Por mucho tiempo uno se ha dejado llevar por las definiciones que muchos autores hacen acerca del amor y junto a esto, de la mano también va nuestra ideología, esa que nos inculcan desde pequeños o la que adquirimos según nuestra conveniencia.
¿Conveniencia?, sí, al amor lo limitamos tanto, que queremos que se parezca a las telenovelas, en donde al inicio se puede sufrir, pero al final, se termina con la persona que hemos deseado y la creímos por mucho tiempo algo inalcanzable, como si la persona con la que se quiere compartir fuese un objeto.
El amor es una decisión, es algo que se construye con el paso del tiempo, si tu dolor no le duele, no es la persona correcta, el amor hoy en día funciona como un juego sin sentido. Es así, porque mientras menos interés muestres por tu pareja, esta estará más enganchada por ti, muestra indiferencia y deja que te persiga, eso es lo que comúnmente se escucha y nos tranquiliza.
Pero, de qué manera, acaso hemos olvidado lo más importante que es la comunicación, el amor propio y, ¿por qué si para tener a una persona como amigo la analizamos tanto, y para tener una pareja no?. Por varios días había cuestionado esta pregunta y es que si, a veces nos impresionamos por el físico de una persona, por la aprobación que esta misma puede tener en la sociedad, por esa jerarquía efímera que tiene en nuestra vida. Si lo pensamos bien, aquella persona que ilusiona desde estos puntos, con el tiempo se vuelve alguien normal, porque ya no cumple con lo necesario para encajar en la vida de uno.
Cuando alguien te gusta, la pones en un pedestal, ¡vaya!, esta es la frase que más ha podido abrir los ojos a las personas, pero si te detienes a pensar, es así. En este renglón con firmeza diría que es así, siempre por tratar de impresionar a la otra persona, de mostrarnos como la mejor opción, pero es que en el amor no se trata de ser opción sino prioridad.
¿Acaso uno es como una fruta en el mercado?, que debe mostrarse grande, reluciente, apetecible por así decirlo. Por lo general olvidamos las cicatrices que llevamos por dentro, y es ahí donde radica el dejar de lado el amor propio, porque contra todo pronóstico uno quiere mostrarse perfecto.
Que extraño y placentero se puede llegar a sentir que ser horizontales es lo que nunca debe faltar en una relación, y no se hace referencia a la posición de una persona con respecto a la otra, sino en el trato, donde se disfrute del dar y recibir.
Entonces, ¿por qué no debo amarte?, porque en el instante que sobrepases mis derechos, me faltes al respeto, no haya reciprocidad y me hagas daño con intención, ya no eres merecedor de mi cariño y la mejor versión de mí.
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