La Muerte del Pensamiento y el Auge de la Ignorancia

La Muerte del Pensamiento y el Auge de la Ignorancia

El Narrador

25/01/2018

«Su propia actitud mental es la única cosa que posee sobre la cual, sólo usted ejerce un control completo».

– William Clement Stone

Me gustaría empezar este breve «ensayo» con una frase que si bien, a simple vista, parece bastante simple u obvia, en su interior almacena una gran reflexión que nos puede catapultar a preguntarnos lo siguiente: ¿Cuál es el nivel de control que tengo sobre mi vida? Es decir, si la única cosa que podemos controlar por completo es nuestra mente, entonces. ¿Qué hay de las demás cosas?

Le pido querido lector que si nunca había reflexionado usted sobre este tema separe de su vista esta hoja por exactamente treinta segundos, ni más ni menos y piense cuanto control tiene de su vida realmente. Si aún no se da cuenta de a que me refiero le explicare partiendo desde el inicio.

¿Qué significa la palabra control? el diccionario la define como: «Poder o dominio que una persona o cosa ejerce sobre alguien o algo» o también es válido:» Dominio que una persona tiene sobre sus propios sentimientos, emociones o impulsos». Pero por ahora nos vamos a quedar con la primera. Se supone que todos, sin importar la edad, sexo e inteligencia mantenemos control sobre algo, esto puede ser un bien material como una casa, dinero o un celular. O un bien inmaterial como lo es una idea, una empresa o un trabajo. Una vez establecido este concepto lo único que tenes que preguntarte es: ¿Hasta qué punto tengo dominio sobre «X» cosa? La siguiente frase, creo yo que ilustra perfectamente mi punto:

«Tus poseciones acaban poseyendote«-Tyler Durden («Figth Club«)

Una vez pensado esto creo saber que todos acabamos dándonos cuenta de que realmente no ostentamos tanto domino sobre nuestras cosas como nos gustaría. Tal y como dice Brad Pitt en la famosa película «The Figth Club» las cosas que tenemos acaban poseyéndonos. Tarde o temprano (más tarde que temprano para nuestra desgracia) descubrimos que somos esclavos de nuestras cosas, las cuales, generalmente, nosotros mismos adquirimos pensando que nos harán sentir más completos. Esto se debe a que vivimos tan preocupados por tener el último modelo de celular que nos endeudamos solo para tenerlo y termina siendo un bonito pero costoso lastre, o la más común que es, conseguir un mejor trabajo para poder pagar una mejor casa a la cual deberemos invertirle tiempo y dinero para que se vea bien o al menos nos haga sentir a gusto y para esto deberemos conseguir un mejor sueldo u otro trabajo para poder costearlo y así terminamos completando este círculo vicioso en el cual nos vemos metidos sin saberlo, de manera inconsciente.

Hemos sido adiestrados con el paso del tiempo a seguir una rutina de manera mecánica, sin pensar mucho en ella, por eso cuando frenas y reflexionas notaras todo lo que a simple vista uno no ve, por esto use la frase de William Clement Stone al inicio de esta obra, lo único de lo que aún tenemos absoluto control son nuestros pensamientos… o al menos eso creemos.

En 1953 sale a la luz la novela distopica «Fahrenheit 451» de la mano del famoso escritor Ray Bradbury quien es autor también de otras novelas e historias como «Crónicas Marcianas» o «La feria de las Tinieblas» en esta historia podemos observar un futuro distopico en el cual se ha dejado el razonamiento y el pensamiento crítico de lado, día a día los habitantes de este mundo son bombardeados por información innecesaria y subliminal que los alienta a pensar cada vez menos. La gente vive encerrada sus casas mirando la televisión que se han expandido ocupando una pared completa, todo esto provoca que las personas permanezcan totalmente aisladas entre sí, como podemos observar en la relación entre Guy Montag, nuestro protagonista y Mildred, su esposa, de la cual en ocasiones menciona ni siquiera recordar el día en que se conocieron:

— «¿Dónde y cuándo nos conocimos?

— ¡Oh! Pues fue en… La mujer calló.

—No lo sé —reconoció al fin. Montag sintió frío.

— ¿No puedes recordarlo?

—Hace mucho tiempo.

— ¡Sólo diez años, eso es todo, sólo diez!» (pág. 48)

Y no solo es entre sí, sino que también se encuentran aislados del mundo, como si una arcoíris mágico funcionara de barrera para evitar que la realidad del mundo exterior siempre tan crudo y volátil entrara en esa perfecta sociedad libre de problemas:

«Los bombarderos atravesaron el cielo, sobre la casa, silbando, murmurando, como un ventilador inmenso e invisible que girara en el vacío. — ¡Válgame Dios! —Dijo Montag—. Siempre tantos chismes de ésos en el cielo. ¿Cómo diantres están esos bombarderos ahí arriba cada segundo de nuestras vidas? ¿Por qué nadie quiere hablar acerca de ello? Desde 1960, iniciamos y ganamos dos guerras atómicas. ¿Nos divertimos tanto en casa que nos hemos olvidado del mundo? ¿Acaso somos tan ricos y el resto del mundo tan pobre que no nos preocupamos de ellos? He oído rumores. El mundo padece hambre, pero nosotros estamos bien alimentados. ¿Es cierto que el mundo trabaja duramente mientras nosotros jugamos? ¿Es por eso que se nos odia tanto? También he oído rumores sobre el odio, hace muchísimo tiempo. ¿Sabes tú por qué? ¡Yo no, desde luego!» (pág. 73)

Inclusive cualquier cosa que pudiera llegar a hacer que la gente piense de manera crítica e independiente fue proscripta y erradicada ya hace tiempo, como es el caso de los libros, material al cual la novela hace especifica alusión, mostrando como el trabajo de Montag, es el de eliminarlos y a las casas que los albergan con ellos:

«El lunes quema a Millay, el miércoles a Whitman, el viernes a Faulkner, conviértelos en ceniza y, luego, quema las cenizas». (pág. 18)

Y es con una gran ironía que el autor nos dice que la profesión a la que Montag se dedica es la de bombero, casi como si se burlase de la realidad. Este es el escenario utópico que plantea el Sr. Bradbury en su libro. Pero como se llegó hasta ese punto, acaso la gente no se habrá dado cuenta de que poco a poco les iban succionando el pensamiento, ¿porque no se resistieron? La respuesta es simple, es más, el personaje de Beatty «el Capitán» en el libro explica perfectamente en uno de los mejores monólogos que he leído digno de un gran villano, como el mundo empezó a crecer demasiado rápido, la tecnología avanzo, la población creció, de repente lo único que importaba era la velocidad con la que uno asimilaba las cosas más importantes, las noticias empezaron a reducirse solo a algunas palabras claves.

«La vida se convierte en una gran carrera, Montag. Todo se hace aprisa, de cualquier modo.» (pág. 60)

La gente ya no quería perder tiempo en pensar, solo quieren vivir, por esto fue decayendo todo material que provocara al pensamiento, no hubo falta de un gobierno que lo prohibiera, las masas, casi en una decisión unánime habían decidido que ya no eran útiles los libros y por lo tanto dejaron de comprarlos hasta que finalmente se dejaron de escribir. En cambio a esto, empezaron a darle más importancia a lo físico. Los deportes eran la nueva moda, el nuevo «pensar».

«Como las universidades producían más corredores, saltadores, boxeadores, aviadores y nadadores, en vez de profesores, críticos, sabios, y creadores, la palabra «intelectual», claro está, se convirtió en el insulto que merecía ser.» (pág. 61)

Imagino que en este punto te debes estar preguntando: ¿Qué tiene que ver lo hablado al inicio con todo esto? Pues le diré… tiene que verlo en TODO. Porque considero (y espero que luego de que lea esto también lo considere usted) que si la sociedad sigue marchando a la velocidad en la que se encuentra, lo que nos depara en el futuro es un mundo como el de «Fahrenheit 451». O me puede negar que no encontró similitudes de lo que expone el libro con lo ocurrido en estos tiempos. Hay que tener en cuenta el año en el que este libro fue escrito, 1953, han pasado más de sesenta años de su publicación y pareciera como si a lo que nos encaminamos es a ese triste final. Al inicio hable de que lo único de lo que tenemos absoluto control es de nuestra «actividad mental» y que una de las definiciones de la palabra control era «Dominio que una persona tiene sobre sus propios sentimientos, emociones o impulsos». Esto es mentira, aunque antes haya sido una esperanzadora verdad ahora solo logra ser una «media verdad». Porque ya ni siquiera poseemos esta cualidad, pues constantemente somos abatidos por órdenes de cómo debemos pensar, a donde ir, que comer, que ropa nos hará felices, nos lavan el cerebro tan subliminal mente que poco a poco vamos perdiendo el control de nuestros pensamientos y empezamos a razonar como ellos (las empresas y entidades que rigen el mundo y manipulan naciones como si fuesen un par de dados bailando entre los dedos) lo quieren, y lo peor es que crean la idea de que aquel pensamiento sobre sacar un crédito para irte de vacaciones es una idea tuya. Ellos juegan con nuestra «ilusión del control», diciendo que tenemos libre expresión para decir lo que queramos a quien queramos y no deberíamos tener problemas porque cada quien debería respetar nuestro pensamiento pues cada persona tiene una opinión distinta y todos debemos respetarnos pero cuando cuestionas o desapruebas algo que todos consideramos lógico te marginan socialmente, llegando a sufrir violencia psicológica y hasta física, por esto muchas personas tienden a no opinar sobre situaciones en la que pueden darse conclusiones como la mencionada anteriormente te pregunto entonces querido lector, ¿es realmente esto libertad de expresión? No hace falta que contestes pues la respuesta es no. Pero nos han hecho pensar que si, mediante eufemismos e insinuaciones nos hicieron creer que tenemos el control de lo que pensamos, cuando por atrás ellos manipulan nuestro pensar. Los jóvenes (no todos si no una gran mayoría) ya no analizan las cosas que hacen, solo lo hacen. Les preocupa más cómo salieron en una foto que quienes serán los que dictaminen las leyes de nuestro país. Los adultos, están tan envueltos en una rutina que no tienen tiempo para frenar y pensar lo que están haciendo, muchos viven con la ilusión de que todo va a cambiar pero no hacen nada para que este cambio ocurra. Pero para nuestra fortuna, aun no nos han dominado por completo, pues la sola existencia de este ensayo es prueba de que aún podemos pensar y cuestionarnos las cosas libremente, el sistema solo puede manipular una parte de nuestro pensar pero aún no descubrieron cómo suprimir el pensamiento crítico que logra que nos cuestionemos las cosas antes de que todo aquello sobre lo que estamos parados empieza trastabillar. Todavía tenemos una oportunidad para salir de este embrollo en el cual nosotros mismos nos dejamos enredar.

En resumen, vivimos en tiempos veloces, altamente individualistas, lleno de gente vacía, mecánica y excesivamente superficial, en donde la comida rápida es furor, los medios masivos manipulan a miles de millones todos los días, las fotos se toman y se suben a la internet en el acto, tenemos la posibilidad de mandarle un hola a una persona en Japón y sabemos que el mensaje le llegara al instante, nos importa más la separación de Brad Pitt y Angelina Jolie que una posible guerra nuclear, los correos «express» nos permiten enviar un paquete desde una sucursal cerca de nuestros hogares hasta la otra punta del mundo en cuestión de días, cuando en la antigüedad enviar un carta era algo que podía llevar semanas, meses e incluso años dependiendo desde donde, hasta donde debía ser él envió. La familia o el concepto de «familia» es golpeado cada vez que hay oportunidad, somos acribillados por la publicidad a donde quiera que nos movamos haciéndonos sentir infelices con lo que tenemos y presentándonos un producto que debería llenar este vacío. Todo esto mezclado forma un cóctel de destrucción que, como vemos en la novela, culmina con la destrucción de todo lo que conocemos. Quizás esto ocasione nuestro fin o quizás no, por desgracia esto nadie lo sabe con certeza, pero si sabemos cómo evitar, en el caso que pueda ocurrir, que pase. Por eso aliento a quien este leyendo esto a pensar, soltá el celular, la computadora, la televisión. Salí de tu casa y observa el mundo tal y como es, no como nos lo presentan, cuestiónalo todo, opina, sin importar que tu opinión no sea igual al resto, crítica lo que nadie critica, no des nada por sentado sin importar quién te lo haya enseñado, corre, cae, levántate, seguí corriendo, y no pares, NUNCA.

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