¿Invisible?… ¡Todo depende de la oportunidad!.
Mi historia es bastante parecida a otras tantas y seguramente podria resumirla en una oración, pero créanme que nadie quiere eso. Uno de los privilegios de la fama y el poder es que todos quieren saber los detalles.
Quien habla de fama y poder, es porque ya no los considera sinónimos, y eso hace la diferencia.
Los “elegidos” somos una casta que podemos ejercer el poder sin que nadie lo sospeche, o sacar provecho de la fama, que siempre es prestamista de poder. En todo caso, sabemos que todo se puede terminar con un mísero error, un mal segundo, e inclusive un adversario.
Fueron muchos años de indiferencia y anomia, viviendo una historia sin brillo.
Años sin altibajos, comunes, inmersos en esas rutinas que agobian pero que aún así son vida.
Día tras día pasando horas en horrendos sitios sin ventanas, con esa luz artificial que desfigura las formas y siendo observados por esa curiosidad desinteresada, que nos husmea por el solo hecho de ser y estar. Aún con presencias, puede haber aislamiento y soledad. Yo lo padecí. Sin voz, ensimismado y tratando de desarrollar mi mejor versión, porque eso también es desarrollarse.
He conocido a más de una persona como yo. También las he visto intentar de mil maneras alcanzar ese instante que “lo puede cambiar todo”, que nos puede eternizar en la historia o aunque sea solo en la propia historia. También lo intenté.
Cambié de lugar tentando al azar… poniéndome a merced de un destino que quizá necesitaba solo eso, probar lo mismo en otros sitios. No bastó. Parece que la suerte es tan caprichosa que no reconoce el esfuerzo. Fracasé, y más de una vez, ¡pero no morí en el intento!
Entonces tuve que cambiar yo. Adaptarme a nuevos contextos con lo que hiciera falta hacer. ¡Es increíble lo que podemos hacer para cumplir con un propósito que desconocemos!.
Quizás se pregunten en este mismo instante a qué me dedico, creo que no lo mencioné. Sucede que lo que más destaco de mi existencia es el camino recorrido y la fortuna que al fin me llegó. Eso que anhelamos que nos defina.
Después de tantos años de esfuerzo y poca cosecha, finalmente me llegó el momento de ser importante. ¿Que cómo sucedió? Supongo que a la persistencia se sumó la ocasión. Estar en el momento justo, en el lugar justo y en justa medida. Todo lo que fui intentando pero, ahora lo sé, para que se produzca esa conjunción insospechada, como el toque de una vara mágica.
De un día para otro, mi nombre pasó a ser el más importante en los titulares de todos los diarios, en la redes, en las radios. Es solo un instante, en el que se pasa del anonimato a la popularidad, de la rutina a los escenarios más diversos, de lo común a lo extraordinario. El mundo se transforma y se rinde a tus pies, esperando saber lo que haces y lo que puedes llegar a hacer. A mi, al que nadie conocía.
Somos una casta, privilegiados en lo más alto de la escala de los logros.
Ya no tenemos miedos comunes, como podría ser el miedo a morir en soledad y sin trascendencia, porque hay mayor probabilidad de que nos maten por popularidad y exposición. Quizá la única constante sea el miedo.
Es mi momento de fama y poder, quién sabe lo qué pasará.
Históricamente al menos, hay evidencia de que ya han podido combatir a otros virus.
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