A los 7 años todo era tan grande… las sillas, la mesa, las paredes, las ventanas, los muebles hasta los cuadros. Todo era demasiado grande para mí, grande y espacioso y yo tan ridículamente pequeña. Pero la realidad es que hoy, aunque me sienta de la misma manera, las cosas no son tan grandes, y yo no soy tan diminuta, sino, que los espacios grandes son lo que se hayan vacíos dentro de mí, dentro de mi corazón, espacios tan grandes, que no puedo llenar.
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