Y se cree que solo quién sabe sembrar en la tierra es capaz de cosechar frutos, pero al igual que quienes con su esfuerzo dejan semillas para alimentar a su pueblo, tú también eres un gran agricultor.
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La frase conocida: «lo que siembras cosechas«, es tan verídica a lo largo de la vida, que dejando de lado el presente y para proyectar un futuro, llega el día en el que te pones a pensar y recordar todo aquello que has hecho.
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Que hablen a tu espalda, será el cosechar de haberle dado demasiada confianza a quien no lo merecía. Que siempre aprueben lo que haces, aun cuando sientes que has hecho las cosas mal, dará paso a la cosecha de amistades que tratan de caerte bien, sin embargo no están dispuestas a que mejores como individuo. El tiempo se volverá tu mejor aliado en esta situación, ¿por qué?, ¡exacto!, escucharás sin falta lo siguiente: «yo quería decírtelo, pero no quería hacerte daño«.
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Después de unos cuantos años, alguien dejo un regalo en tu puerta. Al principio te has mostrado algo asombrado, lo has recogido y al cabo de algunos minutos, ya estando sentado en tu sofá, te has dispuesto a quitarle la envoltura, lo curioso de esto era la nota que tenía dentro:
Aun recuerdo cuando te conocí,
siempre quise los mejores regalos,
pero el mejor regalo, eras tú.
Tu amigo, Carlos
Y después de semejante texto, creías que era alguien que estaba enamorada/o de ti o algo parecido, sonreíste mientras movías tu cabeza como en señal de no creer lo que acababas de leer, y frunciendo el ceño dejaste de lado la nota y empezaste a revisar por completo la caja que dejaba libre la envoltura inicial.
La caja contenía un libro, el que tú habías regalado a un amigo de la primaria, lo reconociste en cuanto lo miraste, porque la pasta tenía tu nombre y unos cuantos garabatos que hiciste con un marcador el día que estabas pensativo. Y luego de haberte cambiado tantas veces de ciudad y perder contacto con él, finalmente volviste a encontrarlo, o mejor dicho él te encontró.
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Lo que contenía esta caja no solo era un recuerdo de tu infancia, porque junto a él, estaba una copia del reconocimiento a una prestigiosa empresa.
Aquella empresa estaba dirigida por tu amigo de la infancia, y así como tú escribiste al inicio del libro, él había escrito un agradecimiento al final. Gracias a tu carisma, y tu propósito de vida, habías sembrado fe, esperanza, y cada una de las cosas que hacían falta para hacerle saber que alguien creía en sus locos sueños.
Lo consiguió, lo había logrado después de haber trabajado por lo que quería y esa era una forma de agradecerte por todo lo que habías hecho por él.
Lo material no siempre es lo más primordial,
lo intangible será necesario en tu vida,
aquello por lo que trabajes y te apasione siempre dará fruto,
deposita semillas en un buen terreno y cultívalas,
te sorprenderá la cosecha.
Esto decía la página inicial del libro, tú lo escribiste con el único propósito de darle ánimos a quien necesitaba de ti, pero la cosecha final no fue la que tu amigo recibió, sino la que tú tenías en las manos, no solo cosechaste una buena amistad, al contrario pudiste saborear la satisfacción de ser un bueno/a desde pequeño/a.
El libro es algo simbólico para englobar todo lo que cosecharas y llegara a la puerta de tu casa, tu pensamiento, tu ser, pero te aseguro que los remitentes de aquello que debes recibir aparecerán tarde o temprano, serán las semillas que sembraste desde el día en que eras consciente de lo que hacías por las personas que te rodeaban y por lo que has aportado a lo largo de tu vida.
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Mantente vigilante, los paquetes que lleven tu cosecha hasta la puerta de tu casa llegaran cuando menos lo imagines.
– EstefaníaP..
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