El ciego supo se una de las personas más amables que existieron en el barrio, de eso no cabe duda. Incansable cantidad de veces nos alcanzó la pelota y todo lo que eso significaba.
Alguna vez, los muchachos de la barriada pusieron en duda su efectiva condición de ciego, pero él siempre dispuesto a resolver cuestiones litigiosas, disipó esa incertidumbre incrustándose de lleno contra algún poste de hormigón sin decirnos nada.
“Chichón” como también era llamado a causa de la hinchazón y hematomas en la zona craneana, tuvo la suerte de haber vivido pegado al mítico estadio de “Bichos Verdes” y tener que alcanzar todas las pelotas que en su patio terminaban luego de chutazos incontrolables.
Vaya uno a saber la cantidad de esféricos que había en su patio. Vaya uno a saber las dimensiones que también ese patio tenía…
– Disculpe, podrá alcanzarnos la pelota roja de cuero que acaba de caer en su patio?
– Si! Ya me fijo… -sentenciaba-
Grandioso y firme, eterno e inmortal… siempre trajo la que se le pedía.
– Es esta…?
(Preguntaba curioso, ante el silencio y la mirada atónita de un montón de imberbes)
Creer mas allá de todo: La magia existía
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