Diario de una depresión, trastorno bipolar, trastorno límite de la personalidad, o como me quieran clasificar.
He decido empezar a escribir este diario, describiendo cómo me siento, cómo actúo, cuáles son mis pensamientos, para que algún día al leerlo, sepa muy bien lo que pude superar; porque yo sé que voy a salir de esto..
Todo este calvario comenzó alrededor de hace dos años y medio (pero en realidad empezó mucho antes, desde pequeña se fue gestando en mi una depresión de la cual no me quería hacer cargo, o quizás no sabía cómo afrontarla, y mi mecanismo de defensa fue evadirla. Hasta hace dos años y medio que terminó por estallar).
Todo empezó cuando descubrí que mi pareja era mitómano, y que además de la cantidad de mentiras que me decía, siempre buscaba engañarme con otra mujer. Yo al estar enamorada luchaba a diario con todo eso. Cuando él me confesó que tenía un problema con la mentira que no podía manejar, yo decidí apoyarlo, en definitiva era mi pareja.
Buscamos hacer terapia, básicamente busqué yo un psicólogo para cada uno, siempre consultándole si él estaba dispuesto a tratarse, porque de no ser así no pondría mi esfuerzo en vano, y él terminaría quedándose solo.
En realidad yo siempre fui una persona muy independiente, nunca mi sueño fue tener una pareja, ni casarme, ni una familia, como suele ser el común denominador en las mujeres. Mi sueño era tener un trabajo exitoso, una carrera exitosa, que me permitiera hacer lo que me gusta, trabajar sin descanso y ganar dinero. Pero desde que había conocido a este hombre, todos mis sueños cambiaron, yo lo había elegido a él para pasar el resto de mi vida, quería formar mi familia, y estaba dispuesta a luchar por ello. Siempre fui muy obsesiva con la lucha por cumplir mis metas. Quizás ese ya era un rasgo de lo que posteriormente se me diagnosticó.
Ambos empezamos terapia por su lado. Por mi parte yo iba regularmente a mi psicóloga todos los viernes. Él no cumplía con la regularidad, que es algo muy importante desde mi punto de vista. Yo hice terapia en dos oportunidades por mi voluntad, a mi primera psicóloga la apreciaba, a mi segunda psicóloga la amo! Desde mi punto de vista tener un buen psicólogo es la clave, yo sin ella no estaría escribiendo esto… ya me hubiera dado por vencida…
Básicamente empecé a tratar con mi psicóloga mis problemas de pareja, por lo cual había llegado a ella. Hasta que ella me hizo una pregunta mágica, estábamos finalizando el año y ella me preguntó que esperaba para el año que viene de la terapia, o qué me gustaría trabajar… Yo con muchas dudas y mucho nerviosismo le dije que había un tema que me gustaría tocar, fuera de lo que era mi pareja, pero que aún no me sentía preparada. A pesar que algo le había mencionado a mi anterior psicóloga, y lo llevo por alto.
Todo siguió como siempre en cuanto a mi pareja, él iba al psicólogo una vez cada tanto, pero seguía mintiendo.
Yo empecé a avanzar en mi terapia y le conté lo que me había sucedido de pequeña y de adolescente, algo que siempre pretendí borrar de mi mente y buscaba que mi psicóloga me dijera que era un invento mío. Lamentablemente no fue así, tuve que afrontar la realidad; esa depresión que yo buscaba esconder o tapar, empezó a salir a la luz. Irremediablemente me apoyaba mucho en mi pareja, pues era lo más cercano, cuando volvía de mis sesiones llorando a mares. En ese tiempo seguía encontrando mentiras de su parte, pero prefería hacerlas a un lado. Hasta que un día encontré que básicamente iba a llevar a una chica a nuestra casa, o al menos creo que eran sus intenciones, solo pasó que yo llegué antes de trabajar y vi en su celular todos los mensajes (aclaro que no me gusta revisar los celulares, pero en esa ocasión estábamos abrazados y él abrió el mensaje y yo alcancé a ver algo, así que le pedí que me muestre quién le había escrito) En resumidas cuentas nos separamos, y lamentablemente en muy malos términos.
En ese momento, la depresión me envolvió, se apoderó de mi cuerpo, mente y alma. Puesto que lo único que hacía era ir a trabajar como una obligación. Luego me invadía la ansiedad y lo único que la calmaba era salir a caminar, por horas, kilómetros… empecé a fumar mucho, prácticamente dejé de comer, y solo me encerraba en mi casa, no quería ver a nadie, odiaba que vean mi rostro triste, siempre fui una persona alegre y divertida, no podía permitir que me vean así, por lo que dejé de socializar; el insomnio me invadía, dormía muy poco, lloraba, en la madrugada “los monstros” suelen ser más agresivos. No podía quedarme quieta, necesitaba todo el tiempo estar en movimiento, la ansiedad manejaba mi vida, corría en la caminadora a cualquier hora de la madrugada.
En fin, todo se volvió un calvario para mí, no soportaba el día a día, no comía, no dormía, hacía mucho ejercicio, la ansiedad y la depresión manejaban mi vida. Ya no pensaba con claridad.
Hasta que una noche, envuelta en una nube negra de pensamientos, en una tormenta de emociones, sentía que mi cuerpo no podía quedarse quieto, no podía dormir, me temblaban las manos, mi mente tenía diez mil pensamientos por segundo, sentía que realmente me volvía loca, no me salían lágrimas ya; tomé una de las más erráticas decisiones, comencé a cortarme, auto flagelarme, necesitaba escurrir el dolor que sentía en mi alma, pero no sabía cómo y pensé que de esa forma ayudaría, me corte durante toda una noche, sentía que una milésima del dolor que sentía en el alma se escurría por cada gota de sangre. Lo seguí haciendo varias veces, cuando sentía que estallaría, que no podía soportar más dolor interno, comenzaba a cortarme, de cierta forma creía que trasladaba mi dolor emocional a un dolor físico. Lo que no sabía es que finalizado ese proceso, el dolor emocional seguía, solo que le había restado atención y sumado a los cortes.
Llegó un momento en que no soportaba la vida, no quería más el día a día, y sabía que cortarme era una salida transitoria, y que así mismo me dañaba; termina convirtiéndose en tu droga, en el momento te alivia pero luego te sentís peor. Fue en ese momento que empecé a plantearme la idea de quitarme la vida, algo lamentable viéndolo desde la óptica que hoy lo veo.
Solo pensé, debo terminar de pagar mis cuentas, dejaré un instructivo en mi trabajo para la persona que me suplante; puse una fecha, y empecé a comentar de a poco la idea de desaparecer del mundo.
Sentía que toda mi vida había sido una farsa, porque nunca tuve el valor de enfrentar lo que me había sucedido; sentía que mi vida solo había sido un fracaso y siempre con muchos obstáculos y decepciones, que me sentía muy cansada de luchar, que ya no podría cumplir ningún sueño. Sentía que todo estaba perdido, que no había nada que me motive de la vida, que solo habitaba en mí el sufrimiento; un sufrimiento que escondí durante casi treinta años y que ahora sumado a otros sufrimientos estaban a flor de piel. Me sentía vacía, perdida, desorientada, no sabía quién era yo, si desde que tuve mi trauma en la infancia había decidido no darle lugar y jugar todo el tiempo a ser quien yo quería ser ese día. Hoy, no sabía quién era, qué quería, a dónde iba, a dónde quería llegar, ni a qué apuntaba mi vida.
Cuando mis allegados empezaron a notar mi pérdida de peso, mi desinterés por sociabilizar, y leyeron entre líneas mis intenciones de acabar con mi vida; mi hermana y una amiga, quienes tienen un protagonismo crucial en mi historia, me llevaron casi obligada a una guardia psiquiátrica. Cuando ingresé la psiquiatra comenzó a hacerme preguntas, solo le manifesté que no hablaría nada, que había venido casi obligada, por lo que la hicieron pasar a mi hermana (a quien yo le había contado todo mi trauma) Ese día me medicaron y me solicitaron que vuelva, me indicaron que no podría quedarme sola, que incluso al ducharme debería estar con la puerta entre abierta; yo me sentía muy ofuscada. Cumplí con el tratamiento solo una semana.
Luego comencé a quedarme sola y todo volvió a ser como antes o incluso peor. Me cortaba más a menudo, y mis planes de desaparecer no se iban de mi mente.
Llegó un momento, en el cual me despedí de mi psicóloga por mensaje, y fue ahí donde mi psicóloga activó todos los alertas, envío a mi hermana a mi casa, y a los días vinieron mis padres (quienes están divorciados) desde su ciudad, situada a más de 300km a hablar conmigo. Yo me enojé mucho, no los quise recibir. Pero mi hermana les había dado una copia de las llaves de mi casa. Cuando ingresaron estaba muy enojada, no permitía que me saluden ni que me toquen, solo les pedía que se fueran, sin hacerme caso esperaron que me calmara y dialogaron conmigo. Ya sabían toda la situación, mi hermana les había contado todo (excepto mi trauma, siempre me respetó) Ellos me solicitaron que al otro día viera un psiquiatra, yo seguía negándome, exponiendo que la última vez había sido un fracaso, y que no me gustaba que me den medicamentos. Dado a mi negación me ofrecieron dos opciones, o iba voluntariamente, o lo hacía mediante una orden de un juez. Como soy muy obstinada, decidí la segunda (mi pensamiento fue, cuando llegue la orden del juez, agarro mi auto y desaparezco).
Pues no resultó así, me llevaron engañada a una clínica psiquiátrica, y en cuanto entré se abalanzaron sobre mí cinco enfermeros, me tiraron al piso y me redujeron a tal punto que no podía moverme. Yo no entendía nada, solo le pedía ayuda a mis padres porque no sabía qué estaba pasando. Recorrimos un largo pasillo, mientras me llevaban en andas, y yo trataba de soltarme moviéndome para todos lados; se abrió una puerta de metal, parecida a las de las cárceles, solo con una mini ventana en el medio y de un material muy resistente; me arrojaron a un colchón que estaba en el piso y comenzaron a desvestirme, yo me sentí ultrajada nuevamente, ya que mi trauma correspondía a una violación de muy pequeña y un abuso de adolescente, fueron los minutos más feos de mi vida, intentaba defenderme de todas formas, mordía, pegaba, me movía; hasta que lograron inyectarme y me despojaron de todo, ropa, pulseras, anillos, aros, quedé literalmente sin nada; y me encerraron. Cuando me di cuenta que ya estaba sola, y que no me habían hecho nada más que despojarme de mis pertenencias, empecé a patear la puerta y darle golpes de puños, no sabía dónde estaba, y no entendía por qué mi papá no había acudido a mi pedido de auxilio. Grité y golpeé hasta que hizo efecto la sedación. Aclaro que la habitación esa, es de 2mts por 2mts, solo tiene un colchón en el piso y nada más, no hay baños ni ventanas, por lo que las necesidades fisiológicas se realizan allí, el olor putrefacto es insoportable, pero la sedación te hace no sentir nada.
La verdad es que nunca pude saber por cuánto tiempo estuve allí.
Empecé a reaccionar en una habitación más acogedora, vestida y tapada, y había una mujer en la cama de al lado; cuando desperté ella me sonrió y me dijo que era mi compañera y que lloraba mucho, yo solo sonreí; casi no podía volver en mí. Hasta que unos gritos me terminaron de despertar, venían de un pasillo, era la voz de una mujer que gritaba con fuerzas “al patio” reaccioné, y le pregunté a la mujer de al lado dónde estaba; ella me sonrió nuevamente y me dijo vení conmigo, mientras caminábamos al patio, yo casi me arrastraba, no tenía fuerzas, ella me comentó riendo: “estamos en un loquero”, esto es un neuropsiquiatrico. Me quedé estupefacta, sin hablar, me sentía mareada; en ese momento nos hicieron entrar y yo me desmayé, no sé si por saber dónde estaba, por la medicación que me habrían colocado, o porque llevaba mucho tiempo sin ingerir alimentos.
Al otro día, amanecí más tranquila y empecé a recordar todo lo que había sucedido, a tratar de entender qué hacía ahí.
Estaba en un loquero, no podía creerlo, era algo que nunca se me hubiera pasado por la mente, es más no era ni un milímetro parecido a lo que siempre había imaginado de un loquero (personas chorreando baba, gente golpeándose sola, y demás) Solo había muchas personas, que simplemente estaban pasando por una situación muy dolorosa, pero todos eran muy amables y amigables. Sí, tiene lo que muchos imaginan de los loqueros, como por ejemplo, que se hace una fila para que la enfermera te de la medicación y se aseguren que las tomes.
Lo estoy escribiendo hoy, después de un año y cuatro meses, y puedo recordar casa instante como si hubiera pasado ayer.
Permanecí en ese lugar 40 días; empezaron a medicarme regularmente, empezó a visitarme un psiquiatra todas las semanas, después de mucha burocracia logré que me den permiso para que un familiar me traslade desde la institución hasta mi psicóloga de siempre, ya que me había negado a hablar con la psicóloga de ahí. En todo ese tiempo transcurrido, decidí contarles a mis padres, con ayuda de mi psicóloga, lo que me había llevado hasta allí, y los traumas que tenía desde casi siempre.
Transcurrido el tiempo, logro mi que mi psiquiatra me dé el alta, salgo con diagnóstico de depresión. No podía vivir sola, y siempre me debían acompañar a las terapias. Para mí que siempre fui independiente, mi vida se convirtió en un calvario. Me daban la medicación en la boca, no la podía tener yo.
Pasado un tiempo de calvario, y luego de rogar que me dejen volver a mi casa, me dieron el permiso, con la condición de que no me podía administrar yo la medicación, debía pasarlas a buscar por casa de mi hermana. Pasó el tiempo, yo mostraba una gran mejoría, y me dejaron tener la medicación conmigo.
Trabajaba normal, tomaba mi medicación (aunque la detestaba), lo que nunca pude mejorar es mi regularidad en las comidas. Iba a mis consultas como debía, cumplía con todo.
Llegó la época de la pandemia, nos pusieron a todos en cuarentena, así que empecé a hacer home office, trataba de mantener una rutina, levantarme a la misma hora como cuando iba a la oficina, mantenía mi rutina de ejercicios, de dormir temprano, pero empezaron a llegar los fines de semana, y yo me empezaba a sentir sola, con temor, y mi cabeza empezó a funcionar a mil por segundos; tomé la mala decisión de empezar a bajarme la dosis de la medicación ya que creía que no surtía ningún efecto, y las odiaba.Mi estado de ánimo se empezó a deteriorar, cada vez estaba peor, los fines de semanas eran un infierno, así que opté por todos los viernes tomar medicación demás, con el fin de pasar esos dos días infernales, durmiendo; para mi desgracia rara vez lo conseguía. Estaba completamente sola, nadie podía salir de su casa, mis pensamientos negativos empezaron a aumentar, la nube negra empezó a apoderarse de mí, volví a planear todo.
Pasaron varios días en los que sacaba todas las pastillas de los blíster y las dejaba sobre la mesa, pero me faltaba el coraje, hasta que empecé a juntar coraje, e iba aumentando cada vez más la cantidad de medicación que tomaba; hasta que llegó un día que tomé toda, más toda la medicación que había suelta en mi casa, pastillas que ni sabía qué eran, pero mi fin era dormir para siempre; ese día llegué a la cama a gatas, arrastrándome, y pensé este es el final. No sé cuánto tiempo transcurrió pero en el medio tuve un sueño revelador, me desperté y sola devolví todas las pastillas que había tomado. No podía creer que le había errado de nuevo.
Ese día tomé la determinación que necesitaba ayuda, junté algunas prendas y me fui a la casa de mi hermana por unos días. Al tiempo volví a la oficina, parecería que todo se volvía a encaminar; así mismo los fines de semanas seguían siendo un infierno, nunca entendí por qué.
Empecé a tomar alcohol de nuevo, no tomaba desmesuradamente, pero sí los fines de semana tomaba, y siempre me aparecía la nube negra, con alcohol o sin alcohol; y mi primer reacción era irme, agarrar mi auto y volver a mi casa a terminar lo que siempre empezaba y nunca me salía.
Tuve una discusión, y episodio de mucho estrés, no supe manejarlo, y volví a cortarme, le pegué a la pared con la mano y me la fracturé, terminé en la guardia psiquiátrica, me medicaron y me advirtieron que la próxima era internación; otra vez de nuevo NO, pensé.
Sin más, volví a tener un episodio de mucho estrés, volví a cortarme. Me diagnosticaron Trastorno límite de la Personalidad, sin explicarme qué significaba; busqué en internet y me decía que era un trastorno incurable y que la familia lo padece mucho; eso terminó de deprimirme, yo no quería eso para mi vida, ni para la de mi familia, volví a entrar en crisis, me llevaron a la guardia nuevamente, por lo que decidieron judicializarme, otra vez encerrada, otra vez ingresando por la fuerza en ese cuarto con olor a putrefacción y oscuro.
En esta oportunidad la internación fue totalmente distinta, debido a la pandemia. Estaban hombres y mujeres mezclados, se seguían muchos protocolos de bioseguridad, no se permitían visitas, tampoco salidas con permisos. Otro calvario. Pasé 30 días en esta oportunidad; por lo general mi mejoría era inmediata. Cambié de psiquiatra. Durante la internación me puse de novia. Me dieron el alta, y otra vez no podía volver a vivir sola, por lo que decidí dejar mi departamento, y volver a vivir en casa de mi hermana. Además de todo, en el trabajo me sacaron la mitad de las horas, y por ende el sueldo. Estaba muy deprimida, habían sido muchos cambios juntos, estaba sin rumbo. Y para mejor, ahora me habían declarado trastorno bipolar.
De a poco me fui acomodando, tratando de seguir al pie de la letra las indicaciones de la psiquiatra. Volví a acercarme a Dios, eso me dio mucha paz, casi que ya me sentía bien del todo. Hasta que llegó fin de año, compartí con personas que no quería, se suicidó una amiga, me replantee lo que había sido mi año y empecé en caída libre, no logré estabilizar mi ánimo hasta el día de hoy, que he decidido empezar este diario, porque sé que voy a salir, sé que soy fuerte, sólo tengo que encontrar las herramientas para hacerlo; y algún día lo leeré y miraré victoriosa el horizonte.
Hoy me levanté con ganas, a pesar de que me duele todo el cuerpo, porque la depresión apesta (y apesta enserio ja! porque a veces ni ganas de bañarte te dan… perdón pero tengo el defecto de reírme de mis desgracias), no es solo la mente, te va atacando el cuerpo también. Se te quita el interés por todo, ya ni te importa si te bañaste, si comiste algo, o si tu casa esta patas para arriba; generalmente querés quedarte en la cama y tratando de dormir para dejar de sentir todo eso, solo deseas que pase pronto ese día.
A veces temo levantarme con ganas y con ánimos, porque sé que al otro día todo va a doler el doble, tu ánimo se desmorona como por arte de magia, te empezás a sentir culpable por todo, por no poder sostener tu ánimo, por ser la loca de la familia; empezás a volver a odiar la medicación, y te agarra algún tipo de ansiedad pero desgano al mismo tiempo, quizás no tenés fuerza ni para levantar un vaso, pero tus piernas tiemblan a una velocidad increíble. A veces resulta indescriptible lo que se siente, por ende es inentendible para tu familia; y eso te hace sentir peor. A veces creen que es solo vagancia, o que sos muy exagerada, pero la realidad es que nadie puede sentir lo que sentís, es tan feo que ni siquiera les decís ojala por un momento te sientas así para que puedas entenderlo. Solo te dejas estar, y que digan y piensen lo que quieran. Aunque eso duela.
Pues esto es una enfermedad horrible, espantosa y casi indescriptible e inentendible para quien no la padece. Por lo general, los que sufrimos estos tipos de trastornos, nos sentimos incomprendidos, desvalorizados, hasta llegamos a pensar que no deberíamos estar acá, para que la vida de la familia les sea más fácil. Pero créeme hermano, que yo te creo, sé lo que es estar ahí, solo en medio de una tormenta de emociones, sentirte incomprendido, o que te digan que sos exagerado, yo te creo que no hay ninguna exageración, todo se siente tan fuerte. Todo es una montaña rusa, una ruleta, no sabes cuándo va a parar la rueda, y querés pedir ayuda en esos días tan difíciles y tediosos, y a veces no sabes cómo pedirla, porque querés que estén con vos, pero que no te invadan.
FAMILIA, entiendan por favor, que su acompañamiento es el mayor regalo que le pueden hacer a una persona con estos trastornos, no lo subestimen, no le digan exagerado, no le digan estás así porque quieres, no lo esfuercen a que salga adelante por sus propias ansiedades de no quererlo ver mal, la persona con este trastorno saldrá adelante cuando pueda, es un proceso muy largo, entiendo que lleva mucha paciencia, y acompañamiento, pero si lo apuran solo empeorarán sus síntomas, es muy valioso lo que hace la familia por nosotros, y si a veces se sienten mal, cansados y hasta hartos por tener un familiar con este tipo de trastorno, imagínense cómo nos sentimos nosotros, que nuestro trastorno está con nosotros día y noche, segundo a segundo, y le ponemos muchísima voluntad, aunque a veces ustedes piensen que no es así. Para nosotros hay días que levantarse de la cama lleva tanto esfuerzo, que lograrlo es una meta muy importante, todo nos cuesta el doble, triple o me animo a decir más aún.
Por favor, no juzguen a quien padece un trastorno, a nosotros también nos gustaría ser normales, nos duele todo esto, más si nos juzgan, qué más quisiéramos que no arrastrar esto; pero es lo que nos tocó. Y con tanto dolor muchos le ponemos todo el esfuerzo día a día para salir adelante.
22/02/21 – Hoy me levante cansada, desganada; no sé qué le está pasando a mi cuerpo o mi mente que por más que tome la medicación, me levanto muchísimas veces en la noche, duermo solo media hora y me despierto como para levantarme, tengo muchos sueños espantosos, y no me dejan descansar. Todo esto implica que mi rendimiento durante el día empeore, al igual que mi ánimo se deteriora cada día más. Estoy tan cansada de esta enfermedad, mi vida es una lucha increíble, día y noche, la cual me deja exhausta, y ya no sé si es mi enfermedad que me quiere tirar en la cama por mi ánimo deteriorado, o es cansancio corporal. Así mismo, saco fuerzas de donde no tengo para enfrentar el día, ir a trabajar y poner lo mejor de mí, aunque noto que no trabajo con la misma intensidad. Sacó fuerzas de ni siquiera sé dónde, para que mi familia no empiece a decir, que soy haragana, o que simplemente estoy así porque yo quiero. Si supieran lo que anhelo tener una vida normal, entiendo que todos tenemos bajones o malos días, pero lo que yo siento no es eso; es como si fuera un monstro con una fuerza superior que te hace tirar en la cama, pensar que nunca voy a poder, por mas esfuerzo que ponga, que mis metas se alejan cada día más, empiezo a sentirme incapacitada, sin energías, y siento que los monstros me hacen lero lero, y yo me enfurezco y me quiero dar la cabeza contra la pared. La vida así no me gusta.
Gente que lindo sería que puedan entendernos, que lo que tenemos no es solo un mal día o un bajón anímico, que no estamos así porque queremos, sino que es algo más fuerte; pero al que nunca le pasó no lo logra comprender, aunque te diga “si, te entiendo” nosotros somos los exagerados. Un poco de empatía por favor. Nosotros no queremos esta vida de mierda tampoco. Pero los comprendo…
Entiendo que todos luchan día a día por tener la vida que quieren, que les gusta. Juro que lo hice por casi toda mi vida, pero no entiendo qué me pasó que me quedé sin fuerzas. Y por momentos odio toda mi vida, no logro lo que quiero, no tengo energías, tengo pensamientos negativos, y todo se vuelve oscuro.
Llega un momento, que lo único que gira en tu mente como un espiral, que sube y baja, es tu enfermedad, tu trastorno, o como les guste llamarlo. Ya que estás pendiente de no olvidarte la medicación, de dormir lo suficiente para el otro día tener algo de fuerzas para ir a trabajar, por lo que cancelas planes en los que pensas que podes volver tarde a tu casa. Estas pendiente todo el tiempo de tu ánimo, de no tener una crisis, de tratar de no ponerte nerviosa, de hacer lo que pide tu psiquiatra, aunque no tengas energías tratas de hacer algún ejercicio (aunque hay días que eso resulta una meta imposible de alcanzar) tratas de hacer alguna actividad recreativa (por ejemplo, a mi me gusta pintar, pero hay días que no tengo ganas ni de mover la mano, y si no tengo algún elemento es escusa perfecta para no hacerlo. También amo escribir, pero por ejemplos ese plan se cancela cuando no tengo ganas de abrir la notebook, o cuando no tiene baterías, son escusas perfectas para abandonar todo y tirarte en la cama).
Cosas que si no logras hacer, te empezas a sentir culpable, por no cumplir con el tratamiento que te han dado. Y en definitiva, tu vida gira solo en torno de tu enfermedad o trastorno, o lo que les guste decirles; yo por lo general lo nombro como “bestias”.
Tu ánimo nunca esta estable, y trabajo todos los días en él, para que me trate de dejar hacer una vida algo “normal”. Pero hay días que te levantas con toda la confianza, y queres arremeter con todo; pero en el fondo sabes que en unos días eso se vuelve al revés.
Lo más feo, desde mi punto de vista, es que mis Dres, porque me han visto varios psiquiatras, no me explican nada de mi “enfermedad” ni siquiera las veces que me han internado, solo dicen que es para resguardarme de mí misma. Pero no sé por qué eligen el tratamiento que eligen, que de hecho siento que no está surtiendo ningún efecto, después de dos años y medio medicándome, jamás han probado otro camino, solo suben o bajan dosis. Nunca me han hablado de realmente qué es lo que tengo, me han tirado diágnosticos, así en el aire sin explicarme por qué ni cómo llegaron a esa conclusión; por ende, yo que soy muy inquieta, busco todo lo que significa en internet, y sé que no es lo mejor, porque muchas veces buscamos en páginas erróneas; y lamentablemente así termino deprimiéndome más…
Fuera de estar pensando el 90% del día en que nuestra vida es una mierda; tenemos que ocuparnos de nuestras responsabilidades, trabajo, familia, tratamos de ayudar en la forma que nos sea posible, aunque eso cueste un esfuerzo triple, y nos maquinamos a 100 mil por segundo, cuando no podemos solucionarles alguna situación, nos estresamos y empezamos a pensar que si no fuera por estas “bestias” que me habitan, yo sería más productiva, y demás…
Por las noches, suelo escuchar a una persona fantástica que encontré en youtu, con la cual “medito” ella cuenta mucho su historia y me siento muy identificada, pero me cuesta mucho poner en práctica algunas cosas, como por ejemplo, siempre elegirme a mi primero antes que el resto, hacer solo lo que alegre mi corazón, y sobretodo amarme. Algo que mi enfermedad al hacerme sentir una inútil, que por ejemplo, ni siquiera puede vivir sola, no me permite, y me destruye el alma, siempre me hace sentir inútil, por eso la detesto.
Me da mucha gracia cuando una persona dice, “estoy ansioso por que llegue tal día” o tratan a la ansiedad como algo chistoso, sí creo que una persona puede sentir nervios o muchas o pocas ganas porque llegue tal día; pero la verdad es que la ansiedad no es graciosa, quienes la padecemos, sabemos que no, la ansiedad es un mostro que hace que la mente vaya más deprisa que la vida, pero siempre de forma negativa, pensado que lo peor vendrá, y aunque quieras calmarla ella te susurra al oído las peores cosas, hace que no te puedas quedar quieto, te tiemblan las manos, las piernas, el cuerpo; te hace respirar cortito y rápido, lo que te hace sentir que no te ingresa aire en tus pulmones, te sudan las manos, por momentos hasta pensas que vas a colapsar y te desmayarás. Yo sé controlar muy bien la ansiedad, no digo que todo lo que nombré no me pase, pero sé que eso no va a matarme; que generalmente es lo que te susurra la ansiedad en el oído todo el tiempo. Cuando me agarra una crisis de ansiedad, solo dejo todo lo que estoy haciendo, trato de hacer respiraciones largas y pausadas, espero un momento, y lo peor pasa. El problema es que no muchos aprenden a manejar la ansiedad o que ni siquiera saben que la padecen, y realmente es mucho el sufrimiento que se siente; y lo más triste es que todos te ningunean, diciendo que dejes de actuar, incluso hasta los propios médicos a veces te tratan mal, como si no existieran esos síntomas, o te desvalorizan diciendo es una crisis de ansiedad nomas, déjenla que ya se le va a pasar. Es verdad, mucha gente siente que está teniendo un ataque al corazón, porque les galopa peor que un potrillo, y les duele el pecho como si se les fuera a salir; medicamente no les va a pasar nada, entonces lo que suele ocurrir es que te hacen un estudio y si no sale nada, resuena esa frase, déjenla es solo una crisis de ansiedad. Quiero decirles, que medicamente no pasa nada, pero el paciente siente realmente todo eso, y lo que necesita es contención y tranquilidad, no justamente que lo traten de loco y lo dejen como si nada; los síntomas son reales, y también es real que siente que la muerte se le aproxima; no costaría nada ser un poco más empáticos, y aunque sea acompañarlos un momento durante sus síntomas, darle la mano e indicarle que pronto pasará. Pero es más fácil tratarnos de locos, a la gente le encanta eso.
23/02/21 – Hoy me levanté algo cansada, pues sigo despertándome muchas veces en la noche; pero me levanté con mucha actitud. Trabajé al 100% como hacía tiempo no lo hacía, lo que sí me pongo muy ansiosa y nerviosa, cuando me requieren tantas cosas a la vez y para ayer; pero logré cumplir con todo, estaba muy enérgica y acelerada, es lo que necesitaba mi jefe. Volví muy contenta de haber tenido un día productivo. Por la tarde salí a hacer cosas de mi otro trabajo, me seguía sintiendo productiva; hasta que de repente empecé a pensar, seguro después de esto viene un bajón… y así fue, no tardó mucho tiempo. Tenía unos planes que tuve que cancelar, y la nube negra entró en mí, empecé a rumear pensamientos negativos, a no poder dormir, sentirme ansiosa y triste a la vez, a tener ganas de cortarme, de volver a internarme, es tan feo sentirse así, los pensamientos parecen cañitas voladoras en mi mente, y pasan mil por segundo. Ojalá esto acabe pronto.
24/02/2021 – Hoy me levanté… es una meta para mí, hoy!. Llegué tarde al trabajo, no podía despertarme, ni me importa… igual siempre hago horas demás! Fuera de eso, fui muy productiva, conseguí muchas cosas laboralmente el día de hoy, a pesar de que no tenía ganas de vivir, al conseguirlas eso activó un poquito de energía en mí.
Hoy tuve terapia, muchas veces me pasa que tengo tantas cosas que decirle, que al final no digo nada, o tomo todo en chiste… aunque a veces se me caen las lágrimas por más esfuerzos que haga. Me cuesta mucho hablar, no sé por qué no así escribir… tengo tantos pensamientos que frente a mi psicóloga no puedo procesar y decirle, y termino escribiéndole a cualquier hora pidiendo auxilio porque los pensamientos no me dejan en paz.
Ayer me quedé sola en la casa, como es de esperar, las bestias comienzan a regocijarse, se ciñen los dedos y entre dientes me susurran, logro comprender que será una noche dura, llena de pensamientos negativos y luchas internas que me dejan exhausta…
25/02/2021 – Hoy me levanté, aunque aún creo que no me desperté, ya estoy en la oficina, no tengo ganas ni siquiera de hacerme el mate; me duele todo el cuerpo, me siento muy cansada, y sinceramente no tengo ganas de trabajar. A veces pienso que tengo algún Ángel de la guarda que maneja mi auto, porque literalmente vengo dormida, y generalmente salgo tarde, por lo que vengo muy rápido. Muchas veces me doy mucho miedo. Mi mayor miedo en la vida, es causarle algún tipo de dolor a alguien. Creo que no lo soportaría, sería mi pasaje al más allá, ahí sí que encontraría la forma de no errarle. Me levanté muy triste, y sin ganas; las bestias anoche me dejaron exhausta. El solo pensar que estoy sola me genera mucha ansiedad, es algo que tengo que aprender y afrontar…
Sin embargo, mi jefe llegó a última hora, me pidió muchas cosas, a mi compañera le pidieron otras, que no sabía hacer, por lo que hice todo yo. Me sentí mejor, útil, al menos para algo sirvo. Luego mi jefe me solicitó si ya podía cumplir más horas, yo estaba tan emocionada, le dije que sí sin pensarlo; me preguntó si me dejaban, le dije que sí; que de todas maneras la semana siguiente tenía psiquiatra y lo hablaría con ella; pero que yo estaba dispuesta a empezar el lunes. Así que felizmente algo se va acomodando! Aunque me levanté muy triste, el día me ha sorprendido gratamente…
Estuve pensando mucho (bueh, como siempre…) creo que estoy leyendo demasiada información respeto de los trastornos y las calificaciones que nos dan; creo que ya me estoy obsesionando, solo busco información para saber cómo salir de todo esto, leo muchos testimonios, leo y leo, aunque no me siento capaz de hacer la milésima de lo que cuentan, además todos cuentan experiencias distintas; pues es así, cada uno vive su realidad, con más o menos dolor.
Por mi parte, es evidente que el cerebro no me funciona, porque mi realidad me duele mucho, y generalmente no sé como sobrellevarla; y para mí que soy una persona que le gusta controlar todo, que se me escape eso me enfurece… y se activa mi parte agresiva, me quiero dar la cabeza contra la pared, pegarle golpes de puños a la pared, y demás; cosas de las que me contengo porque sé que me internarían de nuevo, y estoy muy amenazada. Siento mucha mucha presión.
Además de presionarme para que el resto no note que estoy mal, me presiono por mi familia, porque necesito encaminar a mi hermanita, y sinceramente no tengo fuerzas, no puedo encaminarme a mí, pero tengo que empezar a mostrarle cómo es realmente la vida, porque lamentablemente yo no puedo brindarle lo que le brindaba, y fuera de eso ya está grande; no quiero hacerla una zángana. Mi hermana mayor ya me estuvo hablando de ella y de que algo tiene que hacer, pero que ella no es quién para decirle; y ese quién soy yo… porque yo siempre me encargue de eso. Me siento muy mal por no poder gestionar todas estas emociones de forma productiva, solo me abrumo pensando y pensando, y cuando trato de hablarla sin lastimarla, ella me evade. Sinceramente no sé cómo hacerlo; es que es claro que no puedo pensar con claridad (valga la redundancia).
Me siento presionada por todo, ya sé que es mi problema, pero siento que mi cabeza es una bomba de tiempo, solo piensa y piensa cómo solucionar las cosas y no encuentro la salida, y adivinen qué!? Me empiezo a sentir frustrada, inútil, sin salida; y vuelve a girar la rueda…
Muchas veces me replanteo la vida, mis objetivos, mis deseos, mi dinámica. Este último tiempo me he sentido aletargada, no sé cuál será el motivo. Ya no sé qué pensar. Sigo levantándome muchas veces a la noche, solo para hacer nada, quedarme mirando el techo o algún punto fijo, eso me ocasiona que en la mañana me cueste mucho despertarme, porque duermo muy entrecortado.
Por momentos, la frustración es tan tan grande, que ni siquiera me genera furia, solo cansancio, desinterés, todo me empieza a dar igual.
Yo me río mucho de mi “enfermedad” generalmente lo utilizo en chistes, me hago la “loca”, y me río con mis allegados. Pero creo que en el fondo estoy tan cansada de esta enfermedad, juro que me tiene harta, que mi ánimo no se pueda quedar en un solo lugar, cansa mucho.
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