Primera Acto
(Una mujer joven de piel blanca, rasgos finos y cabello castaño, camina sola durante una noche de otoño en medio de una calle cuya humedad hace sudar las ventanas de cualquier casa. Ella, exhala y en el aire se forma frente a sus ojos una nube que, al instante, desaparece; en silencio, se inclina al lado de lo que parece ser un hombre durmiendo en el suelo, pero cuando se aleja, el hombre abre los ojos y observa como un sobre blanco parece posar sobre el cartón en el que descansa su espalda.)
“Lo vi esta tarde, no estoy segura de donde, ni cuando, pero esos ojos suyos me han hecho creer que lo conozco”— Señorita Larsy
(El mendigo contempla la pronunciada y delicada letra en cursiva unos instantes, y pronto, procede a romperla, dejando pequeños trozos que se esparcen por la cera, el viento los levanta, pero las palabras se han perdido.)
Segundo Acto
(El hombre de larga barba y cabello enmarañado se levanta con dificultad, puede sentir bajo la piel como el frío parece rasparle los huesos; una vez que se pone de pie nota como uno de los primeros rayos de sol acaricia un pequeño sobre de apariencia similar al que había recibido antes.)
“Hoy he pasado de nuevo frente a usted, noté que rompió mi carta, está bien, sé que no es personal, pero realmente me gustaría conocerlo, puede dejarme una nota si lo desea, pasaré esta noche de nuevo”— Señorita Larsy
(El hombre mira a su alrededor con una inusual mezcla entre sorpresa y desconfianza, pero una vez más toma el papel entre sus pétreas manos y sin demasiada fuerza rompe el papel en piezas tan pequeñas como le es posible.)
(Cuando cae el sol y deja ver la ilusión de los edificios alzándolo, la joven regresa, pero esta vez, con los pies descalzos, cruza el parque y toma asiento en un apartado rincón que posee el parque, coloca una pierna encima de otra y con elegancia mira hacia al frente, no hay nada que ver, nada que contemplar, pero permanece quieta hasta que el sol deja de iluminar su rostro, el suelo, la ciudad.)
(La joven, con apariencia de una muñeca, saca de su bolso un par de un algo
que el mendigo es incapaz de apreciar, al menos hasta que ella se planta en medio de la calle y posa con tanta belleza y temple que nadie es capaz de hacer otra cosa más que maravillarse.)
Tercer Acto
(Tras una hora de total inmovilidad, la joven se levanta y regresa a la banca, pronto saca un nuevo sobre, y el hombre, quien hasta ese momento la había estado observando, finge estar dormido.)
“Me gustaría que asistiera al ensayo con vestuario este fin de semana, afortunadamente para usted tengo un boleto para la presentación, que por cierto es dentro de dos semanas, le prometo que lo esperaré ansiosa en ambas” —Señorita Larsy
(El hombre saca del sobre lo que parece ser un boleto, lo mira y suspira, aprieta los labios, cierra los ojos y alza el rostro al cielo como expresión de… ¿alegría, agradecimiento?; sea cual sea el motivo, esta vez conserva la nota.)
Cuarto Acto
(Un par de tacones hacen eco en el viejo túnel de la ciudad, el hombre que había hecho un esfuerzo por desaparecer, es sorprendido al despertar junto a un nuevo sobre.)
“Estuve mirando fotografías de mi graduación de la secundaria, usted me recuerda a un viejo amigo, él me dio mi primer perro, su nombre es Arlo, es un poco viejo, pero lo adoro, ¿no cree que es lindo?” —Señorita Larsy
(El hombre devuelve su mirada al sobre y saca una fotografía de la joven abrazada al perro junto a otra en la que se encuentra solo. En silencio, sonríe, quizás todo ese tiempo una parte de él esperaba que lo encontrara.)
(El mendigo, en su cojera, llega a la parte trasera de un restaurante y toca la puerta, un camarero lo saluda y al cabo de unos minutos llega con su usual plato de sobras, sin embargo, esta vez el mendigo tiene un favor que pedirle.)
A base de nada más que ademanes, el muchacho asiente con la cabeza y rápidamente se despide luego de dejar sobre un bote lo que le pidió, su jefe no ha parado de llamarlo.
(El hombre toma el lápiz entre sus dedos haciendo un esfuerzo por acostumbrarse a la sensación; ahora, por primera vez en mucho tiempo, tiene algo que decir.)
Quinto Acto
(El hombre, durante toda la tarde hace un esfuerzo por ganar el dinero suficiente para hacer tres cosas, la primera, fue para conseguir un rastrillo y un jabón, la segunda, para tener acceso a un baño público y asearse tanto como le es posible, y la tercera, para un par de tijeras que le bastasen para cortarse las uñas y el cabello. Él, desea estar tan presentable como le es posible para cuando el día del ensayo llegue.)
(Caída la noche, el hombre se apresura en volver a su rincón y deja a un lado suyo la servilleta con esas palabras borrosas, que, apenas él sabría distinguir como su propia letra.)
(Entusiasmado, como niño en navidad, cierra los ojos con fuerza deseando quedarse dormido para no sentirse ansioso hasta que al día siguiente obtenga una respuesta.)
Sexto Acto
(Tan pronto como le es posible, el hombre llega al teatro con la nueva carta en sus manos y atraviesa la imponente entrada, ¿qué mejor lugar para leer la respuesta de la señorita Larsy?, sube las escaleras y con emoción mira detrás de la puerta, por una pequeña apertura. La joven, quien con majestuosa inocencia hace ver al ballet como algo más que solo una coreografía, como algo más que un capricho o un deseo de juventud, desafortunadamente para él, un guardia de seguridad lo ha visto y no duda en llamar a la policía, alegando que solo ha ido para mirar a las bailarinas.)
(Tras las rejas el hombre recarga su cabeza sobre la pared y se queda dormido. No es hasta que el jefe de policía llega que lo deja ir.)
—Ya puedes salir Henry —Dice al abrir la reja— Espero no volver a verte aquí.
(Cabizbajo, el hombre siente el agua de la lluvia traspasándole la ropa hasta que una sensación de pesadez cae sobre sus hombros y ni la lluvia ni el viento logran darle alivio, pronto, su pierna falla y lo hace caer. Tras derramar una lágrima de dolor y pena llega al túnel, donde un sobre mojado yace sobre su carrito, pero, apenas lo toma en sus manos el papel se deshace.)
Séptimo Acto
(Tras un par de noches en vela, Henry, deja hundir su rostro entre sus manos y llora en silencio, la sola idea de haberlo arruinado lo carcome desde la última vez que vio a la pequeña bailarina porque no ha recibido más cartas.)
(Pasada una hora, se pone de pie y comienza su rutina como lo era antes de que comenzaran a llegar las cartas, en un parque, debajo de un árbol saca un pequeño bote y se sienta a esperar a que alguien ponga una moneda, desafortunadamente esa tarde pasan un grupo de chicos que disfrutan hacer bromas o directamente a fastidiarles el día a hombres como él.)
—Vaya Henry, hacía tiempo que no te veía por aquí, ¿te afeitaste, ¿verdad?, ¿acaso te has estado divirtiendo? —Le pregunta el más bajo y robusto del grupo, quien parece liderar siempre al resto.
(Henry permanece callado mirando hacia el frente, observa como los que pasan por ahí se apresuran, nadie quiere meterse con un montón de vándalos, lo único que Henry desea es que no le quiten las pocas monedas que ha logrado conseguir, mientras sujeta con fuerza las fotografías y las cartas que la señorita Larsy le ha dado su respiración se agita al igual que sus pensamientos.)
—¿Tienes algo para mí hoy anciano? —
Octavo Acto
—Quítale las manos de encima—Dice la joven Larsy, quien sostiene sobre sus manos un suéter de color azul.
—Pero si es la pequeña Rose—La llama uno de los chicos, en concreto, un muchacho de piel blanca y cabello pelirrojo.
—No me llames así—Le advierte ella, el grupo comienza a rodearla, Henry hace un esfuerzo por levantarse sobre su bastón, pero el dolor por la caída que tuvo hace unos días no ha dejado de molestarlo.
(Larsy deja salir un resoplido, y debajo de la sudadera saca un arma, una que Henry reconoce.)
—Tengo una para cada uno—Añade la chiquilla con la mirada fija hacia al frente. Los muchachos se miran unos instantes y se retiran lanzando amenazas.
(La joven se acerca hasta el hombre y se pone en cuclillas con tanta gracia que pareciera haber sido ensayado.)
—Me gustó tu carta —Comenzó ella, él no respondió— Te vi en el ensayo.
(Henry no responde, en su lugar mira en dirección al suelo, avergonzado.)
—Mi…mi presentación es mañana—Murmura al poner en el bote un billete para acto seguido, alejarse.
Noveno Acto
(La joven extiende las palmas de sus manos en un esfuerzo por no apretar la tela del vestuario, si el director la viera la reprendería por ello; Larsy mira hacia el techo y la música la envuelve, la duda de si ha llegado o no a su presentación comienza a darle una sensación de hormigueo en las piernas y un escalofrío le recorre la espalda al fantasear con que quizás algo sucedió.)
—Larsy Rose, a escena—La llama el director, quien sudando la empuja en dirección al escenario.
(Y ahí, frente a cientos de personas, logra ver por un instante al hombre de pie, justo detrás de la puerta de cristal, ella, sonríe, sonríe como soñó que sería volver a sonreír por él. Una vez terminada la obra, la gente aplaude, todos excepto Henry, quién grita el nombre de Larsy llora orgulloso desde su lugar.)
(Una vez terminada la obra, la gente aplaude, todos excepto Henry, quién inútilmente hace un esfuerzo por gritar el nombre de Larsy, solo puede imaginar cómo se escucharía pronunciar su nombre saliendo de sus labios, pero ello no le impide llorar orgulloso desde su lugar.)
—Gracias—Susurra ella al rodearlo con ambos brazos, la joven se separa ligeramente y ambos se miran con lágrimas en los ojos—Vamos a casa papá.
Décimo Acto (FIN)
—¿Qué te pareció? —Le pregunta al cerrar el libro y dirigir su mirada hacia ella.
—Creo que es mi historia favorita—Responde la niña abrazando una muñeca de rubios risos largos que hacían juego con su vestido de tonos pasteles.
—¿Me creerías si te digo que Henry es amigo mío? —
—¿En serio? —
—Sí, él escribió el libro—El hombre abre una vez más el libro y le muestra la primera página—¿Lo ves?, tiene una dedicatoria.
—¿Pero porque era un vagabundo?, ¿por qué rompió las primeras cartas?, ¿por qué tenía un arma? —
—¿Por qué no solo lo disfrutas hija? —
—No me gustan los finales abiertos—Dice sujetando con más fuerza la muñeca y desviando la mirada hacia al frente con evidente inconformidad.
—Yo no diría que es un final, creo que es simplemente un cierre—
La niña lo mira y apoya su cabeza sobre sus rodillas con una sonrisa.
—¿Cómo es que siempre tienes tan buenas historias? —
—Estoy seguro de que tú también tendrás muchas algún día—
—¿Sabes cuál me gustaría que me contarás? —
—¿Cuál? —
—La de cómo se conocieron tú y mi mamá—
—Bueno, creo que esa es historia para otra ocasión…—
(Si disfrutas este tipo de contenido te invito a que busques la página de Facebook «SanCo», te esperamos :3 )
OPINIONES Y COMENTARIOS