Algunas veces, cuando se cierran los ojos se pueden contemplar las cosas de una manera más profunda, los sonidos son vistos con los ojos del alma. Por ello, aunque la vista es un capacidad irreemplazable que se nos ha dado y por la que debemos estar muy agradecidos, esa sensación que producen los sonidos, la música, la naturaleza, la ciudad, el sonido del silencio mismo, hace que nuestra imaginación vuele y se produzca en nuestra mente gran cantidad de imágenes que relacionamos casi inmediatamente con lo que captamos a través del oído.
Eso pasa cuando escuchas historias tan apasionantes como El Cuervo de Edgar Allan Poe, quizás ya conozca esta narración, pero escucharla con lo ojos cerrados, narrada por Victor Civeira es sencillamente increíble.
Jaider.
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