Tenía yo que venir a nacer

con bríos de música grabados en las sienes,

intentos de poesía incrustados en las entrañas

y desenfrenadas pasiones prendidas en el alma.

Si tan solo nací con alarmas de parto

y el frío inexplicable del primer respiro.

Ese mismo que me llevará algún día

cuando desenmascare insolente a la mismísima muerte.

Tenía yo que venir a nacer

con absorbentes receptores de sueños,

voraces ansias de fuertes utopías

y el poder visceral del fervor más desjuiciado.

Si tan solo nací con el cuerpo desnudo

y la fragilidad inerte del recién nacido.

Esa misma que me llevará algún día

cuando me aferre a una quimera con las garras de la vida.

Tenía yo que venir a nacer con ésta avidez tan encarnada.

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