Música: «Fantasîa en La menor» de David Kellner

Los soldados de todo el mundo tiran las armas, corren a saludar a sus enemigos y abandonan el campo de batalla. Por todos lados hay personas haciéndose regalos, dedicándose poemas, abrazándose. Entran en coma los demonios. Sanan los enfermos. Los políticos y los empresarios acaudalados vacían sus cuentas y salen a repartir el dinero entre los pobres. Los artistas, inspirados, se abocan a crear obras magistrales. El sol extiende sus rayos, los planetas enrojecen, las estrellas se fusionan con otras estrellas vecinas. Los árboles y las plantas dan flores y frutos a la vez. Los océanos borbotean por la exaltación festiva de los peces que los habitan. Hay remolinos luminosos en el viento. Las rocas suspiran emociones. Cupido viaja a gran velocidad lanzando sus flechas en todas direcciones, súbitamente inflamado. Salen de sus lugares secretos los más hermosos animales fantásticos. Brotan geisers donde nunca los hubo. Caen del cielo ínfimas gotas de cristal (el llanto conmovido de los seres angélicos). Y los pájaros, liberados de sus jaulas, se reunen para volar formando un arco iridiscente. Y hay auroras boreales en sinfonía.
Y una fiesta de cometas espejados.
Y todo el mundo, maravillado, hace silencio para escuchar a la luna que se ha largado a cantar a «bocca chiusa».
Todo se desata al mismo tiempo, con el glorioso impulso de las fuerzas superiores: En el momento exacto en que tus labios, triunfantes de embeleso, finalmente se posan sobre los míos.