
Hace muchos años, en plena adolescencia, os escuché, pero hice mis oídos sordos, pues mi espíritu estaba quizás distraído en otras conversaciones y pensamientos, seguro totalmente superfluos y muy poco interesantes.
Más ahora, llegada mi decrepitud, y ordenando un poco mi librería, he vuelto a encontrarme con el solitario Juan Ramón y tú Platero, con tu figura pequeña, peluda, suave y blanda y tus intensos ojos de azabache.
Ahora sí, solitaria como tú, nos hemos vuelto a encontrar y tengo que decirte que tu relato me ha parecido de una belleza mágica.
Durante mis vigilias, he disfrutado de la belleza de tu lírica, de tantas y tantas metáforas acumuladas, alegorías, metonimias, así como de algunas elegías. Como todo en la vida, siempre con sus perfiles de alegrías y penas..
Las cuatro estaciones del año están maravillosamente logradas con la descripción que supone la naturaleza, el verdor de sus praderas, las flores, mariposas, pájaros, transportándome a mi adolescencia y mi pueblo donde tanto disfruté de su naturaleza. Su mar, la superficie espesa y ondulada, donde las olas golpeaban semejando escaleras de terciopelo en .
lindos laberintos hasta la orilla.

Juan Ramón te decía: Mi abuela Teresa agonizaba con delirio de flores.
Yo te diría Platero, que mi abuelo Gabriel agonizaba teniendo en sus manos un libro y con la otra hacía como si fumara su cigarrillo. Mi padre, lo recuerdo delirante, abriendo su boca para degustar un plato de fresas.
Mas Juan Ramón no recordaba su cara, porque Platero, las caras solo se recuerdan a través de fotografías. Solamente te acuerdas los momentos y hechos.
Al morir su padre, abrumado por una terrible depresión vuelve a su pueblo y mantiene con Platero una conversación social. Le habla del tonto del pueblo, del cura, la tísica, le comenta de los niños pobres, los hambrientos,de los tristes, aquellos que necesitan se les acaricie.
Constantemente pensaba en la muerte, en la levedad del ser, sentía al Dios cercano en la naturaleza.
«Mira Platero le decía; cuando veía las flores lilas, ¡qué hermosas las vemos acompañadas de las lindas mariposas, mas vivirán pocos días, su vivir será igual a un día de tu primavera y mía»!
Cuando tocaban las campanas, volvía a su juventud y recordaba el colectar las flores silvestres para depositarlas a los pies de su virgencita y al mismo tiempo entre los arbustos arrancaban las fresas y marrubis al revoloteo de las mariposas multicolores.
Pero siempre volvía a la muerte y le decía a Platero:Si tu mueres antes que yo, quiero que seas enterrado al pie del pino grande,.. en el huerto de la Piña donde te gustaba pastar, allí permanecerás alegre con el juego de los niños y desde el Cielo con tus ojos de azabache contemplarás lo que pasa en Moguer.
Al final, Juan Ramón te decía: El tiempo acaba su obra. Solamente nos queda una de nuestras riquezas, si es que la tuvimos. Nuestro corazón. ¡Qué bien te puedo decir estas cosas que otros no entenderían! A ti Platero que vivirás siempre,poco te importa irte, pero¿ y yo Platero?

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