recordarlo y eso siempre me ponía triste y melancólica. Amé mucho a mi padre fue un gran filosofo y a mi me gustaba leer lo que el escribía cuando vivía ahora que no esta no me gusta. Coloque la novela en la mesa de noche al lado de mi cama, pero algo me decía que tenia que leerla y empecé por el agradecimiento. “A Emilio, Diego y Pamela estrellas del cielo de mi corazón” decía, era evidente que en el momento que la escribió yo no había nacido. Seguí leyendo. El mito. Contaba mi padre que el mito es un relato ficticio que la humanidad utilizó para explicar el cosmos, el hombre y a Dios.
Era tarde, me gustaba dormir hasta tarde, costumbre que desde niña tenía, al momento sentí lo ojos cansados y me atrapo Morfeo.
-Aitana- mira eso es una ave extraña que no he visto desde hace mucho tiempo, pensé que ya no existían le dijo el pequeño hombrecito.
– Si muy extraña. Respondió la jovencita.
– vamos la Atenas nos espera, ya pronto llegaremos.
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