Ya habían pasado 3 días desde la primera cita. Javier, desde el momento en que se despidió de ella, se moría por hablarle,pero no, no podía hacerlo. Ya alguien, alguna vez, había decidido que no hay que aparentar desesperación y que hay que esperar algunos días.
Javier esperó tres días.
—Mica, ¿Cómo andás?
“Javier y Micaela yacían abrazados en la habitación de unMotel. Para el que lo viera de afuera, parecía que eran una pareja de años que, con el tedio de la rutina, decidió volver a hurgar en las viejas usanzas. Ambos despertaron por el encandilante resplandor de la luz solar que atravesaba, casi sin permiso, por las traslúcidas cortinas blancas. Él despertó primero y se desperezó. Ella lo secundó, moviendo su cabeza hacia la izquierda, topándose con aquel extraño quele movió hasta los cimientos. Lo miró y pensó: Lo amo.
Él le devolvió la mirada agregándole una sonrisa a la que solo podía ser correspondida por un tierno y desnudo abrazo.
Para Micaela, ¿como lo vas a amar si recién lo conociste ayer?
Eran las 8.00 AM, lo que significaba que aún tenían tiempo para revolcarse una vez más.“
Ya había pasado una hora desde que había enviado el mensaje, todo iba según lo planeado:
Es parte del juego. Seguro se toma su tiempo para responderme, pensó Javier. En ese momento, él se encontraba en la oficina tomando una buena taza de café para amortiguar el cansancio. No era fácil ser psicólogo laboral, y menos en ese momento, ya que tenía alrededor de 100 Currículums que revisar y 80 Tests que corregir. Eso lo mantendría ocupado por un buen rato.
“Eran las 10:30 PM. Micaela estaba llegando al bar.
¿Será tan lindo como en la foto?
En la puerta, y con un pie apoyado sobre la pared, estaba Javier mirando el celular.
—Hola, — le dijo con un beso en el cachete— ¿vos sos Javier?
—El mismísimo, mucho gusto.
Micaela sonrió, y entraron al bar.“
Javier se propuso no mirar el celular durante toda la jornada, pero no porque quisiese trabajar de una forma más optima, sino para bajar las ansias. Cuando agarró el celular, se topó con que, durante las 4 horas que estuvo laburando sin parar,solamente le habían mandado mensajes en el grupo de sus amigos.
Uffff, que garrón. —Igualmente, tampoco es que había pasado tanto tiempo, en esas 4hs, ella también podría haber estado trabajando sin el celular.
“—Así que, contame Psicólogo, ¿Qué se siente poder leer la mente de las personas? ―sonrió ella, seductora.
—No, hermana, estás equivocada, soy psicólogo laboral, ¡ya te dije!
Micaela estalló de risa ante la muestra de impaciencia de Javier.
— ¿Y? Cuando me hicieron la entrevista para entrar a la consultora, la tipa casi que me perfora con la mirada, y no porque me mirara mucho ¿eh?, sino porque, cuando lo hacía, era directamente a los ojos; me daba un miedo boludo, tenía miedo de mentirle, porque estaba segura que me iba a descubrir enseguida.
Javier tomó un sorbo de cerveza.
— ¿Cómo te miraba?
— Así.
— ¿Cómo que así?
— Así, como me estas mirando ahora…—sintió como poco a poco, iba naciendo una sensación agradable en su pecho. —… no sé, como que siento que miras a través de mí.”
¿Por qué no puedo parar de pensar en esta mina? La vi una vez nomas, no me puede estar pasando esto.
Javier tuvo que apagar la película que se puso para estar pendiente de otra cosa, ¿Cómo va a estar todo el tiempo pendiente de que una casi desconocida le responda un mensaje? ¡No! Estaba tan mal de la cabeza.
En cuanto a los mensajes, solamente seguían llegando los de sus amigos y de su madre, nada más. Miró la hora. Eeran las 11.47 PM., Intentó acostarse a dormir.
“Pasaron del bar a la rambla. A Javier le gustaba mucho ese lugar. Ambos empezaron a caminar por la arena, acompañados por una noche hermosa. De pronto, ella se sienta en la arena.
— ¿Tengo que sentarme? —la interpeló Javier.
—Dale, ¡no seas aburrido! —de pronto, Micaela lo agarró de las piernas y lo tumbó.
—Gracias, me cagaste todo el pantalón.
Micaela ignoró totalmente la queja.
— ¿Por qué me hablaste por Instagram?
— ¿Querés la verdad o el cuentito que todas quieren escuchar?
—La verdad, claramente.
—Vi que estabas buena y te hablé, punto.
—Ay ta, ¡sos un básico! —dijo y le tiró arena.
—Hermana, no te conocía, lo único que pude ver es que me gustabas físicamente.
Mica se quedó pensando un poco. Lo que antes era una pequeña sensación en el pecho, ahora, estaba a punto de estallar, pero… no, se tenía que aguantar.
—¿…y ahora que pensás de mí?
Él, sin dejar de mirarla, se acercó un poco a ella.
—Mirá, ya que estamos en la playa, a las 2 de la mañana,borrachos, te voy a decir la verdad. Yo sé qué hace unas horas que nos conocemos, pero posta que nunca sentí tanta intensidad con una mina antes.
Micaela tampoco bajó la mirada en ningún momento, simplemente, no podía. Después de un rato, le pregunto:
— ¿Cómo que intensidad? —sabía perfectamente que quería decir con eso, pero necesitaba tiempo para maquillar su respuesta, simplemente, no daba mostrar todo de una.
Javier se acercó aún más y la abrazó.
—No sé, es raro, siento tremenda química, no sé… Por ejemplo, te miro y me siento bien, no sé… y, ahora, que te abrazo… pah… posta que…
Micaela no lo dejó terminar la oración, ya que no podía dejarque esto se hiciera más real de lo que era. Lo besó de tal forma que, para cuando terminaron, él se olvidó de lo que iba a decir.”
Ya habían pasado tres días, y seguía sin recibir respuesta. Javier estaba claramente desilusionado.
No entiendo, te juro que no entiendo… ¿hice algo malo? ¿fui muy intenso? ¿tan mal garcho?
Era de noche, se encontraba en su cama mirando al techo:
Sí no me respondió hasta ahora, no me va a responder más. Una lástima, pensé que por fin había encontrado a alguien.
Y con mucho dolor pero, al mismo tiempo, decepción, la bloqueó y la borró del WhatChat.
Ahora al menos, voy a saber por qué no me respondés.
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