Devorado por la Prisión

Devorado por la Prisión

etoril

08/01/2021

Me encontraba completamente rodeado de oscuridad con un afilado silencio que podría cortarme en rodajas en cualquier instante. Un frío paralizante y la sensación de estar ante un vacío tan monstruoso que incluso se me había olvidado cómo respirar. De pronto una luz tenue en el fondo a través de una rendija. Debería sentir terror, pero la oscuridad que me envolvía me arrancaba tanto la vida que hasta el monstruo más amorfo me podría parecer una manera de romper esa macabra soledad. La puerta se abre lentamente, sin ruido alguno y logro vislumbrar una silueta gris que me recuerda vagamente a una mujer aunque con la cabeza anormalmente grande y unos brazos que rozaban el suelo… sin sentir horror alguno y con la mirada fija, sin respirar…. la silueta aparece justo ante mí y entonces despierto…

Aparezco en la cama, húmedo por el sudor y con la sensación inicial de no saber dónde estaba. Es la tercera vez que tengo esto sueño en los dos últimos meses. La primera vez estaba en medio de la oscuridad, asustado pero respirando y sin sentir frío. A la segunda se añadió ese horrible frío siberiano y la consciencia de que no estaba respirando (aunque tampoco sentía asfixia) y esta noche va el tercero. Yo nunca he creído en cuentos fantásticos, ni en esoterismo ni nada del estilo. Mi lógica siempre ha tirado todas estas historias que parecen hacerse realidad en la mente de tantos adivinos, inseguros o esquizofrénicos… aunque me empezaba a parecer extraño que el sueño fuese teniendo continuación y que además lo recordara exactamente como si lo hubiese vivido…

En fin, pensé. Algo debo estar tomando que no me riega bien por la noche. Me levanté a poner una cafetera bien cargada y prendí mi primer cigarrillo del día. Era sábado por la mañana y, como de costumbre, había hecho mi periplo vicioso por el Raval. Últimamente empezaba a tener lagunas mentales, pero supongo que un poco lo de siempre: entra a esta cocktelería, escucha las penas de un alma solitaria, métete a un sarao a refregar cebolleta, acaba en una plaza fumando marihuana… La actividad la tenía tan automatizada que ya no necesitaba ni recordar lo que había podido hacer o dejar de hacer. Se había convertido en algo tan común como el almuerzo o el ir al baño… Acabaré mal, lo sé… pero aún así seguía.

Al terminar el cuarto café y el quinto cigarrillo, comienzo a leer el whasapp. Todo normal en general. Los típicos grupos (que siempre mantengo silenciados) a rebosar de mensajes insulsos, la respuesta de alguna que otra pobre que debía haber recibido mis mensajes la noche anterior bajo el efecto de Baco, el buenos días de mi madre… Pero al llegar al final de la lista encontré un chat que me dejó perplejo, tanto que pensé que estaba de nuevo soñando, drogado o a saber… El número empezaba por +7 por lo que pensé que se trataría de alguna soviética a la que había venido dando la brasa tiempo atrás. La foto estaba en blanco… pero al abrir el chat se apareció de repente la foto de un niño. Un niño de pelo moreno, mofletudo y cejas muy pobladas. ¡La Hostia! ¡Pero si era una foto mía de pequeño!

¿Quién carajo podría tener eso? Mi madre andaba escribiendo en otro chat, y en la vida hemos digitalizado nada. Todos estos recuerdos están en un álbum, a buen recaudo en casa de mi santa madre, por lo que es literalmente imposible que pudiese ser enviada por la red de redes… ¡a no ser que hubiesen secuestrado a mi madre..! Algo improbable la verdad, más improbable aún que se hubiese puesto las pilas con la informática, se hubiese comprado otro teléfono… ¡Buff! Entre el resacón, la pesadilla de anoche y el dolor de estómago no me venía nada bien ponerme el plan detectivesco.

Tomé otro vaso de café, un cigarrillo más y la visitita al Roca. Mientras leía una revista andrajosa me preguntaba si realmente se me estaría yendo la cabeza de tanto anís, maría y poco comer. ¡A saber! No recibir visitas ni tener amigos creo que le va desgajando el cerebro a uno poco a poco, hasta casi quedarte sólo con los controles del hambre, el pis y poco más.

Decido llamar a mi madre. La anécdota me ha hecho gracia y de paso le meto un poco de miedo. Para mi sorpresa me salta el buzón diciendo: «El número marcado no existe». ¡¿Pero qué cojones?! Justo el día anterior habíamos estado hablando, y así años. Siempre el mismo número. ¿Estaría soñando de nuevo? Todo lo que veía esta mañana me parecía muy real y normal, salvo esta situación bizarra que parecía estar formándose. A esto empieza a sonar el teléfono… ¡Dios! ¡Con el número nuevo! Ese número que estaba en mi lista de chat totalmente vacío y con mi jodida foto. Me entró un pánico horroroso y salí por la puerta, en bata y zapatillas. Al abrir la puerta, lo que vi hizo que me desmayase … .

Estuve tumbado sobre la entrada por varias horas soñando cosas extrañas. En todo momento me movía levitando sobre una cinta de colores extraños y perturbadores y rodeado de un oscuro mar de estrellas. Me desplazaba cada vez a más velocidad y comencé a visualizar una película extraña e inconexa sobre los diversos acontecimientos que había ido viviendo mientras tenía uso de razón. En la proyección podía ver a mi abuela tomándome en brazos, una mesa de madera enorme con cinco platos de cocido, una pelea en el patio del colegio, la entrada a la universidad… Todo a una velocidad paranormal y sin seguir un orden determinado.

Al final vislumbraba una pequeña figura que parecía humana. Me parecía familiar de alguna extraña manera, pese a que mis sentidos no podían desencriptar nada de su misteriosa naturaleza. De pronto yo y mi entorno quedarán paralizados mientras la figura se iba acercando más y más hacia mí, cada vez a una velocidad mayor. Recuerdo haber sentido una especie maremoto interno. Mi cerebro se puso a centrifugar pensamientos a la velocidad de la luz y mi cuerpo parecía haberse transformado en algo etéreo, porque no podía sentir ninguna de mis partes. Finalmente la cara del ser apareció a escasos centímetros de mi cuerpo, volví a notar mi cuerpo y una fuerte caída en el suelo.

Tras ese momento desperté. El sueño parecía haber terminado justo en el momento de volver a la realidad. Tenía un extraño libro entre las manos que parecía estar forrado de una asquerosa piel y bordado con pequeños huesos. No soy escrupuloso y la experiencia onírica me había dejado tan aturdido que no pude generar acción alguna. Sólo me quedé con la mirada fija en el libro sujetándolo firmemente. No sabría explicar por qué, pero ese objeto me generaba una atracción casi morbosa, casi podía sentir que me llamaba de alguna manera. 

El libro empezó a manipular mis manos para abrirlo. Se abrió y flamante en la primera página se podía leer: «La búsqueda de tus demonios». A continuación se leía: «La llave de tu prisión está fragmentada y en posesión de 3 poderosos demonios, tres demonios que te observan desde hace muchos años y que, hasta ahora, se sentían seguros. Ahora te tienen miedo, por lo que se han ocultado en partes imposibles de este edificio. Ellos ya dieron el paso, sólo si te enfrentas al miedo tendrás una oportunidad para encontrarlos…». El libro se desvaneció ante mis atónitos ojos y empecé a sentir cómo el humo cubría toda la sala. ¡El piso estaba en llamas!

Abrí la puerta lo más rápido que pude dispuesto a salir pitando para parar a la vez con todas mis fuerzas, pues más allá de 4 baldosines, se abría un abismo en toda la planta. Era o morir abrasado o ver si la caída no era muy fuerte,  pero no había más tiempo para pensar y salté. Recuerdo entrar en una especie de canal y tras unas cuantas vueltas terminé aterrizando en un suelo polvoriento.

Bueno, al menos me había librado del fuego y si tenía suerte quizás se tratase de otro sueño. No podía imaginar que podían hacer tanto daño una pizza de jalapeños y 4 chupitos de anís, sobre todo este último. Tenía que acabar dejando esa jodida afición a meterme grados de alcohol para olvidarme de mi soledad, o al menos aguantar con ella sólo lo suficiente como para no tener que meterme esas píldoras milagrosas que te recomiendan los psiquiatras y que de dejan lelo el resto de tu vida. Me quedé divagando un buen rato con esta y más chorradas hasta que por fin empecé a entender que aquello no era un sueño.

El dolor de los moratones en el culo, un frío cortante, los chirridos de una rata… y por encima mío, muy distante podía oír a la vecindad alborotada, por lo que parece que el incendio de mi casa era real. Me puse en camino para salir, ya me preocuparía por todo el berenjenal que se había montado en mi vida. Paredes rocosas y húmedas, el sonido de un torrente de agua y apenas luz para ir distinguiendo siluetas. Avancé a paso de tortuga, cansado y hambriento. Tras varias horas de hastío, cuando creía que mis fuerzas no daban para más, observé cómo la luz se iba haciendo más y más intensa a medida que avanzaba. Finalmente llegué hasta lo que parecía una especie de arco árabe que daba comienzo a un largo pasillo. Justo en el batiente había un botijo de agua fresca y un delicioso plato de cocido. No era momento de analizar más paranormalidades, el hambre me podía y a por ellos me abalancé…

Cuando prácticamente había consumido todo como un perro salvaje, sentí una mano asiéndome fuerte el hombro… (continuará)

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