La mala hora de Gabriel García Márquez

La mala hora de Gabriel García Márquez

Sobre cómo usar los signos de puntuación y el concepto de flores líquidas

Hace no sé cuántos años había leído este libro y hasta donde recordaba, el plan central de todo el asunto era otro. Antes de empezar con esto, debo aclarar que mi «ámbito de estudio» no es ni por las curvas cercano a los estudios literarios y que lo muy poco que sé de redacción, gramática, estética y lírica, lo he aprendido por mi cuenta.

​El primer punto que quiero tocar es: cuál es el tema central de todo. Yo estaba muy convencida de que era el diente y cómo la historia giraba a través de ese punto. Después pensé que eran los pasquines, o los secretos de la gente del pueblo. Pero lo cierto es que, por lo menos este libro de García Márquez tiene muchas historias que ocurren de forma paralela que convergen en una historia que no tiene un centro fijo.

​Aparte de lo general, hay cosas que siento que vale la pena resaltar, en cuestiones de cómo está escrita la obra. Por conocimiento transmitido, uno sabe que hay párrafos, estos están compuestos por oraciones, generalmente, la primera es la principal y entre ellas se separan por puntos, además, para tomar aire, están las comas, y los dos puntos y el punto y coma cumplen con funciones un poco más complejas.

Pero, Gabriel García Márquez presenta otra forma de escribir su obra, la cual, no se ajusta tan perfectamente a la cuestión del conocimiento transmitido. En comparación con otros autores, él presenta párrafos más bien cortos con varios subtemas en cada uno de ellos. Hay un párrafo que se me viene a la cabeza justo ahora y es sobre un paseo que uno de los personajes da en la tarde. Entonces, la composición del párrafo, el cual no tiene más de cuatro líneas, es algo similar a esto:

  • ​Frase 1: cómo ha cambiado la tarde.
  • Frase 2: cómo está la tarde ahora.
  • Frase 3: qué elementos han cambiado con el cambio de la tarde.
  • Frase 4: un niño con un caracol.
  • Frase 5: el personaje con el caracol.
  • Frase 6: el mar en el caracol.

​Y con esto, quiero abrir dos puntos específicos. El primero es que, hay que aclarar que entre una y otra frase hay un punto y que al analizar cada una, se puede notar que hay temas diferentes pero, cuando lo analicé en mi cabeza, pude idear una forma en la cual, usando los conectores correctos y signos de puntuación distintos al punto, hubiera podido convertir un párrafo de seis frases en uno de dos, ya que, hay un tema en común en las tres primeras líneas y otro diferente entre la tercera y la sexta.

Voy a escribir esto solo porque sí: en ningún momento crítico la forma en la que escribe Gabriel García Márquez, porque este tonto y quizás no muy claro ejemplo, puede ser replicado en varios de sus párrafos y considero que parte importante de la estética de cada autor está en cosas como esta. Porque claro, replicar el modelo de conocimiento transmitido que aprendimos en la escuela es fácil, pero transformarlo para generar nuestras propias reglas, hace que Gabriel García Márquez se destaque, no solo por su estética y temática, sino por el ritmo que adquieren sus obras al usar los signos de puntuación de la forma como él lo hace.

El segundo punto, es algo de lo que (claramente) no sé y me imagino que tiene un nombre pero no le voy a dar ninguno y voy a contar de qué se trata. Hay un momento en el que escribe «hay un gato flotando en las flores». Pero, ¿cómo flota algo en flores?

​Pensándolo bien, si en vez de «en», estuviera la palabra «entre», sería más fácil imaginar la posición del gato. Pero «en», establece la característica de «superficialidad» de los líquidos y no se usaría «flotando en» para hablar de elementos sólidos como las flores. Dejando de lado el uso de las palabras y pensando que efectivamente el gato estuviera flotando en ellas, hay que pensar qué tipo de flores eran, porque para poder flotar, el gato debía tener una especie de superficie y para que las flores fueran una, debían ser muchas, muy grandes y estar muy juntas. ¿Hablaba García Márquez de un valle de girasoles?

​El punto acá, por si no estoy siendo muy clara, es que para que un objeto flote en otro, por definición, ese otro debería ser líquido. De ser un sólido, solo se diría que hay un objeto encima de otro. ​Pero fuera del punto estético, ​creo que hay uno más profundo en este caso y es darle una especie de empujón a la imaginación del lector para que piense, no solo en la posición del gato, sino en qué flores eran, cuántas había y cómo estaban ubicadas.

Lo último y como otra cuestión de hacer caracterizaciones complejas, está el rencor gratuito. La idea general la tengo, pero pensándolo bien, ¿no hay siempre un precio para el rencor?

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