Realidad ausente
Mi mano entumecida y temblorosa aún no puede sostener el lápiz que ansía plasmar con trazos el gran dolor que siento ahora.
Puedo sonar ridícula e inexperta al creer que con palabras descansadas en papel puedo alejar mis tormentos y la gran rabia que siento.
Mi garganta encierra el sentimiento crudo que comprime mi pecho, y de alguna manera buscan salida, deslizándose como gotas de agua sobre mi rostro cansado.
Por un momento descanso y pienso que nada de esto existe. Mi aliento se aligera y vuelvo a recapitular mi historia.
Con esto me doy cuenta que el infierno en el que vivo solo existe en mi cabeza, y por más que quiera cambiar mi realidad, estoy lejos de hacerlo mientras no apague la chispa que enciende mis pensamientos hacia una vida de caos.
Quiero transformarme y mutar hacia mi verdadero yo. Deseo desnudar mi mente y abrirme a nuevos saberes. Colocar el dolor en la repisa de los recuerdos y seguir caminando dispuesta a probar todos los sabores del mundo, amargos y dulces. Solo quiero sentir que sigo viva, que sigo aquí, en esta realidad, porque quiero y no porque alguien me puso ahí.
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