Dueles, como dueles.
En cada distante del crepúsculo, cada hoja que cae, en cada paso que doy y aroma percibido; dueles.
Dueles, al cerrar mis ojos, te veo, sonriente como siempre, pero angustiada por mi ser, por mi alma, la cual sufre de tu ausencia y no considera soltarte; aún no.
Abro los ojos y te pienso, en cada momento, cada instante, en cada cumulo de luz, tu forma se hace presente.
Quisiera tener la fuerza con que la espada atravesó la roca. Para comprender el porque, porque tú, porque ahora, porque para siempre.
«Para siempre» frase de una cruda realidad, que demuestra que nada es para siempre, solo tu partida.
No dispongo de energía para dejar de sollozar, mi mente se fuga de toda situación y solo se concentra EN EL VIAJE que haz comenzado.
Mi ser comprende que tu alma sigue aquí, presente, pero mi mente entiende que nunca volverás. No quiero angustiarte si me escuchas, pero entiende que no estaba listo para despedirme todavía.
Mi consciente, desea que estés presente, pero es un deseo egoísta, porque se que ahora estás en paz cuál florista.
La gente me rumora que así es el destino, pero porque no viene el destino a consolar este dolor. Porque creer que era necesaria tu partida, si eras más necesaria en el mundo terrenal.
Sé que ahora eres libre más de lo que siempre fuiste. Vuelas tal cual mariposa. Quisiera haber sabido sortilegio para ahuyentar este dolor.
Olvidarte será imposible, recordarte insoportable, lo único que puedo hacer es tratar de alejarme, de todo este dolor que ocasiona tu partida.
No sé si exista otra vida o el cielo mismo solo puedo decirte que anhelo y deseo, que aunque sea en otro momento vengas y me digas, calma hijo mío, que de una forma u otra NOS VOLVEREMOS A VER.
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