Hice
un centro de sueños
golpes
en la centuria final
carcomiendo
los labios en
antiguos
depósitos frágiles,
por
sombras conocido, por
tatuajes
inversos, demonios
habituales,
las vegetales hojas
demostraron
su peculiar
sexo
detenido. En lagunas
y
légamos, como corrompido
por
ley natural alguna, mis dientes
perforan
sucesiones de brillantes
algas,
deterioradas por la luz angosta
de
los peces. Golpea, siempre
idéntico
centro de sueños.
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