La primer reja.
Sonido del hierro
que se cierra
en mi espalda.
Frío helado
acompaña mi andar.
Ruidos de lo cotidiano.
Señales
de vida y muerte.
Corridas por las escaleras,
lentitud de los pasos por los pasillos,
música a todo ritmo,
gritos de llamados,
gritos de demanda,
gritos del patio,
gritos de alegría,
gritos de dolor.
Rutina de los bastones
que golpean en el piso.
Tensión.
Adrenalina que se incrementa
en el aire,
y en cada rincón.
Sonidos del horror.
Silencio
Silencio que habla por sí mismo
Silencio que perfora los tímpanos
Silencio que anuncia
cual volcán en erupción,
estallido del fuego,
emergente de la lava
que incinera.
Silencio indescriptible
que grita el inminente motín
que se avecina.
Ruidos del “Estar Ahí”
basados en la sinfonía
de las injusticias invisibilizadas,
que para ser oídas
apelan al sonido
desgarrador,
violento y denunciante.
Voces, gritos y ruidos
que retumban
en la tumba
sin respuesta
en los muros sordos
del afuera…
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