En
tu rostro puro, descubrirme
y
destruirme. Barco que encallas
solitariamente,
al lado de mi casa.
Solemnemente,
inauguro los días,
extraigo
el panegírico, digo al azul
del
cielo, ven. Ven y destruye, mis viejos
aposentos
llenos de rabia, llenos
de
vieja y ocre cólera terrestre.
Y
soy oportunamente demolido,
como
vieja ruina,
que
nadie esperara. Soy calcinado,
derrumbado,
por las huestes azules,
de
una sonoridad aplastante.
Y
es la nevada, abundante, que transita
terrenos
decisivos.
©
OPINIONES Y COMENTARIOS