Cierta vez, el entrenador de uno de nuestros equipos partió hacia los barrios Tártaros a tratar de incorporar su combinado en una liga existente por aquella zona, liga que estaba compuesta por una gran cantidad de gente de extraños modales y lenguaje. Los partidos en su mayoría no diferían mucho: Pegada fuerte, poco movimiento, insultos en el área, réferis parciales y quién sabe, cuantas cosas más.
Lo curioso surge a raíz del segundo gol que le hacen a un equipo llamado Alianza, en pie del poderoso puntero local, el ánimo estaba por el piso pero se notaba un gesto cómplice y una mirada un tanto impaciente al entrenador del equipo perdedor.
Poco tiempo había pasado hasta que el equipo local convirtiera el tercer gol consecutivo y se alzara en festejos y cánticos rituales parafraseando a los visitantes de Alianza.
La verdadera sorpresa surgió, -según cuenta el entrenador- cuando el DT perdidoso, se adelantara en sus filas a paso soberbio y arremetedor, y musita con garganta casi desgarrada la frase: “He, güstecé de la pata`l fulbo”, o algo parecido. Lo cierto y aterrador fue que los visitantes remontaron el marcador adverso igualando a los locales en tres goles instantes antes de la pitada final.
Luego los tiros penales favorecieron a los visitantes (Alianza) desalojando los sueños de los locales de clasificar para la final, pero desde luego esa es otra historia.
Compungido y sombrado el entrenador de nuestros pagos, busco una explicación racional, pero al final de su conciencia, se dio cuenta que ese hecho se había producido por obra de la mística. Ya en Villa Cabrera comento con sus pares la situación vivida; y de repente y por unanimidad, se decidió emplear la frase mágica en el partido próximo (sin duda era un arma única).
Como era de esperarse la división menor de nuestro equipito perdía por absoluta goleada, cuando del banco de suplementes sonó al unísono la frase: “He, güstecé de la pata`l fulbo”, y ocurrió lo que nadie esperaba…Un total e inexpresivo desentendimiento por parte de los jugadores…
¿Que habrá pasado que los agentes cósmicos no intercedieron en el campo del juego? ¿Habremos pronunciado mal la frase? ¿Habrá sido un esquema? De juego ya preparado? –Solo los astros lo saben-
Lo desastroso fue ver caer a nuestra escuadra cinco a dos (5-2) frente a sus rivales de siempre, los chotos de Defensores de Villa Cabrera.
Se cuenta por ahí que luego la frase fue desglosada, desarmada y reconstruida mil veces por un grupo de jóvenes investigadores que intentaron dar fundamento a sus creencias, lo cual, -por lo menos hasta hoy, con certezas, nadie pudo hacer-.
No se sabe que fue de ese equipo Alianza, de su técnico, de su frase, de su mística o de su casualidad…
Lo cierto y único que aún estamos en condiciones de decir es que nos queda mucho por aprender de los barrios Tártaros.
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