Espectador

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Wolf

22/11/2020

Hoy quise ser sólo un espectador. Te escuché atentamente cada palabra que salía de tu boca. Esa boca que en ocasiones la callo con esos ósculos apasionados intervenidos por las salivas reclamantes de afecto y caricias.

Hoy te escuché. Escuché atentamente tus lecturas de esos escritos nacientes del dolor, la rabia y de lo injusta que puede ser a veces la vida.

Hoy escuché a una mujer fuerte, reflexiva y emocional, desapegada un poco de la racionalidad. Hoy también te observé fijamente, floreciendo en mí, pensamientos reclamantes para darte el título de torrente juglaresa cautivadora, sensual y bella.

¿Bella?

Si bien la belleza es un sentir a raíz de una reacción química subjetiva. No creo que nadie que te conozca sólo un poco, pueda negar la sublimidad que existe en la conexión entre tú y tus emociones.

Hoy escuché a esa mujer, sí a esa, a la de las convicciones claras, amiga de la naturaleza y de las causas sociales.

Hoy me entregaste una parte íntima de ti. Hoy me dijiste que debería sentirme afortunado. Y sí, hoy me siento privilegiado porque mañana te miraré con mayor admiración, deseo y lujuria, deseando impaciente otro de nuestros rencuentros semanales.

Ayer me enteré que sufres. Hoy me lo reafirmaste, a través de tus poemas, escritos cuentos o como aquí le queramos llamar. Pero también hoy pude ser un espectador en primera fila, cautivado por tu pluma talentosa.

Hoy, al escucharte, creo que fuiste más tú.

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