Todo es tan oscuro que no sé si tengo mis ojos abiertos o cerrados. No sé en realidad dónde estoy, si es de día o noche, no recuerdo mi nombre, mucho menos ¿como llegué a este lugar?.
Mi cuerpo se siente algo agotado, adolorido, como si un camión le hubiera pasado por encima. ¿Qué me ocurrió?
Al parecer me encuentro en una habitación, por su aspecto y lo poco que puedo palpar con mis manos. Mis ojos estan algo nublados y lastimados, no logro ver con claridad nada a mi alrededor.
Escucho un auto que llega, se encienden las luces afuera de la habitación en la que me encuentro, logro ver como se cuela la luz por la rendija del marco de la puerta.
De pronto escucho pasos, acompañado de voces, una masculina muy fuerte y otra más infantil, al parecer es de un niño.
Los pasos se aproximan a la puerta de la habitación donde estoy, la puerta se abre y sólo logro ver la silueta de un hombre alto, al parecer muy fuerte. No emite palabra alguna, sólo me observa y sale.
Escucho como le dice al pequeño, que es hora de dormir y nuevamente entra a la habitación donde me encuentro, pero en esta ocasión me dice volteate. No entendía que era lo que quería decir con eso, así que me tomó del brazo muy fuerte y me colocó de espalda, en una posición algo a su favor, como para darle placer. Creo que intenta tener sexo conmigo.
No tenía fuerzas para poner resistencia, me sentía agotada y casi inconsciente y sòlo podía sentir como entraba y salía de mi cuerpo. Al terminar, el sujeto se tiende a mi lado y se duerme.
Amaneció, lo sé porque los rayos del sol entran por algo que parece ser una ventana. No me habia percatado que estaba allí.
No se que día es, ni que mes, ni mucho menos el año. No sé desde cuando estoy en este lugar, pero por las marcas que veo en mi cuerpo algo agotado y maltratado, lleno de moretones: parece que llevo ya un largo tiempo aqui.
El sujeto me dice que es hora de irnos. No sé a donde pero él si lo sabe. Es un edificio color gris al parecer, es en el centro de la ciudad. No sé que hago aquí, pero creo que mi cuerpo si lo sabe.
Subo hasta el 6to. piso de aquel edificio y muchas personas me saludan, creo me conocen en este lugar. Mi mente sigue confundida, pero la poca cordura que me queda, me indica que aqui trabajo.
Transcurrió el día y a nadie le conté lo que me estaba pasando. No entiendo por qué no pido ayuda o trato de contarle a alguien lo que me ocurre, simplemente al terminar el día, regreso al mismo lugar donde me mantenía, a esa habitación oscura.
Escucho al pequeño como el día de ayer, pero aún no logro verlo, por más que intento.
El sujeto ingresa a la habitación donde estoy, como la noche anterior y nuevamente quiere sexo. Mi cuerpo agotado y sin fuerzas trata de resistirse, pero un golpe me deja inmóvil y vuelve hacer con mi cuerpo lo que le plazca.
Pasaron días, semanas, meses o años, no lo sé: pero era la misma rutina cada día. Sentía que iba a morir, pero por alguna razón extraña, no pedía ayuda y seguía resistiendo. En mi interior sentía que merecía lo que me estaba ocurriendo y que debía permanecer en ese lugar.
Una de las tantas veces que el sujeto entraba y salía de la habitaciòn, logro ver al pequeño niño, inclinado en el suelo, tratando de ver por debajo de la puerta, lo que ocurría dentro de la habitación, creo que él de alguna forma sabe que algo anda mal, pero es muy pequeño para comprenderlo.
Al pasar los días, cada vez que ese hombre abría y cerraba la puerta de la habitación, podía ver al pequeño niño, con más frecuencia que antes, quién de lejos trataba de ver el interior de la habitación y con voz baja, me preguntaba… ¿»estas bien?».
Dónde estoy? … quién es ese sujeto que me maltrata cada día y me ultraja cada noche? … quién es ese pequeño que esta allí afuera que se preocupa por mí?… cuánto tiempo llevo en este lugar? … por qué estoy en este lugar? … por qué no pedí ayuda cuando pude? …, por qué siento que algo me ata a este sitio que no me deja abandonarlo?
Una noche, el sujeto ingresó a la habitación como todos los días, algo malumorado por su forma de tirar la puerta al cerrarla y por su aliento, se sentía que había tomado algunas copas; pero había algo diferente esa noche, no veía la habitación tan oscura como otras veces, era como si alguien hubiera encendido las luces de repente y pude ver claramente el rostro de este sujeto, que cada noche me golpeaba y abusaba de mí.
Afuera de la habitación, el pequeño estaba desesperado y sólo escuche que dijo «papá ya no golpes más a mamá»
Ese rostro me empezó a ser familiar, sí.. ese sujeto era mi esposo; y el pequeño que estaba afuera era mi hijo, el cual por alguna razón, no recordaba.
Fue como si hubiera estado en un mundo distinto a este y acababa de volver, como si hubiera estado en coma por mucho tiempo, que no me daba cuenta de lo que pasaba; como si hubiera estado en una especie de trance, como si hubiera perdido mi voluntad y la razón.
Logré salir de esa habitación, con una fuerza y un valor que no sabía que existía en mi interior y pude decir con todas mis fuerzas; «BASTA», «DEJAME EN PAZ», «YA NO QUIERO MAS ESTO».
Era una mujer maltratada y era como si él me hubiera sumergido en ese mundo, que perdí todo tipo de conciencia y control sobre mí misma.
Él se quedó estático, creo que pensó que nunca volvería a ser yo misma nuevamente y que tendría el control de mi vida y de mi cuerpo por siempre.
Recorde en ese instante, como por arte de magia, quién era y dónde estaba … era mi hogar, donde vivía con él y mi hijo, desde el momento en que decidimos formar una familia, formar un hogar. ¿En qué momento ese ser que prometió amarme y respetarme, se convirtió en mi verdugo, que robó mi razón y mi voluntad por completo? … no lo sé.
Tomé a mi hijo en brazos y le di la espalda, no voltié nunca más mi mirada hacia atrás, no regresé jamás a ese lugar.
Han pasado ya 15 años, desde que estuve en esa habitación oscura llamada «MALTRATO», llamada «ABUSO SEXUAL», sin darme cuenta como llegué hasta ahí, ni cuánto tiempo estuve ahí, mucho menos las razones por las que no lograba salir, dónde no distinguía el día de la noche, dónde todo era oscuro y doloroso.
Aún hay muchas preguntas que no he logrado responderme a mi misma. Pero si he logrado amarme más y sellar en mi alma el lema «NUNCA MÁS».
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